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El señor MUÑOZ BARRA.-
Señor Presidente , me preocupa el rechazo de la Comisión técnica a un proyecto en torno al cual se anidaron las esperanzas de miles de chilenos que se desenvuelven en el mundo de la agricultura, comercio y la industria. El tema fue discutido en la Cámara de Diputados hace bastante tiempo, y quiero señalar, como una manera de mostrar la ansiedad que existe por la aprobación de la iniciativa, que son numerosísimas las personas y dirigentes de diversas agrupaciones que han estado siguiendo su tramitación.
El proyecto permite eliminar las anotaciones en el Boletín Comercial en determinados casos. Es decir, está destinado a limpiar la situación de deudores que cayeron en incumplimientos a raíz de la crisis que -como todos recuerdan- vivimos en 1982. Se trata de personas que no pueden recuperarse debido a que los protestos que entonces los afectaron quedaron para siempre en su hoja de vida económica, lo cual, naturalmente, les impide acceder al crédito bancario.
Represento una zona rural, y puedo informar que en esa época muchos agricultores se endeudaron por responder a un llamado que se les hizo a una patriótica producción. Son hombres de trabajo que creyeron en determinada regla económica que, como se sabe, fue modificada radicalmente después, triplicándose las deudas que habían contraído en su afán de sumarse a esa campaña de mayor desarrollo para el país.
Por tales consideraciones, al menos en lo personal, creo que el proyecto es de toda justicia. No parece correcto que los delincuentes, cumpliendo ciertos requisitos, puedan eliminar, para todos los efectos legales, anotaciones de su prontuario, y, en cambio, no exista la misma posibilidad para quienes ya incluso cancelaron dichas obligaciones comerciales. Cabe recordar que el Fisco aportó a la propia banca -que ahora actúa de esta manera- cuantiosos recursos para resolver la situación derivada de los deudores insolventes. No es justo, por tanto, que éstos sigan figurando eternamente como morosos e incumplidores.
Es bueno tener presente que el sector afectado por tales problemas está constituido por un porcentaje muy importante de personas que no solamente producen, sino que dan trabajo a miles de conciudadanos. Sin embargo, no pueden aumentar su capacidad empresarial, por cuanto, al requerir de las instituciones bancarias aperturas de cuentas o concesión de créditos, éstas actúan invariablemente conforme a los denominados "informes históricos", y se da el precedente de personas que hace 10 ó 15 años les fueron protestados documentos que posteriormente los pagaron y, pese al tiempo transcurrido, se les niegan tales posibilidades.
En el caso de los créditos hipotecarios, por ejemplo, se presenta el anacronismo de que al deudor -evidentemente no desea perder su bien raíz- que no puede cumplir su obligación, el banco le remata la propiedad, y si el valor obtenido es inferior a la deuda contraída, le sigue a eternidad la cobranza de la diferencia. Sin embargo, cuando la misma institución bancaria vende el bien inmueble en un precio superior, no devuelve al deudor la cantidad correspondiente, porque ésta, evidentemente, ha hecho suya la propiedad. Por lo tanto, aquí existe "la ley del embudo": todo lo positivo es para la banca y no para los deudores.
Este proyecto, a mi juicio, tiene una fina sensibilidad, muy práctica y real, que acerca a la ciudadanía a la política y a los políticos. A menudo se sostiene, no siempre con justicia, que nos alejamos de las dificultades que enfrenta una parte importante del país. Éste es un problema real y relevante. La iniciativa sanciona con multas a las entidades que infrinjan su articulado, por el perjuicio que causa la no cancelación de las anotaciones a los deudores que, en un momento dado -por razones justificadas-, no pudieron cumplir con un compromiso contraído.
En consecuencia -para no alargar más el debate-, solicito al Senado aprobar en general el proyecto y, posteriormente, en la discusión particular, tanto en la Comisión como en la Sala, modificar los aspectos técnicos que la Comisión, con toda justicia, ha planteado. Por lo menos, ésa es la posición del Senador que habla y del Partido por la Democracia que represento en esta Honorable Corporación.
He dicho.
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