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El señor DÍAZ .-
Señor Presidente , pese a que con fecha 10 de diciembre, hace ya un mes y medio, se dieron razones más que suficientes para apoyar el proyecto del Ejecutivo , creo que a veces es necesario repetir algunas cosas porque puede que se olviden o se tergiversen.
En primer lugar, quiero hacer una aclaración. Todos hemos hablado de "nacionalización del cobre" y de que la aprobó la unanimidad del Parlamento chileno. Pero para llevarla a cabo fue necesario previamente una "chilenización del cobre". Y eso, muchas veces se olvida. Y lo recalco esta tarde porque constituyó un paso fundamental para después profundizar en la nacionalización del metal rojo. La chilenización, con el Presidente Frei , y la nacionalización, con el Presidente Allende. Ambos procesos, como dije en oportunidad anterior, se conmemoraron en Rancagua.
Deseo hacer una simple reflexión. Apuesta uno: que el cobre sea sustituido por algún nuevo elemento -aluminio para los teléfonos, como se está usando; fibra óptica, para algunas otras cosas-, o que caiga en su demanda en tal forma que se torne poco productivo. Como está sucediendo en parte por el plan de desarme de todos los países del mundo. Cada vez que escuchamos o leemos alguna noticia, nos enteramos de que las grandes potencias están en un programa de desarme y, por lo tanto, en un plan de menor demanda del metal. Un aporte.
Segundo: que, como decía Radomiro Tomic -mencionado aquí, y con veneración-, el hambre civilizadora del mundo requiera cada vez mayor necesidad y demanda del cobre.
Dos hipótesis. La primera, si es sustituido, indiscutiblemente deberemos buscar alternativas, como no sucedió -¡señores Senadores representantes de la zona!- con el carbón. Y se han invertido cantidades importantísimas de recursos para solucionar el problema de cesantía de 750 o más exonerados del carbón.
Segundo, si realmente va a haber un hambre civilizadora y mayor necesidad del cobre, es incuestionable que el tener nuevos yacimientos prospectados, explorados y explotados, es bueno. ¿Pero, con qué lo hacemos? Con recursos. ¿Disponemos de ellos? Ateniéndome a los informes del Gobierno -parto de la base de que me está diciendo la verdad; creo en su palabra-, no contamos con los recursos suficientes para prospectar, explotar y hacer rendir esas minas.
Aquí tengo los datos respectivos. Solamente la instalación de una planta de ácido sulfúrico para evitar la contaminación en Caletones, requiere de una suma superior a los 100 millones de dólares. Y no hablemos de Chuquicamata, ni de los otros minerales, ni de todo lo que está necesitando nuestro país en planes de descontaminación para hacer aceptable el cobre chileno, los que, con las medidas ecológicas adoptadas a nivel mundial, se están volviendo cada vez más exigentes y a más corto plazo. Porque hoy día, para vender cualquier producto, incluso el cobre, se ponen dificultades (a veces artificiales) en el aspecto ecológico.
Para esa obra se precisan más de 100 millones de dólares, que no los tenemos. Aquí están los datos ya mencionados sobre el plan de descontaminación.
Por supuesto que los trabajadores de la fundición de Caletones y quienes laboran en las cercanías, están pidiendo, con justísima razón, que esa planta de ácido sulfúrico se construya, y pronto, porque el no hacerlo va en detrimento de su propia salud. Y no sólo los trabajadores del cobre, sino también quienes viven en Coya, Machalí y en parte de Rancagua, necesitan de esa planta, porque sus aguas, sus viviendas y su medio ambiente están contaminados.
En consecuencia, no estamos sólo legislado para los trabajadores del cobre -cuya salud, más allá de su producción, nos preocupa mucho-, sino asimismo para las personas que viven en comunidades vecinas, en este caso específico, a la fundición y a las chimeneas de Caletones, y cuya salud también tenemos que resguardar. Así lo entiendo, como legislador y también como médico.
Señor Presidente , no legislamos únicamente para el cobre, pues sus trabajadores, que -como lo señalamos en nuestra intervención del otro día- aportan grandes recursos al país, y entre los cuales hay mártires, no son más allá de 25 mil; pero los chilenos somos más de 14 millones. Por eso, entonces, tenemos que ver también cuál es la otra parte de la oración en que se ve afectado este proyecto de ley.
Me estoy refiriendo igualmente a los 320 mil cesantes mencionados el otro día, a raíz de la crisis del carbón, y que necesitan trabajo ahora. ¡No dentro de 10, 15 ó 20 años! ¡Ahora, hoy día, o mañana! Y también a los 5 millones de pobres -de los cuales también se habló aquí- que tienen necesidades urgentes de salud, vivienda, educación, bienestar y de todo orden. Esa gente es ahora el problema. No mañana ni pasado mañana, porque como señalamos en otra oportunidad a propósito de paraísos, los hay que están pidiendo pan a los países occidentales hoy día, en circunstancias de que habían prometido un paraíso a futuro; pero resulta que la realidad debemos enfrentarla hoy, y no dentro de 10 ó 15 años.
Quiero hablar en nombre de esos 320 mil cesantes y de los 5 millones de chilenos que necesitan que se invierta en planes de forestación, como se está haciendo en la cuenca del Biobío; en obras de riego, de tranques y de otros, para crear nuevas fuentes laborales, y también deseo hacerlo en nombre de las personas que están requiriendo una mejor salud en Chile.
Escuché a un señor Senador dar un argumento que me pareció muy bueno, pero la segunda parte de la oración me dejó una interrogante. Dijo que CODELCO debería invertir afuera. Perfecto, me gustó la idea. Pero a quienes desean invertir aquí, ¿les diremos que no? Esta cuestión es con "ida y vuelta", perdónenme la expresión, porque si somos partidarios de que invierta la Corporación afuera, debemos aceptar que los inversionistas extranjeros puedan hacerlo también en Chile y participar en los negocios de esta empresa.
Me alegra que un Ministro , como el señor Ominami , haya afirmado con muchísimo orgullo y satisfacción que hace unos días se suscribió una de las más grandes inversiones hechas en Chile en moneda extranjera: nada menos que por 1 mil 300 millones de dólares. Me satisface esa proposición y esa alegría del señor Ominami , porque significa que nuestro país inspira confianza a los inversionistas extranjeros.
No estamos por la privatización del cobre, y así lo han sostenido el señor Ministro , el Presidente de la República , y la Presidenta de la Comisión de Minería. Y quiero recordar que el Estado es dueño absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de toda la riqueza minera del país. CODELCO es sólo el concesionario de los grandes yacimientos cupríferos de Chile.
Para terminar, señor Presidente , quiero señalar que "propender", según la acepción exacta del vocablo, es: "inclinarse uno a una cosa por especial afición, índole u otro motivo". Creo que todos estamos inclinados para que nuestra patria tenga el máximo de riquezas y para que las explote lo mejor posible, para bienestar de su gente.
He dicho.
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