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- rdf:value = " El señor PIÑERA.-
Señor Presidente , quiero referirme a dos temas que han estado en el debate público durante las últimas semanas. El primero de ellos se refiere a la eventual renegociación del acuerdo tributario alcanzado el año 1990 entre el Gobierno y Renovación Nacional, y el segundo, a las palabras pronunciadas por un señor Senador -lamentablemente, no se encuentra presente-, Presidente de uno de los Partidos más importantes de la Concertación, al dirigirse a los candidatos a concejales de su colectividad.
En lo atinente al primer tema, el Congreso Nacional fue protagonista, en los primeros meses de 1990, de una reforma tributaria. La historia de esa reforma es muy simple, y el país la conoce. En marzo de ese año Renovación Nacional planteó al Gobierno, a través del Ministro de Hacienda , señor Alejandro Foxley , su posición en el sentido de llevar adelante un programa social de emergencia, la que, sin duda, coincidió plenamente con las inquietudes de la Concertación. Y, en materias sociales, creo que es un mal camino pretender el monopolio de la preocupación y sensibilidad social. Por lo menos, nosotros no lo vamos a hacer. Pero se acordó un programa social que consistió, esencialmente, en un incremento de las pensiones, que estaban congeladas desde 1985; en aumentos de la asignación familiar y del subsidio único familiar, cuyos montos tampoco habían tenido variaciones desde ese año, y, adicionalmente, se contempló un mejoramiento en la calidad y cobertura de los servicios de salud, educación, vivienda y seguridad.
Tal fue la columna vertebral del programa social, cuyo costo, adicional al gasto público, se estimó en 600 millones de dólares, cifra que representaba el 2 por ciento del producto.
Frente a esto, nos abocamos a la búsqueda de un mecanismo de financiamiento del programa social que fuera permanente...
El señor PAPI .-
¿Me permite una interrupción, señor Senador ?
Creo que Su Señoría omitió decir que además recibimos un presupuesto desfinanciado en 300 millones de dólares.
El señor PIÑERA.-
Ése es un error profundo. Y sugiero a mi Honorable colega que converse seriamente con don José Pablo Arellano , Director de Presupuestos , para que lo imponga del acuerdo a que finalmente llegamos sobre esa materia.
Nosotros partimos de la base de que había un presupuesto equilibrado en 1990. Y por esa razón, para un programa social que costaba 600 millones de dólares, se hizo una reforma tributaria cuya recaudación se estimó en esa cantidad.
El resto de la discusión, Honorable señor Papi, es lo que se hace para la galería. Lo que importa es el debate serio y profundo.
Si hubiera existido un déficit presupuestario de 300 millones de dólares, el presupuesto de 1990 habría mostrado un déficit de 300 millones de dólares, Y tengo aquí las cifras, que demuestran que el presupuesto de 1990 no tuvo déficit, lo cual significó que el incremento de los gastos sociales fue exactamente equivalente al de la recaudación tributaria. Por lo tanto, el alegado déficit existió solamente en la imaginación de algunos, pero no en las cifras, que es lo que en último término importa.
En esa oportunidad -y ruego al Honorable señor Papi no interrumpirme- se llegó a un acuerdo muy claro y preciso en este Congreso, cual fue hacer una reforma tributaria seria y responsable para financiar el mayor aumento del gasto social, la que tendría dos características: primero, sería una reforma equilibrada, desde el punto de vista de que gravaría tanto el consumo como la inversión, y segundo, tendría carácter transitorio.
Dicha reforma contempló, primero, un aumento permanente en el impuesto a las empresas de cero a 10 por ciento, que, según estimaciones hechas por el Ministro de Hacienda en esa oportunidad, recaudaría 200 millones de dólares. En seguida, un aumento transitorio de 5 por ciento en el impuesto a las empresas, por el período 91-93, que produciría 100 millones. Se consideraron, asimismo, un incremento transitorio del IVA del 16 al 18 por ciento, con una recaudación estimada de 300 millones, y un alza transitoria del impuesto a las personas -es decir, impuesto único al trabajo y global complementario-, cuyo rendimiento se calculó en 60 millones.
En síntesis, señor Presidente, se presupuestaron un aumento permanente de 200 millones de esa época y uno transitorio de 460 millones.
Sin embargo, quiero decir que, en lo que va a mediar entre 1989 -año previo a la reforma- y 1994, los aumentos en los ingresos tributarios que obtendrá el Fisco como producto del crecimiento económico y de administración y gestión tributarias alcanzarán a 2.090 millones de dólares. Más aún: el incremento de la recaudación tributaria entre el día de hoy y el año 1994 llegará a 1.250 millones de dólares.
En resumen, estoy planteando que, aun considerando la plena vigencia del acuerdo tributario -o sea, la disminución de los impuestos en 1994, de acuerdo a lo contemplado-, desde ahora hasta esa fecha, en términos netos, después de descontar la caída tributaria, el Fisco incrementará sus ingresos en una cifra superior a los 700 millones de dólares.
Y digo esto, señor Presidente , por creer que las polémicas deben plantearse en forma clara y limpia. Aquí no se trata de cuestionar ni de poner en peligro la aplicación e implementación de los actuales programas sociales. Muy por el contrario, ellos están absolutamente garantizados en su financiamiento. Todavía más, hay 700 millones de dólares extras disponibles para el Gobierno, que, si los dedicara íntegramente a los programas sociales, podría incrementarlos nuevamente en el monto de ellos, alcanzando una cifra cercana al 20 por ciento.
Deseo, en seguida, referirme a lo que han planteado algunas autoridades de Gobierno que ligan el cumplimiento del acuerdo tributario con un posible desmantelamiento o debacle de los programas sociales. Eso, simplemente, no es verdad. Y quisiera rescatar las palabras del Presidente Aylwin , quien finalmente puso término a una polémica al señalar ayer en Valparaíso que el acuerdo tributario existe y que se le dará cumplimiento.
Sin embargo, subsisten las afirmaciones de los Ministros de Hacienda y de Economía, quienes han planteado la necesidad de revisar ese acuerdo.
Nosotros, señor Presidente , queremos decir con meridiana claridad que somos abiertos y entusiastas partidarios, no solamente de mantener los actuales programas sociales, sino también de fortalecerlos. Y el camino es muy simple. Primero, con más recursos; y para eso están los generados por el crecimiento económico, que debieran destinarse a fortalecer los programas sociales y no la burocracia del Estado. En seguida, como lo hemos dicho tantas veces, vendiendo activos prescindibles. Después, con una mayor austeridad fiscal. Y por último, con una mejor gestión tributaria.
Y en cuanto al fortalecimiento de los programas sociales, nuestra posición es única, inequívoca, clara, transparente y sistemática. Y no importa lo que diga el señor Ministro de Economía : no podrá cambiar nuestro punto de vista sobre esa materia. Lo que discutimos es si se cumple o no se cumple el acuerdo tributario a que llegaron el Gobierno y Renovación Nacional, el cual posteriormente fue refrendado por la casi unanimidad del Parlamento.
Ése es el verdadero tema en debate y no el que se ha intentado presentar, que a mi juicio persigue desviar la atención pública hacia una perspectiva distinta.
Por otra parte, quiero referirme a las palabras del Senador señor Eduardo Frei relativas a que su intención era elevar el debate. Creo que señala algo muy serio y profundo, porque las democracias requieren de discusiones elevadas. Las experiencias del pasado nos demuestran que cuando ellas caen en las profundidades de la demagogia y de las mentiras, las consecuencias las paga la sociedad entera.
Sin embargo, inmediatamente después de haber manifestado ese propósito, el Presidente del Partido Demócrata Cristiano destinó casi dos tercios de su discurso a descalificar a la Oposición con términos que, en mi opinión, no corresponden a un debate elevado.
El señor Senador señaló que este Gobierno no ha sido un caos. Y tiene toda la razón: sin lugar a dudas, no ha sido un caos.
Respecto de esta materia, quiero recordar un tema relacionado con el planteamiento anterior. Cuando se aprobó el acuerdo de la reforma tributaria, hubo dos críticas muy fuertes: una, del Partido Comunista, que lo consideró insuficiente, inaceptable y prácticamente lo rechazó de plano; y otra, que vino del otro lado, que anticipó que, de aplicarse dicha reforma, se detendría el crecimiento económico y el empleo y caería la inversión y el ahorro.
El señor CANTUARIAS.-
¡Y que no se reduciría!
El señor PIÑERA.-
Afortunadamente, las cifras están puestas sobre la mesa. Nada de lo que se planteó en esa oportunidad ocurrió. Y estamos muy contentos de que la economía chilena hoy día se halle en buen pie, lo cual reconocemos públicamente, sin ningún tapujo.
El señor CANTUARIAS.-
¡Y que no se reduciría!
El señor PIÑERA.-
Pero deseo continuar refiriéndome a lo expresado por el Honorable señor Frei.
Evidentemente, este Gobierno no ha sido un caos, pero, cuando se trata de reconocer méritos, se debe ser muy justo en asignar aquella parte de ellos que corresponde a otros.
En esta oportunidad, recalcaré tres hechos.
Primero, que este Gobierno recibió la economía más sólida y más sana que jamás ningún otro anterior heredó. (Y no deseo aburrir a Sus Señorías con cifras). Esto no significa que la economía no haya tenido problemas, y muy importantes, particularmente en materias sociales. Pero la economía tiene una capacidad de respuesta y una fortaleza intrínseca para enfrentar las dificultades, como lo demuestran hoy los datos disponibles.
Segundo, la actual Administración no ha aplicado su programa económico. Podría citar múltiples párrafos del Programa de la Concertación que simplemente no se han tomado en cuenta. Eso nos alegra, porque significa que se ha reconocido y mantenido la columna vertebral de un modelo económico que fue implacable y despiadadamente criticado durante 15 años.
Es bueno que la gente sepa reconocer los méritos de los sistemas cuando funcionan bien y, al mismo tiempo, admitir sus propios defectos, especialmente en materia de equidad social, para que se corrijan, como fue el propósito de los programas sociales.
Finalmente, pocas veces ha existido un Gobierno con una Oposición -al menos, en lo que se refiere a la nuestra- tan seria y tan responsable en asuntos económicos.
Cuando acordamos el programa social y la reforma tributaria, estábamos conscientes de las críticas a que nos exponíamos. En cuanto a la reforma tributaria, los juicios adversos del sector empresarial recaerían sobre nosotros y no sobre quienes establecieron en su programa de Gobierno el alza de los impuestos (que era mucho mayor de la que finalmente se aprobó). También teníamos conocimiento de que las inauguraciones de las obras producto de los programas sociales serían realizadas por los Ministros y, eventualmente, por los Parlamentarios de la Concertación, sin nuestra participación. Y, a pesar de ello, concurrimos a esos acuerdos porque creíamos que eran buenos y necesarios para el país.
Me parece que todos se están dando cuenta de que efectivamente los programas sociales significaron introducir solidaridad a una economía social de mercado, sin necesidad de recurrir a revoluciones ni a cambios estructurales, como siempre se pensó en el pasado.
Adicionalmente, el Honorable señor Eduardo Frei nos acusa de estar haciendo una campaña de seguridad. ¡Por supuesto que la estamos realizando!
En un país donde en los últimos doce meses 2 millones de personas han sido víctimas de asaltos y robos con violencia; donde y cuando caminan por las cales; y donde el Gobierno -a nuestro juicio- no ha asumido cabalmente su responsabilidad constitucional de resguardar el orden público y la seguridad ciudadana, constituye no solamente un derecho, sino una obligación de la Oposición levantar el tema de la seguridad pública en la forma como lo hicimos.
Al principio fuimos descalificados por el Ejecutivo. Se nos acusó de estar creando problemas artificiales y utilizando el tema de la seguridad con propósitos meramente electorales. Afortunadamente el Gobierno cambió de opinión; dejó de aplicar la política del avestruz, que es ignorar el problema; lo reconoció -nosotros todavía tenemos críticas- pero, a pesar de ello, no han existido suficiente decisión y voluntad para enfrentarlo del modo que se merece.
Por lo tanto, señalamos al Presidente de la Democracia Cristiana que efectivamente hemos realizado una campaña de seguridad, hemos levantado el tema y planteado al Gobierno nuestra inquietud. También hemos propuesto iniciativas de ley en el Congreso Nacional tendientes a solucionar el problema, y lo seguiremos haciendo mientras exista y lo sufra de manera tan grave y sentida la población, como ocurre actualmente.
Por consiguiente, me parece que la crítica del Senador señor Frei a la Oposición en esta materia no resiste el menor análisis.
Y también ha declarado que estamos en una campaña de escándalos. Le pregunto con mucha franqueza -lamento que no esté presente en la Sala hoy día-: ¿Qué pretende?
El señor HORMAZÁBAL .-
Puede consultarnos a nosotros, señor Senador.
Le responderemos con todo agrado.
El señor PIÑERA.-
¿Qué pretende? ¿Que debimos habernos quedado callados? ¿O que el Senador señor Ortiz -por ejemplo- no debió hacer públicas las evidencias e información que tuvo en el caso ONEMI? ¿Que debimos haber guardado silencio frente a la evidencia e información relativas al caso del espionaje político, o en el de Honecker, o en el del contrabando de armas? Indudablemente, en democracia, constituye una responsabilidad de la Oposición fiscalizar al Gobierno en materias como las mencionadas. Y por tanto, pregunto...
El señor HORMAZÁBAL .-
¿Podríamos responder las preguntas que ha formulado Su Señoría?
El señor PIÑERA.-
Tendrá tiempo en su oportunidad.
En consecuencia, consulto al Senador señor Frei...
El señor HORMAZÁBAL .-
Podría ser una.
El señor PIÑERA.-
Ruego al Honorable señor Hormazábal que no me interrumpa. No deseo recordarle el Reglamento, porque lo conoce y es respetuoso de sus normas.
El señor HORMAZÁBAL .-
¡Es que Su Señoría me preguntó!
El señor PIÑERA.-
No le he preguntado al señor Senador , sino a quien pronunció esas palabras. Si el Senador señor Hormazábal quiere responder por él, no habría inconveniente.
Pregunto a quienes desean compartir esas palabras: al acusarnos de hacer una campaña de escándalos, ¿están sugiriendo que no debimos haber efectuado esas denuncias? Éstas las hemos formulado con evidencias sólidas, serias y responsables, y con altura de miras.
Sin embargo, el Senador señor Frei plantea, además, que tiene conocimiento de que ocurriría un escándalo cada 15 días durante el período electoral. Como quedan aproximadamente 105 días, está insinuando que hay siete escándalos por verse antes de la próxima elección municipal. Si el Senador señor Frei posee información acerca de siete escándalos adicionales, sería muy útil que, en lugar de hacernos vivir esta rotativa, los pusiera arriba de la mesa, para que el país pudiera enfrentar esta situación. Y, por tanto, creo, por sus palabras, que no tiene la evidencia de esos siete escándalos -estoy seguro de que ello es así-, sino que simplemente quiere, a través de este juego de imaginación, descalificar la acción que ha desarrollado la Oposición en su papel fiscalizador.
Pero, tal vez, lo más grave es que el Senador señor Frei plantea que la Oposición no representa ninguna alternativa, ninguna opción ni ningún proyecto. Nosotros le decimos que ésa es su opinión, y la respetamos. Pero, al mismo tiempo, le solicitamos -se lo he pedido personalmente- discutir las propuestas alternativas del Gobierno de la Concertación y las de la Oposición frente, por ejemplo, al tema municipal, o a lo que son las perspectivas futuras.
El señor RUIZ (don José) .-
Señor Presidente , quiero solicitar una pequeña interrupción al Senador señor Piñera. Es sólo una pregunta.
El señor VALDÉS (Presidente).-
Con la venia de la Mesa, tiene la palabra el Honorable señor Ruiz De Giorgio.
El señor RUIZ (don José ).-
Quisiera saber si el Senador señor Piñera advirtió al Honorable señor Frei que se iba a referir a su persona.
El señor PIÑERA.-
Estoy aludiendo sólo a sus palabras.
El señor VALDÉS ( Presidente ).-
Señor Senador , ha terminado el tiempo del Comité Mixto.
El señor PIÑERA.-
Con muchas interrupciones.
El señor RUIZ-ESQUIDE .-
Señor Presidente , en el tiempo del Comité Demócrata Cristiano, ¿podría intervenir sólo 30 segundos para formular una pregunta al Senador señor Piñera?
El señor VALDÉS ( Presidente ).-
Su Señoría puede hacer presente lo que estime conveniente en el turno de su Comité.
El señor PIÑERA.-
Deseo terminar, señor Presidente , pues fui objeto de muchas interrupciones.
El señor VALDÉS ( Presidente ).-
Quiero señalar que a continuación correspondería el tiempo al Comité Partidos por la Democracia y Socialista; luego, al Radical; en seguida, al Demócrata Cristiano y, finalmente, al de Renovación Nacional.
Si hubiera acuerdo, el Senador señor Piñera podría terminar su intervención, con cargo al tiempo del Comité Renovación Nacional.
Acordado.
Tiene la palabra el Honorable señor Piñera.
El señor PIÑERA.-
Señor Presidente , quiero finalizar mis palabras, en forma extraordinariamente breve, expresando lo siguiente.
Considero que la mejor Oposición en una democracia es aquella que leal y democráticamente se alza como alternativa de gobierno. Por consiguiente, nosotros reivindicamos plenamente ese derecho. Y en tal sentido deseamos formular algunas advertencias respecto de aquellos que piensan que el mejor país es aquel que no tiene Oposición.
Nosotros planteamos al Senador señor Frei nuestra plena voluntad de debatir públicamente los proyectos alternativos. Pero, inmediatamente después de que acusa a la Oposición de no tener ningún proyecto, el Honorable colega dice no ser comentarista y que no desea debatir. Entonces, no se puede pretender acusar a alguien de no tener proyectos alternativos y luego manifestar, cuando se intenta darlos a conocer, no encontrarse dispuesto a debatirlos.
Por esta razón, señor Presidente , quiero finalizar mi intervención diciendo que nos parecen muy oportunas y valiosas las palabras del Senador señor Frei en el sentido elevar el debate político. Pero pienso que, para ello, es muy importante no descalificar acciones legítimas de la Oposición, que han sido reconocidas como tales, por ejemplo, por el Presidente de la República ; ni, además, pretender plantear, desde una perspectiva unidimensional, que la única alternativa que tiene el país es la Concertación. Porque es de la esencia de la democracia respetar a la Oposición y dar a las minorías la posibilidad de constituirse en alternativas de gobierno y, también, de presentar sus proyectos alternativos.
He dicho.
"
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