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El señor PAPI.-
Gracias, señor Presidente.
He escuchado con mucha atención -como, sin duda, lo han hecho también mis Honorables colegas- la exposición del Honorable señor Ríos. Pero, con franqueza, no veo de qué manera este proyecto tendrá en la práctica las consecuencias que a él le inquietan y que, naturalmente, nos preocupan a todos.
El señor Senador mencionó el caso de diversos países que entraron también a aplicar una legislación interna similar a la que debatimos. No pretendo entrar en detalles al respecto, porque algunos de esos países han ido cambiando de criterios en términos de acelerar el proceso de aceptación de las patentes, concretamente en el caso de los fármacos, que es el punto que nos interesa. Por lo demás, lo que aquí está en juego es si aceptamos que los países actúen en esta materia como piratas o que entren a la comunidad civilizada respetando el derecho a la propiedad intelectual, que, como señalábamos ayer, está consagrado en nuestra Carta Fundamental. Ello, con todas las secuelas que ese hecho reviste y que, en gran medida, explican las diferencias de precios a que aludía el Honorable señor Ríos, porque en materia de medicamentos, al igual que en cualquier otro rubro, siempre la copia será más barata. El problema es que nunca ésta será tan fiel y de la misma calidad que el original. De modo que aquí también está involucrada una cuestión que afecta a la salud de la población. Pero el punto que preocupaba a mi Honorable colega es cómo adecuamos nuestra industria farmacéutica para hacer frente a lo que le sobrevendrá en el caso de aprobarse el proyecto en la forma en que está planteado. Y él hablaba de cuatro o cinco años. Si realmente ése es el plazo que se necesita, esta iniciativa lo da, y con holgura. Probablemente, hablaremos de más de seis años, porque el tiempo que media entre el patentamiento de la molécula y la investigación posterior, para hacer aplicable y comerciable el medicamento, supera largamente los cinco o seis años.
Por otra parte, de aprobarse el proyecto en la forma propuesta, sólo a partir de unos seis años más los medicamentos van a entrar en el sistema, y todos los actualmente existentes no tienen por qué verse afectados ahora ni en el futuro. Por ello, lo cierto es que alegar que esto tendrá como consecuencia inmediata un alza de los precios, no tiene fundamento alguno. No hay razón para que los medicamentos, en función de esta ley en proyecto, suban de precio. Por eso, yo señalaba ayer que es legítimo preguntarse por qué, si no hay razón comprensible, suben los precios. En verdad, es legítimo pensar que ésta puede ser un alza provocada con el exclusivo propósito de presionar indebidamente al Congreso precisamente cuando se encuentra tratando esta materia. No hay otra explicación razonable.
Finalmente, señor Presidente , la experiencia internacional demuestra que los países que han adoptado este sistema -que es el civilizado- han logrado desarrollar la investigación. El caso de Italia es francamente notable. Y en nuestro país contamos con la capacidad humana y profesional como para desarrollar una investigación en este campo. Nuestros laboratorios reúnen las condiciones necesarias para ello. De hecho, han contado con la capacidad para copiar esos medicamentos con, bastante talento.
En consecuencia, esto no sólo se constituirá en una fuente de problemas, sino que, por el contrario, será el gran incentivo para desarrollar una amplia investigación en este rubro, protegiendo los medicamentos patentados en Chile.
Por otra parte -ayer lo hice presente al Honorable señor Ríos-, no me parece conveniente como procedimiento que un proyecto que se está tratando aquí sea discutido previamente en el Senado norteamericano. No lo digo por chovinismo barato -porque eventualmente en el mundo de hoy podría darse tal circunstancia-, sino porque no hay nada que, sobre esta materia, deba ir a hablarse al Senado de Estados Unidos; esto no es algo que competa a ese órgano. Es facultad exclusiva del Presidente norteamericano el cambiar la situación chilena respecto de este sistema preferencial. La incorporación a ese sistema producirá grandes beneficios al país. Hay quienes estiman que, en tal caso, Chile podría incrementar sus exportaciones en alrededor de 200 millones de dólares, en diversos rubros. De manera que las ventajas, desde el punto de vista de la economía nacional, son indudables.
Por lo tanto, señor Presidente , me parece que no hay argumentos que permitan sostener que la iniciativa dañará la industria farmacéutica, y creo que, tal como está, es una garantía para ella.
En cuanto al reglamento, la verdad es que se trata de un documento sumamente complejo, por lo que difícilmente podría ser elaborado en un plazo de sólo tres o cuatro días, como teme el Honorable señor Ríos. Por otra parte, aquí tenemos asegurados los cinco años -y yo diría que más- que el señor Senador planteaba para que la industria farmacéutica nacional se adecue.
Para terminar, quiero agregar que, en todo caso, Quedará afectada en mínimo porcentaje la industria farmacéutica nacional, tal vez en un diez o en un veinte por ciento de lo que ella produce.
Gracias, señor Presidente.
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