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- rdf:value = " El señor MC-INTYRE.-
Señor Presidente , señores Senadores, el lunes recién pasado se cumplieron 30 años de la muerte del Teniente de Carabineros señor Hernán Merino Correa , ocurrido en tierra chilena cuando, en cumplimiento de su deber, se opuso a la invasión de nuestro territorio por tropas de Gendarmería argentina.
El Teniente Merino era un joven de 29 años, lleno de ilusiones y esperanzas. Nacido en las áridas tierras del norte, cumplió sus tres últimos años de destinación en Carabineros en un escenario totalmente distinto del que lo vio nacer, en un lugar de singular belleza, rodeado de montañas, de rica vegetación, con persistentes lluvias, ventiscas y tempestades.
Imagino sus pensamientos en ese inmenso entorno frío. Deben de haber recorrido, día a día, los lugares que amaba: Antofagasta, donde dio sus primeros pasos bajo la mirada vigilante y amorosa de su madre, doña Ana Correa De la Fuente, y de su padre, el Mayor de Carabineros don Carlos Merino Charpentier, cuya carrera habría de seguir. Allí conoció a sus primeros maestros, quienes, con la responsabilidad y sacrificio que los caracteriza, lo guiaron cuidadosamente en sus estudios para que lentamente fuera creciendo y enriqueciéndose culturalmente.
Luego debe de haber recordado Santiago y sus años de formación en la Escuela de Carabineros, donde sus instructores, junto con darle los conocimientos necesarios para que fuera un buen profesional, le consolidaron todos los valores y virtudes inculcados por sus padres y que distinguen a los miembros de tan prestigiada institución.
Su memoria debe de haberse detenido también en algún momento en la capital para recordar lo aprendido en su curso de especialización para desempeñarse precisamente en zonas fronterizas y cómo ello acrecentó su amor por la patria. Había conocido en profundidad los derechos que asisten a Chile en cada trozo de nuestra frontera y su responsabilidad de resguardarla con honor, y con su vida, si fuera necesario. Cuan útiles le eran ahora todos aquellos conocimientos adquiridos, que le permitían también ayudar socialmente a los aislados colonos que en ese momento lo rodeaban.
En más de alguna oportunidad debe de haber recordado también dos hechos de su corta carrera institucional que fortalecieron su carácter y que se sumaron a las características que van formando lentamente a los hombres destacados para, finalmente, configurar a algunos como héroes. A los 23 años, en un accidente carretero con volcamiento de un camión, el Teniente Merino , destinado entonces en la Tenencia de Santa Bárbara, rescató de las aguas del Bío-Bío a una madre embarazada. Dos años más tarde, participó en forma destacada en el rescate del único sobreviviente de un avión de nuestra Fuerza Aérea que se había estrellado en el cerro Pérez , en el fiordo de Aisén, tragedia en la que perdieron la vida 18 personas. En ambos casos salvó una vida a riesgo de la suya.
Los primeros días de noviembre de 1965, a medida que avanzaba en su camino y en sus recuerdos, llegó con su cabalgadura a la cima de alguna de las colinas cercanas a Puesto Ardilla. Mirando desde allí el azul puro y diáfano del cielo austral, con gran recogimiento y motivación, debe de haber agradecido a Dios por su vida y por la riqueza interior que Él le había permitido alcanzar. Y luego, observando el valle y la Laguna del Desierto, dibujada a sus pies, debe de haber disfrutado de toda la belleza de esa tierra, la que románticamente debe de haber fusionado con la belleza y la ternura de su novia, que lo esperaba para casarse una vez que terminara la que habría de ser su última comisión.
Sintetizando sus pensamientos y cobijándolos todos en su gran corazón, maniobró las bridas de su caballo para iniciar el descenso que lo llevaría a Puesto Ardilla. Cuidadosamente debe de haber guiado a su animal, con su tronco erguido, tratando de mantenerse vertical, con su carabina cruzada en la espalda y su alforja distribuida adelante y detrás de su montura. Es la imagen que encontró el artista para representar eternamente una de las misiones que cumplen con sacrificio y abnegación los Carabineros de Chile.
Finalmente, en su lugar de destino acampa, y así llega el 6 de noviembre, donde comienza a prepararse para regresar a su tenencia, desconociendo aún la gran prueba a la que se encontraría sometido, en la que estarían en juego las virtudes y valores que lo adornaban. Y cuando llegó el momento, ¡su respuesta fue renunciar a todo lo que le ofrecía la vida, por defender la sagrada soberanía de su patria!
En el Senado de la República existe una relación muy estrecha con la memoria del Teniente Hernán Merino y con el significado superior que tuvo su gesto, representado entre nosotros por la importancia de nuestro compromiso nacional y espiritual de defender la patria, sin importar cuál sea el color político.
Conocida la tragedia, los Senadores de la época, de diferentes bancadas, junto con homenajearlo, dejaron constancia en actas, mediante encendidos discursos, de la necesidad de estar alerta y no claudicar cuando se trata de defender un centímetro cuadrado de nuestro territorio.
Asimismo, por los imponderables del destino, en este Hemiciclo tres de nuestros distinguidos colegas ocupaban, en 1965, importantes cargos públicos desde los cuales, en sus diferentes posiciones, conocieron en profundidad todo lo que ocurrió en Laguna del Desierto. El Presidente del Senado , don Gabriel Valdés , era nuestro Canciller; el Honorable Senador don Vicente Huerta se desempeñaba como General Director de Carabineros y era superior jerárquico del Teniente Merino, y el Honorable Senador don Juan Hamilton , en su calidad de Subsecretario del Interior , fue quien debió ir a Río Gallegos con la triste misión de rescatar los restos de la víctima.
Hace tan sólo un año, en 1994, los miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores, venciendo una inexplicable oposición, visitamos Laguna del Desierto, y especialmente el lugar donde murió el heroico joven. Allí le rendimos nuestro emocionado homenaje.
Más cerca aún en el tiempo, entre septiembre de 1994 y mayo del presente año, tuvimos agregado a la Guardia del Congreso Nacional, atendiendo a la seguridad de los miembros de esta Corporación, a su sobrino el Teniente de Carabineros don Guillermo Felipe Merino , quien se encuentra hoy junto a su madre en las tribunas.
El mejor homenaje que el Senado pudo rendir a este joven oficial ha sido el acuerdo unánime que hace algunos días adoptamos al conocerse el rechazo del Tribunal Arbitral al recurso presentado por Chile por el fallo de Laguna del Desierto. Inspirados en el sublime acto del Teniente Merino, y en la difícil encrucijada en que se encontraba la justa e inclaudicable defensa de nuestro territorio, acordamos importantes medidas por desarrollar nosotros mismos para resguardar nuestros intereses territoriales.
También, resolvimos destacar la necesidad de incorporar a los programas educacionales una información cabal del territorio, de su historia, de las controversias limítrofes, en donde, indudablemente, la historia de Laguna del Desierto, con su único mártir, deberá ser debidamente destacada.
La acción heroica que hoy recordamos constituye, pues, un ejemplo para la juventud de hoy, y tiene que ser difundida para que contribuya a recordar que con sacrificio -desde cualquier posición-, debemos defender lo que sabemos nuestro; la importancia de desarrollar y mantener vivos aquellos valores y virtudes que, históricamente, nos han distinguido, los cuales debemos cuidar y difundir para enfrentarnos de manera segura con las adversidades que pueden minar la riqueza espiritual de este noble pueblo chileno.
Hoy, al cumplirse un nuevo aniversario de la lamentable muerte del Teniente Merino, y en los momentos en que hemos conocido un fallo arbitral tan injustamente desfavorable para nuestros derechos, rindo un sentido homenaje a su memoria, con la seguridad de que todos comprendemos cómo nuestro mártir de Carabineros cumplió rigurosamente con su deber y nos dio el ejemplo de cómo defender nuestra soberanía.
He dicho.
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