-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/667641/seccion/akn667641-po1-ds51-ds55
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/745
- rdf:type = bcnres:Participacion
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/2
- rdf:value = "
La señora CARRERA.-
Señor Presidente , deseo llamar la atención acerca de la gran legitimidad que en este tema revisten las más diversas opiniones vertidas. Escuché con respeto al Honorable señor Otero , por creer que en estos temas están involucrados valores culturales; el modo como una sociedad percibe el derecho a la vida y, también, el derecho a la muerte; creencias religiosas; valores éticos fundamentales; la percepción social de la ciencia médica; problemas económicos del desarrollo de la atención de salud; el concepto de salud pública, y muchos otros, por lo que es muy natural que haya criterios de la más diversa índole.
Del mismo modo, resulta natural y deseable la actitud de cautela frente a legislar en una materia tan compleja. Por suerte, hay algo muy claro: el Senado está de acuerdo en la necesidad de que aumenten los trasplantes -nadie ha opinado en contrario-, porque pueden salvar vidas, garantizando el respeto a ella, las creencias, la integridad y la voluntad de los donantes. Que ese propósito no es fácil lo demuestra la discusión producida. Es un pasaje entre el torbellino y las rocas, entre Escila y Caribdis, difícil pero posible. Por un lado, está el angustioso llamado de cientos de enfermos cuya esperanza radica en recibir un órgano ajeno que ya no es útil a su dueño, y la desesperación de los trasplantadores; por otro, la necesidad de que la donación sea un acto de solidaridad voluntaria, que no ponga en peligro, en momento alguno, ni violente la voluntad del donante o la de su familia, y mucho menos sus posibilidades de recuperación.
En mi concepto, la Comisión de Salud ha hecho un trabajo minucioso y dedicado en el tratamiento de este proyecto y de los dos aspectos señalados, y el Senado ha legislado en forma adecuada en lo relacionado con el respeto a la voluntad del donante. Se han manifestado numerosas opiniones producto de una campaña de difusión de los beneficios del trasplante y el valor moral de la donación de órganos. Espero que ello se lleve a cabo. Veo que la voluntad del donante es respetada en esta iniciativa, así como los sentimientos y cultura de su familia. ¿Hasta dónde puede llegar la buena voluntad del legislador sometido a estas dos fuerzas: la necesidad de trasplantes y el respeto al donante?
Otro punto difícil de la discusión es determinar cuándo es el momento de la muerte del donante que en forma libre e informada decide dar sus órganos para ayudar a su prójimo. Es necesario consignar que la muerte es un proceso, no un momento único. Los tejidos mueren en diferentes tiempos. Lo más conocido es, como se ha dicho aquí, que el pelo y las uñas siguen creciendo mucho tiempo después de dejar de latir el corazón; la piel sigue viva después de 24 horas; el tejido arterial y óseo también, por más de 48 horas. La pregunta es cuándo la muerte es irreversible y qué órgano con su acabamiento determina ese hecho. La respuesta frente a esta interrogante es la muerte del tronco encefálico. Un ser humano puede vivir si le falta uno o varios miembros; también puede hacerlo con un riñón, o con ambos órganos dañados, merced a la dialización; igualmente, puede vivir con un páncreas que no produce insulina; del mismo modo, puede sobrevivir sin funcionamiento de la corteza cerebral -lo que llamamos una existencia vegetativa- y, en casos extremos de daño cardíaco, puede aspirar a un trasplante de corazón. Todo esto es posible; pero no puede existir sin tronco encefálico. Hay consenso entre biólogos y médicos neurofisiólogos en cuanto a que el momento en que la muerte se hace absolutamente inevitable es cuando muere el tronco encefálico.
Si pensamos en las funciones de la corteza cerebral, en ella están situados el pensamiento y el lenguaje, las emociones y la simbología, sin los cuales se puede vivir. Pero las funciones del tronco encefálico son en extremo importantes para la vida, en especial las ubicadas en el cuarto ventrículo, como el centro apnéutico, que determina la respiración, y reflejos fáciles de detectar, como el fotomotor, los corneales, los oculovestibulares, el cefálico y la respuesta motora a la estimulación de los nervios craneanos. Por la relevancia de tales reflejos, es fácil detectar la muerte del tronco encefálico con exámenes clínicos sencillos pero definitivos.
En el proyecto no se nombra el electroencefalograma, como acaba de explicar la Honorable señora Feliú , pues se trata de una prueba no indispensable, aparte que puede fallar, ya sea porque la máquina está mala, o por cualquier otra dificiencia. De especial importancia es que la ley especifique las condiciones necesarias para acreditar la muerte encefálica. De ellas, llamo la atención sobre la prueba de la apnea, después de que el donante queda desconectado del ventilador, que es absolutamente concluyente para determinar el deceso y no permite ninguna clase de error, además de ser muy sencilla. La técnica permite en la actualidad reconocer el momento de la muerte en forma más exacta y una utilización más adecuada de los órganos que donó el paciente. Y, a fin de evitar errores o dolo, el proyecto exige, para declarar la muerte encefálica, una certificación de un equipo de médicos, y además, que ellos no intervengan en el proceso de trasplante.
Por otro lado, como ya se dijo, a excepción de Japón, hay consenso mundial para considerar irreversible la muerte encefálica, lo cual permite que la voluntad del donante sea respetada.
Tocante a lo señalado respecto del embrión -aspecto que pesa en numerosos Senadores-, en cuanto a que, por no tener cerebro, ello permitiría el aborto, a mi juicio ello no es tal, pues ya en las primeras células que van a formar el resto del organismo está predeterminado, no sólo cómo será el adulto que saldrá de ese huevo, sino que además todo el desarrollo del embrión y del individuo, etapa por etapa. Es la parte ordenada del proceso estocástico de la evolución. Por lo tanto, se debe asumir que desde la primera célula está en potencia el cerebro que va a tener esa persona.
Dado el objetivo común de incrementar el número de trasplantes en el país en la forma más adecuada y útil para quien va a recibir el órgano donado, espero que el Senado acepte el concepto de muerte encefálica tal como se propone en el proyecto.
"
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/667641
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/667641/seccion/akn667641-po1-ds51