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- rdf:value = " El señor LATORRE.-
Señor Presidente, con el ánimo de dar continuidad a la preocupación de los Diputados señores Sabag y Huepe respecto de las comunidades rurales, quiero hacer también algunos alcances.
Reitero lo que señalé con motivo de una invitación que el Colegio Médico cursó a algunos parlamentarios en momentos en que la Comisión de Salud analizaba abiertamente este proyecto, cuando aún no tomaba su forma actual.
Sin ser especialista en el tema, reitero mi convicción, de que es realmente absurdo legislar sobre un tema como éste sin hacer una clara distinción entre lo que es el mundo urbano y el rural. Muchos de los alcances que se han planteado tienen validez siempre y cuando se especifique si se habla de una realidad urbana o rural. Yo recogería, por ejemplo, lo expresado por la Diputada señora Cristi, en cuanto a que muchos municipios han efectuado aportes importantes para fortalecer la atención primaria de salud, y, de hecho, no sólo ha habido grandes inversiones, sino que incluso se han generado iniciativas originales que han permitido su desarrollo en sectores importantes de la población. Pero esa realidad, lamentablemente, no se puede exponer como un éxito o una posibilidad real de que ocurra en el mundo rural.
Me parece que muchas de las disposiciones que hoy probablemente vamos a aprobar en general, cuando las lean los concejales o alcaldes de municipios rurales les provocarán una impresión traumática, porque, lamentablemente, a pesar de la buena fe y del espíritu del legislador, no se consideran efectivamente en este proyecto muchas de las realidades que caracterizan al sector rural de nuestro país. Son muchas las políticas sociales que están muy bien inspiradas, pero cuya aplicación práctica no tienen ningún efecto en el mundo rural, porque hoy nos enfrentamos a una situación que no podemos desconocer: no existe la presencia del sector público en el mundo rural; restricciones presupuestarias o políticas prácticamente lo desmantelaron.
En consecuencia, muchas políticas sociales que aprobamos, y de las cuales nos enorgullecemos públicamente, ya sea como parlamentarios o como adherentes del actual gobierno, no necesariamente tienen una correspondencia real en su aplicación en el mundo rural. Podría citar muchos ejemplos que ilustran esta realidad, relacionados con subsidios, con programas de mejoramiento de viviendas, de fortalecimiento de comunicaciones y para que ciudadanos que viven en el mundo rural accedan a beneficios que tienen los del mundo urbano, pero, lamentablemente, el grado de ruralidad constituye un elemento que afecta la posibilidad de acceso a esos beneficios concedidos para todos los chilenos, sin excepción.
Me parece que el grado de ruralidad, obviamente, siempre conllevará un grado de postergación, de dificultad, para que determinados beneficios lleguen a la población del mundo rural, lo cual es comprensible, y sería torpe de nuestra parte no entender que el esfuerzo presupuestario necesario para que esos beneficios lleguen a cada uno de los chilenos que viven en lugares incluso tremendamente aislados, es extraordinariamente difícil. Sin embargo, esto no puede ser válido en el caso de derechos consagrados para la población de nuestro país en materia de educación y de salud.
Podemos entender que sea dificultoso resolver los problemas de caminos, que haya dificultades para instalar medios de comunicación, de telefonía rural, etcétera, que la electrificación, incluso, conlleve una inversión demasiado alta y que muchas veces sea inaccesible para zonas rurales, pero la aceptación de esa realidad no debe alcanzar lo relacionado con atención primaria en salud y educación básica.
Este proyecto, aun cuando está bien inspirado, aunque incluso ha sido enriquecido en la discusión efectuada en la Comisión de Salud con el aporte de muchos parlamentarios, no conlleva una solución real a importantes problemas del mundo rural en materia de salud. Coincido con los Diputados señores Sabag y Huepe en su preocupación, por ejemplo, por la falta de médicos. Independientemente de las distintas posturas políticas, es irrisorio pensar que un médico quiera trabajar en las comunas de Paredones, de Pumanque o de Navidad, que está a menos de 200 Kilómetros de Santiago. Por ejemplo, hace cuatro meses que la policlínica de esta última comuna no tiene médico; en la de Chépica, hace un mes. Lo mismo ocurre en Paredones.
Esto se repite en varias de las 14 comunas de mi distrito, de modo que podría agregar innumerables otros ejemplos. Y como me indican los Diputados señores Sabag y Peña la situación es similar en Portezuelo y Puerto Saavedra. Esta es una realidad que sólo se puede resolver a través de un gran esfuerzo del Ministerio de Salud.
Como una solución parcial, debe hacerse un esfuerzo para que los profesionales de estas policlínicas sean médicos generales de zonas. Pero es indispensable que exista alguna entidad dependiente del Ministerio, que planifiquen en mejor forma los alcances reales de la atención primaria de salud.
Represento a un distrito de 14 comunas eminentemente rurales. Excepcionalmente hay algunas que tienen un hospital, con un nivel que permite una atención muy limitada. Es extraordinariamente difícil que en el resto de las comunas existan profesionales del área médica. Por eso, las autoridades tendrán que ser realmente capaces de gestar y estructurar instrumentos que permitan resolver por sí solos el problema que estamos abordando, especialmente en lo que se refiere a la atención primaria en salud.
Aquí se plantea la posibilidad de que las comunas puedan actuar asociadas. Se sugiere una serie de mecanismos que pueden tener una proyección positiva, pero que en absoluto reemplazan la imperiosa necesidad de que el Ministerio de Salud vele por la supervisión y la elaboración de programas que permitan informar y sugerir a las comunas sobre lo que deben hacer al respecto.
No se trata de discutir la mayor o menor efectividad que haya tenido el proceso de municipalización de la salud y particularmente de la educación. No se puede comparar la realidad de las comunas urbanas con la de las rurales. El que meta en una misma bolsa las realidades de estas comunas comete un gravísimo error y actúa en forma insensata, porque llegará el día en que necesariamente tendremos que revisar este criterio.
Espero que el Ejecutivo que obviamente tiene que darse cuenta de esta situación, en el futuro, pueda dar cauce a iniciativas legales, administrativas, a políticas internas, que permitan corregir esta grave distorsión que afecta a tantos chilenos que viven en el mundo rural y que tienen tanto derecho a la salud como aquellos que viven en el área urbana.
He dicho.
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