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Dispone erigir monumento en la ciudad de Ancud a la memoria de los tripulantes de “La Goleta Ancud” (boletín Nº 2043-04)
La idea que desde muchos años anidaba en la mente del visio-nario don Bernardo O’Higgins Riquelme, en el sentido de que Chile debía tomar posesión de Magallanes, se acentuó con mayor fuerza cuando se impuso de las pretensiones de potencias ex-tranjeras, sobre todo europeas, para hacer suya la rica XII Re-gión.
Desde Montalván (Perú) sus insistentes misivas al Gobierno chileno hallaron acogida durante la presidencia de don Manuel Bulnes.
Sabedor el General Bulnes del pensamiento de O’Higgins, quien sostenía que los colonizadores de Magallanes deberían ser ele-gidos entre los habitantes de Chiloé, por el clima que habrían de soportar, parecido, en dureza, al de la Isla Grande, dispuso que se trasladara a Ancud, con el cargo de Intendente de Chi-loé, don Domingo Espiñeira, con la misión específica de organi-zar una pronta expedición para hacer efectiva la soberanía de Chile sobre Magallanes.
El 1º de abril de 1842 se firmó el Decreto correspondiente y a mediados de ese mes el nuevo Jefe Provincial se hallaba en Ancud.
Lo primero que hizo en torno a su cometido fue ubicar una em-barcación apropiada. Como no la encontró, hubo de abocarse a la tarea de construirla.
Al frente de los trabajos fue puesto el que era Capitán de Puerto de Ancud, Juan Williams (padre de Juan Williams Rebolle-do).
Con manos y maderas chilotas, cerca del muelle de Ancud, con la rapidez que el caso requería, dentro de las posibilidades de siglo y medio atrás, se iniciaron los trabajos que relativamen-te pronto fueron terminados.
Las dimensiones del primer buque de guerra construido en Chi-le (La Goleta Ancud) fueron las siguientes: eslora (largo) 15,84 mts. Manga (ancho) 3,80 mts. Puntal (alto) 2,78 mts.
Nominada la tripulación en base a los marinos de la Capitanía de Puerto y Gobernación Marítima de Ancud, se subió a bordo por lo menos lo indispensable para el viaje y primeros meses de permanencia en tierra, colonizando Magallanes.
El 22 de mayo de 1843, todo Ancud batiendo pañuelos, despidió a los viajeros que desde el muelle subieron a la Goleta, la cual remolcada, se trasladó frente a la bahía, donde esperó viento favorable.
El 23 desplegó sus velas y puso proa al Canal de Chacao. Fon-deó en Dalcahue y luego en Curaco de Vélez, donde Carlos Miller se sumó a la tripulación, contratado como práctico en canales, por $ 10 al mes.
Siguió navegando con varias recaladas más. Cruzó el Golfo Corcovado sin novedad. Pero en las Guaitecas, el viento le hizo perder la chalupa más grande. Después de haberla buscado duran-te cuatro días, optaron los tripulantes por seguir hasta Puerto Americano, donde construyeron otra.
Con más tranquilidad zarparon desde allí. Sin embargo, surgió otro problema: a la entrada del Golfo de Penas, frente a la pe-nínsula Tres Montes, arreció el temporal y entre los barquina-zos, a la Ancud, además de la ruptura del timón se le abrió una grieta a estribor. Tanta agua entraba a la bodega, que los ví-veres quedaron flotando. En una desesperada maniobra cuando la tripulación se creía perdida, la nave viró en 180 grados y que-dó escorada a babor, con lo que se obtuvo que no siguiera en-trando el agua.
Navegó dificultosamente a Puerto Americano, en busca de una caleta abrigada.
Allí se vio que no había medios para repararla, por lo que se dispuso que Philippi, Miller y cinco buenos remeros, en un pe-queño bote, regresaran en busca de repuestos y nuevos víveres.
El 3 de agosto, los siete intrépidos marinos salieron rumbo al norte, habiendo llegado a Dalcahue al cabo de cinco días y cinco noches de incesante y duro navegar. Desde Dalcahue, Phi-lippi se trasladó a Ancud a caballo. El Intendente Espiñeira, sorprendido, escuchó.
Rápidamente, habilitó una vieja lancha con los repuestos y víveres necesarios; y al mando del piloto Chávez, tomó rumbo a donde estaba la Ancud, habiendo recalado antes en Dalcahue, pa-ra recoger al resto de la tripulación.
El 26 estuvieron nuevamente en Puerto Americano los valientes expedicionarios.
Reparada la Ancud, el 9 de septiembre reanudó su viaje. Cruzó el Golfo de Penas, y navegando a toda velocidad, el 21 del mis-mo mes, los “victoriosos” bajaron a tierra en Punta Santa Ana, cerca del hoy Fuerte Bulnes.
Con lágrimas de emoción, entonaron el Himno Nacional, mien-tras izaban el Pabellón chileno. Levantaron el Acta de Toma de Posesión de Magallanes para Chile, que rubricaron con salvas, las cuales fueron contestadas a bordo por la Ancud.
Veinticuatro horas después, apareció un gran buque de guerra, a vapor: era la corbeta francesa Phaeton, que ancló al lado de la Ancud.
Hubo cambio de visitas entre los comandantes.
El domingo siguiente a su arribo, bajaron los franceses a tierra, izaron su bandera y se ofició una misa por un obispo que viajaba en la corbeta.
Por respeto a la ceremonia religiosa, la tripulación de la Ancud no protestó; pero al día siguiente, cuando sin razón al-guna, nuevamente fue izado el pabellón francés, Williams, en una atenta nota, expresó al Comandante de la Phaeton que no aceptaba que en tierra chilena flameara un pabellón extranjero, sin autorización.
Después de un par de notas, la Phaeton zarpó. Por 24 horas, Chiloé ganó el “quién vive” y entregó al país un extenso y rico territorio.
Luego, los chilotes empezaron a colonizar Magallanes; pero tantos fueron sus sufrimientos en el Fuerte Bulnes, tantas las epidemias y plagas, que, aburridos, se trasladaron a un lugar denominado entonces Punta Arenosa, donde, en 1848, los isleños que el 22 de mayo de 1843 salieron de Ancud en la Goleta Ancud, fundaron a la hoy flamante ciudad de Punta Arenas.
Por todo lo anterior, los diputados que suscriben, vienen en presentar el siguiente:
PROYECTO DE LEY
Artículo 1º.- Autorízase erigir un monumento en la ciudad de Ancud, Provincia de Chiloé, por suscripción popular, en homena-je a la memoria de las siguientes personas, todas ellas tripu-lantes de la “Goleta Ancud”: Juan Williams, Capitán; Bernardo Philippi, naturalista (voluntario); Manuel González Hidalgo, Tte. de Artillería; Carlos Miller, Práctico en Canales; Jorge Mabon, Piloto 2º de la Armada; Eusebio Pizarro, Sargento Arti-llero; Cipriano Aros, Valentín Vidal, Pascual Riquelme, y Lo-renzo Soto Aguilar, soldados artilleros de la Guarnición de An-cud; José M. Yáñez, Lorenzo Aros, Ricardo Didimus, José Santa-na, Remigio González, Gerónimo Ruiz, José Retomil y Manuel Al-varado, Marineros de la Capitanía de Puerto de Ancud; Venancia Elgueta de Aros e Ignacia Leiva de Vidal, vecinas de Ancud; Ho-racio Luis Williams, hijo del capitán de la Goleta.
Artículo 2º.- Esta obra se financiará mediante erogaciones populares, obtenidas por medio de colectas públicas, donaciones y otros aportes privados. Las colectas públicas se efectuarán en las fechas que determine la comisión especial que se crea por el Art. 4º.
Artículo 3º.- Créase un fondo con el objeto de recibir las erogaciones, donaciones y demás aportes que señala el artículo anterior.
Artículo 4º.- Créase una comisión especial de ocho miembros ad honorem encargada de ejecutar los objetivos de esta ley, la que estará constituida por:
Dos senadores.
Dos diputados.
El Ministro del interior, o quien lo represente, quien la presidirá y convocará a sus sesiones de trabajo.
El Ministro de educación, o quien lo represente.
Un representante del Obispado de Ancud.
El Alcalde de la Comuna de Ancud.
La Comisión deberá constituirse dentro de los treinta días siguientes a la publicación de la ley y el quórum para sesionar será el de la mayoría de sus miembros.
Artículo 5º.- La comisión especial tendrá las siguientes fun-ciones:
a) Determinar las fechas y la forma en que se efectuarán las colectas públicas, como también realizar las gestiones le-gales destinadas a que éstas se efectúen;
b) Administrar el fondo creado en el Art. 3º;
c) Llamar a concurso público de proyectos para la ejecución de la obra, fijar sus bases y resolverlo;
d) Establecer la ubicación del monumento, en coordinación con la respectiva municipalidad y el consejo de monumentos na-cionales, y
e) Abrir una cuenta corriente especial para gestionar el fondo a que se refiere el artículo 3º.
Artículo 6º.- Si al concluir la construcción del monumento resultaren excedentes de las erogaciones recibidas, éstos serán destinados al fin que la comisión especial determine.”
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