. . . . . . . " \nEl se\u00F1or URENDA.- \nSe\u00F1or Presidente , coincido absolutamente en la dignidad del trabajo de las asesoras del hogar. Con muchas de ellas he tenido mucho respeto y afecto rec\u00EDprocos. Y coincido tambi\u00E9n en la necesidad de que ellas no queden al margen de la protecci\u00F3n a la maternidad.\n \nEl problema reside en otra cosa: en qui\u00E9n asume el costo de ello, dadas las caracter\u00EDsticas sui g\u00E9neris de esta relaci\u00F3n laboral. Porque habitualmente nos encontramos, en primer lugar, con personas que trabajan en hogares de clase media. Debemos considerar que se trata de la intimidad del hogar, que requiere de un grado de confianza especial y que, como se\u00F1al\u00E9 en un comienzo, lo probable es que el grueso de las empleadoras sea gente de clase media, parejas de profesores, de empleados p\u00FAblicos, que se encuentran en la alternativa de que para que la due\u00F1a de casa pueda trabajar requieren de una asesora del hogar, que gana a veces poco menos que ella, cuando no lo mismo, como much\u00EDsimos casos que conozco. \nEntonces, el problema es qui\u00E9n soporta esta especial situaci\u00F3n. \nSe ha dicho en la Sala que siempre buscamos un pretexto. Pero tengo el convencimiento de que estamos ante un problema que no nos afecta a la mayor\u00EDa de las personas que estamos aqu\u00ED, en el Senado, sino que fundamentalmente aflige a la clase media. Existe un problema real en cuanto a que puede resultar absolutamente imposible (por incompatibilidad de caracteres, o un grado de desconfianza) la permanencia en el hogar de la persona encargada de cuidar ni\u00F1os menores. \u00A1C\u00F3mo va a ser posible que esa persona necesariamente deba continuar en \u00E9l por un a\u00F1o y medio, o indefinidamente, si tiene m\u00E1s de un ni\u00F1o!\n \nEn consecuencia, claramente existe aqu\u00ED el deber del Estado y de la sociedad de buscar soluciones. Creo que si no procedemos as\u00ED, al ir contra la naturaleza de las cosas vamos a lograr el objetivo contrario del que perseguimos. No es cuesti\u00F3n de modernidad, sino una realidad de 400 mil asesoras del hogar. Estoy seguro de que 250 mil o 300 mil corresponden a hogares de clase media, donde representa un gran esfuerzo contar con ellas. Imagin\u00E9monos el cuadro que se presenta cuando se est\u00E1 forzado a mantenerlas en el hogar despu\u00E9s de producirse una desconexi\u00F3n absoluta, cuando existe incompatibilidad de caracteres, o cuando se trata de una persona a la cual se le pierde la confianza en el cuidado del hogar y de los ni\u00F1os.\n \nEntonces, \u00BFqu\u00E9 debemos hacer? Tenemos claro que debemos proteger la maternidad de estas personas, al igual que la de otras. Pero este costo no se lo podemos imponer a 200 \u00F3 300 mil hogares modestos de Chile, cuando es un deber del Estado y de la sociedad. \nLo anterior es lo que nos ha llevado a rechazar esta supresi\u00F3n, teniendo presente que respecto de este proyecto -no s\u00F3lo ahora, sino que tambi\u00E9n en otras oportunidades- hemos planteado al Gobierno que deb\u00EDa tener una posici\u00F3n m\u00E1s activa en defensa de la maternidad. Es el Estado el que debe buscar soluciones viables, y no que por darnos el agrado de decir que hemos logrado algo para las empleadas de casa particular, estemos atentando sustancialmente contra ellas y creando un problema m\u00E1s dif\u00EDcil del que hoy podr\u00EDa existir.\n \nPor eso -y debo insistir sobre el particular-, no podemos aprobar lo propuesto, lo que, adem\u00E1s, puede estimarse inconstitucional. Sin embargo, no es posible que nos desentendamos del problema. Y debemos requerir e insistir al Ejecutivo para que busque soluciones adecuadas. Porque recargar este problema exclusivamente en los due\u00F1os de casa, que en la mayor parte de los casos son gente muy modesta, no va a ser soluci\u00F3n, sino que crear\u00E1 marginalidad, disminuci\u00F3n de esta clase de trabajo y situaciones realmente graves. Pero -reitero- de ninguna manera podemos descuidarnos del problema.\n \nAfortunadamente, he mantenido siempre la mejor relaci\u00F3n con estas trabajadoras, y podr\u00EDa decirse que tengo muchas amigas que han sido asesoras del hogar, personas que han convivido con mi familia. La tumba de mi abuela se halla junto a la de la empleada que estuvo con ella toda su vida. \nPero no es \u00E9se el problema, sino qui\u00E9n debe soportar esta situaci\u00F3n especial. Y esto no podemos trasladarlo, pues es una obligaci\u00F3n de la sociedad fomentar y proteger la maternidad en las trabajadoras de 200 \u00F3 300 mil hogares modestos en Chile. Es \u00E9sa la circunstancia que nos llev\u00F3 a votar en contra de la supresi\u00F3n de la norma, pero, al mismo tiempo, a insistir y recomendar que se adopten todas las medidas adecuadas para que las asesoras del hogar puedan gozar de este derecho, al igual que todas la mujeres en el pa\u00EDs.\n \nHe dicho. \n " . .