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La señora CARRERA.-
Señor Presidente , el debate sobre la institución de los Senadores designados lo hemos realizado en varias ocasiones, y se han dado todos los argumentos en pro y en contra que la imaginación de los señores Senadores puede concebir. De tal manera que es muy poco más lo que se puede decir. Pero no quiero dejar de dar mi opinión.
Pienso que, a pesar de que todos respetamos a los Senadores designados que han estado con nosotros y por quienes tengo la mayor simpatía, en el sistema político chileno la mayoría está en contra de esta institución: parte importante de Renovación Nacional, la Concertación en su conjunto y la opinión pública.
A mi juicio, es una de las instituciones que amarra nuestra democracia y que no permite que Chile se desarrolle en forma libre, buscando lo más útil para nuestra población en todos los ámbitos de la vida.
Además de los Senadores institucionales, producen grandes amarras en nuestra democracia el Consejo de Seguridad Nacional, el Tribunal Constitucional y, sobre todo, el sistema electoral binominal.
En nuestra sociedad se producen contradicciones graves. El país tiene un régimen económico extremadamente liberal y, a su vez, un sistema político restringido, el denominado "democracia protegida", en el cual la voluntad popular no legitima a todos los legisladores. Esto origina tensiones.
A mi juicio, es un sistema político con una retroalimentación inadecuada para la estabilidad nacional, como ya lo oímos aquí en varias ocasiones.
Observo, con preocupación, la gran apatía de los jóvenes en materia política, sobre todo en emitir su voto. Me parece que es un signo respecto del cual el Senado debería reflexionar. Vemos una desconfianza generalizada entre los chilenos, porque en nuestras instituciones hay poca transparencia, como sucede, desgraciadamente, en nuestra organización. Ello genera inquietud.
Al producirse esas contradicciones y tal tipo de retroalimentación, nuestro sistema social, de una u otra forma, puede reaccionar. No sé cuál será exactamente la forma en que lo hará, pero va a reaccionar. Porque existen tensiones frente a un orden económico muy liberal y un régimen político restringido, muy duro e inflexible.
Me asusta pensar acerca de cuáles son las motivaciones de los señores Senadores que ven esta situación como un problema insalvable, imposible de debatir. Ellos seguramente ganarán en esta votación, en el sentido de que no se discuta el término de la institución de los Senadores designados y ni siquiera se modifiquen algunas normativas constitucionales. Eso me parece grave.
Esas personas que se niegan incluso a creer que puedan estar equivocadas -eso es lo que uno aprende en la vida-,, son realmente de cuidado. Son tan fundamentalistas que deben ser convencidas de alguna manera extraordinaria. Porque el hecho de no meditar que puedan equivocarse, cuando todo un país -por lo menos, la inmensa mayoría- opina que la institución de los Senadores designados no es funcional a la política chilena, a nuestra historia, a nuestro desenvolvimiento económico ni al momento histórico que estamos viviendo, significa que rehusan abrir su mente a que haya cambios. Porque nadie es perfecto, y creo que ninguno de los legisladores que participaron en la redacción de la nueva Constitución pudo haberse imaginado en algún momento que tenía el pensamiento divino como para realizar la maravilla curativa de los males de Chile. No ha sido así. Hemos oído aquí transcripciones de actas constitucionales, y sabemos de las opiniones de destacados políticos chilenos que pensaban en contrario. Sin embargo, vemos que ella aparece como si fuera la maravilla curativa, en circunstancias de que, conforme a las opiniones dadas en todas partes, no es así.
En cuanto a los Senadores que no fuimos elegidos directamente y formamos parte de esta Corporación, opino que la Honorable señora Feliú tiene razón. A mí tampoco me gusta haber llegado al Senado conforme a lo dispuesto en una Constitución que no me satisface ni con la cual estoy de acuerdo. Sin embargo, debo decir que los 220 mil votos que obtuve en la parte sur oriente de Santiago no es poco. Y me hallo muy contenta de haber efectuado esa contribución de sufragios a la elección del ex Presidente Aylwin .
Me encuentro aquí muy a gusto con el trabajo legislativo, pero no me entusiasma demasiado, porque, cuando deseo algo con mucha fuerza -por creer que es justo, lucho por ello y trato de llevarlo adelante-, me encuentro con una mayoría no elegida o con una representada por Senadores que equivalen al 30 ó 40 por ciento de la votación general del país, mientras que el otro 60 por ciento restante, que constituye la mayoría de la nación, no tiene la representación que debiera, en razón del sistema binominal. Y, por otro lado, esa mayoría -que, en el fondo, no lo es- está reforzada por los Senadores designados, que -quiéranlo o no- son políticos. No podemos engañarnos con retóricas: las votaciones son políticas. No los critico por eso. Sin embargo, esta Cámara es política y los señores Senadores son políticos, tienen una concepción política y votan políticamente. Y no me parece justo para el pueblo de Chile el hecho de no estar representado en su conjunto por quienes eligió y de que en cambio haya algunos que, sin ser elegidos, votan políticamente en su nombre.
Voto en contra del informe.
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