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El señor BOMBAL .-
Señor Presidente , en otro orden de cosas, quiero referirme a una materia que considero extraordinariamente delicada, porque toca un valor fundamental de nuestro país.
Se ha ido haciendo una práctica reiterada el hecho de que nuestro escudo nacional sea distorsionado en su factura y presentación, distorsión que ha alcanzado niveles sorprendentes.
El escudo nacional de la sala de prensa del palacio de La Moneda ya no es el mismo que todos conocemos, puesto que se le ha borrado la frase “Por la razón o la fuerza”.
En la publicidad que se hace de las obras que se realizan en el país en las distintas reparticiones públicas, existe esta práctica habitual de distorsionar el escudo nacional. Hace algún tiempo se vio que la bandera nacional también era desfigurada en su concepción original para presentarla de una manera diferente a como siempre la hemos identificado a lo largo de nuestra historia.
Al respecto, sin suponer intenciones, quiero advertir que la autoridad debe enmendar esta práctica publicitaria que está llegando más lejos de lo que uno podría imaginarse como la simple creación de algún publicista que, de alguna forma, quiere presentar de manera más atrayente un símbolo; pero, desgraciadamente, aquí hablamos de símbolos patrios que están reglamentados por la Constitución y la ley.
Esta mañana quiero traer a colación el origen de nuestro escudo nacional.
El señor ORTIZ ( Presidente accidental ).-
Señor diputado , ha terminado el tiempo del Comité de Renovación Nacional, pero puede continuar su exposición en el tiempo de la UDI.
El señor BOMBAL.-
Gracias, señor Presidente.
Decía que me iba a referir a los antecedentes históricos de nuestro escudo.
Todos los pueblos, países y sociedades han representado su forma de ser, su idiosincrasia, a través de símbolos y, desde tiempos inmemoriales, a través de escudos. Particularmente, nuestro primer escudo de armas surgió con la independencia de nuestra sociedad en el siglo pasado, en 1810, y fue puesto en uso por don José Miguel Carrera el 30 de septiembre de 1812.
En él aparecía una pareja de indígenas, varón y mujer, de pie junto a una columna coronada por un globo terráqueo, sobre los cuales se cruzaban la lanza y una palma, y, encima de ellas figuraba una estrella de cinco puntas. En una parte decía: “Después de las tinieblas la luz”, y en la otra, debajo, “O por el consejo o por la espada”. Ésos eran los signos de nuestro primer escudo nacional.
El segundo escudo nacional fue dado a conocer durante el gobierno de don Bernardo O’Higgins, el 23 de septiembre de 1819, y mediante un decreto supremo se eliminaron en él algunos símbolos, se cambiaron otros y el escudo, entonces, permaneció como era su concepción fundacional. Llevaba la expresión “Por la razón o la fuerza”, y, además, el término “libertad”.
El tercer escudo nacional fue aprobado oficialmente por ley el 24 de junio de 1834, durante la presidencia de don José Joaquín Prieto . En él, naturalmente, se consignaba la expresión “Por la razón o la fuerza”.
¿Qué quiero decir? Que el escudo del que estamos hablando tiene más de 184 años de existencia, forma parte de nuestra más rica tradición cultural como nación y en él se reflejan los signos de victorias muy importantes de nuestro pueblo, de su raza y de lo que hoy todos reconocemos como un gran valor que nos identifica con nuestra patria.
Posteriormente, el 4 de septiembre de 1920, mediante decreto del Ministerio de Guerra, se fijó el modelo oficial para su confección.
Más tarde, el Presidente don Eduardo Frei Montalva dictó el decreto supremo Nº 1.534, de Interior, de 18 de octubre de 1967, que determinó los emblemas patrios y reglamentó su uso. Dicho decreto, que lleva las firmas de los Ministros del Interior de la época, don Bernardo Leighton , y de la Defensa Nacional, don Juan de Dios Carmona , establece nuestro escudo e incorpora los antecedentes históricos como considerandos del mismo. En su artículo 2º se dispone, expresamente, que debe llevar el lema “Por la razón o la fuerza” como elemento determinante de su confección en cualquier evento oficial.
Nuestra Constitución Política señala que son emblemas nacionales la bandera nacional, el escudo de armas de la República y el himno nacional. Reitero que su uso está reglamentado por la normativa dictada bajo la administración del Presidente Eduardo Frei Montalva .
Ese cuerpo legal, en consideración a lo que representan los emblemas patrios, establece que cualquier violación a lo preceptuado en el decreto supremo antes citado, autoriza al intendente o al gobernador para que proceda de inmediato al retiro del emblema nacional que haya sido adulterado, sin perjuicio de las sanciones que indica.
Como existen adulteraciones manifiestas en la confección de nuestro escudo nacional, por ejemplo, la eliminación de ciertos elementos, procede que la autoridad política enmiende de inmediato dicha anomalía. En consecuencia, el Intendente de Santiago tendría que constituirse en el palacio de La Moneda y hacer retirar el escudo que se encuentra en la sala de prensa por no corresponder al establecido en la ley. Asimismo, los intendentes y gobernadores a lo largo del país, deberían revisar si han sido distorsionados los emblemas patrios.
Esto, que a alguien le pudiera parecer una cuestión menor, lo considero de la mayor importancia, porque no es posible que bajo ninguna circunstancia o pretexto alteremos, de facto, los símbolos nacionales que identifican más de 185 años de historia patria. Creo que el señor Presidente , como cualquiera otra persona, coincidirá conmigo en que la materia es de la mayor trascendencia.
No quiero suponer intenciones, pero en ocasiones se advierte, sobre la base de criterios de modernidad, como que estas cosas se pueden manejar al arbitrio del que está de turno, lo cual no corresponde; porque aquello que nos da unidad y sentido como país, patria o nación, son los signos permanentes que trascienden cualquier ámbito del quehacer público o político. Lo trascienden porque, precisamente, cualquier gobierno se puede reflejar en su historia, que da sentido al futuro de una nación cuando ella es capaz de apreciar en los símbolos patrios toda la riqueza y la tradición que encierra la acción de Estado.
Por eso, reitero, no quiero suponer que aquí existan intenciones mañosas -de hecho, algunos ya las han advertido, en el sentido de que se están alterando nuestros símbolos-, sino sólo pensar que ha habido ligereza en el tratamiento del tema.
Por lo mismo, pido que se oficie al señor Presidente de la República a fin de que haga respetar, en las instancias que correspondan, nuestro escudo de armas, emblema establecido en la Constitución.
Del mismo modo, pido que se oficie a los señores intendentes y gobernadores del país para que rectifiquen el valor esencial de nuestro escudo en aquellos lugares donde se haya adulterado, y, conforme a la ley establecida por el Presidente Eduardo Frei Montalva, se cumpla estrictamente con la forma como debe ser presentado.
He dicho.
El señor ORTIZ ( Presidente accidental ).-
Se enviarán los oficios solicitados por su Señoría, con la adhesión del Diputado señor Sergio Correa.
El turno siguiente corresponde al Comité del Partido Por la Democracia.
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Por haberse cumplido con su objeto, se levanta la sesión.
"