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El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Diputado señor Cardemil .
El señor CARDEMIL.-
Señor Presidente, hemos impulsado el proyecto de reforma constitucional por razones tal vez más modestas, pero más realistas, que las expresadas por el Diputado señor Elgueta . En la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia hubo consenso en estimar que la iniciativa no toca cuestiones profundas, relativas a principios, a visiones contrapuestas del ordenamiento constitucional que han estado en el debate público.
Espero que con visiones distintas, confrontadas en el terreno de las ideas, vaya saliendo a luz una institucionalidad adecuada para Chile. Hay quienes piensan que al país le conviene una especie de regresión a la institucionalidad de 1925, una expresión de la voluntad colectiva por la vía de las mayorías que constituyan todos los poderes públicos y que, en definitiva, entronice y consolide el poder de los partidos políticos que las controlan en el juego gobierno oposición.
Hay otros que pensamos y planteo el punto al honorable señor Elgueta que en lo moderno lo eficaz es seguir desarrollando la línea de la Carta Fundamental de 1980, que establece poderes políticos el Presidente de la República y el Congreso Nacional, poderes neutros y apolíticos los tribunales de justicia, la Contraloría General de la República, el Consejo de Seguridad Nacional, el Tribunal Constitucional, el Banco Central y ahora, por una excelente decisión de la Cámara de Diputados, la Fiscalía Nacional, que es un poder neutro por generación y funcionamiento que ayuden a determinar que las decisiones públicas sean tomadas no sólo a través de las mayorías y poderes políticos, sino también por decisiones de Estado, de poderes no políticos, pero que tienen gran significado en la nación jurídicamente constituida.
Por eso, fuimos mucho más modestos en nuestras pretensiones. ¿Qué planteamos?
La democracia chilena no resiste un programa de elecciones como el previsto para los próximos años. La democracia hay que cuidarla. La participación ciudadana es muy importante para agotarla o acosarla a cada rato. Es fundamental establecer un ordenamiento en el programa de elecciones que se avecina, y los ejes de la decisión fueron muy simples: Primero, disminuir la actual secuencia electoral. Segundo, establecer la simultaneidad de las elecciones presidenciales y parlamentarias, ambas de carácter político. Tercero, separar las elecciones parlamentarias de las municipales, pues son de distinta naturaleza: las municipales dicen relación con los gobiernos locales; las políticas, con el gobierno nacional. Tienen características, funciones y naturaleza distintas y no conviene mezclarlas, para despolitizar la función municipal. Cuarto, mantener la duración de los actuales mandatos de senadores y diputados, en ocho y cuatro años, respectivamente. Quinto, impulsar una fórmula que opere de modo automático para el reordenamiento electoral, es decir, a contar del año 2005, dado que se avecina una elección presidencial en 1999. Legislamos para el año 2005 y no para arreglarle la montura a la Concertación o a la Oposición en las próximas elecciones. Sexto, ajustar la separación entre las elecciones municipales y parlamentarias en el año 2000, reduciendo en un año el mandato de las primeras, con el fin de evitar coincidencias a futuro y establecer un itinerario electoral que contemple comicios generales cada dos años.
Obviamente me hago cargo de las inquietudes, muy lícitas, por lo demás, del Diputado señor Coloma , esto significa pronunciarse sobre una cuestión de fondo. No estamos atendiendo a lo accesorio para ordenar lo principal. También nos estamos pronunciando sobre lo principal, la duración del mandato presidencial, y la Cámara será llamada a ello. Éste es un tema opinable. Con muy buenas razones, algunos se inclinan por un mandato de seis años; otros sostienen que debe ser de cuatro, sin reelección. Otros, como yo, pensamos que es bueno un período presidencial de cuatro años, con la posibilidad de reelección.
Ésta es la posición que sostuve en la Comisión. La indicación a la cual adherí reitera dicho postulado. No veo por qué un excelente Presidente de la República no puede tener la posibilidad democrática de ser reelegido por otros cuatro años. A mi juicio, ésa es la solución ideal. Es bueno que haya períodos presidenciales largos. Soy partidario del sistema presidencial de gobierno. Siempre, por una cuestión histórica, he sido partidario de un poder presidencial fuerte, arbitral entre los partidos y los conflictos sociales.
Creo que un mandato presidencial de cuatro años con posibilidad de reelección asegura ambas cosas: elección periódica, de acuerdo con los tiempos, del Presidente de la República, y que un buen Presidente pueda ser reelegido, de manera de asegurar un período presidencial más largo.
Esto significa pronunciarse sobre el fondo del tema, pero también sobre la forma y lo adjetivo.
En definitiva, la mayoría de la Comisión propone modificar el artículo 25 de la Constitución Política, con el objeto de reducir el mandato presidencial de seis a cuatro años. Estoy de acuerdo en la reducción del mandato lo he dicho, pero plantearé la reelección presidencial. Es muy importante un reordenamiento completo del cuadro electoral, con los ajustes correspondientes.
Otro aspecto muy de fondo, pero que no ha sido destacado, se refiere a una carencia de nuestra Constitución.
Todos los constitucionalistas y los parlamentarios saben que no está regulada la vacancia del cargo de Presidente de la República y la designación de su sucesor, en caso de que éste falte por los motivos establecidos en nuestra Carta Fundamental.
El proyecto soluciona dicha carencia mediante un sistema adecuado, en la forma siguiente:
En primer lugar, si la vacancia se produjere faltando menos de ciento ochenta días para la próxima elección presidencial, el Vicepresidente de la República, esto es, el ministro titular a quien corresponda su subrogación, dura en el cargo hasta noventa días después de dicha elección presidencial. Se trata de una sucesión automática, sin traumas, que le da continuidad al gobierno del Presidente que falleció y dejó vacante el cargo.
En segundo lugar, si la vacancia se produjere faltando ciento ochenta días o más, pero menos de dos años para la próxima elección presidencial, es decir, un período largo que no pudo ser desarrollado por el Presidente de la República electo, corresponderá al Congreso Pleno elegir al sucesor, de acuerdo con el procedimiento que se establece en el precepto que se someterá a la consideración de la Sala.
En tercer lugar, si la vacancia se produjere faltando dos o más años para la próxima elección presidencial, el sucesor es designado mediante una elección general, a celebrarse acorde con el procedimiento que se establece, durando en el cargo hasta completar el mandato presidencial.
Ésta es una buena solución, pues consagra una norma que no existe y que mucha falta hace en nuestra Constitución.
En resumen, primero, hay un ejercicio de realismo, no la persecución de utopías políticas ni planteamientos que cambien en forma dramática las posiciones que están en el debate constitucional; ya habrá otro momento para ello.
Segundo, se produce un reordenamiento de lo adjetivo, pero muy importante, que es todo el cuadro de elecciones presidenciales, que nuestra democracia sencillamente no resiste.
Tercero, se aborda el problema de fondo, la duración del mandato presidencial, respecto del cual hay posiciones legítimas, encontradas, que deberán ser votadas por la Sala.
Cuarto, se propone un procedimiento que esperamos sea aceptado por todos los diputados que conforman esta honorable Cámara, pues llena un vacío constitucional al consagrar las normas que regirán en caso de vacancia del cargo de Presidente de la República.
Creo que todos nuestros diputados votarán favorablemente este proyecto de reforma constitucional.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).-
Quiero dar la bienvenida a los honorables miembros de la Cámara de Representantes de Colombia señores Jorge Olarte , Emiliano Holguín , Luis Serrano Silva , Rafael Antonio Díaz , Albeiro Valencia y a la señora Zoraida Zamorano , que se encuentran en las tribunas, y desearles que su estadía sea de la mayor utilidad para las actividades que los han traído al país.
Aplausos.
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