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Señor Presidente , Honorable Cámara: Ante este debate, que trata el tema más trascendente del siglo que termina, tema que dominará el tiempo que viene, es bueno precisar lo siguiente:
“Integrar es un medio; tener bienestar sustentable es el fin.”
La integración de las sociedades humanas es un proceso lento e incesante que viene desde Adán y Eva y de las obligadas y difíciles migraciones del homo sapiens que desde África fue poblando el planeta, transformándose según los ambientes en que vivía.
La integración humana ha tenido un avance gigantesco en los últimos siglos y hemos pasado de los clanes y tribus aisladas a estados-naciones, a enormes conglomerados humanos que ocupan continentes enteros, compartiendo toda la rica diversidad original, pero unidos en intereses, en valores y en cultura.
Cada día se integran más las razas humanas al adoptar valores comunes, tanto en el plano espiritual como material; cada vez se parecen más los habitantes del mundo, incluso se funden en crisoles como Norteamérica y Sudamérica, y surge una raza nueva, que concentra toda la riqueza genética y espiritual humana.
Desde el horizonte visible histórico vemos cómo la integración es una fuerza incontenible, y aquellos que han quedado aislados tarde o temprano han tenido que integrarse con enorme quiebre y destrucción de sus modos de vida. Por ello los líderes visionarios que empujan la integración llevan más bienestar, seguridad y desarrollo a sus pueblos.
En este marco, de integración y fusión incesante, hay costos y beneficios en cada situación puntual y se debe ser cuidadoso para decidir el ritmo y la velocidad que conviene a determinado grupo humano. Ése es el aquí y el ahora para nosotros, un pequeño país de 14 millones de habitantes enfrentados a una aceleración de la integración a través del Mercosur y mañana la Unión Europea, el Nafta y la Apec: la única opción es avanzar cuidando nuestros intereses, porque está claro que si no avanzamos, dañamos nuestro bienestar presente y futuro, nos aislamos y nos detenemos.
Hemos oído aquí que hay sectores económicos perjudicados por el acuerdo Chile-Mercosur, especialmente la agricultura tradicional. Eso debemos tenerlo en mente para ayudar a esos sectores a que superen los desafíos que trae la integración con competidores más eficientes en producir. Ayudarlos en esta difícil coyuntura es no sólo ser solidarios, sino que es ver lo que es conveniente económicamente para el país como un todo, pues lograr que todos nuestros sectores económicos sean eficientes y competitivos con el exterior es la meta que nos dará más bienestar y desarrollo.
Si tenemos la voluntad y tomamos el compromiso frente al país de que el Estado, representado por el Ejecutivo y el Legislativo, compensará y ayudará a adaptarse a las nuevas realidades económico-sociales a quienes afecte este acuerdo de integración, entonces cumpliremos nuestro deber de ciudadanos responsables, que no dejamos que el bienestar colectivo se logre cargando el costo a sectores económicos minoritarios.
Estoy seguro de que ese compromiso se expresará en este Congreso y lo expresará el Gobierno y, entre todos, lo cumpliremos al ritmo que la integración haga necesario.
En resumen, señor Presidente , avanzar en la integración es el único camino de hoy, como lo ha sido siempre que buscamos más desarrollo y bienestar para nuestro país. Nuestra Independencia nacional fue también, en lo económico, un ejemplo de las ventajas que trae romper el aislamiento inercial y abrirnos al mundo. Ello tuvo costos y beneficios, tal como ahora los tienen los acuerdos de integración que negocia el país, que requieren prudencia y visión, como estimo que han tenido las negociaciones del Mercosur, que han ganado una difícil batalla, pues poner de acuerdo a cinco países en temas económicos nunca ha sido fácil.
He dicho.
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