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El señor DÍEZ .-
Señor Presidente , me voy a pronunciar por el rechazo de lo recomendado en el informe y a favor del proyecto, porque me parece que una democracia necesita ir perfeccionándose y la elección de los miembros de un cuerpo como el Senado, con las funciones que le competen, debe ser representativa de la soberanía popular.
No existe en este punto afán populista ni electoralista. Considero, como decía el Papa al Consejo Pontificio Justicia y Paz en diciembre del año pasado, que se debe luchar por la democratización, la que significa acercar el pueblo a sus decisiones más importantes. Y ello, como consecuencia de la dignidad humana. El sistema democrático no es sino la expresión de ésta en política. Por tal razón, me pronunciaré a favor de la iniciativa que nos ocupa.
Aquí se han sostenido algunas cosas que, a mi juicio, no son ciertas. Se ha expresado, por ejemplo, que el Senado no es un cuerpo político. Y la verdad es que se trata del primer cuerpo político de la República. Si se quiere contar con un Senado integrado, es necesario crear otro, con atribuciones distintas. Aquel que dispone de iguales facultades que la Cámara de Diputados para la dictación de la ley, que ejerce el Poder Constituyente -como lo estamos haciendo-, conforma, evidentemente, un cuerpo político de alta categoría.
Afirmar que no reviste tal carácter porque la fiscalización es esencial en la política implica enredarse en las propias palabras y desconocer la letra y el espíritu de la Carta. Nosotros tenemos derecho a fiscalizar individualmente, no como cuerpo. ¿Por qué no como cuerpo? Porque la Ley Fundamental nos da otra tarea mucho más alta en ese plano, que es decidir si son culpables o no los acusados por la Cámara de Diputados en el ejercicio sumo de su fiscalización, y, en consecuencia, si se toman medidas o no contra ellos.
¿Se podría aseverar, con la lógica más mínima y elemental, que un cuerpo político con facultad de destituir al Presidente de la República es un organismo administrativo o de otra naturaleza? ¡Es, fundamentalmente, un cuerpo político! ¡Éste es el primer cuerpo político de la República!
El afán moderador del Senado se desprende de la edad de sus miembros, de la longitud de su período, del universo electoral que los elige. Y, así como en la vida pública hay hombres a quienes la experiencia hace acreedores al título de ser moderadores y prudentes, en la vida política también existen otros que han ganado, quizás después de muchos años, el título de ser más moderadores y más prudentes. Y, sin embargo, estos últimos han llegado a los órganos legislativos por la puerta ancha de la soberanía popular.
Pienso, por otra parte, que no resiste ninguna lógica el que, en un cuerpo jurídico con facultad de juzgar y destituir al Presidente de la República , puedan ejercer esa atribución dos miembros designados por el Primer Mandatario; el que se cuente con facultad de destituir a ministros de la Corte Suprema y tres miembros, en calidades distintas, sean elegidos por el propio Tribunal. La lógica indica que representantes de instituciones sometidas al juicio del Senado no debieran ser Senadores, por lo menos en ese aspecto de la competencia de esta rama del Congreso, de manera que ratifico la idea de que un órgano de generación mixta debe ser originado de otra manera y ejercer, indiscutiblemente, facultades distintas.
Por estas razones, señor Presidente -está por terminar mi tiempo-, juzgo, a pesar del aprecio que sentimos por los Senadores institucionales, que ellos ya cumplieron su misión.
Y no es bueno que en forma permanente la Corte Suprema, de 17 miembros, elija tres Senadores. Y no es bueno que su Presidente diga que puede ser Senador. Desde el punto de vista de la República, lo anterior no es bueno a largo plazo y considerada la fuerza de la vida política, que intentará influir, lógicamente, para que no sólo se administre bien justicia, sino, al mismo tiempo, para que se administre una justicia que sea "de la nuestra", impartida por hombres "de los nuestros".
Lo mismo sucede con las otras instituciones que designan Senadores. No dudo de la independencia e integridad con que se actúa, de la formación que se recibe, pero no cabe duda alguna, en la medida en que el Presidente de la República es quien dispone ascensos y nombra Comandantes en Jefe, de que no es recomendable que estas instituciones elijan miembros del Senado. Porque, indiscutiblemente, no por el lado de la tradición de las entidades a que hago referencia, sino por el de la penetración de la vida política, se halla en riesgo ese bien nacional tan preciado que es la independencia y la especificidad de nuestras Fuerzas Armadas.
Por lo demás, la calidad de garantes de la institucionalidad que ellas invisten, llevada de manera distinta y en circunstancias extraordinarias, a mi juicio también las inhibe para participar en la gestión misma y cotidiana de la institucionalidad.
En virtud de estas consideraciones, voto en contra de lo propuesto en el informe de la Comisión.
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