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El señor ESTÉVEZ ( Presidente ).-
Corresponde tratar el informe de la Comisión de Salud sobre la existencia, formación y acreditación de los profesionales en las diversas áreas médicas.
Diputado informante es el señor Tohá.
Antecedentes:
-Informe de la Comisión de Salud, boletín CE Nº 33, sesión 72ª, en 9 de mayo de 1996. Documentos de la Cuenta Nº 4.
El señor ESTÉVEZ ( Presidente ).-
El Ministro de Salud , señor Massad, presente en la Sala, solicita autorización para que el Subsecretario , señor Fernando Muñoz, pueda acompañarlo.
Si le parece a la Sala, así se acordará.
Acordado.
Tiene la palabra el Diputado señor Tohá.
El señor TOHÁ.-
Señor Presidente , paso a informar del estudio que la Comisión ha hecho sobre la atención de salud especializada en Chile, como se le encomendara en virtud del proyecto de acuerdo de la Honorable Cámara de Diputados en relación con la materia.
En dicho proyecto se hace referencia, en primer lugar, a que se ha detectado en el país la falta de médicos cirujanos con especialidad médica para satisfacer la demanda de atención especializada, lo cual es un problema agudo, particularmente en las regiones.
También se sostiene que “en nuestro medio no existen procedimientos adecuados de acreditación de la calidad de médico especialista, ya que la formación está a cargo de las facultades de medicina de las distintas universidades y, en parte también, de las sociedades médicas o científicas de cada una de las especialidades médicas, no habiendo certificación de validez legal para su ejercicio, lo que hace que el accionar de entidades de certificación, como Conacem, no sea efectiva en la práctica.”
Por otra parte, en el proyecto de acuerdo se señala que se han hecho públicos los impedimentos u obstáculos que existen para la formación de profesionales en Chile. Estos hechos inducen a pensar que se está produciendo una seria brecha entre el interés público superior de satisfacer la necesidad social de atención especializada de salud y la capacidad de los organismos formativo-docentes, lo cual atenta contra la posibilidad de hacer efectiva en los hechos la garantía constitucional de protección de la salud de todas las personas.
Por ello, frente a una situación como la planteada, en el referido proyecto de acuerdo se sostiene que es estrictamente necesario establecer un sistema de preparación y de acreditación de los profesionales que, resguardando la fe pública, permita a los profesionales médicos obtener una formación científica de primer orden, que sea capaz, cuantitativamente, de satisfacer la necesidad de atención de la población.
En virtud de lo señalado, se facultó a la Comisión de Salud de la Cámara para que realizara un estudio sobre la atención especializada de salud en el país, con especial énfasis en las realidades regionales y locales, y respecto de la existencia, formación y acreditación de los profesionales en las diversas áreas médicas, y formule una proposición técnica sobre la materia, que contenga, a lo menos, la descripción y evaluación de la realidad actual, las políticas públicas necesarias para solucionar las deficiencias existentes y, si fuere menester, una normativa jurídica para regular la materia.
La Comisión, consciente de la complejidad del problema de las especialidades médicas, cree que, para comprender la situación actual y hacer propuestas, es necesario conocer la historia de los estudios de la medicina y de los sistemas y modelos de atención de salud en Chile, analizar la legislación comparada y escuchar a los técnicos y profesionales con experiencia al respecto.
Para llevar a cabo ese cometido, se solicitaron diversos antecedentes al Ministerio de Salud, a los secretarios regionales ministeriales, a la biblioteca del Congreso Nacional y a la oficina de Informaciones de la Honorable Cámara.
Asimismo, se invitó a connotados profesionales para que expusieran sobre el tema en estudio. Es así como concurrieron el jefe del departamento de recursos humanos del Ministerio de Salud, doctor Rodrigo Contreras ; el jefe del ciclo de destinación del Ministerio de Salud, doctor Jorge Carabantes ; el presidente de la Corporación Nacional Autónoma de Certificación de Especialidades Médicas, Conacem , doctor Salvador Vial; el secretario ejecutivo de la Asociación de Facultades de Medicina de Chile y decano de la facultad de Medicina de la Universidad Católica de Chile, doctor Pedro Rosso ; el director de la Escuela de postgrado de la facultad de Medicina de la Universidad Católica, doctor Gonzalo Grebbe , y la Directora de la Escuela de Postgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, doctora Colomba Norero.
Marco regulador actual.
En nuestro país el título es de médico cirujano, y en cuanto al proceso de formación de especialistas, como es de público conocimiento, no existe norma legal específica que regule el otorgamiento de especialidades médicas y, por consiguiente, la manera de impartir su formación. El médico cirujano que desea obtener su especialidad puede realizar su formación a través de cursos de postgrados impartidos por las universidades, las que de manera autónoma determinan los cursos de especialización y del total ofrecen al Ministerio un número determinado de becas. También se puede obtener su formación mediante el adiestramiento en práctica que realice en un centro calificado, junto a profesionales de categoría que tengan el reconocimiento de una determinada especialidad.
Cabe destacar que no existen impedimentos legales para organizar programas de formación de especialistas fuera de las universidades, ni tampoco para el uso del título de especialista y ejercer aunque no haya recibido la formación específica correspondiente. La formación de especialistas se desarrolla preferentemente en hospitales públicos, por lo que existe gran interrelación entre las expectativas de formar especialistas y las políticas de salud, el modelo de atención y la situación global de salud en Chile.
En su estudio, la Comisión de Salud tomó conocimiento de los sistemas de formación de especialistas existentes en otros países como Estados Unidos, Canadá , Colombia y Argentina, pero creo que en esta ocasión, por el tiempo limitado, no es pertinente referirme a sus contenidos.
Sí debo señalar que en Argentina y Colombia existe legislación sobre la materia.
Realidad nacional, regional y local de las especialidades médicas.
Un estudio basado en información de los servicios de salud, demuestra que, en la actualidad, el número de especialistas en esos servicios es de 6.467 y que en 1995 sus cupos de formación en las universidades Austral, Católica, de Chile, Concepción, Valparaíso y La Frontera alcanzaron a 333, de los cuales un 66,5 por ciento son de la Universidad de Chile.
Esos datos se contienen en los cuadros N°s. 1 y 2 agregados al informe.
Cabe hacer notar la insuficiencia de cupos formadores ante el requerimiento de especialistas, según los servicios de salud. Pueden citarse los siguientes ejemplos.
En oftalmología, 8 cupos y se requieren 5; en anatomía patológica, 5 cupos y se requieren 27; en psiquiatría infantil, 4 cupos y se requieren 38; en salud pública, 5 cupos y se requieren 34.
La disponibilidad actual y los requerimientos de los servicios de salud, según encuesta efectuada en 1994 a sus directores, en resumen, refleja, en cifras porcentuales, los siguientes déficit de especialistas: un 26 por ciento en medicina interna; 18 por ciento en obstetricia; 22 por ciento en pediatría, y 19 por ciento en cirugía.
En consecuencia, el requerimiento de mayor formación para el sector público es de alrededor del 25 por ciento más de lo que actualmente existe.
Sin embargo, cuando se analizan los datos de otras especialidades, de las denominadas en falencia, se puede constatar, por ejemplo, que en anatomía patológica existe un déficit de 34 por ciento; en anestesia, de 53 por ciento; en dermatología, de 50 por ciento; en fisiatría, de 120 por ciento; en cirugía infantil, de 84 por ciento; en oftalmología, de 46 por ciento; en otorrinolaringología, de 45 por ciento; en traumatología, de 48 por ciento, y en psiquiatría, de 52 por ciento.
Por otro lado, se debe tener presente que los especialistas no están distribuidos de manera equitativa en el país. Así, en medicina interna, de acuerdo con datos proporcionados por Conacem, el 55 por ciento de los internistas, de un total de 660, está concentrado en la Región Metropolitana; un 10 por ciento en la Octava Región; un 10 por ciento en la Quinta Región, y el 25 por ciento restante se distribuye en los quince servicios de salud del país.
Formación de médicos especialistas.
Reitero que el título otorgado por las universidades del país es de médico cirujano y no existe norma legal específica que regule el otorgamiento de especialidades médicas y, por consiguiente, la manera de impartir su formación.
De acuerdo con lo señalado, el médico cirujano que desea obtener una especialidad puede realizar su formación mediante cursos de postgrado impartidos por las universidades, los cuales, a su término, lo habilitan para acceder a un título, a un grado académico o a un certificado.
La formación de especialistas médicos implica un período mínimo de tres años de estudios, lo que unido a los siete años de la carrera de Medicina, constituye un proceso tremendamente largo y complejo.
También puede obtener su formación mediante el adiestramiento en práctica suficiente que realice en un centro calificado, junto a profesionales de categoría que tengan el reconocimiento en una determinada especialidad. No implica la realización de cursos regulares especiales, pero el médico debe desempeñarse por un período de cinco años en un establecimiento de salud determinado y debidamente acreditado, con lo cual, una vez cumplido el tiempo necesario, si lo desea, puede solicitar su certificación a la Comisión Nacional de Certificaciones Médicas, Conacem.
Cabe hacer presente que hay médicos especialistas, reconocidos por Conacem, cuyos cursos de formación los han realizado en el extranjero.
Es importante destacar que no existen impedimentos legales a organizar programas de formación de especialistas fuera de las universidades, ni tampoco para el uso del título de especialista y ejercer como tal, aunque no se haya recibido la formación específica correspondiente.
Otro aspecto importante que debe hacerse notar es que la formación de especialistas se desarrolla en campos clínicos que, fundamentalmente, corresponden a hospitales públicos, lo cual genera una gran interrelación entre políticas de salud, esquemas de atención, situación global de la salud en el país y la calidad y expectativas en la formación de especialistas.
Insisto en que la persona que desea obtener una especialización puede utilizar una beca reconocida por la universidad. Tal es el caso de las becas que financia el Ministerio de Salud y las que otorgan las universidades o aquellas que el propio interesado paga por su formación. Otra posibilidad es mediante su incorporación a los servicios de salud en calidad de funcionario de los mismos, desempeñándose en alguna unidad debidamente acreditada.
Las universidades fijan de manera autónoma los cupos de especialización, de los cuales ofrecen un número determinado al Ministerio de Salud.
Por otra parte, los servicios de salud están autorizados para financiar la formación de sus funcionarios en ciertas materias, pero esto no constituye una beca en el estricto sentido de la palabra, sino una formación entregada por un servicio de salud a un funcionario mediante su destinación a una unidad determinada, a fin de que cumpla determinado programa. A esta persona la universidad no le otorga un certificado, por cuanto no ocupó una vacante definida por ella; sin embargo, es reconocida como tal por el servicio de salud, y legalmente puede ejercer la especialidad en tanto la legislación vigente permita que cualquier profesional que tenga las competencias para prestar un servicio lo pueda hacer.
Acreditación de centros formadores de médicos especialistas.
Como ya se ha dicho, la formación de especialistas se desarrolla fundamentalmente en los servicios clínicos que, prioritariamente, corresponden a los hospitales públicos. Estos centros formadores deben estar debidamente acreditados para cumplir con su misión.
Con el fin de resguardar el estricto control y vigilancia que requiere la formación de un especialista, la Asociación de Facultades de Medicina creó la Comisión Nacional de Acreditación de Centros Formadores, organismo que, con plena autonomía ha fijado los requisitos y cupos para los centros formadores durante los últimos 15 años.
Certificación de médicos especialistas.
La certificación es un proceso voluntario -ningún profesional está obligado a requerirla- y no excluyente, hecho que posibilita que existan profesionales no certificados que ejerzan las diferentes especialidades médicas. Sin embargo, estar certificado significa tener el reconocimiento oficial, por diversos organismos atinentes al proceso, de una especial capacitación en el área de la especialidad designada.
Según lo expresado en un documento emanado de Conacem, la certificación de un médico es un sello de garantía respecto de su calidad profesional, informa adecuadamente al destinatario de las acciones de salud sobre la idoneidad del acto médico y promueve, en el ejercicio de la medicina, a un nivel creciente de perfeccionamiento y superación.
La Corporación Nacional de Certificación de Especialidades Médicas es el organismo nacional encargado de efectuar la certificación de las especialidades médicas, que es una constancia de que la formación y experiencia acreditadas por el profesional permiten considerarlo idóneo para el desempeño de su labor.
Conacem es un organismo autónomo. Sin embargo, están representadas en él todas la instituciones involucradas en el proceso de formación de postgrado en medicina. La solvencia y autoridad de sus decisiones se deben, entonces, a su independencia y a su vinculación con las facultades de medicina de las universidades chilenas, reunidas en la Asociación de Facultades de Medicina de Chile -Asofamech-, con las sociedades científicas correspondientes a cada una de las especialidades certificadas, con el Colegio Médico de Chile A.G. y con la Academia de Medicina del Instituto de Chile. El Ministerio de Salud ha patrocinado y apoyado todas sus iniciativas, aun cuando, en razón de su autonomía, no es parte integrante de la corporación.
Conacem adquirió existencia legal en 1984, después de constituirse en corporación de derecho privado y de concedérsele, en abril de 1985, la personalidad jurídica correspondiente. Contar con su reconocimiento constituye la acreditación de capacitación en la especialidad de más amplio y explícito valor en nuestro medio. Las exigencias establecidas por el procedimiento han consolidado un sistema que, a riesgo de parecer excesivamente riguroso, garantiza objetividad, equidad y estricta calificación de los antecedentes de los postulantes.
Además, el referido documento señala que, pese a la autonomía que las instituciones iniciadoras y patrocinadoras le dieron para llevar a cabo su gestión, y que ella misma estima imprescindible para el cumplimiento de sus fines, con el respaldo académico e intelectual de las facultades de medicina, a Conacem se le impone la responsabilidad de ser garante de que la formación de especialistas en nuestro país habrá de mantener la alta calidad prevista y exigida en las universidades y requerida por las necesidades de salud del país. El que se admitan diversos otros sistemas de capacitación, en subsidio de los universitarios, no podrá desmerecer el nivel que fijen tales instituciones de educación superior, principales responsables del desarrollo y ejercicio de la medicina nacional.
Déficit de especialistas.
Para abordar este tema, el primer paso debe consistir en establecer a qué tipo de salud aspiramos y el papel que les correspondería a las especialidades.
De hecho, la salud pública chilena se sustenta en el modelo de atención médica general y, de sostenerse esta tendencia, lo que más se requerirá serán médicos generales con una alta capacidad de resolución que les permita solucionar el mayor porcentaje posible de las consultas a nivel de atención primaria.
En países como Inglaterra y Canadá, donde el 80 por ciento de los médicos son generales y el 20 por ciento especialistas, se ha comprobado que los primeros alcanzarían a satisfacer hasta un 95 por ciento de las demandas, experiencia que avalaría lo anteriormente expuesto.
Pero hay que tener presente que en Chile se ha llegado a un cierto grado de desarrollo de la atención médica en el cual las especialidades tienen un papel importante, aunque la relevancia de ello actualmente podría disminuirse si la atención se organizara de manera que la gente concurriera sólo en los casos estrictamente necesarios, tal como lo planteó en la Comisión el jefe del Departamento de Desarrollo de Recursos Humanos del Ministerio de Salud , doctor Rodrigo Contreras Soto.
Existe conciencia de la necesidad social de la atención especializada, principalmente en algunas áreas; pero, asimismo, existe la necesidad de especialización de los médicos. Aunque teóricamente el sector de salud pública privilegia la atención médica general, la gente estima necesaria la atención especializada.
Existe una creciente demanda frente a una oferta muy limitada, lo que en el sector público se traduce en largas listas de espera, con la consiguiente insatisfacción de los usuarios. En el sector privado los ajustes se producen sobre la base de las listas de espera y de precios; pero debido a que los especialistas son muy caros, cuando los beneficiarios pierden su capacidad de pago, deben trasladarse al sector público.
Por otra parte, en razón del deber del Estado de asegurar a todos los chilenos su derecho a la salud, en el sector público la cantidad de especialistas no puede determinarse de acuerdo con la oferta. Por lo tanto, para conocer efectivamente la demanda de especialistas en ese sector, deberían cuantificarse las listas de espera existentes en todos los hospitales públicos del país. Con todos los reparos que nos merece este sistema, debemos señalar que la oportunidad de tener jornada completa en el sistema estatal, en relación al privado, es considerablemente menor, lo que explica la situación de algunas especialidades en falencia. El ejemplo más notable es que el 90 por ciento de los anestesistas formados en los últimos años están en el sector privado.
Es necesario considerar que la capacidad instalada para la formación de especialistas no responde a las actuales necesidades, por lo que las posibilidades de satisfacer la demanda de la población son mínimas.
Hay especialidades con rentabilidad muy alta en el sector privado; en cambio, las remuneraciones del sector público son mucho más bajas, lo que hace que éste no pueda competir con aquél para retener a los especialistas. Además, los servicios de salud no tienen los cupos necesarios para ser llevados con los médicos especialistas necesarios. Por su parte, los hospitales se encuentran en situación desmejorada frente al sector privado en este aspecto, ya que en el caso de las especialidades, cada vez se requiere tecnología más sofisticada y de mayor costo.
Con respecto a la acreditación, cabe preguntarse: el mecanismo de acreditación por los pares, ¿es un elemento que puede tender a limitar la formación de especialistas?
En relación a ello, el doctor Contreras , jefe del Departamento de Recursos Humanos del Ministerio de Salud , señaló: “Es probable que no exista otra alternativa que la acreditación por los pares, por cuanto es difícil que un no par la realice, siendo, probablemente, la mejor forma y la más deseable, siempre y cuando éstos cumplan con ciertos requisitos. El problema que puede surgir en este tipo de acreditación es que los pares se constituyan en “jueces y partes”, lo que produce problemas al sector público en cuanto a la acreditación de programas.”
A su vez, el doctor Jorge Carabantes expresó: “Las universidades determinan de manera autónoma los cupos de especialización, y de ese total ofrecen un número determinado al Ministerio.” Asimismo, señaló que “asumen que las autoridades adoptan sus decisiones de manera independiente de las sociedades científicas, pero que tampoco se puede desconocer el hecho de que ellas juegan un rol en este aspecto, porque finalmente sus miembros son los formadores y ejercen influencia en la determinación de los cupos que se ofrecen.”
Recursos humanos y su formación.
Creemos que actualmente no existe una política global y coherente sobre recursos humanos que permita enfrentar el futuro y dar respuesta a las necesidades y demandas de la población.
El doctor Pedro Rosso , Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica, hizo ver también la relación que existe entre el problema de las especialidades y la adecuación de los estudios universitarios a las nuevas exigencias del ejercicio de la medicina y de la educación médica, y puso énfasis en el hecho de que la capacidad de las escuelas de medicina chilenas para formar a ciertos especialistas no ha crecido de acuerdo con las necesidades del país, lo que ha contribuido así al déficit de estos profesionales.
Además de reseñar las sugerencias y recomendaciones de la Comisión, sería de interés señalar las conclusiones del Seminario de Especialidades Médicas, organizado por el Colegio Médico en julio del año recién pasado, con la participación del Ministerio de Salud, de las Facultades de Medicina de las Universidades de Chile y Católica, y de Conacem. Sin embargo, como tales antecedentes están incluidos en el informe, no los leeré para no alargarme.
Sugerencias y recomendaciones de la Comisión.
La solución integral al problema del déficit de médicos especialistas debe comprender:
1. Una práctica sobre recursos humanos dirigida a enfrentar esta situación, para responder efectivamente a los requerimientos actuales y futuros, adecuando la formación médica de acuerdo a ellos y al avance de la medicina, todo lo cual dependerá del modelo de salud que adopte el país.
2. La dotación a las escuelas de medicina de los recursos humanos e infraestructura necesarios para la formación de especialistas, y aumento de los cupos necesarios.
3. La precisión del número necesario de médicos por habitante, como igualmente cuantificación del déficit real de especialistas, su distribución y necesidades futuras.
4. La definición del rol del Estado de ejercer un papel regulador, ya que el número de médicos y su distribución como médicos generales o especialistas, no podría quedar entregado sólo a la dinámica del mercado, puesto que el porcentaje adecuado debe ser determinado por las reales necesidades de salud y por las condiciones generales del país.
5. La responsabilidad que deben asumir todos los sectores en la formación de especialistas, ya que actualmente el 80 por ciento del costo de ésta recae en el sector público.
6. La consideración de otras medidas para paliar el déficit de especialistas, como la importación de especialistas o la sustitución de profesionales por tecnólogos médicos. Está de más decir que estas soluciones producirían un fuerte rechazo.
7. Adopción de medidas necesarias para velar por la calidad de la formación frente a la posibilidad de que el déficit de especialistas provoque la creación de muchos programas públicos y privados de especialización extrauniversitaria.
8. Que se vele por dotar de mayor capacidad a la medicina general, cualquiera que sea el sistema de salud que se adopte, incentivando al paciente para que, en lo posible, siempre consulte a un médico general antes de llegar al especialista.
9. La necesidad de legislar para dar un marco regulatorio al proceso de certificación y acreditación de especialidades médicas -a pesar de las dificultades que ello entraña-, considerando que el sistema actual, al carecer de normas legales, no ha creado conciencia en la sociedad sobre los métodos de certificación y acreditación, y que existe un problema de fe pública que requeriría que el especialista demostrara su competencia en forma objetiva.
10. Que se enfoque la regulación legal, evitando posibles inconvenientes, como sería reducir el número de especialistas, principalmente los que prestan sus servicios en niveles de menor complejidad en el sector público, o inhibir a ciertos profesionales de realizar acciones reservadas sólo a los reconocidos por ley, lo que sobrecargaría a los establecimientos de mayor complejidad.
Es cuanto puedo informar.
He dicho.
El señor DUPRÉ ( Presidente accidental ).-
Se encuentra presente en la Sala el Ministro de Salud Pública, acompañado del Subsecretario.
Tiene la palabra el señor Ministro de Salud.
El señor MASSAD ( Ministro de Salud Pública ).-
Señor Presidente , hemos tenido oportunidad de conocer el excelente informe de la Comisión de Salud sobre el tema de las especialidades médicas. Nos parece una valiosa contribución buscar fórmulas de solución a un problema que se arrastra desde hace mucho tiempo en nuestro país.
Hay especialidades médicas que son extremadamente escasas, las llamadas profesiones en falencia. Permanentemente estamos buscando la forma de romper las barreras que existen para la formación de un número más apropiado de especialistas en el país.
Nos hemos puesto en contacto con instituciones como la Conacem, Comisión Nacional de Acreditación de Especialidades Médicas; la Conaceo, Comisión Nacional de Acreditación de Especialidades Odontológicas, colegios profesionales y sociedades científicas para buscar, de común acuerdo, la manera de enfrentar un problema que ha sido histórico en nuestro país.
La contribución que nos ha hecho la Comisión de Salud, con el magnífico estudio que acaba de presentar, es muy valiosa para adelantar en promover los pasos legales que son necesarios para corregir aspectos de este problema.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor DUPRÉ ( Presidente accidental ).-
Tiene la palabra el Diputado señor Joaquín Palma.
El señor PALMA ( don Joaquín).-
Señor Presidente , la medicina chilena ha alcanzado un buen nivel de desarrollo, lo que se comprueba al considerar los índices generales de salubridad, mortalidad, morbilidad, promedio de vida y cualquier otro índice, en general, que se tome respecto de la salud.
En Chile, hay aproximadamente quince mil médicos ejerciendo. Tal vez sólo un 10 por ciento no lo hace, pero de éstos unos seis mil son especialistas.
A la Comisión de Salud de la Cámara se le encomendó analizar la situación de las especialidades médicas en Chile, ya que habitualmente se plantean problemas que podría sintetizar en los siguientes ítemes.
1º. Faltan médicos especialistas.
2º. Los médicos especialistas no trabajan en regiones.
3º. La población chilena recurre excesivamente a la consulta de especialistas.
4º. Los médicos especialistas no trabajan en el sector público.
5º. En algunas especialidades los médicos cobran honorarios excesivamente altos.
6º. El déficit de médicos especialistas tiende a acrecentarse, y
7º. La formación de especialistas no está regulada adecuadamente.
Brevemente, trataré de analizar cada una de estas afirmaciones.
¿Faltan médicos especialistas en nuestro país? Debemos considerar que el sistema de salud y las costumbres sanitarias de la población, así como el nivel de desarrollo económico, son los parámetros que permiten dar una respuesta a esta pregunta.
En Chile, hace ya dos generaciones y de acuerdo a la realidad de entonces, se definieron cuatro especialidades como básicas o primarias: cirugía, medicina interna, obstetricia y pediatría.
Los directores de los servicios de salud señalaron a la Comisión que en 1994 el déficit de estas especialidades básicas en sus servicios es del orden del 20 al 25 por ciento. Pero eso no significa necesariamente que haya déficit en estas especialidades, ya que ahí no se considera al sector privado y el ejercicio independiente de la profesión. Además, como proyección, debe señalarse que los déficit futuros de, al menos, dos de esas especialidades, por ejemplo, obstetricia y pediatría, están muy relacionados con el crecimiento demográfico de la población, cuyas tendencias deben ser observadas con más detención.
En otras especialidades, que paulatinamente han ido tomando importancia con el mayor desarrollo del país y con el cambio y el abaratamiento de nuevas tecnologías, la situación de déficit es más variada. Se habla en el sector público de cifras relativamente altas como, por ejemplo, 53 por ciento de anestesistas, 46 por ciento de oftalmólogos, etcétera.
El informe señala que en 1994 el déficit era de 662 especialistas básicos y de 900 médicos de otras especialidades para el conjunto del sector público.
Estas cifras, consideradas para la realidad actual de los servicios públicos, ha ido cambiando e irán modificándose como efecto de, al menos, dos medidas que están en curso. Una, la licitación de listas de espera, que permitirá disminuir la presión de consultas en el sector público para muchas de estas especialidades, y otra, el cambio de la ley Nº 15.070, que norma el estatuto de los médicos funcionarios y que está a punto de ingresar a la Sala en un primer informe. Estas reformas permitirán una mayor liberación de las rigideces que existen actualmente.
Si bien se dispone de datos para el sector público, éstos no son tan precisos para el conjunto del país; pero existen indicios como para pensar que hoy la suma del sector privado y público parece tener suficiente disponibilidad de estos profesionales, salvo en aquellas especialidades que se están desarrollando recientemente y que requieren de equipamiento muy sofisticado. Pienso que luego de implementadas las reformas enunciadas, las cifras de falencias deben ser revisadas, y creo que disminuirán notablemente.
La segunda aseveración señala que los médicos especialistas no trabajan en provincias. Ha sido, históricamente, una realidad bastante evidente: el 55 por ciento de los internistas están en la Región Metropolitana, según una de las cifras que se nos ha entregado. En otras especialidades, incluso la concentración es mayor. Pero éste no es un problema nuevo y siempre el Estado, a través de sus servicios, ha fomentado por diferentes medios la radicación de especialistas en regiones.
Sin embargo, también es evidente que hoy, en muchas ciudades capitales de regiones, se están radicando bastantes médicos de diferentes especialidades, luego del notable cambio demográfico y urbanístico que ha significado el desarrollo de ellas, con una clara mejoría de la calidad de vida. Este proceso, novedoso en Chile, parece estar en una etapa de consolidación, por lo que es muy probable que la existencia de médicos especialistas en regiones mejorará en los próximos años, concentrándose en las distintas capitales de regiones que son las ciudades que se están desarrollando más.
Por otra parte, si el Estado entrega más autonomía a sus servicios y hospitales y continúa el crecimiento de la medicina privada, se podrá actuar de modo de resolver este problema de la concentración médica en Santiago que -repito- ha sido histórico.
Otro de los puntos analizados es el hecho de que los chilenos recurren excesivamente a los especialistas, situación que probablemente es cierta y tiene que ver con el funcionamiento del modelo de salud. Debe trabajarse para revertir esta situación haciendo -tal como lo han planteado las autoridades de salud- que el sistema de atención primaria cumpla con su propósito adecuadamente y se refuerce la labor del médico general: que diagnostique a cada paciente y lo derive al especialista sólo en caso de necesidad.
Se ha planteado la conveniencia de potenciar el sistema de médicos de familia, que funciona muy bien en otros países y que logra disminuir las consultas especializadas al hacer un buen diagnóstico. En este sentido, se debe continuar con la actual política de realizar cursos universitarios de postgrado enfocados a este objeto, tal como ya se está haciendo en algunas universidades. En definitiva, es un cambio más bien cultural que requiere, entre otras cosas, de campañas educativas.
Se expresa también que uno de los problemas es que los médicos especialistas no trabajan en el sector público porque, en general, las posibilidades económicas que tienen en el ejercicio libre de la profesión son bastante mejores, lo cual se acentúa en las especialidades en falencia. La reforma en estudio, que he anunciado, a la ley Nº 15.076 debe producir un efecto para revertir esta situación. Por otra parte, el aumento de especialistas donde hay falencias, también tenderá a normalizar la situación. En todo caso, la licitación de listas de espera se encamina en el sentido de resolver este problema, lo cual también se facilitará si podemos dar mayor autonomía a los hospitales estatales.
Otro modo de contar con especialistas en el sector público es el sistema de becas de especialización que ofrece el sistema estatal a los médicos jóvenes que se desempeñan durante un plazo determinado en lugares o funciones poco solicitados, con un convenio para desempeñarse por un nuevo período en el sistema público. Sin embargo, en algunas especialidades no ha dado resultado este sistema para contar con suficientes especialistas, lo que muestra una mala planificación o, al menos, deficiencias en los antecedentes de estas especialidades, las que deben solucionarse con un análisis más acucioso.
Otro tema: El alto costo de las consultas de los especialistas es una consecuencia natural de los problemas analizados, más que el resultado de acuerdos monopólicos como algunos piensan, aunque en algunas especialidades hay sospechosas rigideces.
La falta de especialistas y su escasez observada en el sector público, ya sea a nivel nacional o, en algunos casos, limitada a ambientes regionales, y el exceso de demanda de sus consultas, de acuerdo con el más simple análisis económico conducen a un alza de precios de las consultas, y la solución a este problema corre a parejas con la solución de aquéllos.
No debemos perder de vista que uno de los objetivos de nuestro sistema de salud es mantener costos al alcance del chileno medio, y para lograrlo, parece más prudente asegurar la competencia que establecer controles y regulaciones inmanejables.
Se dice también que el déficit de médicos especialistas tiende a acrecentarse; sin embargo, no hay antecedentes que así lo demuestren en forma clara. Al contrario, si observamos el crecimiento habido en la última década, de médicos que han optado por calificar para especialistas y de los que han sido aprobados por Conacem, concluiremos que su disponibilidad ha mejorado. Esto también se observa en las regiones en los últimos años. Lo que sí debemos considerar como una tendencia es que, junto con aumentar el desarrollo económico del país, las grandes mejoras habidas en las comunicaciones y la mayor longevidad de los chilenos, crece la demanda de medicina especializada en sectores que antes no tuvieron acceso a ella y que hoy la exigen.
Aquí nos encontramos con un verdadero problema de fondo, cómo y hasta qué grado se puede planificar la formación de especialistas. Los cambios culturales y tecnológicos, así como la disímil variedad de realidades regionales, hacen de éste un problema de no fácil solución en un país donde convive gente de tanta diferencia educacional y de ingresos.
Hay muchos problemas que resuelve el mercado, pero otros requieren de claridad de las decisiones de las políticas estatales. Como estamos en un momento en que se están tomando decisiones importantes y se debe adoptar otras, y en que el sector privado entra en una etapa de madurez y consolidación, la demanda de especialistas se está autorregulando, y no me parece oportuno que se hagan innovaciones, salvo en aquellos aspectos en que las decisiones del sistema estatal vayan a producir efectos controlables e inevitables.
Un tema que debe considerarse en este punto es la conveniencia de facilitar la afluencia de médicos extranjeros a nuestro país. Hoy existen acuerdos bilaterales con algunos países, y a quienes provienen de países signatarios de la Convención de México se les exige un examen general de capacitación. Se plantean así fuertes exigencias para que en Chile sólo se desempeñen médicos idóneos. Así, en la práctica, se ha reservado, mediante elevadas exigencias, el mercado de la salud para los médicos chilenos, haciendo notar que su la calidad es mejor que la del médico extranjero, lo que, sin duda, es una verdad a medias. Hoy existen normas muy restrictivas que impiden que vengan a trabajar a Chile médicos, enfermeras y profesionales de las diversas tecnologías médicas formados en otros países.
Este planteamiento de altas barreras no responde a la actual característica de las relaciones internacionales, y creo conveniente ser mucho más abierto y receptivo. Es obvio que siempre será más barata y rápida la solución al problema de falta de recursos humanos recurriendo a aquellos que ya están formados y maduros.
Sabemos que, desgraciadamente, nuestros gremios de la salud son extremadamente chovinistas en este aspecto y menosprecian, en general, la calidad de los especialistas latinoamericanos.
La principal conclusión que debemos definir es si se debe innovar en el sistema que se aplica en Chile para formar y calificar a los especialistas médicos, y si debe haber una norma legal que lo sustente.
No repetiré aquí la descripción de los sistemas que existen y funcionan en la actualidad, ya que lo ha hecho en forma extensa y clara el Diputado informante. Sin embargo, debo señalar que los métodos de acceso a la especialización no me merecen mayores reparos; es decir, la especialización mediante estudios de postgrado en las universidades y a través prácticas en los hospitales calificados.
Estos sistemas deben continuar, haciendo notar que para que la demanda de especialistas refleje las reales necesidades de la población, se debe mejorar la relación entre los demandantes y el público en general, a través de los directores de servicios y de los directores de hospitales y de sistemas privados.
Además, se debe revisar el sistema de financiamiento para saber sobre quién recaen los costos de la especialización, de modo que no sea inequitativamente oneroso para el Estado.
No creo conveniente un sistema regulador de especialidades. A lo más, podría haber un sistema muy general que impida posibles abusos que dañen la buena fe que existe hoy y que legitima el sistema. El ejemplo de países desarrollados va por ese camino, que concilia la libertad con la exigencia de seriedad y la apertura a los cambios permanentes que sufren y sufrirán las diversas especialidades en un inevitable devenir de enormes cambios tecnológicos.
Hoy participan en Conacem todos los principales actores de la formación y ejercicio de la calidad de la salud.
Es bueno que así sea y pienso que no es conveniente innovar mayormente en el sistema vigente que impide que se establezcan limitaciones a la libertad de trabajo o a la aparición de grupos que coarten o limiten la formación de especialistas, que es un peligro que se podría presentar si se implementa una forma legal de acreditación o formación más restrictiva.
El sistema se sustentará, así, en el prestigio que se haya ganado el organismo calificador al actuar y resolver con seriedad y responsabilidad.
Señor Presidente , en definitiva, creo que lo que tenemos es adecuado y, naturalmente, como todas las cosas, puede ser perfeccionado. Para ello, es razonable y conveniente realizar un trabajo concordado entre la autoridad de salud y los diferentes actores del mundo académico y operativo de la salud, de modo que el actual sistema certificador centrado en Conacem y el actual sistema formador, centrado en las universidades y hospitales de alta calidad, resuelvan adecuadamente el desarrollo de las especialidades médicas en nuestro país.
He dicho.
El señor DUPRÉ (Presidente accidental).-
Tiene la palabra la Diputada señora Fanny Pollarolo.
La señora POLLAROLO.-
Señor Presidente , como acaba de manifestar el señor Ministro , se trata de un importante informe sobre un tema de gran interés y preocupación para la población.
La falencia de algunas especialidades médicas, de acuerdo con la experiencia que cada uno de nosotros tiene en sus respectivos distritos, representa muchas veces verdaderos dramas, pues constituye la base de las listas de espera que, en algunos casos, originan problemas serios de salud, llegando incluso a que la evolución de enfermedades sea negativa en cuadros recuperables, como lo ha podido detectar el Ministerio de Salud. El problema de los oftalmólogos, otorrinolaringólogos y anestesistas, es muy serio.
Cuando el Diputado señor Palma (don Joaquín ) se pregunta si hay falencia en algunas especialidades, alude a un aspecto que fue discutido en la Comisión de Salud, y que habrá que continuar haciéndolo, cual es el de una cultura médica que tiende a la sobreespecialización. Pero ello no quiere decir que efectivamente no haya una gran falencia en todas las especialidades, lo que en algunas es de gran gravedad. Lo decía el Diputado señor Tohá. No quiero repetirlo, pero me parece que el hecho de que una especialidad como traumatología, por ejemplo, esté en falencia de casi en un 50 por ciento es extraordinariamente grave. Cifras similares se dan en anestesia, en oftalmología, en cirugía infantil, sobre el 84 por ciento. Es decir, estamos frente a un problema serio en el sistema de salud.
También aquí se ha expresado, y brevemente me referiré al doble problema que significa la falencia de especialistas. Constituye un déficit en términos absolutos. Aquí se han entregado cifras; he agregado algunas; pero es un problema en términos de la iniquidad que representa. Ése, quizás, es el más serio.
Tenemos que formar más especialistas y distribuirlos de manera que operen en forma equitativa.
Creo que todos estamos de acuerdo en que si el 90 por ciento de los anestesistas está trabajando en el sistema privado, constituye una expresión clarísima de iniquidad.
Atenderse en el sector público, en un lugar apartado, significa carecer de especialistas y vivir el drama si se necesita concurrir a un otorrinolaringólogo, a un oftalmólogo, etcétera. El hospital de Antofagasta -la cual es una gran ciudad- pasó un año sin traumatólogo. Los había en las clínicas privadas, pero no en el hospital.
Por lo tanto, dentro del diagnóstico causal -que es importante para proceder a las correcciones- quiero quedarme con una expresión del decano de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica, quien subrayó que en este tema estamos funcionando con la estricta lógica del mercado. Es decir, no hay planificación; no se determina cuántos especialistas se necesita formar; en qué especialidad, según lo señale el perfil demográfico; no se fijan metas; no existen registros, etcétera.
En resumen, una conclusión muy clara, que emana de este informe, es que la planificación es indispensable.
Conversé con dirigentes del Colegio Médico y se ha advertido que hay una instancia donde podría operar esta planificación. Son las comisiones docentes asistenciales, que funcionan en las regiones, y en las que están representados los académicos, el Ministerio de Salud y los colegios profesionales. Ahí podría darse la integración necesaria para una adecuada planificación y no estar -como lo dijo muy bien el doctor Tohá-, con que hoy los cupos los definen las universidades. Allí se define cuántos especialistas se formarán. Naturalmente, las explicaciones de por qué se definen tan mal, son múltiples.
Los especialistas y académicos con quienes conversamos reclaman que en las universidades faltan recursos para solucionar este tipo de problemas.
Por otra parte, los médicos se quejan de que en el Conacem y en las universidades hay un extremo academicismo y niveles de exigencias absurdos. Por ejemplo, el año pasado la universidad no consideró apta a la maternidad del Hospital Salvador para formar obstetras. Resulta absurdo, porque si es apta para atender a parturientas, ¿por qué no va a serlo para formar obstetras?
También me relataron el caso de un docente, profesor de urología durante años, que para acreditarse en el Conacem, que tiene algunos años de funcionamiento, le exigieron dar examen. Hay situaciones de estrechez, de coacción.
Ahora, para qué decir el problema de la presencia de las sociedades médicas y la tremenda preocupación respecto de que intervenga como monopolio. ¿Qué pasa cuando se instala la lógica del mercado? Que si hay más demanda que oferta, el producto tiene más valor. Esa lógica entra a funcionar en las personas más humanas y correctas, porque tiende a imponerse. Por eso, el escándalo que vivimos el año recién pasado por el reclamo y la imposibilidad que se colocó para que se formaran otorrinolaringólogos en Talca o Rancagua. El Conacem y la sociedad respectiva reclamaron.
Lo más absurdo en esta lógica del mercado es que quien financia la formación de especialistas es el Estado. O sea, para que haya equidad; para que los especialistas no lleguen sólo a una parte, los financiamos todos. Sin embargo, esta lógica que atrapa a todo el mundo, está determinando esta tremenda irracionalidad.
Me sumo a la aprobación de este informe y a la iniciativa de legislar. Creo que debemos profundizar sobre todos estos aspectos. Hay que reconocer una entidad que apruebe, que sea más amplia. En otros países, como Inglaterra y Canadá, son los colegios profesionales los que intervienen con mucho más peso que en el Conacem.
También es preciso que esta legislación establezca una planificación junto a los incentivos, que son necesarios, ya que hasta ahora han estado ayudando a solucionar el problema de las listas de espera, situación bastante particular, pero que tiene que regularse.
En síntesis, que en la legislación y en todo el debate que se lleve a cabo sobre la materia, sea la lógica social, y no la mercantil, la que guíe todo lo relativo a la formación de especialistas.
He dicho.
El señor DUPRÉ (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el Diputado señor Francisco Bayo.
El señor BAYO.-
Señor Presidente, el informe del Diputado informante fue extraordinariamente completo y responde a la demanda que la Sala nos encargó hace cuatro meses para enfrentar el serio problema de la salud en Chile.
Recuerdo que la gravedad de este problema fue planteado en un trabajo que con antelación hizo la Comisión de Salud de la Cámara cuando dio a conocer los principales problemas de la salud en Chile, entre los cuales estaba precisamente la falencia de algunas especialidades y la mala distribución que se hacía en el país de los especialistas.
No quiero reiterar cosas que ya se han dicho, pero quiero destacar que si este problema nos preocupa ahora es porque la especialización en medicina es una realidad y una necesidad en el mundo de hoy. Además, la profesión de la medicina, como ninguna otra, requiere de un conocimiento científico permanentemente en revisión y en expansión, lo que obliga a una constante capacitación.
Debo destacar algo que todos los chilenos saben y se ha reiterado en esta Sala. Me refiero a la ausencia total de muchas especialidades en sectores alejados de los grandes centros urbanos de nuestro país. Ello constituye una evidente situación de iniquidad al acceso a especialistas que tienen los chilenos y que hoy se hace imprescindible. Y esta iniquidad no sólo se ve en el sector público, sino también en el privado. Porque ya está bueno que dejemos de hablar de una salud para ricos y otra para pobres; una salud del sector privado y otra, del público. En Chile existe, felizmente, un sistema de salud mixto, que es el mejor de los que está operando actualmente, por lo menos en América. Es perfeccionable, pero es el mejor. Es el menos malo de los que existen.
Esta iniquidad por falta de especialistas queda en evidencia en el documento que se acompaña al informe cuando habla de una gran incapacidad de formación de traumatólogos, oftalmólogos, otorrinolaringólogos. Esa es la realidad. Pareciera que no vamos a poder dar con la solución del problema en el día de hoy en esta Sala, ni tampoco mañana en las conversaciones que se seguirán sosteniendo con el Ejecutivo. Al parecer se deben buscar caminos que nos conduzcan a solucionar integralmente el problema, y en esa búsqueda debemos participar todos: los parlamentarios, el Ministerio, las sociedades científicas y los decanos de las facultades de medicina. La ausencia de cooperación de algunos de estos actores conduciría irremediablemente a una solución parcial del problema. Aun cuando es respetable que aquí se señale que hoy opera el mercado y que, además, la falta de especialistas y su iniquidad en la distribución a lo largo del país sea atribuible a la lógica del mercado, lamento disentir de esa opinión, que hace poco escuché, porque atribuirle a la lógica del mercado, en forma preferente, la causa del problema, no resiste ningún análisis. Hace dos o tres decenios era mayor la falencia y ausencia absoluta de especialistas fuera de Santiago.
En Chile, el 95 por ciento de las anestesias eran entregadas por no especialistas, y por funcionarios que no eran médicos. En 1973, eran aplicadas por auxiliares de enfermería. De manera que creer que la lógica del mercado es la principal causante del problema que hoy nos aqueja, en mi opinión, no es sustentable como un argumento valedero; incluso debería desecharse en políticas sobre la materia.
La señora POLLAROLO.-
¿Me permite una interrupción?
El señor DUPRÉ ( Presidente accidental ).-
Con la venia del Diputado señor Bayo, tiene la palabra la Diputada señora Pollarolo.
La señora POLLAROLO.-
Señor Presidente , quiero hacer presente al Diputado señor Bayo, que recuerdo lo que escuchamos en las sesiones de la Comisión. Esta afirmación no es mía; por lo menos fue compartida por el Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica, y no recuerdo que Su Señoría haya discrepado de manera tan tajante, como lo hace aquí, cuando él así lo manifestó.
El señor DUPRÉ (Presidente accidental).-
Recupera el uso de la palabra el Diputado señor Bayo.
El señor BAYO.-
Señor Presidente , es efectivo que el Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica dijo eso, pero fue un argumento de una línea, en una intervención de dos páginas -consta en acta-, y no le dio la relevancia que aquí se le ha dado. Es evidente que la intencionalidad de lo expresado aquí no ha sido la misma que la del señor Decano. En esa misma oportunidad, la Diputada señora Pollarolo , también escuchó decir a los representantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, que no había problemas para formar más especialistas en oftalmología, y tuvimos que demostrarles lo contrario. Parece ridículo que en un año se formen sólo ocho nuevos oftalmólogos y tres otorrinolaringólogos, cupos que, gracias a la gestión del Ministerio, se han incrementado en el último año.
No quiero recordar lo que nos costó, durante cuatro años -y le consta al Subsecretario de Salud -, para que se le entregara capacidad formadora al Hospital Ramón Barros Luco. Parecía ridículo que existiendo pacientes suficientes, y teniendo el hospital José Joaquín Aguirre la necesidad de enviar a los médicos que se estaban especializando en oftalmología al hospital Barros Luco a hacer prácticas, además tuviera que enviar médicos que los fueran a controlar, y no se acreditara a ese hospital como ente formador. Hoy, felizmente, gracias al enfoque prioritario que le ha dado el Ministerio a este serio problema de la formación de especialistas, presenta otra realidad. Esto es una demostración de lo complejo del tema, de lo grave del problema, de la iniquidad que lo envuelve, que nada tiene que ver con el sector privado.
Para terminar, focalizaré mi intervención en la conveniencia de materializar algunas -ojalá todas- las sugerencias contenidas en el informe leído por el Diputado señor Tohá.
En mi opinión, es conveniente regular adecuadamente la atención médica de los chilenos por especialistas idóneos, quienes deberían ser acreditados por un ente similar o parecido al actual Conacem. Asimismo, conviene buscar la posibilidad de dar respaldo legal a dicho ente acreditador de especialistas para zanjar una disputa positiva, de buena leche, como se dice hoy, entre quienes desean legislar sobre especialidades médicas y aquellos que se oponen por estimar que legislar sobre la materia rigidiza la situación existente.
Dejo planteada la posibilidad de respaldar legalmente a alguna entidad que acredite la formación idónea de los profesionales médicos, con el fin de asegurar a los chilenos que están siendo bien atendidos por profesionales altamente capacitados para mejorarles su calidad de vida.
He dicho.
El señor DUPRÉ (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el Diputado señor Salvador Urrutia.
El señor URRUTIA (don Salvador).-
Señor Presidente , el completo informe del honorable Diputado señor Isidoro Tohá expuso muy bien la grave situación que presenta el área de especialidades médicas en Chile. Debe reiterarse, la alarmante falta de especialistas en todo el país, y para agravar más su escasez, están desigualmente distribuidos en las distintas regiones, con una concentración hipertrofiada en la zona central. Existe carencia severa en la acreditación legal del título de especialistas. En la actualidad, basta con el título de médico cirujano para tener derecho, si se desea, a autodenominarse especialista en pediatría, medicina interna, neurología, o en cualquier otra especialidad médica.
Existen instituciones que otorgan certificados de una especialidad, tras cumplir determinados estudios o prácticas de postgrado, o de cumplir las exigencias de Conacem, pero no son obligatorios y sólo tienen un valor de imagen y credibilidad voluntaria en los colegas y en los pacientes.
También hay una enorme carencia en la capacidad formadora de especialistas. Baste decir que en 1995, hubo 333 cupos de formación y el requerimiento es de 1.562, lo cual, sumado a los tres años de formación, hace que sólo en ocho años se pueda solucionar el déficit actual, sin contar con que el aumento de la población, el desarrollo económico-educacional -que crea mayor demanda-, los progresos tecnológicos, etcétera, que harán que el plazo sea aún mayor si no se aumenta la capacidad de entidades formadoras. Por lo tanto, ahí es donde debemos centrar un esfuerzo especial.
A lo anterior se agrega el hecho de que en el esquema económico actual, los especialistas, apenas completan su formación en alguna institución pública, se marchan al sector privado dejando sin atención especializada al 70 por ciento de la población que se atiende en el sistema público de salud, lo cual, más que un problema ético, es de mercado y de falta de normas correctoras.
Estos problemas obligan a crear soluciones de bien común, a partir de políticas de gobierno y de normas legales que los corrijan. Primero, deben aumentarse los cupos para formación de especialistas, reforzando los centros actuales, creando otros nuevos, y si es necesario, recurrir a centros formadores extranjeros, para enviar a médicos chilenos recién formados o que hayan realizado un trabajo en regiones y provincias alejadas del centro del país.
Luego, debemos elaborar legislación y reglamentos que hagan que los especialistas formados en instituciones públicas o financiados con recursos estatales trabajen en el sistema público de salud por un tiempo prolongado, no necesariamente con horario completo. Sumado a lo anterior, debemos formular una política activa para que la distribución de especialistas sea equitativa a lo largo del país, creando incentivos, premios y compromisos de formación para que los especialistas vayan y permanezan en regiones. Esto debe apoyarse con becas tanto en Chile como en el extranjero, financiadas por los servicios de salud, lo que está haciendo en forma espontánea el sector privado.
En Chile existen muchos especialistas, oftalmólogos entre ellos, ya aceptados por las sociedades médicas respectivas, formados en Bolivia, Perú y España, por nombrar algunos países.
El tema de la acreditación debe normarse en forma clara, para que se garantice la calidad de la atención y la confianza pública. En ello el Estado debe tener un rol activo a fin de que ese proceso sea transparente y justo, que evite el libertinaje y la arbitrariedad, y que los requisitos exigidos sean conocidos en forma plena y aplicados conforme a pautas permanentes, con instancias de apelación que den garantías de equidad a todos los examinados, en las que deben participar representantes de todos los interesados.
Debemos avanzar en estos temas para que los problemas actuales se solucionen en favor de la salud de los chilenos y del bien común.
He dicho.
El señor DUPRÉ (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el Diputado señor Sergio Ojeda.
El señor OJEDA.-
Señor Presidente , es indudable que hoy faltan médicos especialistas, que no existen procedimientos adecuados de acreditación, que la certificación de validez legal para su ejercicio, no obstante realizarla Conacem , en la práctica no es tan efectiva y que son públicos todos los impedimentos y obstáculos existentes para la formación de profesionales especialistas en Chile.
Por ello, se hace necesario establecer un sistema de preparación y de acreditación de los profesionales, que resguarde la fe pública y que permita a los profesionales una capacitación de primer orden.
No hay una norma legal específica que regule el tema. No obstante, en la práctica, tampoco existen impedimentos legales para organizar programas de formación.
Concretamente, quiero acentuar lo relativo a la conveniencia de legislar para dar un marco regulatorio al proceso de certificación y acreditación de especialidades médicas. Este mismo informe señala los requisitos que debería reunir esa normativa para no entrabar o desalentar las especializaciones.
El punto 10 del informe señala: “Que se enfocara la regulación legal evitando posibles inconvenientes como la reducción del número de especialistas, principalmente los que prestan sus servicios en niveles de menor complejidad en el sector público, o que se inhibiera a ciertos profesionales de realizar ciertas acciones reservadas sólo a los reconocidos por ley, lo que sobrecargaría a los establecimientos de mayor complejidad.”
Recientemente se realizó un seminario donde se abordó el tema de la regulación legal; si hay que regular, si hay que dictar una ley, desde cuándo, hasta qué momento, o qué aspectos quedarían excluidos de esta legislación.
En aquella oportunidad se plantearon ciertos aspectos fundamentales que deben tenerse en consideración para una efectiva legislación respecto del tema: que se procure la especialización; que se facilite la acreditación; que la normativa no sea restrictiva para que no desaliente; que avale o acredite, pero que no se penalice al que no la tiene; que no se les prohíba el ejercicio de acciones médicas a quienes no reciban la certificación de capacidad; que los organismos que acrediten sean independientes e intersectoriales; que las instituciones de salud, especialmente las públicas, incorporen a profesionales acreditados, pero sólo de manera ejemplarizadora; que se actualicen las acreditaciones en virtud del avance y del progreso de la medicina; que no se delimite en exceso el área disciplinaria, los contenidos y destrezas correspondientes a cada especialidad; en fin, que haya flexibilidad y no rigidez. Todo ello es concordante con los acuerdos del informe dado a conocer en la Sala, cuyos contenidos son bastante claros y nos han dado luces respecto de muchas situaciones que hoy ocurren en el campo de la especialización.
He dicho.
El señor DUPRÉ ( Presidente accidental ).-
Tiene la palabra el Diputado señor José Luis González.
El señor GONZÁLEZ.-
Señor Presidente , dado el poco tiempo de que disponemos, no comentaré in extenso el completo informe rendido por el Diputado señor Tohá. Sin embargo, me referiré a dos consideraciones que me parecen fundamentales.
La primera dice relación con el hecho de que no se puede tratar el tema de las especialidades médicas sin considerar, también, el de la formación de pregrado. Se trata de un punto clave para determinar la necesidad de especialistas médicos en nuestro país.
No cabe duda de que en la medida en que se ha tecnificado la formación médica de pregrado ha disminuido la capacidad de resolución de problemas por parte de los médicos generales. Si se continúa enviando, por ejemplo, a Chaitén o a Pirihueico a profesionales que no son capaces de distinguir clínicamente, con sus manos, ojos y oídos, un resfrío de una bronquitis o neumonía, todos los especialistas se harán poco. En este momento, los médicos recién egresados de la universidad están tan acostumbrados a usar desde el aparato de rayos hasta el ecodoppler, que no son capaces de distinguir una enfermedad en forma clínica, como se hace en el arte de la medicina, porque el diagnóstico continúa siendo un arte, no el de conocer la enfermedad, sino al enfermo, y eso lo puede hacer mucho mejor un médico general que un especialista. Si las universidades no se esfuerzan en formar médicos generales para la realidad chilena, siempre los especialistas serán pocos en nuestro país.
La segunda consideración se refiere al tema central del informe, es decir, a la necesidad de contar con más especialistas en Chile, la que no puede estar sujeta -a pesar de lo planteado por el Diputado señor Bayo- a las leyes de la oferta y la demanda, porque la teoría del mercado funciona en un mercado perfecto, en que todas las personas tienen real acceso a resolver sus necesidades. Eso no ocurre en el área de la salud. Cada vez más el segmento de población más desposeído de nuestro país tiene menos acceso a este mercado -entre comillas- de la salud.
Tampoco la determinación de necesidades de especialistas puede estar sujeta a la presión de las sociedades de especialistas. Por mucho que aquí se haya dicho que su participación en Conacem es transparente, en verdad eso no es así.
Se ha expresado que es muy humano que un especialista tenga cierta renuencia a formar futuros competidores en el mercado de la salud. Claro que es muy humano, pero poco transparente y poco ético.
Por otra parte, la cuantía y calidad de los actuales conocimientos epidemiológicos en el mundo permiten determinar con precisión e, incluso, prever las necesidades de especialistas.
El señor ESTÉVEZ ( Presidente ).-
Señor Diputado , ha terminado el tiempo de su bancada. Le ruego redondear la idea.
El señor GONZÁLEZ.-
Señor Presidente , conocemos la incidencia y prevalencia de todas las enfermedades en Chile. A partir de ellas debemos determinar la necesidad de especialistas, pero ello requiere que lo haga un ente superior, que no esté sujeto a las presiones de grupos y que dé garantías de buena calidad, adecuada cantidad y buena distribución de especialistas.
Por eso, se requiere una legislación que permita al Ministerio de Salud, si no manejar en su totalidad, por lo menos participar y tener voz y voto en cuanto a la cantidad, calidad y distribución de médicos especialistas en Chile.
He dicho.
-De acuerdo al artículo 85 del Reglamento, se inserta la siguiente intervención no pronunciada en la Sala:
El señor MASFERRER.-
Señor Presidente , Honorable Cámara, el informe de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados que se abocó al estudio de las especialidades médicas aborda materias de indiscutible interés para la regulación y desarrollo de esta profesión, para el sector salud en general y para que, en definitiva, los usuarios puedan obtener una mejor atención, ya sea en el sector público o privado. Sin embargo, me parece necesario, como cuestión previa al análisis de las conclusiones consignadas en el informe, hacer referencia al hecho de que el problema que se advierte, como consecuencia de la carencia de médicos especialistas en algunas áreas, no podrá abordarse cabalmente si no se enfrenta una modernización profunda del sistema público de salud que consagre criterios de eficiencia en la gestión, basados en una verdadera descentralización, en la competencia entre los distintos prestadores y en la libertad del usuario para elegir el lugar donde prefiere atenderse. Los principios económicos de la libertad y la competencia deben informar también la solución a la falta de médicos especialistas.
Desde esta perspectiva y, no obstante compartir el sentido general del presente informe, no puedo dejar de manifestar algunas observaciones a ciertos aspectos que deben interpretarse con especial prudencia. Así, la necesidad de precisar el número necesario de médicos por habitantes, la cuantificación de su déficit, distribución y las necesidades futuras, es una labor estadística que tiene un valor importante como referencia orientadora de las políticas públicas en salud y, especialmente, en lo relativo a los niveles mínimos aceptables; sin embargo, no puede pretender caerse en el extremo de entregar al Estado la definición categórica de cada uno de estos tópicos. La experiencia enseña que los adelantos científicos, tecnológicos, sociales, económicos incluso culturales, hacen muy difícil -si no imposible- predecir con anticipación cuál es el número de profesionales de una u otra área que necesitará un país en el futuro mediato o lejano. Predicciones de esta naturaleza obedecen más bien a concepciones estatistas, que creen posible la planificación del funcionamiento de las sociedades controlando centralizadamente las principales variables de la vida individual y comunitaria. Desde este punto de vista la redacción del punto cuarto de las conclusiones que consagra la entrega al Estado el “deber de ejercer un papel regulador” me parece inconveniente, equívoco y, además, discriminatorio respecto de todas las otras profesiones existentes en el país, en ninguna de las cuales existe una disposición de este tipo. La argumentación de la importancia social de los servicios médicos no me parece una justificación razonable, precisamente porque mientras más importante es un servicio para las personas más lo valora la sociedad y más estímulos existen para incorporarse a esa actividad.
Por otra parte, la responsabilidad que deben asumir los distintos sectores en la formación de especialistas, atendido a que actualmente el sector público carga con el 80% del costo total, se verá favorecido si se adoptan las medidas necesarias para reducir las barreras de entrada a la formación de médicos y especialistas. En este campo el sector privado tiene un amplio espacio para desarrollarse y de hecho ya existe una experiencia pionera con la creación de la escuela de medicina de la Universidad de Los Andes. Lo importante es tener claro que no es eficiente que a la actividad privada se le impongan obligaciones de este tipo; la experiencia demuestra que lo fructífero es generarle incentivos en un marco de libertad para emprender de acuerdo al interés de cada cual.
Sin perjuicio de lo anterior, el informe avanza sobre dos aspectos de la mayor importancia para paliar posibles déficits de especialistas médicos. Primero, permitir a profesionales técnicos en el área de la salud, como Tecnólogos Médicos, Enfermeras, Kinesiólogos, etc., el acceso a entregar ciertas prestaciones que no requieren necesariamente del médico especialista. No podemos olvidar que cuando nos referimos a la excelente calidad de nuestros profesionales médicos, esa valoración alcanza a todos estos otros profesionales formados al mejor nivel de conocimiento y destreza. Medidas prudentes y bien controladas en este campo podrían ayudar a resolver en una medida no menor la carencia, especialmente, a nivel de sectores más alejados de los grandes centros urbanos.
En segundo término, la importación de especialistas formados en el extranjero es una manera razonable de paliar las carencias. No puede actuarse en esta materia con prejuicios ni con proteccionismos injustificados. En este mismo sentido creo conveniente explorar políticas que incentiven la creación de un mayor número de becas de especialización en el extranjero, donde pudieran ir nuestros médicos generales a capacitarse en áreas de su interés. La infraestructura física, la capacidad docente y el desarrollo científico necesarios para la formación de médicos es de un costo tan elevado que puede resultar atractiva la opción de una mayor preparación en otros países en forma subsidiaria a lo que internamente podemos lograr.
Otro aporte que estimamos pudo haber sido considerado es la obligación que cada médico debiera tener de informar dónde obtuvo su especialidad de manera de dar transparencia y oportunidad al paciente de evaluar la capacitación profesional del especialista.
Igualmente debieran analizarse mecanismos que permitieran un mayor aporte del profesional en el financiamiento de los estudios de especialización. Si bien es cierto que la existencia de médicos tiene un impacto social favorable, ello ocurre igual con muchas otras profesiones, y no se ve una razón justificada para que el profesional no aporte en grado importante con el costo de su especialización.
Creo, señor Presidente , que el trabajo realizado, en todo caso, resulta un aporte de nuestra Corporación a un debate necesario y a la posible implementación de medidas que ayuden al desarrollo de nuestro sistema de salud, tanto en su expresión pública como
privada, ya que ambos requieren en forma insustituible de profesionales con la idoneidad y en el número necesario para responder a las necesidades siempre crecientes y urgentes en esta materia.
El señor ESTÉVEZ ( Presidente ).-
Se ha tratado así el informe de la Comisión de Salud relacionado con el proyecto de acuerdo aprobado por la Cámara respecto de la existencia, formación y acreditación de los profesionales en las diversas áreas médicas, el cual se votará al inicio de la sesión de mañana.
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- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/668427
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/668427/seccion/akn668427-po1