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    • rdf:value = " RECUPERACIÓN DE ESTACIÓN FERROVIARIA DE CALDERA. OFICIOS El señor NÚÑEZ.- Señor Presidente , un tema que ha sumido en la preocupación a la opinión pública de la Región que represento, y por supuesto a todos quienes sentimos aprecio por los valores culturales y el patrimonio arquitectónico que posee nuestro país, es la situación en que se encuentra y el destino que se quiere dar a la estación ferroviaria de Caldera, la que, como todos sabemos, tiene una enorme significación para la historia del desarrollo social y económico del Estado de Chile. Sin embargo, con este edificio ocurre el hecho insólito e inexplicable de que, a pesar de la conciencia nacional existente respecto a su valor, no se observa disposición ni se destinan recursos para iniciar, responsablemente, una campaña en favor de su total restauración. Aún más, en estos meses hemos observado con alarma la intención de llevar a efecto un remate tanto del inmueble como del predio aledaño. Tal decisión ha extrañado y consternado hondamente a todos los habitantes de la Tercera Región, y muy en particular a los de Caldera, sobre todo porque se trata de una reliquia que el Ministerio de Educación, mediante el decreto supremo N° 9.045, de julio de 1964, declaró Monumento Nacional. Nos duele enormemente que el sector público no se haya interesado, a tiempo y más vivazmente, por el destino de algunas de nuestras joyas arquitectónicas y que ahora éstas queden a merced de lo que decidan sectores preocupados únicamente por la rentabilidad y el lucro, los cuales mal podrían intentar su rescate y conservación. Y ésta es la razón por la que nos molesta tanto lo que sucede con un edificio del valor histórico-cultural que tiene la estación ferroviaria de Caldera. Pocas edificaciones en el país poseen características tan originales y de tanto peso para nuestra historia como aquella estación que se levantara entre los años 1849 y 1850. Desde ese lugar, el 25 de diciembre de 1851 partió la primera locomotora que corrió por parajes sudamericanos, uniendo las localidades de Copiapó y Caldera . Aquella primera locomotora llegada al país recibió el nombre de "La Copiapó"; fue declarada Monumento Histórico por decreto N° 4.543, de 27 de mayo de 1952, y hoy se encuentra en dependencias de la histórica Universidad de Atacama. Considero de suma gravedad la amenaza que se cierne sobre la estación de Caldera. Por ello, quisiera referirme brevemente a su entorno histórico, pues en él radica la fuerza que tiene un alegato en favor de su rescate y de su conservación como un museo que instruya a las generaciones venideras: un museo que explique el conjunto de elementos que otorgan a esa estación la calidad de Monumento Nacional y que hable de lo visionarios que fueron nuestros gobernantes de entonces y de la entrega de los cientos de hombres que trabajaron en una obra de incalculable valor para la economía de nuestro país en aquella época. En períodos anteriores a la terminación de la línea férrea Caldera-Copiapó, la naciente minería se encontró con el grave obstáculo de no contar con medios de transporte expeditos ni puertos adecuados en las cercanías. La salida de los minerales y el equipamiento de los yacimientos se hacían a través de Valparaíso. La otra posibilidad era a lomo de mulas o en carretas que debían transportar enormes cargas de lingotes por un camino que bordeaba el río Copiapó a fin de asegurar agua y pasto para los animales. Esta vía terminaba en un caserío que era el puerto de salida de Copiapó y que hoy conocemos como Puerto Viejo. Era una caleta desabrigada donde anclaban veleros y vapores que posteriormente llevaban los minerales al extranjero. En 1848, un próspero empresario de Valparaíso, el ingeniero Juan Novat , concibió la idea de construir un ferrocarril desde Copiapó hasta la costa; pero el entusiasmo no fue suficiente para reunir los recursos necesarios. Sólo varios meses después -cuando se descubrió el rico mineral de Tres Puntas, cerca de Copiapó- se logró relanzar la idea modernizadora y reunir dichos medios. En 1849, Guillermo Wheelwright , norteamericano residente en Valparaíso, se lanzó a la aventura de concretar la idea. El 3 de octubre de 1849 se protocolizó el acta de constitución de la Compañía del Ferrocarril de Copiapó. Asimismo, Wheelwright concibió el proyecto de aprovechar el impulso y construir un nuevo puerto, 28 kilómetros al norte de Puerto Viejo, en la tranquila y abrigada bahía de Caldera. Esa localidad -que debe su nombre a piedras huecas erosionadas por el viento y que en sus cavidades almacenan agua proveniente de las neblinas matinales entibiadas con el sol del mediodía- era por aquellos años un villorrio donde habitaban no más de 50 personas. Wheelwright, en su entusiasmo por ver terminada su obra lo más rápidamente posible, personalmente trazó las calles del nuevo puerto y loteó los terrenos, reservando lugares para la plaza, la aduana, las oficinas públicas, la iglesia y los muelles. Luego trasladó a los habitantes de Puerto Viejo, con todos sus enseres personales, en uno de sus vapores hacia la emergente ciudad de Caldera. El "boom" atrajo a cientos de trabajadores. Se cubrieron las dunas con terraplenes, y a chuzo y pala se iniciaron los cortes en las lomas costinas y laderas del valle para el tendido de la vía. Mientras tanto, los rieles y vagones fueron encargados a Inglaterra y Estados Unidos de América, y los durmientes de roble y alerce llegaron desde la zona sur de Chile. Por su parte, el edificio de la estación fue una obra arquitectónica que se hizo enteramente de tarugos y pernos, sin utilizar clavo alguno. Se trata de una vasta construcción rectangular de 32 por 82 metros, con murallas y techumbres revestidas en barro, y cerrada por cuatro grandes y gruesos portones de madera, dos en cada extremo. Una gruesa tabiquería de fuertes pies derechos y durmientes colocados horizontalmente; la techumbre se caracteriza por la originalidad de su armadura, similar en su ensamble central a cuadernas de una embarcación; las cubiertas son de fierro galvanizado y claraboyas con marcos metálicos. Cuatro líneas férreas atravesaban la estación en sentido longitudinal: una para pasajeros y tres para el movimiento de carga. Hasta 1930, este importante terminal ferroviario estaba dotado de una maestranza con fundición de fierro y bronce; un taller de carrocería, carpintería y pintura; una cochera de cuatro líneas; dos casas de máquinas para trece locomotoras; una instalación para condensar agua de mar; almacenes de depósitos, carbonera y habitaciones estables para el personal de la empresa. A fines de la década de los treinta, estas completas instalaciones comenzaron a ser desmanteladas y desarmadas paulatinamente. Por ejemplo, la maestranza fue llevada a Ovalle. Hoy sólo queda el edificio de la estación. Esta se levanta en una explanada que da acceso también al muelle, de 125 metros de largo por 19 de ancho, construido en 1885 y que sigue siendo usado en la actualidad por embarcaciones menores. En definitiva, la construcción de la estación y del tendido férreo generó una intensa actividad en todo Chile. La línea ferroviaria Copiapó-Caldera fue una obra que significó un impulso renovador y trascendental para la vida económica de nuestro país: por un lado, dio preponderancia a la minería e insertó la economía nacional por primera vez en los grandes mentados internacionales, y por otro, dio trabajo a centenares de obreros, constituyéndose en ejemplo de la perseverancia y el tesón laboral de los chilenos. La línea Copiapó-Caldera nos ayudó a conquistar el desierto y a ganar la minería como parte inseparable de nuestra economía. Brindó la oportunidad de que miles de personas en busca de sustento material tuviesen nuevas fuentes laborales y que en Chile comenzara a germinar un sector absolutamente nuevo dentro de los trabajadores, como es el obrero-industrial. De tal manera, este visionario proyecto de Wheelwright desembocó en una obra bella y extremadamente significativa para nuestro país y por la cual debemos guardar admiración, respeto y cariño. Desde el punto de vista histórico, no me parece digno que la estación de Caldera haya llegado al lamentable estado en que hoy se encuentra. No estimo justo que se haya permitido tal deterioro. Y no considero correcto que ahora se pretenda llevarla a remate público y entregarla al mejor postor. Por el contrario, creo que ha llegado el momento de dar un ejemplo y obtener que ella sea rescatada para la cultura nacional» a fin de que sea restaurada como corresponde y transformada en un centro que pueda lucir nuevamente toda su belleza arquitectónica y que sea testigo de las grandezas laborales de nuestro pueblo y desde donde se irradien valores culturales que nos enaltezcan como nación. Quiero aprovechar esta oportunidad para solicitar al señor Presidente del Senado que disponga que, en mi nombre, se envíen oficios a los señores Ministros de Bienes Nacionales y Vicepresidente Ejecutivo de la CORFO a fin de que, a través de sus Carteras, se informe sobre lo siguiente: 1.- En qué institución, persona jurídica o natural radica la propiedad de la estación de Caldera, inmueble que incluye tanto el edificio de ella como los terrenos adyacentes. 2.- Estado actual del proceso destinado a rematar el inmueble individualizado. Gracias, señor Presidente. --Se anuncia el envío de los oficios solicitados, en nombre del señor Senador , en conformidad al Reglamento, petición a la que adhiere el Honorable señor Navarrete . "
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