REP�BLICA DE CHILE DIARIO DE SESIONES DEL SENADO PUBLICACI�N OFICIAL LEGISLATURA 320�, ORDINARIA Sesi�n 17�, en martes 17 de julio de 1990 Ordinaria (De 16:15 a 18:47) PRESIDENCIA DE LOS SE�ORES GABRIEL VALD�S SUBERCASEAUX, PRESIDENTE, Y BELTR�N URENDA ZEGERS, VICEPRESIDENTE SECRETARIOS, EL SE�OR RAFAEL EYZAGUIRRE ECHEVERR�A Y EL PROSECRETARIO, SE�OR JOS� LUIS LAGOS L�PEZ ____________________ � N D I C E Versi�n Taquigr�fica P�g. I. ASISTENCIA...................................................................................... II. APERTURA DE LA SESI�N.......................................................... III. TRAMITACI�N DE ACTAS........................................................... IV. CUENTA............................................................................................ Autorizaci�n a Comisi�n de Transportes y Telecomunicaciones para sesionar simult�neamente con la Sala V. ORDEN DEL D�A: Proyecto de acuerdo que modifica el Reglamento del Senado (se aprueba en general). Homenaje en memoria del ex Alcalde de Talca se�or Gregorio Enrique Casta��n Casta��n. Comunicaci�n (se rinde). VI. INCIDENTES: Respuesta a una campa�a innoble (observaciones del se�or Thayer). Competencia extranjera desleal en miner�a del carb�n. Jubilaci�n anticipada de trabajadores mineros (observaciones de los se�ores Cantuarias y Frei, don Arturo). Situaci�n de la Salud P�blica Nacional (observaciones del se�or D�az). Privatizaci�n de grupo de Empresas CAP (observaciones del se�or Lavandero). Repudio a penetraci�n de naves sovi�ticas en territorio mar�timo nacional. Oficio (observaciones del se�or Lagos). Remate de embarcaciones artesanales por deudas con CORFO. Oficio (observaciones del se�or Lagos). Rechazo a utilizaci�n de educaci�n como instrumento de concientizaci�n pol�tica (observaciones del se�or Pi�era). Mejoramiento de la Salud en Chile (observaciones del se�or Prat). Prioridad de inversiones para ciudades intermedias. Oficios (observaciones del se�or Prat). Remuneraci�n correspondiente al grado 31 de la Escala �nica (observaciones de la se�ora Feli�). El acuerdo marco y la voluntad de reconciliaci�n (observaciones del se�or Fern�ndez). Explotaci�n artesanal del lago General Carrera (observaciones del se�or Ortiz). VERSI�N TAQUIGR�FICA I. ASISTENCIA Asistieron los se�ores: --Calder�n Ar�nguiz, Rolando --Cantuarias Larrondo, Eugenio --Cooper Valencia, Alberto --D�az S�nchez, Nicol�s --D�ez Urz�a, Sergio --Feli� Segovia, Olga --Fern�ndez Fern�ndez, Sergio --Frei Bol�var, Arturo --Frei Ruiz-Tagle, Eduardo --Guzm�n Err�zuriz, Jaime --Hormaz�bal S�nchez, Ricardo --Huerta Celis, Vicente Enrique --Jarpa Reyes, Sergio Onofre --Lagos Cosgrove, Julio --Larre Asenjo, Enrique --Lavandero Illanes, Jorge --Letelier Bobadilla, Carlos --Martin D�az, Ricardo --Mc-Intyre Mendoza, Ronald --Navarrete Betanzo, Ricardo --N��ez Mu�oz, Ricardo --Ortiz De Filippi, Hugo --Pacheco G�mez, M�ximo --P�ez Verdugo, Sergio --Palza Corvacho, Humberto --Papi Beyer, Mario --P�rez Walker, Ignacio --Pi�era Echenique, Sebasti�n --Prat Alemparte, Francisco --Romero Pizarro, Sergio --Ruiz Danyau, C�sar --Ruiz De Giorgio, Jos� --Ruiz-Esquide Jara, Mariano --Siebert Held, Bruno --Sinclair Oyaneder, Santiago --Soto Gonz�lez, Laura --Sule Cand�a, Anselmo --Thayer Arteaga, William --Urenda Zegers, Beltr�n --Vald�s Subercaseaux, Gabriel Actu� de Secretario el se�or Rafael Eyzaguirre Echeverr�a, y de Prosecretario, el se�or Jos� Luis Lagos L�pez. II. APERTURA DE LA SESI�N --Se abri� la sesi�n a las 16:15, en presencia de 40 se�ores Senadores. El se�or VALD�S (Presidente).- En el nombre de Dios, se abre la sesi�n. III. TRAMITACI�N DE ACTAS El se�or VALD�S (Presidente).- Se da por aprobada el acta de la sesi�n 15a., ordinaria, en 10 de julio en curso, que no ha sido observada. El acta de la sesi�n 16a., ordinaria, en 11 de julio en curso, queda en Secretar�a a disposici�n de los se�ores Senadores, hasta la sesi�n pr�xima, para su aprobaci�n. IV. CUENTA El se�or VALD�S (Presidente).- Se va a dar cuenta de los asuntos que han llegado a Secretar�a. El se�or LAGOS (Prosecretario).- Las siguientes son las comunicaciones recibidas: Mensajes Tres de Su Excelencia el Presidente de la Rep�blica, con los que inicia los siguientes proyectos de ley: 1.- El que establece nuevas normas sobre terminaci�n del contrato de trabajo y estabilidad en el empleo. (Calificado de "Suma Urgencia"). 2.- El que establece normas sobre organizaciones sindicales. 3.- El que establece normas relativas a negociaci�n colectiva. El se�or VALD�S (Presidente).- Pasar�an a las Comisiones de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento, y de Trabajo y Previsi�n Social, unidas. El se�or RUIZ (don Jos�).- Pido la palabra, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Ruiz De Giorgio. El se�or RUIZ (don Jos�).- Como no tengo experiencia en el Senado, quisiera consultar cu�les son las tareas a las que se va a abocar la Comisi�n de Trabajo, si no se ocupa en dichas iniciativas. �Por qu� vamos a estudiar esas materias en Comisiones unidas si no las ha analizado en primera instancia aquella a la que corresponde realmente el tema, que es la de Trabajo? Me gustar�a que se me informara al respecto. El se�or VALD�S (Presidente).- La Mesa ha tenido en consideraci�n... El se�or LAVANDERO.- �Me permite, se�or Presidente? El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra Su Se�or�a. El se�or LAVANDERO.- Se�or Presidente, la verdad es que dimos nuestro asentimiento para que el primer proyecto, por introducir modificaciones a un C�digo -el del Trabajo- y, eventualmente, para evitar una discusi�n mayor ac� en la Sala, fuera conocido, en virtud de su urgencia, por las Comisiones de Constituci�n y de Trabajo, unidas. Pero a los otros dos no tiene por qu� darse el mismo trato. Nada m�s, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- El Honorable se�or Lavandero hace presente, entonces, que la primera iniciativa, calificada de "Suma Urgencia", es, a su juicio, la que deber�a ser vista por las Comisiones unidas, y las dos restantes, por la Comisi�n de Trabajo, a la que espec�ficamente corresponde la materia. Tiene la palabra el Honorable se�or Thayer. El se�or THAYER.- Se�or Presidente, desconozco los tres textos, pero ellos se refieren a temas que modifican el C�digo del Trabajo. Sea que se integren o no a este cuerpo legal, enmiendan normas pertenecientes a su contenido. Y la misma raz�n que rige para el proyecto sobre t�rmino del contrato de trabajo rige, tambi�n, para el que modifica el r�gimen sindical o la negociaci�n colectiva. El se�or VALD�S (Presidente).- Ofrezco la palabra. Tiene la palabra el Senador se�or D�ez. El se�or D�EZ.- Se�or Presidente, la verdad es que la Mesa ha procedido en forma adecuada al proponer que estas materias pasen a la Comisi�n de Trabajo unida con la Comisi�n de Constituci�n, porque los tres proyectos dicen relaci�n a un C�digo. Y la costumbre del Senado, cuando se trata de modificaciones a esta clase de cuerpos legales, es o�r a esa �ltima Comisi�n. De manera que me parece acertada -repito- la disposici�n de la Mesa. No estamos enterados del texto de las iniciativas que figuran en la Cuenta con los n�meros 2 y 3, por lo que no puedo, en realidad, dar una opini�n cabal a su respecto en cuanto al problema planteado. Pero no me cabe duda de que la primera, la cual conocemos, es un asunto que corresponde a ambas Comisiones. Y la Mesa ha acertado al proponer que �stas funcionen unidas para estudiarla, ya que ha sido calificada de "Suma Urgencia" por el Ejecutivo, aspecto al que me voy a referir una vez que termine este debate. El se�or VALD�S (Presidente).- �Habr�a acuerdo para que el primer proyecto, por su urgencia, pase a las Comisiones de Constituci�n y de Trabajo, unidas, y que los otros dos, los cuales no han sido objeto de la misma calificaci�n, sean enviados a la Comisi�n de Trabajo, para resolver m�s adelante si ser�n sometidos, asimismo, al conocimiento de la Comisi�n de Constituci�n? Acordado. El se�or D�EZ.- Pido la palabra acerca de la Cuenta, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra Su Se�or�a. El se�or D�EZ.- Queremos hacer presente en forma p�blica, y a trav�s del Honorable Senado, nuestra petici�n al Primer Mandatario para que retire la urgencia de la iniciativa que establece nuevas normas respecto de la terminaci�n del contrato de trabajo y estabilidad en el empleo. En efecto, se�or Presidente, �sta es una materia que se ha discutido larga y p�blicamente durante semanas entre entidades empresariales y organismos sindicales, as� como entre ellos y el Ejecutivo; y nosotros, que hemos sido elegidos por el pueblo espec�ficamente para legislar, tambi�n tenemos necesidad de o�r a las representaciones sindical y empresarial chilenas. Felizmente, siendo �ste un pa�s democr�tico, no existe un monopolio en ninguna de las ramas del Congreso, de modo que queremos disponer del tiempo suficiente para conocer la opini�n de personeros de los diversos sindicatos que van a verse tocados por la ley en proyecto; la de asociaciones carentes de organizaci�n sindical que corresponden a diversas actividades de la producci�n, sean comerciales, agr�colas, mineras o industriales, y la de los gremios. Creemos, se�or Presidente, que el Senado merece esa consideraci�n, por lo cual, a trav�s de la tribuna que nos da esta Sala, deseamos hacer presente al Primer Mandatario -reitero- que estimamos importante el retiro del tr�mite de urgencia a este proyecto, para que ello nos permita, en una materia tan relevante y trascendental, no s�lo pensar en nuestra posici�n y analizarla seriamente, sino contar con la posibilidad de o�r a todos los sectores interesados. Nada m�s, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Ruiz De Giorgio. El se�or RUIZ (don Jos�).- Quiero decir respecto de este tema algo que estimo muy importante -y lo voy a se�alar no s�lo para el sector laboral del pa�s-: la materia que nos ocupa ha sido planteada desde hace varios a�os por los trabajadores de todas las tendencias, tanto aquellos organizados en la Central Unitaria como los que apoyaron al Gobierno anterior. Y todos, un�nimemente, han pedido modificar la ley laboral en este aspecto. Por lo tanto, me parece que aqu� no s�lo se trata de escuchar a las organizaciones sindicales, sino tambi�n al conjunto de los trabajadores chilenos. Pero deseo agregar algo m�s: los empresarios han planteado p�blicamente, asimismo, que a la brevedad se fijen las reglas del juego. En este mismo Senado se han pronunciado discursos pidiendo que ellas se determinen cuanto antes en materia laboral para que se pueda invertir, para que se pueda seguir produciendo. Y quienes somos Parlamentarios de la Concertaci�n hemos pedido que se separen, precisamente, los proyectos de ley, con el objeto de solucionar un problema social grave y que se agudiza d�a a d�a: los despidos masivos en los �ltimos meses y semanas, producto -seg�n dicen los se�ores empresarios- de la inseguridad en este �mbito, especialmente por la posibilidad de que se dicten algunas normas que modifiquen las reglas del juego relativas a ese punto. Por lo tanto, creemos que para llevar tranquilidad al pa�s, para llevar tranquilidad, incluso, a los inversionistas, es conveniente resolver este problema. Quiero se�alar, adem�s, que �sta no es una materia nueva -y ello se ha hecho presente-, pues ha estado sometida a la discusi�n p�blica: varios Honorables Senadores, como tambi�n Diputados y jefes de partidos pol�ticos, han opinado al respecto; ha habido un debate largo entre empresarios y trabajadores; ha participado el Gobierno, y han intervenido todos los sectores involucrados en la vida nacional, de manera que �ste es un tema del cual se tiene pleno conocimiento. Y para llevar tranquilidad al pa�s, para solucionar r�pidamente uno de los problemas que hoy d�a afectan la relaci�n entre el mundo laboral y el sector empresarial -reitero-, es necesario resolver a la brevedad. Pienso que hoy d�a el Gobierno ha acogido el clamor de muchos chilenos -m�s all� del movimiento sindical, inclusive- para dictar una norma que, con el consentimiento de quienes hoy d�a estamos en el Parlamento, regule una relaci�n vital para que Chile pueda seguir produciendo en tranquilidad y en paz. La paz social requiere que se resuelvan estas materias, por lo que estimo procedente la "Suma Urgencia", precisamente, para el proyecto de ley en cuesti�n. El se�or D�EZ.- Pido la palabra, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or D�ez. El se�or D�EZ.- Siento estar en desacuerdo con el se�or Presidente de la Comisi�n de Trabajo -espero que no se repita esta situaci�n en la tramitaci�n respectiva-; pero la verdad es que pareciera que no entendernos bien lo que es un sistema democr�tico. El Gobierno anunci� una legislaci�n -el propio Presidente de la Rep�blica lo dijo aqu�, en este mismo sal�n, el d�a 11 de marzo- que ha demorado 120 d�as en presentar, lapso en que la ha discutido con las organizaciones gremiales y empresariales. Y no me parece un buen camino su criterio de que nosotros, que somos los legisladores en la democracia y con quienes se debe debatir y analizar, los que tenemos la responsabilidad en la redacci�n de los art�culos mismos, en estudiar su implicancia para el desarrollo econ�mico del pa�s y su efecto en una mayor o menor cesant�a, en concordarlos con la legislaci�n vigente, dispongamos s�lo de diez d�as para ocuparnos en el problema, sin acceso directo -nosotros, los representantes del pueblo- para entendernos con los dirigentes sindicales, ni para o�rlos, y con una informaci�n parcial y por referencia, a trav�s de los medios de prensa, acerca de las negociaciones entre trabajadores y empresarios, y del Presidente de la Rep�blica con ellos. Se�or Presidente, solicito que, en nombre de los Senadores de Renovaci�n Nacional, se haga llegar al primer Mandatario nuestra petici�n de que retire la urgencia para el proyecto aludido a fin de que podamos ejercer a cabalidad nuestra responsabilidad como legisladores. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Hormaz�bal. El se�or HORMAZ�BAL.- Se�or Presidente, la idea central que plantea el Honorable se�or D�ez me parece compartida por los Senadores de estas bancas. Tenemos que hacer un esfuerzo para que la legislaci�n que estamos dictando obedezca al esp�ritu que se advierte en el pa�s, despu�s de o�r a los diversos sectores interesados. En el �mbito laboral, especialmente, como es costumbre en democracia, resulta relevante conocer las opiniones de los dirigentes sindicales, de los sectores empresariales y de los profesores de Derecho de las distintas universidades, que mucho tienen que aportar en una materia de esta naturaleza, en la que se tiende, adem�s, a legislar con car�cter permanente, para restablecer elementos de equidad en la relaci�n laboral que permitan desarrollar un clima de productividad y de justicia. Al mismo tiempo, creo que los Senadores de Renovaci�n Nacional no dejar�n de percibir la situaci�n de inquietud e incertidumbre existente, sensaci�n avalada por cifras demostrativas de que hay despidos. Algunos de �stos se fundan en la pol�tica de ajuste, l�gicamente, que el pa�s ha conocido; pero otros son ocasionados por la actitud de un sector de empresarios no maduros respecto de las nuevas condiciones que se dan en el pa�s, quienes entienden que los cambios que se avecinan en la legislaci�n laboral los van a perjudicar en la administraci�n de sus empresas. Ellos est�n equivocados, pero, en el hecho, se est� produciendo una situaci�n -reitero- que afecta el clima de entendimiento y tranquilidad en el pa�s. En consecuencia, se�or Presidente, por lo menos los miembros de la Comisi�n de Trabajo de esta Corporaci�n tenemos la decisi�n de abocarnos a nuestra tarea todos los d�as, si es necesario, de manera continuada, para poder o�r a todos los sectores involucrados. Y ya que nuestros Comit�s han tomado el acuerdo de que participe la Comisi�n de Legislaci�n, invito a los Honorables colegas que la integran a sumarse al esfuerzo que estamos dispuestos a realizar -con las correspondientes autorizaciones de la Sala para que sesionemos en forma simult�nea-, a fin de que no haya ning�n dirigente sindical ni empresarial, como tampoco profesores destacados en el ramo, que no pueda plantear su opini�n. Y, si notamos, se�or Presidente, que decrece, por una parte, el clima exagerado que est�n creando algunos empresarios, el cual genera una gran inquietud y efervescencia en los trabajadores, y advertimos en la Comisi�n, por la otra, que nos hace falta una adecuada ilustraci�n proveniente de alg�n sector, yo estar�a dispuesto a compartir la petici�n del Honorable se�or D�ez respecto de alg�n tiempo adicional, pues nuestra actitud es la de trabajar con la mayor seriedad posible. Pero me parece relevante que hoy d�a nos aboquemos al estudio del proyecto de acuerdo con la calificaci�n de la urgencia efectuada por el Ejecutivo, al cual le compete hacerlo, desde el punto de vista constitucional, sin perjuicio de que en nuestra labor podamos tener la flexibilidad necesaria. Eso es todo, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Lavandero. El se�or LAVANDERO.- Se�or Presidente, quiero aclarar una situaci�n. Cuando se nos consult� hoy en la ma�ana acerca de este punto, el Honorable se�or D�ez reclam� por la calificaci�n de "Suma Urgencia" de que ha sido objeto el primer proyecto. Siempre hemos dicho que quien debiera calificar la urgencia, es el Congreso y no el Ejecutivo. Desgraciadamente, la Constituci�n de 1980 entreg� esa facultad a este �ltimo. Frente a tal hecho y por la circunstancia de haber llegado la iniciativa con la calificaci�n mencionada, el Honorable se�or D�ez nos dijo: "Este proyecto debe ir, naturalmente, a la Comisi�n de Trabajo y despu�s, a la de Constituci�n, con lo cual quedar�a un tiempo muy exiguo para tratarlo." En una especie de transacci�n, aceptamos que de su estudio se encargase una Comisi�n unida de ambas, para que se contara con el tiempo suficiente. Entonces, me parece extempor�neo que ahora, en circunstancias de que llegamos a ese acuerdo, el Honorable se�or D�ez -quiz�s pens�ndolo mejor despu�s, o con los dem�s Senadores de su Partido- cambie su posici�n y reclame m�s tiempo. La verdad es que el acuerdo para que dichas Comisiones funcionaran unidas fue precisamente el que acabo de explicar, a fin de evitar el problema del corto tiempo que deriva de la calificaci�n de "Suma Urgencia". De manera que es preciso ser consecuentes con la determinaci�n que adoptamos. Nada m�s, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra la Honorable se�ora Feli�. La se�ora FELI�.- Se�or Presidente, el Comit� Independiente de 8 Senadores adhiere a la petici�n del Comit� Renovaci�n Nacional en el sentido de solicitar al Presidente de la Rep�blica que retire la calificaci�n de "Suma Urgencia". La iniciativa se refiere a la terminaci�n de los contratos de trabajo, materia sumamente compleja, de grandes consecuencias, tanto para el sector laboral como para el empresarial. Y, por lo mismo, el Senado deber� dedicar a su estudio todo su esfuerzo, y o�r tanto a las representaciones de los trabajadores como a la de los empresarios, al igual que, tal como se ha recordado en esta Sala, a los profesores universitarios de Derecho del Trabajo. Por eso, se�or Presidente, nuestro Comit� adhiere -reitero- a la petici�n al Presidente de la Rep�blica de que retire la calificaci�n mencionada. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Pi�era. El se�or PI�ERA.- Se�or Presidente, creo que la importancia y trascendencia de la legislaci�n laboral a la cual tendremos que abocarnos no escapa a la atenci�n de ninguno de los se�ores Senadores. Creo que �sta es la pieza legal m�s importante que nos ha tocado tratar respecto del mundo econ�mico. Lo es mucho m�s que la reforma tributaria, y ser�, probablemente, una de las m�s relevantes que nos corresponder�n estudiar en el ejercicio de nuestras funciones. Estimo, tambi�n, que una normativa de esa naturaleza no puede ser analizada parcialmente. Esto significa que los tres proyectos de ley ingresados al Senado y el presentado en la C�mara de Diputados conforman un todo arm�nico y coherente que debe ser estudiado en su globalidad. En consecuencia, pretender dar a una de sus partes un tr�mite distinto del resto no me parece la forma m�s correcta de enfrentar la tarea. En seguida, pienso que la legislaci�n laboral no s�lo afecta a trabajadores y empresarios. Y, en lo relativo a ambos, las que deben ser o�das no son �nicamente sus organizaciones principales -por respetables que sean-, sino que tambi�n, en un pa�s democr�tico como Chile, en donde existe pluralismo tanto a nivel laboral como a nivel empresarial, muchas instituciones representativas de ambos sectores que a�n no han podido manifestar su opini�n respecto de una legislaci�n que indudablemente los va a afectar. El conjunto de disposiciones que nos ocupan dice relaci�n, asimismo, en forma muy significativa, a otros sectores de la sociedad que no han tenido hasta ahora ninguna oportunidad de participar en este debate, y con la cual deben contar, sin duda, en el Senado y en el Congreso Nacional, puesto que, en �ltimo t�rmino, nosotros somos representantes de todos los chilenos y no solamente de parte de ellos. Ahora, el argumento de que en los pr�ximos 9 a�os -es decir, durante esta d�cada- se van a incorporar a la fuerza de trabajo un mill�n y medio de chilenos, de los cuales 550 mil aproximadamente ser�n mujeres, significa un desaf�o muy importante para nuestra sociedad y nuestra econom�a. La capacidad para proveer empleos con condiciones dignas, salarios adecuados y potenciales de progreso constituye tal vez el reto m�s importante que puede enfrentar un pa�s en v�as de desarrollo y que ha tenido experiencias tan dolorosas en materia de desempleo, como Chile en el pasado. En cuanto a lo que dec�a el Honorable se�or Hormaz�bal, si el solo hecho del anuncio de la ley en proyecto hubiera provocado despidos masivos, de lo cual discrepo -creo que el incremento en uno por ciento de la tasa de desempleo durante estos �ltimos tres meses obedece, en lo fundamental, a las consecuencias de una pol�tica de ajuste econ�mico iniciada con anterioridad al actual Gobierno, y tambi�n, a que no se ha sabido consolidar las condiciones de estabilidad y tranquilidad que requiere una econom�a para mantener su ritmo de desarrollo-, ello constituye una raz�n adicional para estudiar con mayor profundidad el contenido y alcance de dicha iniciativa, y en ning�n caso, ser�a un motivo para someter la tramitaci�n a plazos no prudentes, inconciliables con la necesaria maduraci�n y an�lisis que ese texto requiere. Finalmente, creo que en esta materia debemos privilegiar, sin duda, la calidad por sobre la premura. Todos los Honorables Senadores -estoy seguro- van a estar dispuestos a laborar cuanto sea preciso para lograr aprobar una ley conveniente al inter�s nacional. Desde este punto de vista, la oferta de un trabajo extraordinario es innecesaria, pues todos estamos dispuestos a realizarlo; pero sin la espada de Damocles de un plazo que, dadas la importancia y trascendencia de esta legislaci�n, es obviamente insuficiente. Por eso, adhiero a las palabras del Honorable se�or D�ez y de otros se�ores Senadores en el sentido de solicitar al Presidente de la Rep�blica que retire la calificaci�n de "Suma Urgencia". Gracias, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Papi. El se�or PAPI.- Se�or Presidente, s�lo deseo formular una consulta a los Honorables colegas que quieren pedir el retiro de la urgencia. En apariencia, las argumentaciones que aqu� se han dado son razonables, pero tambi�n lo son las que fundamentan el criterio opuesto. Y pienso que a nadie se le escapa el hecho de que �sta no es una materia que pueda quedar librada "sine die" a su discusi�n. De modo que mi consulta tiende a saber si estos Honorables colegas tienen en mente alg�n plazo alternativo, o bien, estar�an pensando, como acaba de decir el Honorable se�or Pi�era, en dejarla sin plazo o entregada a la tramitaci�n normal de cualquier proyecto de ley. El se�or D�EZ.- �La "Simple Urgencia" le dar�a preferencia en las Tablas de las Comisiones! Pido la palabra, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).-Tiene la palabra el Honorable se�or Guzm�n. El se�or GUZM�N.- Se�or Presidente, en primer lugar deseo manifestar que el Comit� Uni�n Dem�crata Independiente tambi�n solicita a Su Excelencia el Presidente de la Rep�blica retirar la calificaci�n de suma urgencia que ha dado al proyecto, sum�ndose, en tal sentido, a la petici�n formulada por Renovaci�n Nacional y por el Comit� Independiente de 8 Senadores. Hago presente que las razones que aqu� se han proporcionado no me parecen atendibles para dicha calificaci�n. Es necesario considerar que ning�n empleador en su sano juicio despide a un trabajador por maldad o por un sentido antisocial; como tampoco ning�n empresario en su sano juicio contrata a un trabajador en un rapto de bondad o de sentido social. Las contrataciones y los despidos obedecen a la apreciaci�n de los empleadores acerca del aporte de quienes se piensa contratar o despedir a la productividad de una empresa. No es una cuesti�n de sentimientos la que mueve en esta materia. Sin embargo, si nos atuvi�ramos al temor expresado por los Honorables se�ores Ruiz De Giorgio y Hormaz�bal, estimo que tampoco se actuar�a con realismo al calificar de "Suma Urgencia" la iniciativa. Es necesario tener en cuenta que la opini�n p�blica est� informada hace ya largos meses o varias semanas de que va a dictarse una legislaci�n en el sentido fundamental que hoy se ha concretado a trav�s del proyecto. Es necesario tener tambi�n en cuenta que, aun con el tr�mite de suma urgencia, el despacho de la normativa en cuesti�n por ambas ramas del Congreso, hasta su estado de promulgaci�n por el Gobierno, va a tomar el tiempo suficiente para que, si existiese la voluntad extra�a que se supone en el sentido de despedir trabajadores por un sentido antisocial algunos empleadores exactamente igual pudieran ejercer esa facultad en el lapso de varias semanas que demorar� ese despacho. No creo que la impida la calificaci�n a que se ha hecho referencia, la cual s� presenta, en cambio, todos los inconvenientes que han se�alado los Honorables se�ores D�ez y Pi�era, respecto de los cuales no quiero abundar, para no ser reiterativo y evitar alargar esta discusi�n. S�lo deseo observar al Honorable se�or Hormaz�bal que, a mi modo de ver, no s�lo en esta materia sino en todas las relacionadas con trabajo intelectual, no es igual el lapso prudencial en que se va decantando el juicio acerca de un asunto que similar tiempo acumulado en horas sucesivas de labor a lo largo de todo el pa�s. As� como no es lo mismo dictar un curso en 50 clases sucesivas desarrolladas en una semana que hacerlo a lo largo de un a�o lectivo completo, donde se va asimilando el tema y madurando la materia, el resultado que obtenga una Comisi�n del Senado, de la C�mara o de cualquier �rgano colegiado que trabaje todos los d�as a raz�n de D�ez horas en cada jornada no ser� igual que el conseguido laborando en forma normal y teniendo tiempo para aclarar los distintos puntos de vista que se expresen; para consultar pareceres tambi�n fuera de la Comisi�n (que es otra realidad a la que todos debemos atender, como parte de nuestras responsabilidades), y para llegar finalmente a una opini�n que sea el fruto de una maduraci�n suficiente del tema. Por eso, adelant�ndome a lo que preguntaba el Honorable se�or Papi, ten�a pensado sugerir que, en definitiva, pidi�ramos al Presidente de la Rep�blica una calificaci�n de "Simple Urgencia". Creo que ello es lo razonable, pues da una se�al de prioridad, no solo desde el punto de vista reglamentario para la ordenaci�n de la Tabla, sino tambi�n desde el �ngulo jer�rquico en cuanto a lo que el Gobierno desea que se trate con especial atenci�n y rapidez, pero dentro de lo razonable. Me parece que la "Suma Urgencia" no es lo procedente. Muchas gracias, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Navarrete. El se�or NAVARRETE.- Se�or Presidente, es indudable el inter�s que todos los Comit�s tenemos en el buen tratamiento de estos proyectos, tanto del que viene calificado de "Suma Urgencia" como de los otros dos. De las intervenciones de los diversos se�ores Senadores, queda claro que en el texto de estas iniciativas est� el inter�s, no s�lo de los trabajadores y de los empresarios, sino tambi�n del pa�s en su conjunto. Nadie puede prejuzgar en cuanto a que las diferencias existentes entre la calificaci�n que ha hecho el Gobierno y las proposiciones discrepantes de tres Comit�s puedan estar orientadas a un prop�sito distinto del de buscar la eficiencia y el buen rendimiento para que estas iniciativas se despachen como la ciudadan�a desea que finalmente suceda. Se�or Presidente, en el bien entendido de que las discrepancias son m�s bien de apreciaci�n en cuanto a fases metodol�gicas o a tratamiento en el tiempo, quisiera que aplic�ramos el procedimiento que hemos tenido oportunidad de utilizar en situaciones parecidas. Estoy sorprendido por el hecho de que este debate se desarrolle en la Sala, cuando hemos tenido ocasi�n de discutir la materia en Comit�s. Propongo entonces, se�or Presidente, que al t�rmino de la presente sesi�n se convoque a los Comit�s para analizar in extenso el mejor tratamiento que debe darse a dichos proyectos, con lo que podr�amos, de com�n acuerdo, solicitar al Presidente de la Rep�blica que modifique la calificaci�n de "Suma Urgencia" o, por el contrario, arribar a un planteamiento que sea el producto del consenso de la Corporaci�n. El se�or VALD�S (Presidente).- Hay una proposici�n del Honorable se�or Navarrete. Sobre ella, ofrezco la palabra. Tiene la palabra el Honorables se�or D�ez. El se�or D�EZ.- Se�or Presidente, formular� dos observaciones. Primero, quiero hacer presente al Honorable se�or Hormaz�bal que, al pedir para el Senado mas de diez d�as a fin de discutir un asunto de esa importancia cuando el Ejecutivo ha demorado m�s de 120 d�as en someterlo a nuestro conocimiento, lo que estamos haciendo es, no s�lo facilitar y posibilitar un trabajo serio del Congreso, sino tambi�n defender el prestigio de este Poder del Estado. S� que la bancada de la Concertaci�n ha criticado muchas veces (a mi juicio, injustamente) la Constituci�n por creer que en ella se asigna al Parlamento un papel disminuido. Y yo le pido que, siendo coincidente con su propio criterio, nos ayude a hacer pesar el papel que el Congreso debe tener como �rgano legislativo. Por tanto, no parece prudente que, mientras los empresarios, los trabajadores y el Ejecutivo toman m�s de 120 d�as para discutir el tema, se nos quiera circunscribir a 10 d�as, lapso en que no podr�amos o�r a todos los sectores ni sopesar la gravedad de lo que estemos aprobando y su coordinaci�n con el resto de la legislaci�n, principalmente con los restantes proyectos. Y la segunda observaci�n -muy breve- tiene por objeto para levantar un cargo que indirectamente, y quiz�s sin pensarlo, me hizo el Honorable se�or Lavandero. Cuando esta ma�ana fui a la Presidencia a hablar con el se�or Presidente de la Corporaci�n y con Su Se�or�a, sobre el proyecto en cuesti�n, en conocimiento de la tradici�n del Senado de que las enmiendas de C�digos se tramitaban de todas maneras a la Comisi�n de Legislaci�n, ped� que hici�ramos un estudio conjunto, porque, seg�n me hab�an informado, la iniciativa tra�a "Suma Urgencia". Esto no significaba un pronunciamiento m�o acerca de la conveniencia o inconveniencia de esa calificaci�n. Pero, frente al problema reglamentario que enfrenta el Senado, cre� prudente dar mi opini�n en la materia, sin que en el fondo hubiera negociaci�n o compromiso alguno. Al saber que vienen a la C�mara Alta los tres proyectos y que deben tratarse conjuntamente, considero una obligaci�n moral, en mi calidad de Comit� de los Senadores de Renovaci�n Nacional, y despu�s de consultar a ellos, hacer presente al Presidente de la Rep�blica que el tiempo es exiguo; que no guarda relaci�n con el prestigio y el funcionamiento del Congreso, y que no nos permitir� o�r a nadie ni pensar sobre una materia tan grave y de tanta incidencia en el desarrollo econ�mico del pa�s y en la situaci�n de los trabajadores actuales y de los trabajadores futuros, que tambi�n merecen nuestra atenci�n. Porque estamos legislando, se�or Presidente, no para una situaci�n coyuntural, sino -y creo que todos los se�ores Senadores concuerdan en ello- para estructurar una normativa que d� estabilidad y permanencia a la relaci�n laboral, que es muy importante para la marcha del pa�s. Por eso, insistimos en nuestra petici�n. No tenemos inconveniente alguno en reunirnos con los Comit�s, como sugiere el Honorable se�or Navarrete. Y esperamos que en la sesi�n pertinente nuestra solicitud se transforme en la decisi�n un�nime de los Comit�s de hacer presente ese punto de vista al se�or Presidente de la Rep�blica. Muchas gracias. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Thayer. El se�or THAYER.- Se�or Presidente, aun cuando no conozco los textos de las iniciativas, creo saber el tema que tratan. Adem�s, he seguido con mucha atenci�n la discusi�n previa. Me parece que es criterio concordante de todo este Honorable Senado el de que, respecto de la reforma laboral, debemos despachar un conjunto de leyes coherente. No podemos legislar en forma inconexa acerca de temas tan vinculados entre s�. Sobre este particular, autoridades de Gobierno me han expresado (y no creo ser desmentido) su preocupaci�n en el sentido de recibir la m�xima cooperaci�n para que se obtenga una legislaci�n coherente al respecto. �Por qu� digo esto, se�or Presidente? Porque si hemos de o�r -como es indispensable hacerlo- a sectores representativos del trabajo, de la producci�n, t�cnicos, gremiales, etc�tera, no los vamos a estar llamando separadamente para cada una de estas iniciativas, todas las cuales, tienen gran conexi�n entre s�. Lo razonable es que opinen sobre los temas del despido, del r�gimen sindical y de la negociaci�n colectiva, a los que se suma el relativo a las centrales sindicales, cuyo proyecto viene de la C�mara de Diputados. Por eso, apoyando lo dicho por el Honorable se�or Navarrete sobre la posibilidad de discutir el tema m�s detalladamente en reuni�n de Comit�s, quiero anticipar el punto de vista del Comit� que represento en cuanto a que es del todo conveniente que los tres proyectos tengan una marcha paralela y a que ser�a absolutamente contrario a la eficiencia y rapidez del despacho el hecho de que uno de ellos tuviera calificaci�n de urgencia, diferenci�ndose de los otros, pues eso entrabar�a el proceso de consultas y dificultar�a su despacho. M�s a�n, se�or Presidente, en lo referente al funcionamiento conjunto de ambas Comisiones, me parece que ser� muy �til (adicionalmente a la circunstancia de que se trata de la modificaci�n de un C�digo), por el hecho de que, seg�n entiendo, el proyecto relativo a r�gimen sindical contiene normas que reducen el derecho a negociar colectivamente a los trabajadores sindicados, lo que en primera instancia parece implicar un conflicto con la garant�a del derecho a negociar que establece la Carta Fundamental. Por eso, es conveniente que el asunto se trate de esa manera en Comisi�n. Muchas gracias. El se�or CALDER�N.- Pido la palabra, se�or Presidente. El se�or LAVANDERO.- Pido la palabra, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra Su Se�or�a. El se�or LAVANDERO.- Se�or Presidente, aqu� hay un punto trascendental que estamos discutiendo. Tocar las campanas a rebato porque un proyecto es calificado de "Suma Urgencia" me parece, no dir� inaceptable, pero s� est�ril. Porque, seg�n la Constituci�n de 1925, la facultad de calificar la urgencia de los proyectos correspond�a al Congreso; y conforme a la de 1980, tal atribuci�n pertenece al Ejecutivo. Y esa facultad es constitucional con la anuencia, el estudio y la dedicaci�n del Senador se�or D�ez, quien es una de las personas que aprobaron la Carta Fundamental que nos rige. El se�or D�EZ.- Y a mucha honra. El se�or LAVANDERO.-Por consiguiente, es incre�ble que ahora se venga a rechazar la calificaci�n de "Suma Urgencia", en circunstancias de que se est� ejerciendo una facultad constitucional. Esa calificaci�n puede tocar a este proyecto o a cualquier otro. Y en cada oportunidad va a aparecer un se�or Senador, posiblemente de Renovaci�n Nacional, y tal vez el Honorable se�or D�ez -quien cometi� el desaguisado de permitir que las calificaciones las hiciera el Ejecutivo y no el Parlamento, como fue tradicional-, para reclamar por esta situaci�n, que a nosotros no nos compete. En consecuencia, este debate, m�s all� de que llegue a conocerse por las personas ubicadas en las tribunas y por el resto de la opini�n p�blica, no tiene otra utilidad. De modo que terminemos con �l. Y si a Su Se�oril le parece desagradable o mala la "Suma Urgencia", hag�moslo presente al Ejecutivo, y punto. Pero no sigamos, pues llevamos casi una hora discutiendo sobre esta calificaci�n. Y quiero recordar por �ltima vez al Honorable se�or D�ez que �l es autor-como dice, "a mucha honra"- de esta Constituci�n, que a nosotros no nos gusta. El se�or Senador coloc� la disposici�n pertinente en la Carta Fundamental vigente, y ahora la rechaza. Y eso sucede porque Su Se�or�a en alguna ocasi�n legisl� entre cuatro paredes, y no con 47 Senadores, como hoy tiene oportunidad de hacerlo. El se�or VALD�S (Presidente).-Tiene la palabra el Honorable se�or Calder�n. El se�or CALDER�N.- En primer lugar, se�or Presidente, quiero reclamar, porque le ped� la palabra hace un buen rato; algunos se�ores Senadores hablaron dos veces, y a m� no se me ha permitido hacerlo hasta ahora. El se�or VALD�S (Presidente).- Exc�seme, se�or Senador. El se�or CALDER�N.- En segundo t�rmino, estamos de acuerdo en que el problema sea resuelto en sesi�n de Comit�s. Sin embargo, nos parece que el hecho de que el Presidente de la Rep�blica califique de "Suma Urgencia" uno de los proyectos y no los tres obedece precisamente a que debe estar pesando la inmensa cantidad de despidos que todos conocemos. Es cosa de visitar a las organizaciones sindicales o reunirse con ellas. La gente liga esos despidos a las leyes laborales. Es una posici�n o un sentimiento del mundo sindical que debe tomarse en cuenta. Lleva intranquilidad, y esto pesa para los trabajadores, para los empresarios, para el pa�s. De manera que no hay "Suma Urgencia" para los tres proyectos: es para uno solo. Por otra parte, creemos que la calidad del estudio puede compatibilizarse con la necesidad de la premura. En el tiempo que considera la "Suma Urgencia" podr�amos conseguir eso y, tambi�n, lo se�alado por Renovaci�n Nacional en el sentido de tener en cuenta la opini�n de organizaciones sindicales, empresariales, etc�tera. �ste es un tema largamente debatido. Es verdad que son 120 d�as lo que ha demorado el Ejecutivo. Pero ese lapso deriva de que ha estado buscando el consenso. Y ha logrado algunos acuerdos, aunque no los suficientes ni todos los que hubi�ramos querido. Sin embargo, alg�n consenso hay. Y por eso el esfuerzo del Gobierno en esos 120 d�as. Pero se parte de un consenso; se parte de una discusi�n; se parte de un an�lisis llevado a cabo por empresarios, trabajadores y Ejecutivo. El estudio en el Parlamento, entonces, no parte de cero, sino de un an�lisis acabado. Todos nosotros tenemos relaciones con ese mundo. De manera que all� hay antecedentes sobre esto, y el Congreso debe considerarlos. Creo que no existe incoherencia al plantear primero uno de los proyectos y despu�s los otros dos. El mismo Senador se�or Thayer -vuelvo a decirlo-, quien plantea esta posici�n, tiene un pensamiento coherente sobre la legislaci�n del trabajo. Y, aunque se discutan separadamente estos temas, su pensamiento es global, y no requiere necesariamente juntar los tres proyectos para tener un pensamiento sobre el conjunto de las materias. Por eso, creo que, con buena voluntad, Renovaci�n Nacional pod�a haber cedido a la "Suma Urgencia" que el Presidente de la Rep�blica reclama, teniendo en cuenta el clima nacional formado a ra�z de la discusi�n de las leyes laborales. No obstante, como todos estamos aqu� para ser positivos, me sumo a la sugerencia de analizar el problema en reuni�n de Comit�s. Gracias, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Papi. El se�or PAPI.- S�lo para reiterar lo planteado por el Comit� Radical y solicitar que se acoja la petici�n del Honorable se�or Navarrete, por ser inconducente este debate. Estoy seguro de que a nivel de Comit�s se podr� encontrar una alternativa que concilie las posiciones. El se�or VALD�S (Presidente).- Creo que ha habido una extensa discusi�n sobre el tema. Est� fuera de la facultad del Senado calificar las urgencias, y hay objeciones de algunos Comit�s a la "Suma Urgencia" que Su Excelencia el Presidente de la Rep�blica pidi� para uno de los proyectos. Me parece que, si no hubiera opini�n en contrario, ser�a prudente que el acuerdo sobre el tiempo que necesitan las Comisiones para estudiar las iniciativas fuera acordado en sesi�n celebrada por los Comit�s al final de esta reuni�n. El se�or D�EZ.- Pero siempre estar�amos circunscritos a los diez d�as de la "Suma Urgencia", se�or Presidente. Y vuelvo a decir que esto no es un rechazo -porque no tenemos facultad para rechazar-, sino una petici�n al Presidente de la Rep�blica. Todas las facultades que la Constituci�n confiere a los distintos Poderes del Estado est�n dadas sobre la base de que se ejercen razonablemente. Y creemos que en este caso tenemos derecho a pedir que el Primer Mandatario considere la situaci�n y vuelva atr�s, quiz�, en su idea de la "Suma Urgencia". Por lo dem�s, el Honorable se�or Lavandero debe recordar que esta Constituci�n y todas las del mundo no se pueden escribir por mil personas, sino por unas pocas. Y me honro de haber formado parte del grupo que redact� �sta, que el pa�s est� empezando a apreciar, Honorable colega. Tambi�n quiero recordar a Su Se�or�a que la Carta Fundamental fue aprobada en un plebiscito. Y, adem�s, que cuando los partidos pol�ticos plantearon modificaciones a ella, ninguno lo hizo a lo concerniente a las urgencias. Me parece importante dar al Presidente de la Rep�blica la facultad de se�alar al Congreso qu� proyectos requieren mayor urgencia en su despacho. Y sigo pensando igual, aunque el Jefe de Estado no sea de estas bancas. Pero eso no obsta a que, razonablemente, los miembros del Parlamento puedan representarle la forma como ejerce estos derechos que le otorga la Constituci�n y que se relacionan con su responsabilidad de gobernar el pa�s. En consecuencia, se�or Presidente, insistimos en que nuestra petici�n se transmita, en nombre del Comit� Renovaci�n Nacional, al Jefe del Estado. Y esperamos la respuesta antes de tener una reuni�n de Comit�s para fijar la forma como vamos a distribuir el plazo. El se�or VALD�S (Presidente).- La Mesa s�lo est� en condiciones de tramitar las peticiones que se hagan al Primer Mandatario en nombre de los Comit�s. Por lo tanto, daremos curso a la solicitud formulada a Su Excelencia el Presidente de la Rep�blica por los Comit�s Renovaci�n Nacional, Uni�n Dem�crata Independiente e Independiente para que extienda el plazo de la iniciativa en cuesti�n. Sin perjuicio de eso, me permito invitar a los representantes de los diversos Comit�s a una reuni�n inmediatamente despu�s de terminada esta sesi�n, para ver si se puede llegar a un acuerdo. El se�or D�EZ.- Iremos con el mayor agrado. El se�or VALD�S (Presidente).- Ahora bien, se�ores Senadores: no he querido intervenir en el debate, pero debo precisar una cuesti�n de hecho. El Honorable se�or D�ez ha dicho que el Primer Mandatario anuncio aqu� este proyecto el 11 de marzo. Quiero recordar al se�or Senador que el 11 de marzo se llev� a efecto aqu� una ceremonia muy distinta. En verdad, Su Excelencia el Presidente de la Rep�blica lo anunci� el 21 de mayo, lo cual, seg�n mis c�lculos, hace que no sean 120 d�as, sino 56. S�lo quer�a hacer esa rectificaci�n. Contin�a la Cuenta. Tiene la palabra el se�or Prosecretario. El se�or LAGOS (Prosecretario).- Gracias, se�or Presidente. Oficios De la Honorable C�mara de Diputados, con el que comunica que ha dado su asentimiento a la formaci�n de una Comisi�n Mixta de Senadores y Diputados que proponga a ambas Corporaciones las normas reglamentarias a que se refiere el art�culo 20 de la ley N� 18.918, Org�nica Constitucional del Congreso Nacional, necesarias para dar cumplimiento a lo dispuesto por los art�culos 67 y 68 de la Constituci�n Pol�tica de la Rep�blica; y, para tal efecto, ha designado a los cinco integrantes que se�ala. --Se toma conocimiento. Del se�or Ministro de Miner�a, con el que da respuesta al oficio enviado en nombre del Honorable Senador don Jos� Ruiz De Giorgio en relaci�n con los problemas que afectaron a la ciudad de Punta Arenas con motivo del reciente temporal. Del se�or Ministro de Educaci�n, con el que da respuesta al oficio enviado en nombre del Honorable Senador don Nicol�s D�az en relaci�n con la creaci�n de un museo con obras del escultor se�or Samuel Rom�n Rojas. --Quedan a disposici�n de los se�ores Senadores. Informe De la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento, reca�do en la parte desglosada del proyecto de acuerdo, iniciado en moci�n del Honorable Senador se�or Urenda, que modifica el Reglamento del Senado (v�ase en los Anexos, documento 4). --Queda para tabla. El se�or VALD�S (Presidente).- Terminada la Cuenta. AUTORIZACI�N A COMISI�N DE TRANSPORTES Y TELECOMUNICACIONES PARA SESIONAR SIMULT�NEAMENTE CON LA SALA El se�or VALD�S (Presidente).- Informo a la Sala que los Comit�s Parlamentarios acordaron autorizar a la Comisi�n de Transportes y Telecomunicaciones para sesionar simult�neamente con la Sala el mi�rcoles 18 de julio, a las 16:30, con el objeto de continuar el estudio del proyecto, en segundo tr�mite constitucional, que modifica la ley N� 18.696 y establece normas relativas al transporte de pasajeros. V. ORDEN DEL D�A MODIFICACI�N DE REGLAMENTO DEL SENADO El se�or VALD�S (Presidente).- Asimismo, los Comit�s, por unanimidad, acordaron tratar en esta sesi�n el proyecto de acuerdo que modifica el Reglamento del Senado, en cuya parte desglosada recae el informe de la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento de que se acaba de dar cuenta, que fue aprobado por unanimidad. --Los antecedentes sobre el proyecto figuran en los Diarios de Sesiones que se indican: Proyecto de acuerdo (moci�n del se�or Urenda) En primer tr�mite, sesi�n 3a., en 27 de marzo de 1990 Informes de Comisi�n: Constituci�n, Legislaci�n, justicia y Reglamento (parte desglosada), sesi�n 17�, en 17 de julio de 1990. El se�or VALD�S (Presidente).- Ofrezco la palabra. Tiene la palabra el Honorable se�or Romero. El se�or ROMERO.- Gracias, se�or Presidente. El art�culo 144 del proyecto de Reglamento, relativo a las votaciones secretas, se�ala en su inciso segundo lo siguiente: "Asimismo, la votaci�n ser� secreta cuando, antes de su inicio, uno o m�s Comit�s as� lo solicite."... La verdad, se�or Presidente, es que la importancia de una votaci�n secreta no tiene relaci�n con este planteamiento, dado que ella significa, en definitiva, que la opini�n p�blica o quienes estamos en la Sala no podamos conocer la posici�n asumida sobre determinada materia por quien ejerza el derecho de pronunciarse en esa forma. No me parece claro que un Comit� pueda solicitar, antes de su inicio, que la votaci�n tenga car�cter secreto. Al contrario, estimo que ser�a m�s l�gico que la solicitud para declararla secreta fuera formulada por la mayor�a de la Sala. Hago presente el punto, porque me parece que ser�a lo m�s razonable respecto de esta cuesti�n. Muchas gracias. El se�or VALD�S (Presidente).-Ofrezco la palabra. Tiene la palabra el Honorable se�or Guzm�n. El se�or GUZM�N.- Deseo hacer una sugerencia de orden general y, posteriormente, una observaci�n de car�cter espec�fico sobre las palabras del Honorable se�or Romero. En primer t�rmino, dada la naturaleza del proyecto que nos ocupa, me parece que lo l�gico ser�a que lo aprob�ramos en general en esta sesi�n. Porque no cabe sino aprobarlo, desde el momento en que el Senado debe tener un Reglamento, y no podr�a pensarse que se rechaza en general la iniciativa. Aprobado en general, podr�amos fijar plazo hasta ma�ana -o hasta cuando se estimase prudente- para los efectos de presentar indicaciones espec�ficas. Porque, trat�ndose de un tema reglamentario, son muchos los puntos de detalle que se abordan y que pueden ser objeto de indicaci�n por parte de alg�n se�or Senador. Eso, como observaci�n general. De lo contrario, podr�a producirse en esta sesi�n un debate muy desordenado sobre los m�s variados aspectos que cada cual quisiera comentar en torno de lo que se propone. Espec�ficamente, respecto de la observaci�n del Honorable se�or Romero, me gustar�a fundamentar cu�l ha sido el predicamento de la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento para hacer su sugerencia. Frente al dilema de si las votaciones del Congreso o de sus ramas deben ser p�blicas o secretas, hay dos maneras de aproximarse a �l. Una primera forma de analizarlo y resolverlo es considerar que lo que estamos haciendo aqu� como Senadores -o como Parlamentarios en general, si lo extendemos a la C�mara de Diputados- es una funci�n pol�tica que tiene una analog�a muy directa con la que realiza el ciudadano elector cuando concurre a las urnas a sufragar para elegir a las autoridades, sean unipersonales o colegiadas. Siempre se ha pensado que es de la esencia de un r�gimen democr�tico que el voto del pueblo sea secreto. Y, si consideramos v�lida esa analog�a para un cuerpo colegiado como el Senado -que resuelve materias pol�ticas y act�a en la �rbita pol�tica sobre la base de decisiones tambi�n pol�ticas de quienes estamos aqu�-, la votaci�n secreta debiera ser la norma general, salvo que hubiera acuerdo un�nime para votar en forma p�blica. Pero si hay un Comit� que desee hacer valer su derecho a que la votaci�n sea secreta, ella debe realizarse de este modo, porque �sa es la filosof�a fundamental de c�mo se vota en un �rgano pol�tico, siguiendo la analog�a que he hecho con el sufragio popular. Otro enfoque -distinto del primero y contrapuesto a �l- es el de asimilar la votaci�n de un �rgano como el Senado a las resoluciones que adoptan los Tribunales de Justicia en sus instancias colegiadas, donde siempre cada Ministro deja constancia de c�mo ha votado. Puestos frente a ese dilema, nos pareci� que nuestra funci�n se asimila m�s al car�cter secreto que reviste el voto popular que a la naturaleza siempre p�blica que tiene el fallo de los Ministros de los Tribunales colegiados que ejercen la administraci�n de justicia. Y por esa misma raz�n -si se observa bien la proposici�n;-, en el caso de aquellas facultades de car�cter jurisdiccional o semijurisdiccional que tiene el Senado y que est�n contempladas en el art�culo 49 de la Constituci�n Pol�tica en sus n�meros 1), 2) y 3), se sugiere que la votaci�n deba ser siempre p�blica. Nos parece que la votaci�n debe ser p�blica, por ejemplo, cuando el Senado se pronuncia sobre una acusaci�n constitucional o acerca de la autorizaci�n para iniciar una acusaci�n civil en contra de un Ministro de Estado por actos injustos que hayan causado perjuicio a un particular, porque en esos casos se est� asimilando la funci�n de esta Corporaci�n a la de un �rgano judicial, donde nadie puede esconder en secreto su veredicto, a diferencia del leg�timo derecho a mantenerla en secreto cuando se vota pol�ticamente materias del car�cter se�alado. Para terminar, hago presente que el secreto del voto es un resguardo para quien desee conservarlo; a nadie le est� impedido que manifieste c�mo vota y que lo haga en forma p�blica. Y, ciertamente, todos nosotros realizamos campa�as pol�ticas en las que expusimos p�blicamente al pa�s entero cu�l es nuestro parecer. Y as� como cualquier ciudadano lo puede hacer en el �mbito que desee -anunciar, por ejemplo, c�mo votar� en una elecci�n popular-, de la misma manera puede proceder un Parlamentario. En consecuencia, no se trata de negar a nadie el derecho de decir c�mo votar�, sino de respetar el derecho de quien desee votar en secreto, si existen circunstancias que considera adecuadas para resguardar ese car�cter. Muchas gracias, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Ofrezco la palabra. Tiene la palabra la Honorable se�ora Soto. La se�ora SOTO.- Se�or Presidente, estoy plenamente de acuerdo en aprobar en general el proyecto de Reglamento, pero estimo que la reflexi�n del Honorable se�or Guzm�n es totalmente equivocada, porque los Parlamentarios, como representantes populares, como mandatarios del pueblo, tenemos que responder ante quienes nos eligieron. Por tal raz�n, nuestros votos y posiciones siempre han de ser p�blicos. Por lo dem�s, la publicidad no s�lo se establece en el C�digo Org�nico de Tribunales, sino que tiene �ntima relaci�n con una verdadera democracia: en ella tiene que haber transparencia suficiente para que todos sepan, realmente, el pensamiento de cada cual. En consecuencia, me inclino favorablemente a la sugerencia del Honorable se�or Romero. El se�or VALD�S (Presidente).- Se ha formulado una proposici�n para aprobar en general el proyecto de Reglamento tal como ha sido presentado por la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento. Si no hay observaci�n, se aprobar� en general. Aprobado. Asimismo, se ha propuesto dar un cierto plazo para estudiar los detalles y formular indicaciones. Sugiero que tal plazo venza el martes venidero, a fin de que la Sala analice las indicaciones en la sesi�n ordinaria de ese d�a. Ofrezco la palabra. Tiene la palabra el Senador se�or Ruiz-Esquide. El se�or RUIZ-ESQUIDE.- Se�or Presidente, en general, cuando se presentan indicaciones hasta inmediatamente antes de las sesiones, siempre han existido algunas dificultades. Acogiendo el �nimo de que la iniciativa se resuelva r�pido pero con tranquilidad, propongo que las indicaciones se formulen hasta el pr�ximo lunes, lo que permitir�a conocerlas con antelaci�n a la sesi�n ordinaria del d�a siguiente. El se�or VALD�S (Presidente).- �Habr�a acuerdo para esa proposici�n? Tiene la palabra el Honorable se�or D�ez. El se�or D�EZ.- Se�or Presidente, entiendo que una vez formuladas las indicaciones el proyecto -al igual que todos- debe volver a Comisi�n para segundo informe. Por eso, me parece muy conveniente que ellas se presenten hasta el lunes para que la Comisi�n las examine el d�a siguiente, y si no son muchas, tratarlas en la sesi�n de Sala del martes o mi�rcoles de la semana entrante. El se�or VALD�S (Presidente).- Si no hay objeci�n, el plazo para formular indicaciones vencer� a las 13 del lunes para procesarlas y copiarlas en la tarde, y se entregar�an a la Comisi�n... El se�or RUIZ-ESQUIDE.- Directamente, para ocuparse en ellas el martes y tratarlas en la Sala en la tarde de ese mismo d�a. El se�or VALD�S (Presidente).- Si es posible. Si no hay oposici�n, as� se proceder�. Acordado. A continuaci�n, el Honorable se�or Anselmo Sule, en nombre del Comit� Radical, rendir� homenaje en memoria del ex Alcalde de Talca, se�or Enrique Casta��n, recientemente fallecido. Tiene la palabra el Senador se�or Sule. HOMENAJE EN MEMORIA DEL EX ALCALDE DE TALCA SE�OR GREGORIO ENRIQUE CASTA��N CASTA��N. COMUNICACI�N El se�or SULE.- Se�or Presidente, Honorable Senado, estimados colegas: Cumplo con la noble misi�n de rendir, en nombre del Comit� Radical, un sentido y p�stumo homenaje en memoria del querido maestro y hombre p�blico don Gregorio Enrique Casta��n Casta��n. Don Gregorio naci� en la nortina y hermosa ciudad de Antofagasta, y sus estudios, hasta recibirse de profesor normalista, los curs� en la cuna del radicalismo, en Copiap�. Su gran esp�ritu de superaci�n lo motiv� a buscar su permanente perfeccionamiento. Hizo diversos cursos en ese sentido hasta ser uno de los alumnos m�s destacados de matem�ticas y f�sica en la Universidad T�cnica del Estado, en Talca. Posteriormente, inici� su carrera profesional en las Escuelas de Antofagasta, Oficinas Salitreras de Pedro de Valdivia, Jos� Francisco Vergara y Mar�a Elena. Lleg� trasladado a Talca en 1955, ciudad donde fue profesor de varias escuelas b�sicas; Director de Primera Clase en la Escuela N� 1, desde 1964 a 1971; profesor de Matem�ticas de los tres liceos fiscales (el de Hombres, el de Mujeres y el Nocturno), y en las especialidades de Gimnasia, Trabajos Manuales e Historia. En el campo social, se destac� como periodista y comentarista deportivo en radios y diarios de Talca; dirigente de varias instituciones deportivas, art�sticas, culturales, colonias escolares, de alfabetizaci�n y societarias; director del Club de Deportes "Rangers" de Talca; presidente d� la Asociaci�n Deportiva Escolar Primaria (ADEP), y director de instituciones de socorros mutuos. En el campo gremial, integr� el organismo denominado "Uni�n de Profesores de Chile", desde 1946 hasta su deceso. Posteriormente fue dirigente sindical en Antofagasta y Pedro de Valdivia. En Talca, durante cinco a�os consecutivos, fue dirigente del Colegio Regional de Profesores. Mientras fue Presidente Provincial del mismo organismo, se construy� el Mausoleo de Maestros, con 84 nichos, y se adquiri� la Casa del Profesor. Al momento de su muerte era Secretario General Regional del Colegio de Profesores, reelegido el a�o pasado con la primera mayor�a en la Regi�n. En el aspecto pol�tico, fue militante del Partido Radical desde 1942, inici�ndose en la Juventud Radical de la ciudad de Copiap�; fue dirigente de la citada colectividad en Antofagasta y Pedro de Valdivia; en la ciudad de Talca desempe�� con �xito todos los cargos directivos del Partido, desde Presidente de la Asamblea hasta Presidente Provincial, en momentos dif�ciles para la Rep�blica; y fue delegado permanente, elegido por las bases, en las Convenciones Nacionales del Radicalismo. Fue, asimismo, Presidente Regional del Frente Radical de Trabajadores de la Educaci�n (FRATE); Presidente Provincial de la Unidad Popular y de la campa�a presidencial del doctor Salvador Allende. En el actual per�odo, ocup� el cargo de Secretario Provincial del Comando de la Concertaci�n. Entre 1971 y 1973 fue Regidor y Alcalde de la Ilustre Municipalidad de Talca, donde demostr� su alta sensibilidad social y su permanente preocupaci�n por los despose�dos. El profesor Casta��n fue un hombre ejemplar que dedic� su vida entera a sus vocaciones de maestro y de servidor p�blico, y fue un eterno luchador por la restauraci�n de la democracia en nuestro pa�s. La comunidad de Talca lo llora; quienes tuvimos la suerte de conocerlo y de ser sus amigos, tambi�n lo lloramos. Pero nos consuela el hecho de que sus huellas, su ejemplo y su recuerdo ser�n perennes. Desde esta Alta Corporaci�n, en nombre del Partido Radical de Chile, entregamos a su familia, a su esposa y a sus cuatro hijos los sentimientos m�s profundos de pesar. Y hoy, a una semana de su muerte, rendimos al gran maestro Casta��n un p�stumo homenaje, el mismo que se brinda a los hombres justos y buenos de la patria. Ruego al se�or Presidente que ordene comunicar nuestras expresiones a la familia de maestro Gregorio Enrique Casta��n Casta��n. Muchas gracias, se�or Presidente. El se�or RUIZ-ESQUIDE.- En nombre del Comit� Dem�crata Cristiano. El se�or THAYER.- Y en el m�o. El se�or D�EZ.- Tambi�n en el del Comit� Renovaci�n Nacional. La se�ora SOTO.- Y en el del Comit� Partidos por la Democracia y Socialista. El se�or CANTUARIAS.- Y del Comit� Uni�n Dem�crata Independiente. El se�or VALD�S (Presidente).- Se har� llegar la comunicaci�n respectiva a la familia Casta��n, en nombre del Honorable se�or Thayer y de los Comit�s Radical, Dem�crata Cristiano, Renovaci�n Nacional, Partidos por la Democracia y Socialista, y Uni�n Dem�crata Independiente. El se�or RUIZ-ESQUIDE.- En nombre del Senado, se�or Presidente. VI. INCIDENTES El se�or VALD�S (Presidente).- En Incidentes, el primer turno corresponde al Comit� Mixto. Tiene la palabra el Honorable se�or Thayer. RESPUESTA A UNA CAMPA�A INNOBLE El se�or THAYER.- Se�or Presidente, s�lo voy a tomar tres minutos. En los pasados d�as se conoci� la declaraci�n emitida por un oficial N.N., que ha motivado disgusto y protestas en todos los sectores, sea por el contenido de lo aseverado, sea por la irresponsable conducta de ocultarse en el anonimato para abordar un delicado y conflictivo asunto. Aqu�, en el Senado, ha ocurrido algo en cierta medida similar. La semana pasada deb� referirme a una carta suscrita por un se�or Varas, bajo un carn� de identidad n�mero 3 millones y tanto, raya 3, en la que se me alude injuriosa y calumniosamente, ofendiendo tambi�n en forma grave la seriedad acad�mica de quienes me sucedieron en la conducci�n de la Universidad Austral de Chile. Dicha carta, acogida por algunos medios de prensa, deb� refutarla. Adem�s, por ser delictual, me opuse a su inserci�n en la Versi�n Taquigr�fica. Declaro ante el Honorable Senado que hice indagar qui�n era efectivamente mi gratuito detractor, el se�or Alejandro Varas, cuya c�dula de identidad acabo de mencionar. El resultado de esta indagaci�n es aleccionador y debo dar cuenta de �l en este Hemiciclo: no existe tal c�dula de identidad. La m�s cercana es una de igual n�mero pero con clasificaci�n distinta (raya 8 y no 3), y corresponde a don Gumercindo del Carmen Ojeda y Ojeda. Naturalmente, personas que se llamen "Alejandro Varas" hay innumerables en los registros, pero ninguna corresponde a la identificaci�n de quien gratuitamente injuri� y calumni� al Senador que habla y a la Universidad Austral de Chile. Debo expresar, adem�s, se�or Presidente y Honorable Senado, que la Versi�n Extractada que se public� el 14 de julio no estim� del caso hacer constar mi protesta por las ofensas al personal directivo de dicha Casa de Estudios Superiores y mi expresa solidaridad con quienes de manera ponderada y correcta procedieron a reorganizarla despu�s de mi alejamiento, en esos dif�ciles d�as; entre ellos, el actual rector, reci�n electo, mi admirado amigo y profesor Erwin Haverbeck. Como �l -y muchos lo saben-, el 11 de septiembre de 1973 yo estaba en Santiago, donde deb� permanecer hasta fines de ese mes, en espera del desenlace de las delicadas gestiones que realizaba el presidente del Consejo de Rectores, don Eduardo Boeninger, con la Junta de Gobierno que hab�a asumido el poder. S�lo el 24 de septiembre pude regresar a Valdivia, pero con mis poderes en suspenso, pendientes del resultado de dichas gestiones. Entre los d�as 25 y 26 de septiembre se elabor� en Santiago un detallado memor�ndum, que se hizo llegar, en nombre de los rectores, a la Junta de Gobierno. La reuni�n final tuvo lugar el 28 de septiembre. Dicho documento no fue aceptado por la autoridad militar y se nombraron rectores delegados en todo el pa�s. Por lo mismo, los rectores de aquel entonces nada tuvimos que ver con las medidas de reorganizaci�n adoptadas en las respectivas universidades; mucho menos, con la acci�n de los tribunales militares. En cambio, porque consta en la memoria anual de 1973, juzgo que en la Universidad Austral de Chile se procedi� con suma prudencia y rectitud. Pido que se haga constar tambi�n este testimonio, aunque sea en forma extractada, en la Versi�n Oficial respectiva. Es un deber de lealtad para con amigos que permanecieron en esa universidad y que afrontaron, con valent�a, prudencia y profundo respeto a la dignidad humana y universitaria, un momento particularmente dif�cil. No hay mejor prueba de que este aserto lo comparte la comunidad universitaria que la reciente elecci�n como rector del entonces decano de la Facultad de Letras se�or Erwin Haverbeck. Se�or Presidente, Honorables colegas: Si es condici�n jur�dica de mi cago de Senador haberme desempe�ado por lo menos durante dos a�os consecutivos como rector de una universidad estatal o reconocida por el Estado (lo fui por m�s de cinco a�os en la Universidad Austral de Chile), es condici�n moral haberlo hecho con limpieza y dignidad. Por eso he debido defenderme de lo expuesto en una comunicaci�n infamante, que finalmente result� ser ap�crifa. Pero, sin ese debate -por momentos �speros- la falsa y delictual acusaci�n se habr� sumado a los muchos factores que contaminan nuestra renaciente democracia. Reitero mi fe en que, con el esfuerzo mancomunado y la amistad c�vica de los hombres de bien, conseguiremos aislar a las perniciosas minor�as que no saben, no quieren o no pueden vivir en libertad. Nada m�s. Muchas gracias, se�or Presidente. COMPETENCIA EXTRANJERA DESLEAL EN MINER�A DEL CARB�N. JUBILACI�N ANTICIPADA DE TRABAJADORES MINEROS El se�or CANTUARIAS.- Pido la palabra, se�or Presidente. El se�or VALD�S.- Tiene la palabra Su Se�or�a. El se�or CANTUARIAS.- Se�or Presidente, en el d�a de ayer sostuve una reuni�n con dirigentes sindicales de la carbon�fera Schwager, en la ciudad de Coronel, oportunidad en la que se me solicit� transmitir a los Honorables miembros del Senado la grave situaci�n por la que atraviesan, a ra�z de la desleal competencia que han debido soportar en el �ltimo tiempo por parte de las industrias de carb�n extranjeras -que en muchos casos reciben subvenci�n estatal-, en t�rminos tales que hoy resulta m�s conveniente comprar carb�n importado que nacional, dada la diferencia de precio. Ello ha ocasionado graves perjuicios a la industria chilena, siendo imprescindible adoptar prontamente medidas concretas tendientes a proteger la producci�n interna y a los trabajadores comprometidos en ella. Por esta raz�n, nos ha parecido oportuno el requerimiento que en tal sentido ha formulado esta Honorable Corporaci�n -espec�ficamente el Honorable se�or R�os- a las autoridades nacionales vinculadas con dicho sector, en orden a que se le informe acerca de la magnitud del problema que enfrentamos y las eventuales acciones alternativas que se pueden seguir en esos casos. Porque no es posible reclamar que las empresas nacionales respeten las reglas del juego, si conjuntamente no se disponen las medidas necesarias destinadas a resguardar que igual actitud sea observada tambi�n por quienes ingresan sus productos a nuestro pa�s. Tenemos el deber de velar por que las referidas reglas del juego sean acatadas por todos, e impedir o frenar a tiempo la introducci�n de factores ajenos que distorsionen el funcionamiento de una econom�a libre y abierta. Por otro lado, se�or Presidente, existe otra inquietud que se me ha pedido transmitir al Senado, que dice relaci�n con el problema de la jubilaci�n anticipada que reclaman los trabajadores de la miner�a del carb�n. La historia previsional chilena contiene diversos antecedentes acerca de los errores, vac�os e imperfecciones en que se incurri� al dar respuesta a los innumerables requerimientos inherentes en el desaf�o de lograr una seguridad social justa, eficiente y oportuna. En gran medida, las iniciativas emprendidas durante los �ltimos a�os trataron de corregir esos errores, salvar los vac�os y perfeccionar las normas legales dirigidas a garantizar la eficiencia, oportunidad y justicia de nuestra seguridad social. M�s all� de las inevitables diferencias que pudieran existir en el diagn�stico acerca de los logros concretos y efectivos obtenidos en tal sentido por la actual legislaci�n previsional, todos parecen concordar en la necesidad de modificarla en ese aspecto. Con todo, nunca ser� suficiente el esfuerzo desplegado en este �mbito. Y siempre habr� nuevos y mayores desaf�os que enfrentar para mantenernos en armon�a con los tiempos modernos. Mucho se ha insistido en torno al problema de la jubilaci�n anticipada para los trabajadores de la miner�a del carb�n. Inevitablemente, cada vez que alguna autoridad visita la zona carbon�fera, este tema adquiere notoria actualidad, situ�ndose en el primer plano de las noticias. Sin embargo, desafortunadamente para las personas involucradas y que trabajan en el �rea del carb�n, el tema no ha pasado del �mbito de la noticia para traducirse en logros concretos. Por nuestra parte, tenemos la sensaci�n de que tal paradoja no obedece a una sensibilidad social precaria de dichas autoridades. Nadie que haya conocido en el terreno la realidad en que se debate a diario el minero del carb�n podr�a sustraerse a sus leg�timas aspiraciones. Conocemos el entorno en que a diario se desenvuelven estos trabajadores. En rigor, la naturaleza de las faenas que les corresponde desarrollar no resiste comparaci�n con otras actividades de la producci�n nacional. Ciertamente, la soluci�n de la cuesti�n previsional planteada se impone con urgencia, por el hondo contenido humanitario subyacente en ella. Sin vacilaciones ni reservas de ninguna especie, recogemos la inquietud de nuestros amigos del carb�n. Una jubilaci�n anticipada, que obedezca a un per�odo de trabajo determinado -25 � 30 a�os de servicios, por ejemplo-, adem�s de necesaria es justa, por cuanto la naturaleza de sus funciones en muchos casos hace ilusoria la posibilidad de jubilar a los 65 a�os de edad, requisito que hoy rige en t�rminos uniformes para todos los trabajadores del pa�s. Con todo, un an�lisis profundo y serio de esta materia pasa necesariamente por reconocer que de nada servir�a al trabajador del carb�n una jubilaci�n anticipada si conjuntamente con ello no se le otorga una pensi�n digna que reemplace su remuneraci�n, en t�rminos tales que le permita subsistir sin graves tropiezos junto a su grupo familiar. �He aqu� la cuesti�n medular que ha inhibido todo intento en este sentido! Es un hecho incuestionable que los montos de las pensiones han experimentado un notable incremento a partir del r�gimen previsional basado en el ahorro personal. Por ello, cualquier iniciativa en la materia forzosamente debe inscribirse en el marco del ahorro personal. Los reg�menes previsionales alternativos que tuvimos la oportunidad de conocer en nuestro pa�s demostraron hasta la saciedad su ineficiencia al no permitir pensiones dignas. Baste confrontar los beneficios previsionales entre el actual y los anteriores sistemas para constatar la efectividad de mi aseveraci�n. En consecuencia, una jubilaci�n anticipada para los mineros del carb�n se traduce en una interrogante precisa, a saber: c�mo se logra que un trabajador, despu�s de veinticinco o treinta a�os de servicios, reciba una pensi�n de monto similar a la de otro que jubila a los sesenta y cinco a�os de edad. El actual r�gimen previsional est� concebido de manera tal que un trabajador necesita cotizar aproximadamente durante 40 � 45 a�os para obtener una pensi�n significativamente superior a la del antiguo sistema de las Cajas de Previsi�n. Por consiguiente, al disminuirse el per�odo de cotizaci�n a veinticinco o treinta a�os, como se propone para los trabajadores de la miner�a del carb�n, debe necesariamente aumentarse el monto de las cotizaciones en la misma proporci�n, posibilitando, de esta forma, su jubilaci�n en un menor espacio de tiempo, pero con pensiones similares a las comunes de la poblaci�n laboral del pa�s. Se trata, por lo tanto, de un problema de recursos. Cualquier iniciativa legislad va debe estar en condiciones de solucionar dicha cuesti�n para poder ser considerada seriamente. Por otra parte, de acuerdo con nuestro ordenamiento constitucional, corresponde al Presidente de la Rep�blica la iniciativa exclusiva en esta materia. Ello significa que la soluci�n al problema de los mineros del carb�n debe originarse en el Poder Ejecutivo, lo cual no obsta, por cierto, a que los Parlamentarios que compartimos esta inquietud podamos formular sugerencias concretas al Gobierno, a fin de que despache a la mayor brevedad posible un proyecto de ley que d� una soluci�n definitiva al problema planteado. En este sentido, subrayamos la urgencia que dicha iniciativa legal tiene para los hombres del carb�n. Asimismo, reconociendo la justicia envuelta en la jubilaci�n anticipada reclamada por ellos, advertimos acerca de la forma como debe abordarse esta materia. Aumentar el monto de las cotizaciones y hacerlas compartidas entre trabajadores y empleadores nos parece el camino m�s apropiado y r�pido para ello. Al respecto, hemos conocido el deseo y la disposici�n de los trabajadores del carb�n en orden a materializar el referido proyecto en el sentido se�alado. Tal alternativa permitir�a a los mineros del carb�n jubilar anticipadamente y contar con pensiones dignas, logrando, de esta manera, una aut�ntica seguridad social. En base a lo anterior, se�or Presidente, quisiera proponer a los Honorables Senadores de la Concertaci�n presentes en esta Sala que transmitan al Poder Ejecutivo la necesidad de proceder al pronto estudio y env�o al Parlamento de un proyecto que recoja la inquietud formulada precedentemente. Y, desde luego, invito a mis Honorables colegas a que nos comprometamos resueltamente a brindar todo nuestro apoyo a cualquier iniciativa presidencial que, recogiendo los anteriores lineamientos generales, se traduzca en un beneficio para los trabajadores del carb�n. Muchas gracias, se�or Presidente. El se�or FREI (don Arturo).- �Me permite una interrupci�n, Honorable colega? El se�or CANTUARIAS.- He terminado de usar la palabra. El se�or RUIZ-ESQUIDE.- Que el Honorable se�or Frei intervenga en el tiempo de nuestro Comit�. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra Su Se�or�a. El se�or FREI (don Arturo).- Se�or Presidente, deseo referirme al tema expuesto por el Honorable se�or Cantuarias, ya que hace 10 d�as tuve la oportunidad no s�lo de reunirme con los mineros del carb�n -invitado por ellos-, sino tambi�n de bajar al frente de trabajo de la mina de Schwager, en Coronel, acompa�ado de los Diputados del distrito se�ores Edmundo Salas y Jos� Miguel Ortiz. Durante 4 horas compartimos con los trabajadores en su propio lugar de actividad, donde comprobamos la rudeza y dureza de las labores que realizan. Tambi�n pudimos apreciar las enfermedades profesionales que normalmente les aquejan: problemas a los o�dos, por el barreteo y los dinamitazos; afecciones a las rodillas y a la columna, por la posici�n que deben adoptar para extraer el mineral, y la neumoconiosis, vulgarmente llamada "silicosis", que es la enfermedad t�pica de los mineros. A ra�z de esa visita, nos entrevistamos con el Presidente de la Rep�blica, con el objeto de solicitarle la presentaci�n de un proyecto de ley tendiente a establecer la jubilaci�n anticipada para dichos trabajadores -ya que s�lo al Ejecutivo corresponde la iniciativa en esta materia-, y obtuvimos el compromiso de que el Ministerio del Trabajo estudiar� una posible legislaci�n al respecto, a fin de hacer realidad la ansiada jubilaci�n a los 25 a�os de trabajo, o a los 55 a�os de edad, para quienes trabajan a mil metros de profundidad en la tierra y a 4 � 5 kil�metros internados bajo el mar. Repito: quienes estuvimos all� pudimos comprobar lo que significa trabajar en esas condiciones. Como digo, el Presidente de la Rep�blica se comprometi� con nosotros en hacer realidad esta vieja aspiraci�n de los mineros. Los Parlamentarios de la Concertaci�n, por lo tanto, ya hemos recogido la petici�n planteada por el Honorable se�or Cantuarias, la conversamos con el Primer Mandatario, con los trabajadores, con la carbon�fera Schwager y con las dem�s empresas mineras, y solicitamos al Gobierno la elaboraci�n de una iniciativa legal sobre el particular. Muchas gracias, se�or Presidente. El se�or CANTUARIAS.- Pido la palabra. El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra Su Se�or�a. El se�or CANTUARIAS.- He presentado este problema, acogiendo una petici�n que se me ha formulado, porque tambi�n concurr� invitado, al igual que el Honorable se�or Arturo Frei, a quien pude apreciar en los medios de comunicaci�n saliendo de esas actividades. Si el Honorable colega revisa la prensa local de ayer y hoy, podr� ver que hice algo similar, de modo que estoy seguro de que tenemos la misma percepci�n y sensibilidad en torno a este tema, y de que Su Se�or�a que podr� sumarse a esta iniciativa que los dirigentes y trabajadores del carb�n me han pedido plantear en este Hemiciclo. Como carezco de poderes de adivinaci�n -me reconozco limitado en ese aspecto-, no pod�a conocer las acciones ejecutadas por el se�or Senador. Agradezco todas las gestiones desarrolladas por Su Se�or�a. Respecto de ellas podr� informar a los dirigentes del carb�n que me las solicitaron que ya algo se ha adelantado y que, desde luego, cuentan con el resuelto concurso y apoyo del Honorable se�or Arturo Frei. El se�or VALD�S (Presidente).- El Honorable se�or Ortiz iba a hacer uso de la palabra en los minutos que restan al Comit� Mixto; pero el tiempo de �ste se encuentra pr�cticamente extinguido, de manera que, si el se�or Senador puede intervenir en el turno que corresponde al Comit� Renovaci�n Nacional, no habr�a inconveniente. Se ha informado a la Mesa que el Comit� Partidos por la Democracia y Socialista no va a usar su tiempo en esta oportunidad. Tampoco lo har� el Comit� Radical. Ofrezco la palabra al Comit� Dem�crata Cristiano. Tiene la palabra el Honorable se�or D�az. SITUACI�N DE LA SALUD P�BLICA NACIONAL El se�or D�AZ.- Se�or Presidente, estos d�as hemos tenido algunos problemas derivados de la salud p�blica de Chile; y quiero referirme al tema. En las postrimer�as del medioevo, nace en Montenoro Novo, Portugal, Juan Ciudad. Dado el medio en que nace y vive, no alcanza educaci�n ni fortuna; pero siente desde joven la llamarada viva de la caridad. Su ignorancia y su pobreza no fueron obst�culo para repartir lo que no tuvo: luces y riquezas. Conmovido por los enfermos y los pobres, funda en la Granada cristiana y morisca reci�n ganada para Espa�a, la Orden de Los Hermanos Hospitalarios. Esta se difunde por toda la Pen�nsula Ib�rica, y m�s tarde por los dominios de la Corona. Al conocer el Papa reinante a la saz�n la obra de Juan Ciudad, lo llama "Juan de Dios", nombre que a�n conservan algunos de nuestros hospitales, en honrosa tradici�n de gratitud. Las exigencias de la medicina moderna, el vertiginoso avance de la ciencia y la tecnolog�a, en el curso de las �ltimas d�cadas, transforman radicalmente la atenci�n de la salud. Ya no bast� la caridad; debieron intervenir el Estado y los Poderes P�blicos. Hombres sensibles al dolor y a la enfermedad, estudiosos de la realidad, traducen en iniciativas legales su preocupaci�n por el tema. As� se suceden la Ley del Seguro Obrero Obligatorio; la de Medicina Preventiva; la que modifica la 4.054, y crea el Servicio de Seguro Social y el Servicio Nacional de Salud; la de Medicina Curativa, etc�tera. Estas leyes, llamadas "sociales", constituyen elocuente muestra de que la salud traspasa las fronteras ideol�gicas y filos�ficas en pol�ticos que fueron fieles receptores de las necesidades populares. Recordamos esta tarde al conservador Exequiel Gonz�lez Cort�s, al socialcristiano Eduardo Cruz-Coke, al socialista Salvador Allende Gossens, los tres, miembros en �pocas pasadas de este Honorable Senado. Recordarlos es un deber de gratitud y significa valorar su aporte a la medicina chilena. Si hoy podemos jactarnos de nuestro progreso en algunos indicadores biodemogr�ficos, se lo debemos a �stos y a otros chilenos y chilenas que fueron verdaderos adelantados en la medicina social de Am�rica Latina. Contrasta la sensibilidad de esos m�dicos-pol�ticos con el enfoque dado al tema durante el R�gimen pasado. De una medicina social y solidaria, se cambia a una economicista, que motiva incluso una recomendaci�n del se�or Fernando Volio Jim�nez, mandado a nuestro pa�s por la Comisi�n de Derechos Humanos de la Organizaci�n de las Naciones Unidas, que manifiesta en su relato: "Que se revisen los cambios habidos en el sistema de salud y seguridad social para corregir todo aquello que se puso en su conocimiento y que atenta contra los derechos y necesidades de la gente pobre". Lo anterior fue dicho en Ginebra, el 7 de marzo de 1986. En efecto, hasta la reestructuraci�n del Servicio Nacional de Salud y las nuevas modalidades impuestas por el R�gimen, las cajas previsionales participantes en el sistema ofrec�an una cobertura financiera total para los servicios de salud, y los beneficios eran independientes de la contribuci�n individual, por lo que se produc�a una redistribuci�n al interior de los participantes del seguro colectivo. Cuando las contribuciones no eran suficientes para el financiamiento de estos beneficios, el Estado contribu�a al fondo com�n, adem�s, por supuesto, del aporte para los indigentes. Veamos las consecuencias del cambio de esa pol�tica que se verific� durante el Gobierno anterior .Para ello recurro al Programa de Renovaci�n Nacional, p�gina 7 -me baso en lo que ellos mismos dicen-: "El n�mero de camas se ha mantenido estable en las �ltimas dos d�cadas, lo que significa una disminuci�n relativa de camas por habitante. Eran 3,7 por mil habitantes en 1968," -per�odo del Gobierno del Presidente Frei- "llegando a 2,7 por mil habitantes en 1987". Hasta aqu� la copia textual del Programa de Renovaci�n Nacional. Sabemos, por otra parte, que el 85 por ciento de las camas de hospital son del sector p�blico, y que el ideal es de 4 por cada mil habitantes. En dos palabras: al final de la d�cada del 60 est�bamos llegando al ideal, y 20 a�os despu�s hemos ca�do al l�mite inferior, que no satisface siquiera las necesidades b�sicas de la poblaci�n. Los Honorables Senadores que conocen muy bien sus Regiones dar�n fe no s�lo del d�ficit cuantitativo, sino del deterioro de infraestructura y de equipos, desabastecimiento del arsenal terap�utico, etc�tera. Quiz�s los chilenos estemos acostumbrados a esta condici�n. A los extranjeros les impacta. El doctor Andr� Wynen, Secretario General de la Asociaci�n M�dica Mundial, al terminar su visita al Hospital del Salvador, dice: "Los hospitales que el Gobierno de Sud�frica tiene para la poblaci�n negra son much�simo mejores que este que acabo de ver". Y a continuaci�n, pregunta: "�Qu� fuerza mantiene a los m�dicos chilenos trabajando en medio de esta pobreza?". La respuesta puede ser que algo del esp�ritu de San Juan de Dios permanece a�n entre m�dicos y personal que all� trabajan: pobreza, m�s un d�ficit alarmante de recursos humanos. Revisemos una vez m�s el Programa de Renovaci�n Nacional en la misma p�gina 7: "El recurso humano contratado por el sistema estatal de salud se ha mantenido estacionario desde el a�o 1978, bastante por debajo del crecimiento poblacional". Veamos entonces, algunos datos que ilustran lo anterior, algunas cifras y algunas fechas: poblaci�n: 1982, 11.327.271 habitantes; 1990, 13.173.347 habitantes, seg�n el Ministerio de Salud. En el curso de los �ltimos ocho a�os, el crecimiento demogr�fico ha sido cercano a los 2 millones. Se supone que un crecimiento paralelo deber�a haber tenido el personal hospitalario. Los n�meros nos muestran una cruda realidad: dotaci�n total del personal, a�o 1982,61.164; a�o 1990, 59.833; m�dicos, 5.416 y 5.731 -un ligero aumento relativo-; enfermeras, 2.717 y 2.433; auxiliares param�dicos, 23.172 y 20.656, de acuerdo con los datos del mismo Ministerio. Las cifras son elocuentes: este personal, agotado por un trabajo exigente y extenuante, disminuido en su n�mero, lo est� tambi�n en sus remuneraciones. Esta cr�tica situaci�n es una herencia del trato que el Servicio tuvo durante el anterior R�gimen. Me atengo, una vez m�s, a documentos del Ministerio de Salud de la �poca. El oficio 161, del 4 de agosto de 1989, dice: "a) El gasto en salud del sector estatal lleg�, en 1988, a ser s�lo el 2.4 por ciento del producto geogr�fico bruto. Entre 1974 y 1988 se ha mantenido entre el 2.37, en 1987, y el 3.58, en 1982, con un promedio de 2.66 por ciento. "b) El aporte fiscal, que en 1974 era del 1.92 por ciento de ese producto geogr�fico bruto, se redujo progresivamente a�o a a�o, hasta llegar en 1988 al valor m�s bajo, 0.86 por ciento. "c) La relaci�n cotizaci�n de trabajadores versus aporte fiscal ha variado desde 1 es a 4, en 1974, a 1 es a 1 en los a�os 1986 y 1988. "d) Si se estima que el gasto en salud del sector p�blico debe equivaler al 3.3 por ciento del producto geogr�fico bruto, deber�a o duplicarse el aporte de las cotizaciones -inaceptable, socialmente-, o duplicar el aporte fiscal". Vistos estos antecedentes, nos parece que no son justas las declaraciones de los Parlamentarios de Oposici�n que fustigan con dureza la pol�tica de salud del Gobierno actual. �Por qu� no mejoraron ellos las remuneraciones si ten�amos, como afirman, un Chile con una bonanza econ�mica extraordinaria? Y a prop�sito, se�or Presidente, de la correcci�n que Su Se�or�a hizo al Honorable se�or D�ez respecto a fechas y plazos, quiero recordar a los desmemoriados -t�pica mala memoria de los chilenos-, que critican como anacr�nico el sistema de salud y la pol�tica actual, que ellos tuvieron 16 a�os y 6 meses para rehabilitarla, y que son ellos los causantes de este anacronismo. Y no es nuestra la responsabilidad, pues llevamos s�lo 128 d�as -seg�n mis cuentas-: nos deben, por lo tanto, 16 a�os, un mes y 22 d�as. Al mezquino aporte fiscal ya anotado -sabemos que el Servicio Nacional de Salud es el eterno pedig�e�o-,... El se�or D�EZ.- Pero... El se�or D�AZ.- Despu�s discutimos el tema. ...se agrega el d�ficit ya se�alado de recursos humanos, agrav�ndolo todo por una equivocada distribuci�n de m�dicos y param�dicos. En tanto en Santiago la proporci�n de m�dico-pacientes es de 1 por 800, en sectores rurales de nuestras Regiones es de 1 por 5 mil, e incluso de 1 por 6 mil. Con el Honorable se�or Larre, aqu� presente -que es miembro de la Comisi�n de Salud-, visitamos la X Regi�n, pudimos as� comprobarlo en comunas como M�fil y San Juan de la Costa. De seguro que cada uno de los Honorables colegas puede aportar lo suyo sobre el tema. �No tienen acaso los mismos derechos los chilenos rurales que los urbanos? Si el derecho a la salud est� garantizado por la Constituci�n, �gozan aqu�llos efectivamente de tal garant�a? En la pr�ctica, definitivamente no. Las provincias no tienen el atractivo de las grandes ciudades, y no basta el incentivo econ�mico para atraer a los profesionales. Todos sabemos de la angustiosa b�squeda de un m�dico en los sectores rurales y de lo in�til muchas veces de este esfuerzo. Santiago es a�n un im�n poderoso, pese a su macrocefalia capital, complicada con una triple contaminaci�n: la ac�stica, la a�rea y la h�drica. Se�or Presidente, la Constituci�n Pol�tica de la Rep�blica, en el art�culo 19 del Cap�tulo III, asegura a las personas, primero, el derecho a la vida y a la integridad f�sica y ps�quica. Y, noveno, el derecho a la protecci�n de la salud. Agrega �ste: "El Estado protege el libre e igualitario acceso a las acciones de promoci�n, protecci�n y recuperaci�n de la salud y de rehabilitaci�n del individuo". Y en forma imperativa ordena: "Es deber preferente del Estado garantizar la ejecuci�n de las acciones de salud,"... Recalcamos, se�or Presidente, los principios fundamentales de nuestra doctrina en salud: solidaridad, por sobre todo; rol activo -y no subsidiario- del Estado; participaci�n del sector privado como complementario del sector p�blico; derecho a la salud para todos los habitantes, sin distinci�n de clases o nivel de ingresos. Esperamos, se�or Presidente, recuperar para los chilenos un sistema de salud que ha sido de tradicional prestigio y que nos honra. Y si el derecho a la vida es uno de los primeros entre los humanos, el derecho a la salud es el primero de ellos. Muchas gracias, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Quedan 9 minutos al Comit� Dem�crata Cristiano. Tiene la palabra el Honorable se�or Lavandero. PRIVATIZACI�N DE GRUPO DE EMPRESAS CAP El se�or LAVANDERO.- Se�or Presidente, en este Honorable Senado muchas veces hemos visto defender exageradamente la actividad privada versus la actividad estatal, y, por ende, las privatizaciones que se han realizado. En esta oportunidad deseo referirme a un caso espec�fico para que podamos apreciar hasta qu� punto se puede llevar adelante una pol�tica privatizadora y los verdaderos esc�ndalos que se pueden originar de la misma. Por ejemplo, estoy seguro de que el proceso de privatizaci�n del grupo de empresas CAP constituye uno de los mayores esc�ndalos econ�micos acaecidos durante el R�gimen pasado. Este proceso de traspaso -en el curso del cual la Corporaci�n de Fomento de la Producci�n sufre una p�rdida gigantesca y, como contrapartida, los intereses privados pasan a ser sus principales accionistas, desembolsando cantidades muy por debajo de su valor (inferiores a las utilidades que han percibido desde ese momento)- necesita ser esclarecido a fondo. No puede permanecer en la impunidad total ni en esa zona tenebrosa y semioscura donde nada se sabe. Al 30 de abril de 1986, antes de iniciarse el proceso de privatizaci�n, CAP S. A. de Inversiones ten�a un patrimonio ascendente a 720 millones de d�lares de su capital social, y la CORFO pose�a el 83,28 por ciento de las acciones. El patrimonio de la CORFO en CAP pod�a, por lo tanto, cifrarse en 599,6 millones de d�lares. El traspaso de la mayor�a accionaria de la CORFO se hizo, en lo fundamental, a trav�s de tres operaciones. La primera fue un aberrante proceso de rescate de parte de sus acciones, en virtud de lo cual recibi� 72,2 millones de d�lares, bajando su participaci�n accionaria en el "holding" de 83,28 por ciento al 51 por ciento. Como resultado de esta operaci�n los accionistas privados de aquel entonces vieron aumentada su participaci�n accionaria del 16,8 al 49 por ciento, sin desembolsar peso alguno. Desde luego, el patrimonio de estos accionistas se multiplic� fuertemente, subiendo de 120 a 317,4 millones de d�lares. El regalo es claro: se hizo con cargo a la CORFO y, en definitiva, al erario. Solicitamos de CORFO que se nos haga llegar el listado de los principales accionistas favorecidos en esa operaci�n. Posteriormente, esa Corporaci�n procedi� a efectuar una venta de acciones a los trabajadores del "holding", coloc�ndose el resto de los t�tulos en la Bolsa de Comercio de Santiago. Por todas estas operaciones el ente estatal tuvo un ingreso de 105,1 millones de d�lares. Dicho de otra manera, s�lo obtuvo el 17,5 por ciento del patrimonio con que contaba en abril de 1986. La p�rdida para la CORFO es millonaria: de m�s o menos 500 millones de d�lares. Peor a�n, hay que hacer notar que la reforma tributaria -destinada a devolver parte de su poder adquisitivo a los trabajadores- en el primer a�o de su aplicaci�n s�lo tendr� un rendimiento de 350 millones de d�lares. Sin embargo, ese solo "regalo" signific� 500 millones de d�lares como p�rdida a la CORFO. Pero ella ni siquiera recibi� la cantidad que habr�a obtenido con las utilidades posteriores del "holding". En 1987 CAP S.A. de Inversiones tuvo utilidades por 31,4 millones de d�lares, las cuales en 1988 aumentaron a 61,8 millones de d�lares, y en 1989, a 79,1 millones de la misma moneda. En el primer trimestre del presente a�o las ganancias alcanzaron a la operaci�n de rescate; el "holding" tuvo utilidades por 188,2 millones de d�lares. La CORFO, de haber mantenido su participaci�n accionaria del 83,28 por ciento total, habr�a recibido por concepto de utilidades la suma de 156,7 millones de d�lares, o sea, 51,6 millones m�s que con la venta, por darle ese nombre. �C�mo puede calificarse un hecho de esta naturaleza? Pedimos a la CORFO que nos informara sobre las autoridades que adoptaron las determinaciones que condujeron a una p�rdida tan grande para el erario. Mirado desde otro �ngulo, estos hechos significan que CAP fue traspasada sin que sus actuales accionistas hicieran desembolsos reales, obteniendo en forma adicional ganancias extraordinariamente importantes. CAP S.A. de Inversiones -y pienso que el se�or Presidente entiende lo que estoy hablando, porque estas materias fueron conocidas por �l en el pasado- hoy d�a es uno de los principales grupos econ�micos existentes en el pa�s: su patrimonio al 31 de marzo pasado ascend�a a 762,3 millones de d�lares; actualmente posee 19 empresas filiales y 5 coligadas; su actividad se ha extendido de la producci�n y venta de acero y minerales de hierro y pellets a la actividad forestal y financiera. Durante el presente a�o ha adquirido el 35 por ciento de las acciones de Cintac y Aza, e ingresado al negocio de los seguros. Todo ello a partir de recursos p�blicos. Al 22 de enero pasado, su principal accionista era Inversiones Suizandina S.A., con un 29,3 por ciento de su capital accionario. Inversiones Suizandina pertenece al Grupo Suizo Schmidheiny, uno de los mayores accionistas del Banco Credit Suisse, el cual comenz� a adquirir acciones de CAP S.A. de Inversiones el a�o 1987. Entre enero y julio de dicho a�o, la CORFO vendi� en la Bolsa de Comercio de Santiago el total de los t�tulos de los "holding" que a�n ten�a en su poder. Estas acciones a ese momento pose�an un valor libro de 317,6 millones de d�lares, seg�n el balance al 31 de diciembre de 1986. La CORFO obtuvo por esa venta apenas 31,1 millones de d�lares. De acuerdo al estado de situaci�n actual de CAP, Inversiones Suizandina posee un patrimonio de 223,3 millones de d�lares en la sociedad. Por lo tanto, su inversi�n inicial se ha triplicado en varias veces. Los representantes de inversiones Suizandina en el Directorio de CAP S.A. de Inversiones son Jorge Cauas, ex Ministro de Hacienda en el R�gimen de Pinochet, y Karl Muggli, quien ocupa el cargo de Vicepresidente del "holding". A la misma fecha, los otros accionistas individuales principales eran M.C. Inversiones Ltda., con un 6,2 por ciento de los t�tulos, y la Compa��a Explotadora de Minas, con un 4,4 por ciento. La Presidencia de CAP S.A. de Inversiones es ocupada desde abril pasado por su gerente general, Roberto Andraca. Ha sido un hecho de com�n ocurrencia con las empresas privatizadas que altos ex ejecutivos de las empresas estatales pasaron a ser... El se�or VALD�S (Presidente).- Ha terminado el tiempo de Su Se�or�a. El se�or LAVANDERO.- ...luego de un traspaso, ejecutivos o importantes accionistas de las sociedades ahora privadas. Es decir, aprovecharon los procesos de privatizaci�n en su directo beneficio. Nada m�s, se�or Presidente. Muchas gracias. El se�or URENDA (Vicepresidente).- Corresponde el tiempo... El se�or VALD�S.- Pido la palabra, se�or Presidente. El se�or URENDA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Vald�s. El se�or VALD�S.- Como he sido aludido directamente, para informaci�n del Honorable Senado, quiero decir que fui abogado de la Compa��a de Acero del Pac�fico y su fiscal hasta el d�a 4 de noviembre de 1964. Y a contar de esa fecha no tuve relaci�n con ella, ni de trabajo -porque asum� el Ministerio de Relaciones Exteriores- ni pose�a acci�n alguna. De manera que lo ocurrido despu�s en esa empresa no se vincula conmigo. Muchas gracias. El se�or LAVANDERO.- Se�or Presidente, s�lo manifest� que el Honorable se�or Vald�s conoc�a los inicios y la gestaci�n de CAP, porque s�, que �l estuvo all�. No es que lo inculpara de lo sucedido despu�s, sino que lo sostuve para que se acordara de los cambios que se han producido desde cuando el se�or Senador particip� en ella hasta la fecha. El se�or VALD�S (Presidente).- Agradezco la aclaraci�n, se�or Senador. El turno siguiente corresponde al Comit� Renovaci�n nacional. Ofrezco la palabra. Tiene la palabra el honorable se�or Lagos. REPUDIO A PENETRACI�N DE NAVES SOVI�TICAS EN TERRITORIO MAR�TIMO NACIONAL. OFICIO El se�or LAGOS.- Se�or Presidente, el Comit� Renovaci�n Nacional quiere manifestar su m�s en�rgico repudio ante un hecho conocido por todo nuestro pa�s a trav�s de los �rganos de prensa. Me refiero a la penetraci�n de naves sovi�ticas y de otras naciones, que permanentemente est�n violando nuestro territorio mar�timo. Esta situaci�n qued� de manifiesto el s�bado 14 del presente, oportunidad en que el patrullero "Janequeo", de la Armada chilena, detect� al pesquero ruso "Odishi" realizando faenas de pesca en nuestras aguas. Este hecho reviste una inmensa gravedad, ya que no se trata de un caso aislado, sino que es algo que se viene repitiendo desde hace mucho tiempo. Como Senador por la Primera Regi�n he recibido muchas denuncias similares y el tema me preocupa particularmente. Por eso, en esta oportunidad quiero brindar un reconocimiento a la Armada Nacional, ya que gracias a su intervenci�n el pa�s pudo rechazar este atropello a nuestra soberan�a. Por otra parte, este acontecimiento cobra mayor importancia en estos momentos, ya que se han reanudado las relaciones diplom�ticas con la Uni�n Sovi�tica y, por lo tanto, como Poder Legislativo no podemos permitir que contin�en estas violaciones. Debemos exigir un planteamiento concreto sobre el particular, que nos garantice que tal intromisi�n no seguir� siendo una pr�ctica usual. Por lo anteriormente expuesto, el Comit� Renovaci�n Nacional solicita que se oficie al se�or Ministro de Relaciones Exteriores para que informe en qu� t�rminos se reanudaron las relaciones comerciales con la Uni�n Sovi�tica en lo referente a esta delicada materia. --Se anuncia el env�o del oficio solicitado, en nombre del Comit� Renovaci�n Nacional, en conformidad al Reglamento. El se�or VALD�S (Presidente).- Ofrezco la palabra. El se�or LAGOS.- Se�or Presidente, voy a referirme en seguida a otro punto. El se�or VALD�S (Presidente).- Puede continuar Su Se�or�a. REMATE DE EMBARCACIONES ARTESANALES POR DEUDAS CON CORFO. OFICIO El se�or LAGOS.- Se�or Presidente, durante las reuniones realizadas en Iquique por la Comisi�n de Pesca, de la cual soy integrante, recib� la denuncia de los pescadores artesanales de la Primera Regi�n -Arica e Iquique-, quienes me manifestaron su angustia ante la precaria situaci�n en que se encuentran, ya que han sido notificados por la Corporaci�n de Fomento de la Producci�n del remate de sus peque�as embarcaciones por el no pago de sus deudas a esta Corporaci�n del Estado. Es as� como hace m�s de 10 d�as la embarcaci�n de un pescador artesanal, cuyo valor comercial es de 2 millones 100 mil pesos, fue rematada en 300 mil pesos, quedando sin su herramienta de trabajo. Las instrucciones del Departamento Jur�dico de la CORFO son seguir con este sistema de remates por el no pago de sus deudas. Se�or Presidente, solicito oficiar en mi nombre al se�or Vicepresidente de la CORFO a fin de que d� instrucciones a su Departamento Jur�dico y se busque una soluci�n a estos peque�os obreros del mar que est�n prontos a perder su herramienta de trabajo. Muchas gracias. El se�or VALD�S (Presidente).- As� se har�, se�or Senador. --Se anuncia el env�o del oficio solicitado, en nombre del se�or Senador, en conformidad al Reglamento. El se�or VALD�S (Presidente).- Recuerdo a los se�ores Senadores que, de acuerdo con lo dispuesto en el art�culo 94 del Reglamento, al t�rmino de cada discurso, el orador deber� expresar: "He dicho", para saber cu�ndo ha terminado su intervenci�n y as� no inducir a error a la Mesa y a los dem�s colegas. Tiene la palabra el Senador se�or Pi�era. RECHAZO A UTILIZACI�N DE EDUCACI�N COMO INSTRUMENTO D� CONCIENTIZACI�N POL�TICA El se�or PI�ERA.- Se�or Presidente, el viernes reci�n pasado el Secretario General del Partido Socialista, dirigi�ndose a los profesores de su Partido, los inst� a difundir y propagar la doctrina socialista. Sin duda, es absoluta y perfectamente leg�timo para quienes creen en ella invitar a propagar o propagar dicha doctrina. Sin embargo, trat�ndose de profesores encargados d� la educaci�n de los ni�os y j�venes de nuestro pa�s, esta invitaci�n me parece extraordinariamente grave y atentatoria contra la libertad de conciencia. La educaci�n es el instrumento m�s poderoso de formaci�n y progreso personal en una sociedad moderna. Es el pasaporte a las oportunidades del futuro. Todos sabemos que hoy d�a, a las puertas del siglo XXI, sin educaci�n no hay verdaderas oportunidades. Por esta raz�n y por tratarse de los ni�os y de los j�venes chilenos, estimamos que jam�s se debe pretender utilizar este noble y poderoso instrumento, que es la educaci�n, como un mecanismo de concientizaci�n pol�tica, cualquiera que sea la ideolog�a subyacente. En el pasado, a trav�s de la tristemente c�lebre ENU, ya hubo intentos de utilizar la educaci�n como un instrumento de concientizaci�n pol�tica, pero se enfrent� con la voluntad y reacci�n f�rrea y resuelta de la inmensa mayor�a de los chilenos y de las principales organizaciones de car�cter religioso y moral de nuestro pa�s. Tengo plena conciencia de que el se�or Jorge Arrate rectific� y clarific� sus conceptos, y no tengo ninguna raz�n para dudar de sus buenas intenciones. Sin embargo, cuando se trata de la libertad de conciencia -la m�s importante de las libertades- quiero, en nombre propio y del Comit� Renovaci�n Nacional, dejar absolutamente clara nuestra absoluta oposici�n a todo intento de instrumentalizar la educaci�n, transform�ndola en un mecanismo de concientizaci�n pol�tica. Muchas gracias, se�or Presidente. He dicho. El se�or VALD�S (Presidente).- Ofrezco la palabra. El se�or CALDER�N.- �Me permite, se�or Presidente? El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Prat. MEJORAMIENTO DE LA SALUD EN CHILE El se�or PRAT.- Se�or Presidente, Honorables Senadores: Quiero brevemente referirme a las expresiones emitidas por un Honorable colega de otra bancada que me ha precedido en el uso de la palabra. El ha hecho una descripci�n dram�tica de lo que es la salud en Chile. Me preocupa entrar en este tema por dos razones: en primer lugar, porque la verdad objetiva est� quedando al margen del contexto de su exposici�n, y en segundo t�rmino, porque se est� contribuyendo a generar una percepci�n muy peligrosa en cuanto a que los problemas sociales de Chile no tuvieran v�as de soluci�n. Como eso no es as�, considero fundamental restablecer la verdad sobre este tema. Cuando se habla de la salud y del gasto que el pa�s hace en ese sector, debe esclarecerse cu�l es el gasto total, cu�l es el gasto fiscal, cu�l es el gasto municipal y cu�l es el gasto que efect�an los particulares. Constituye una apreciaci�n parcial el plantear que en Chile ha disminuido la atenci�n de salud porque disminuy� el gasto fiscal, si, por otra parte, ha subido la proporci�n del gasto particular y se ha creado un gasto municipal en esta �rea. Tambi�n resulta importante determinar qu� es salud. Si nos referimos a salud considerando solamente la atenci�n en los hospitales y desconocemos que tambi�n se trata de salud cuando estamos instalando alcantarillados y servicios de agua potable, entonces estamos viendo parcialmente el tema. En los �ltimos a�os, Chile ha hecho un gran esfuerzo respecto de la salud, y, por lo dem�s, debe establecerse que se trata de un tema que nunca dar� una plena y cabal satisfacci�n, pues as� como crece el desarrollo de una sociedad y aumenta la esperanza de vida, naturalmente crece tambi�n la demanda de salud. Al respecto, cabe destacar que Estados Unidos gasta 2.600 d�lares por persona anualmente en salud, y que uno de los puntos m�s sensibles en la opini�n p�blica de ese pa�s es precisamente el tema de la salud, en circunstancias de que la poblaci�n siente que est� mal atendida. Frente a esa cifra, tenemos que en Chile, donde el ingreso y el gasto total promedio por persona es de aproximadamente 2.000 d�lares, se gastan solamente 70 d�lares por persona al a�o en salud, que es hasta donde alcanza nuestro presupuesto. En cuanto a la salud durante el Gobierno pasado, deseo se�alar que, por ejemplo, la mortalidad infantil, que en 1970 era de 82,2 por cada mil nacidos vivos, baj� a 19,1 fallecimientos por cada mil nacidos vivos; que la cantidad de leche y mezclas proteicas entregadas por el Servicio Nacional de Salud aument� de 19 millones de kilos en 1972, a 32 millones de kilos en 1986; que el porcentaje de desnutridos sobre la poblaci�n infantil bajo control, que en 1976 ya ven�a bajando y era de 15,9 por ciento, en 1985 alcanz� a 8,7 por ciento, y esto en circunstancias de que el porcentaje de la poblaci�n total de los menores de 6 a�os bajo control subi� de 73,9 por ciento a 78,1 por ciento. Cabe tambi�n destacar que la esperanza de vida al nacer, en 1970 era de 64,2 a�os de vida y subi� a 68,28 a�os en 1985; que las estaciones m�dico-rurales llegaron a ser 1.180 el a�o 1987, a partir de un n�mero insignificante y no registrado en 1973; que las consultas m�dicas, un elemento tan indicativo de la salud, subieron de 10.043 atenciones en 1970, a 18.546 atenciones en 1985; que las atenciones m�dicas por habitante al a�o signific� haber subido de 1,4 en 1970 a 2,5 en 1986; es decir, las atenciones m�dicas -aparte de las urgencias- por habitante al a�o se hab�an m�s que duplicado y que, el 6,3 por ciento de mentalizar la educaci�n, transform�ndola en un mecanismo de concientizaci�n pol�tica. Muchas gracias, se�or Presidente. He dicho. El se�or VALD�S (Presidente).-Ofrezco la palabra. El se�or CALDER�N.- �Me permite, se�or Presidente? El se�or VALD�S (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Prat. MEJORAMIENTO DE LA SALUD EN CHILE El se�or PRAT.- Se�or Presidente, Honorables Senadores: Quiero brevemente referirme a las expresiones emitidas por un Honorable colega de otra bancada que me ha precedido en el uso de la palabra. El ha hecho una descripci�n dram�tica de lo que es la salud en Chile. Me preocupa entrar en este tema por dos razones: en primer lugar, porque la verdad objetiva est� quedando al margen del contexto de su exposici�n, y en segundo t�rmino, porque se est� contribuyendo a generar una percepci�n muy peligrosa en cuanto a que los problemas sociales de Chile no tuvieran v�as de soluci�n. Como eso no es as�, considero fundamental restablecer la verdad sobre este tema. Cuando se habla de la salud y del gasto que el pa�s hace en ese sector, debe esclarecerse cu�l es el gasto total, cu�l es el gasto fiscal, cu�l es el gasto municipal y cu�l es el gasto que efect�an los particulares. Constituye una apreciaci�n parcial el plantear que en Chile ha disminuido la atenci�n de salud porque disminuy� el gasto fiscal, si, por otra parte, ha subido la proporci�n del gasto particular y se ha creado un gasto municipal en esta �rea. Tambi�n resulta importante determinar qu� es salud. Si nos referimos a salud considerando solamente la atenci�n en los hospitales y desconocemos que tambi�n se trata de salud cuando estamos instalando alcantarillados y servicios de agua potable, entonces estarnos viendo parcialmente el tema. En los �ltimos a�os, Chile ha hecho un gran esfuerzo respecto de la salud, y, por lo dem�s, debe establecerse que se trata de un tema que nunca dar� una plena y cabal satisfacci�n, pues as� como crece el desarrollo de una sociedad y aumenta la esperanza de vida, naturalmente crece tambi�n la demanda de salud. Al respecto, cabe destacar que Estados Unidos gasta 2.600 d�lares por persona anualmente en salud, y que uno de los puntos m�s sensibles en la opini�n p�blica de ese pa�s es precisamente el tema de la salud, en circunstancias de que la poblaci�n siente que est� mal atendida. Frente a esa cifra, tenemos que en Chile, donde el ingreso y el gasto total promedio por persona es de aproximadamente 2.000 d�lares, se gastan solamente 70 d�lares por persona al a�o en salud, que es hasta donde alcanza nuestro presupuesto. En cuanto a la salud durante el Gobierno pasado, deseo se�alar que, por ejemplo, la mortalidad infantil, que en 1970 era de 82,2 por cada mil nacidos vivos, baj� a 19,1 fallecimientos por cada mil nacidos vivos; que la cantidad de leche y mezclas proteicas entregadas por el Servicio Nacional de Salud aument� de 19 millones de kilos en 1972, a 32 millones de kilos en 1986; que el porcentaje de desnutridos sobre la poblaci�n infantil bajo control, que en 1976 ya ven�a bajando y era de 15,9 por ciento, en 1985 alcanz� a 8,7 por ciento, y esto en circunstancias de que el porcentaje de la poblaci�n total de los menores de 6 a�os bajo control subi� de 73,9 por ciento a 78,1 por ciento. Cabe tambi�n destacar que la esperanza de vida al nacer, en 1970 era de 64,2 a�os de vida y subi� a 68,28 a�os en 1985; que las estaciones m�dico-rurales llegaron a ser 1.180 el a�o 1987, a partir de un n�mero insignificante y no registrado en 1973; que las consultas m�dicas, un elemento tan indicativo de la salud, subieron de 10.043 atenciones en 1970, a 18.546 atenciones en 1985; que las atenciones m�dicas por habitante al a�o signific� haber subido de 1,4 en 1970 a 2,5 en 1986; es decir, las atenciones m�dicas -aparte de las urgencias- por habitante al a�o se hab�an m�s que duplicado y que, el 6,3 por ciento de atenciones particulares al comienzo de la serie, subieron a 15,9 por ciento al t�rmino de la misma. Finalmente, hay otro tema que tambi�n debe ser considerado salud: agua potable y alcantarillado. La cobertura de poblaci�n respecto del agua potable, el a�o 1973, en lo referente al sector urbano, era de 68,6 por ciento, y el a�o 1986 hab�a subido al 97 por ciento; en el sector rural, del 34,8 por ciento en el a�o 1973, creci�, en 1986, al 70,3. M�s del doble. En lo referente al alcantarillado, en el sector urbano, el porcentaje de cobertura era en 1973 de 36,5 por ciento y, en 1986, subi� al 77,4 por ciento, esto es, a m�s del doble. Estos indicadores, que son cifras objetivas, reconocidas por los organismos internacionales, no pueden ser desconocidos. Quiero hacer hincapi� en una evidencia que me parece importante, sobre todo cuando se trata de una persona que tenga amplia influencia en los Poderes P�blicos. Un pueblo, un pa�s, una sociedad mantiene la paz social en la medida en que la poblaci�n m�s desamparada percibe que sus grandes necesidades cuentan con un camino para ser resueltas. Nosotros vivimos una �poca, que culmin� en 1973, en que se rompi� la paz social porque se lleg� a una situaci�n en que la gran poblaci�n perdi� la esperanza en cuanto a que sus grandes necesidades pudieran ser resueltas. Quienes aspiraban a una casa, por ejemplo, perdieron la esperanza de obtenerla por v�as normales, y optaron, entonces, por las "tomas" y atropellos. Creo que en la medida en que desde las grandes instancias se vaya generando un ambiente de desesperanza, un ambiente de frustraci�n nacional, se ir� posibilitando nuevamente que Chile enferme y se rompa la paz social. He dicho. PRIORIDAD DE INVERSIONES PARA CIUDADES INTERMEDIAS. OFICIOS El se�or PRAT.- Quisiera entrar, se�or Presidente, a otro tema de muy distinta �ndole. Me pareci� que no pod�a dejar pasar sin mayor comentario la intervenci�n del Honorable Senador que me antecedi� en el uso de la palabra. Con motivo de que estamos en la fecha anual en que habr� que realizar la formulaci�n presupuestaria, tanto en el nivel sectorial de los ministerios como en el regional mediante los Consejos Regionales de Desarrollo, deseo tocar un tema que me parece de la m�s alta importancia: privilegiar en las inversiones a las ciudades de tama�o intermedio. En ning�n caso es mi �nimo pasar por sobre las instancias que se requieren para formular los presupuestos anuales, pero quiero en esta alta tribuna manifestar la gran aprensi�n que existe en la poblaci�n de esas ciudades y la gran importancia que este tema tiene para un desarrollo armonioso del pa�s. Defino como ciudades de tama�o intermedio a aquellas que van desde los 20 mil hasta los 100 mil habitantes. De mayor tama�o, ya las que tienen una din�mica propia para sustentarse, lo cual las saca del marco de ciudad intermedia. Dentro de ese marco incluimos tambi�n las que no son capitales regionales. Dichas ciudades intermedias son alrededor de 50 en el pa�s, a lo largo de las doce regiones. La filosof�a que me lleva a invocar la conveniencia de un desarrollo preferente para ese tipo de ciudades, es que con ello se facilita el crecimiento armonioso del pa�s. Efectivamente, el marco de la vida cotidiana en esas ciudades es mucho m�s humanizado que en las grandes urbes. Asimismo, en ellas se evita el hacinamiento que hace que cuando hay pobreza �sta sea mucho m�s s�rdida e intolerable. Significa tambi�n evitar la delincuencia, la cual aumenta en un medio m�s despersonalizado, que, naturalmente, facilita la impunidad. La ciudad intermedia, facilita adem�s la integraci�n social, pues es manifiesto que en las ciudades de menor tama�o hay m�s convivencia entre las personas de mayores recursos econ�micos y cultura y aquellas otras desprovistas de recursos materiales. Por esta y otras razones, se llega a la conclusi�n de que, para el pa�s, hay conveniencia de desarrollar este tipo de ciudades intermedias. Para su desarrollo, ser�a necesaria la formulaci�n de un plan nacional. Hay antecedentes al respecto. Cabe recordar, por ejemplo, el plan nacional de desarrollo rural que se llev� a efecto durante el Gobierno del Presidente Pinochet. Ello signific� en el �mbito rural -como dije anteriormente-, llevar el servicio de agua potable a un 74 por ciento de la poblaci�n rural; aumentar los rendimientos de las siembras de trigo de 17 a 30 quintales m�tricos; desarrollar la electrificaci�n y la telefon�a rurales; construir escuelas y postas; otorgar t�tulos de dominio y subsidios habitacionales. Es decir, hay ejemplos de c�mo el Estado, en ciertas oportunidades, ha conformado una bater�a de proyectos para atender determinado sector y generar all� un desarrollo acelerado y prioritario. Esto mismo debiera llevarse a cabo respecto de las ciudades intermedias. Para hacerlo, hay que empezar por dar prioridad a los presupuestos sectoriales, tanto en lo referente a urbanizaci�n como en lo tocante a vivienda e inversiones p�blicas en general. Tambi�n deben reforzarse dos servicios b�sicos, como son los de salud y educaci�n, y, naturalmente, incentivando la instalaci�n de fuentes permanentes de empleo. Es altamente deseable estimular tambi�n con incentivos de orden tributario, el establecimiento de industrias y fuentes permanentes de empleo en las ciudades de tama�o intermedio. Pero es necesario, asimismo, reforzar los servicios de salud y educaci�n que ah� se prestan, puesto que muchas veces las empresas se ven limitadas en cuanto a trasladar a su personal medio y ejecutivo, por la carencia en esas ciudades de servicios como los que ellos requieren dentro de una econom�a de mercado, en ese �mbito de la funci�n. Tambi�n es posible dar una asignaci�n presupuestaria y un incentivo preferentes por la v�a de la suplementaci�n en los subsidios b�sicos vigentes, como lo son vivienda, educaci�n y salud, a fin de generar en esas ciudades, con una bater�a de iniciativas las condiciones para un mejor desarrollo. Quiero reafirmar, finalmente, se�or Presidente, la legitimidad y la importancia de desarrollar iniciativas como las que estoy planteando. Es fundamental que el Estado y las leyes desarrollen grandes proyectos, como, por ejemplo (es una muestra tan evidente en ese sentido), lo que se est� haciendo con la instalaci�n del Parlamento en Valpara�so. Es una iniciativa sin duda futurista, que en lo inmediato a todos nos significa esfuerzos, y al presupuesto nacional tambi�n le implica sacrificio; pero que, sin duda, abre un camino de futuro altamente deseable para el pa�s. Bajo el mismo concepto, bajo la misma filosof�a es que yo invoco lo anterior en relaci�n a las ciudades de tama�o intermedio. Agradecer�, se�or Presidente, que se env�e copia de lo antes expresado a los Consejos Regionales de Desarrollo, al se�or Ministro de ODEPLAN y al se�or Ministro del Interior. He dicho. --Se anuncia el env�o de los oficios solicitados, en nombre del se�or Senador, en conformidad al Reglamento. El se�or VALD�S (Presidente).- Corresponde hacer uso de su tiempo al Comit� independiente. Tiene la palabra la Honorable se�ora Feli�. REMUNERACI�N CORRESPONDIENTE AL GRADO 31 DE LA ESCALA �NICA La se�ora FELI�.- Se�or Presidente, en relaci�n con la huelga que mantiene parte de los trabajadores de la Salud, algunos medios de comunicaci�n han destacado dos hechos: Primero, que esos funcionarios perciben una renta de 13 mil pesos, que ser�a la correspondiente al grado 31 de la escala �nica, cantidad inferior al ingreso m�nimo. Segundo, que el sector Salud es el �nico al que se ingresa en grado 31 de la escala �nica. Sobre el particular, y para mejor conocimiento de este Honorable Senado, debo rectificar ambos hechos. La renta del grado 31 de la escala �nica es de 31 mil 876 pesos y no de 13 mil pesos. El grado 31 de la misma escala es el inicio de la carrera funcionar�a en varios servicios del Estado, y no s�lo en los de Salud. Entre otros, se inicia en grado 31 la carrera funcionar�a en la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas, en el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, en el Registro Civil y en los servicios del agro. Debo aclarar, se�or Presidente, que lo anterior no significa emitir un juicio sobre el monto de las rentas antes se�aladas. He dicho. El se�or VALD�S (Presidente).- Ofrezco la palabra. Tiene la palabra el Honorable se�or Fern�ndez. EL ACUERDO MARCO Y LA VOLUNTAD DE RECONCILIACI�N El se�or FERNANDEZ.- Se�or Presidente, pienso que en la inmensa mayor�a del pa�s existen hoy esperanzas fundadas en el comienzo de un futuro pr�ximo de verdadera reconciliaci�n. Reconciliaci�n de verdad, reconciliaci�n encarnada en actos. Me refiero al Acuerdo Marco que se alcanz� esforzadamente en la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n y Justicia de la Honorable C�mara de Diputados, en relaci�n con el conjunto de leyes que busca garantizar los derechos de las personas. Creo que, en la perspectiva del tiempo, la actitud pol�tica y moral de quienes concurrieron con su apoyo a ese acuerdo, tanto del Gobierno como de la oposici�n, ser� debidamente reconocida. Secuelas derivadas precisamente de aquellas divisiones desgraciadas que el acuerdo buscaba finalmente dejar atr�s, hicieron que �ste fracasara. El pasado prim� una vez m�s por sobre el futuro. S� que incluso entre no pocos de quienes retiraron el apoyo que antes hab�an prestado a ese paso conciliador, hubo quienes lamentaron honda y sinceramente ese retroceso. Sin embargo, a�n es tiempo de recuperar la oportunidad que entonces se perdi�. Ya hemos visto, en las semanas que siguieron a aquel fracaso, con cuanta rapidez puede deteriorarse el clima de pacificaci�n a que el pa�s mayoritariamente aspira. No entenderlo as� ser�a cegarnos a lo que los tiempos piden. La enga�osa ilusi�n de que podemos avanzar hacia la consolidaci�n democr�tica sobre una ola de odios reavivados se estrellar�, tarde o temprano, contra una realidad dolorosa, que nosotros podemos evitar. Un gesto aut�ntico y decidido de general perd�n significar�a inmensamente m�s como avance en la conciliaci�n nacional que el hurgar en las heridas del pasado que algunos propician. No nos enga�emos. Persistir en ese hurgar no ser� inocuo. �Es realista pensar que tras ello no acecha la t�cita aceptaci�n de que se abran nuevas heridas? La reconciliaci�n, por el contrario, equivale a perd�n rec�proco. Porque cuando ha habido una pugna tan profunda como aquella que Chile vivi�, es inevitable que ambos adversarios sufran las consecuencias de la misma. Todos nos condolemos por igual frente a las p�rdidas irreparables. Pero precisamente su gravedad y su car�cter irreversible nos ponen frente a un dilema moral y pr�ctico: �Hemos de perpetuar el enfrentamiento, a�adiendo a las pasadas heridas otras nuevas, que inevitablemente derivar�n del intento de perseguir las responsabilidades de un sector, olvidando las del otro? �O haremos cuanto est� a nuestro alcance para ponerle fin, tendi�ndonos la mano m�s all� del pasado? Estoy profundamente convencido de que la necesidad del Chile de hoy es hacer primar la generosidad sin excepciones. Es sobre esa base que podemos comenzar a construir un futuro distinto. Hag�moslo, porque eso es lo �nico verdaderamente conducente a la pacificaci�n. Ser�a ilusorio creer que un perd�n unilateral podr�a significar para el pa�s tranquilidad en lo venidero. Desde la perspectiva de la pacificaci�n, lo sensato es conceder a todos un beneficio equivalente, porque todos compartimos la responsabilidad por ese pasado que no queremos repetir. De lo contrario, los efectos ser�n muy otros que los buscados. Por cierto, actuar as� supone el aporte de una cuota de sacrificio. De sobra conocidos son ya los argumentos que uno y otro pueden invocar. Pero las interminables mutuas imputaciones no nos llevar�n a nada deseable. De nada nos servir�n. Hay otra consideraci�n que no deber�a sernos ajena. Como Senado, encarnamos una parte fundamental de la nueva institucionalidad. Tenemos una responsabilidad ante el pa�s. Tenemos facultades que pueden y deben ser decisivamente utilizadas en el curso del devenir nacional. Llevemos, pues, a los hechos ese esp�ritu de conciliaci�n. Busquemos sin reservas el consenso pacificador. Demos todos los pasos concretos que sean necesarios para llegar al reencuentro indispensable. Cierto es que esos pasos, como todo lo trascendente, ofrecen riesgos para ambas partes: Toda infracci�n que pasa sin llevar como consecuencia la correspondiente sanci�n jur�dica conlleva el peligro de facilitar una posible reincidencia. Ese es el riesgo social, que pesa por igual sobre todos los sectores. Toda decisi�n de los poderes p�blicos que desagrada a las minor�as extremas conlleva el peligro de exacerbar la exaltaci�n. Ese es el riesgo pol�tico. Pero frente a eso se alza la posibilidad, no menos real y mucho m�s amplia, de los hombres y mujeres que, heridos por los actos de uno u otro sector, est�n, sin embargo, dispuestos a respaldar con su adhesi�n y su apoyo el perd�n rec�proco, para recomenzar una nueva vida como la que el pa�s reconoci� en otro tiempo. �Esa esperanza bien vale el riesgo de enfrentar los riesgos mencionados! Hay para Chile dos futuros, muy distintos, que dependen de nuestra decisi�n: en uno de ellos, los viejos odios y sus secuelas seguir�n campeando y llevando destrucci�n a todos los sectores; en el otro, tales odios ser�n s�lo un triste recuerdo. Porque creo firmemente en la incomparable superioridad moral y pol�tica de esa opci�n de paz, unir� mi apoyo al de quienes respaldan actos generosos y patri�ticos de efectiva y pronta reconciliaci�n, como lo es el referido Acuerdo Marco. He dicho, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Quedan 12 minutos al Comit� Independiente. El se�or D�EZ.- Nos los han cedido, se�or Presidente. El se�or VALD�S (Presidente).- Har� uso de su tiempo el Comit� Renovaci�n Nacional. Tiene la palabra el Honorable se�or Ortiz. EXPLOTACI�N ARTESANAL DEL LAGO GENERAL CARRERA El se�or ORTIZ.- Se�or Presidente y Honorables colegas, quiero referirme en esta hora de Incidentes a una situaci�n que se vive en la Und�cima Regi�n; m�s concretamente, en todas las ciudades y poblados ribere�os del lago General Carrera, y muy en especial en las ciudades de Chile Chico y Puerto Ingeniero Ib��ez. El lago General Carrera, como todos ustedes lo saben, es el m�s grande de Chile y el segundo m�s extenso de Sudam�rica. Tiene una superficie aproximada de 3 mil kil�metros cuadrados, de los cuales 1.800 corresponden a Chile y el resto a la Rep�blica Argentina, donde se le conoce como lago Buenos Aires. A las personas que integran las comunidades ribere�as del lago, les interesa que se�ale aqu� en el Senado cu�l es su actual situaci�n. Viven momentos dif�ciles, empezando a crearse un grave problema de cesant�a que puede, si no tomamos medidas oportunas, tornarse grave. Quiero se�alarles, Honorables colegas, que desde comienzos de la d�cada de los a�os 60 en adelante, nuestro pa�s, a trav�s de diversos organismos o instituciones, logr� y obtuvo poblar y repoblar las aguas del lago General Carrera con especies salmon�deas de la fauna dulceacu�cola tales como la trucha Marr�n o Fario; la trucha Arco Iris y, m�s recientemente, la especie salm�n Sakura, cuyas ovas fueron importadas desde el Jap�n. Durante casi treinta a�os, esta acci�n de repoblamiento del lago ha tenido importantes y positivas consecuencias. Existe actualmente un extraordinario aumento de las especies citadas, las que han tenido una adaptaci�n excelente. Sin embargo, y a pesar de todos los antecedentes se�alados, nos encontramos con que nuestra legislaci�n no permite la pesca artesanal con fines comerciales en sus aguas, lo que constituye un absurdo, ya que se puede perfectamente explotar, y la ley debe velar para que esta explotaci�n sea racional, a fin de que pueda ser permanente. Como Senador de una Regi�n fronteriza, he escuchado opiniones, he recogido los antecedentes de personas conocedoras de la materia y he podido constatar que en la localidad vecina a Chile Chico, en el pueblo Los Antiguos, se han establecido, desde luego en forma absolutamente legal, dos empresas procesadoras y envasadoras de especies salmon�deas del lago, las que est�n exportando esos productos al exterior, sin perjuicio de su comercializaci�n en Argentina. Debo agregar que recientemente, adem�s, se ha instalado otra empresa procesadora de salmones o truchas de este lago en la ciudad de Perito Moreno, distante 60 kil�metros de Chile Chico. Estas tres empresas argentinas, sin embargo, no est�n repoblando las aguas del lago mediante la siembra de ovas o alevines, lo que en s� constituye una irregularidad en la explotaci�n de las especies. S�lo se limitan a usufructuar de los recursos, producto del esfuerzo chileno, de manera que se hace absolutamente necesario conversar con las autoridades del pa�s vecino para que tengamos una legislaci�n com�n en la explotaci�n de este lago fronterizo. Quiero se�alar, Honorables colegas, que en la comuna de Chile Chico y en otras ciudades ribere�as se est� afrontando una crisis de cesant�a, como consecuencia, principalmente, del retorno al pa�s de trabajadores chilenos que se desempe�aban en la Patagonia argentina, quienes vieron minimizados sus ingresos a ra�z de la hiperinflaci�n existente en el pa�s vecino. Adem�s, otros debieron volver porque fueron despedidos, ya que es sabido por todos nosotros que, lamentablemente, la hermana Rep�blica Argentina atraviesa por una grave crisis, agudizando en estos �ltimos momentos aquel problema -seg�n las noticias que hemos recibido por los distintos medios de comunicaci�n- el hecho de que se piensa expulsar a m�s de 300 mil chilenos que estar�an en situaci�n irregular en lo que a sus papeles de permanencia se refiere. Por lo tanto, resulta de la mayor conveniencia, como una manera de materializar un mejor y real aprovechamiento del recurso y de crear una fuente permanente de trabajo para un n�mero importante de familias, modificar la ley vigente, permiti�ndose la explotaci�n artesanal de salmones y truchas. En virtud de lo anterior, me permito se�alar a este Honorable Senado que en el d�a de hoy ha ingresado a la Secretar�a un proyecto de ley que he propuesto acerca de la materia a que he hecho referencia, de manera que ser� conocido por la Corporaci�n en los pr�ximos d�as. Solicito a mis distinguidos colegas que lo apoyen, por tratarse, naturalmente, de una iniciativa de bien para todo Chile y, en lo fundamental, para la Und�cima Regi�n. He dicho. El se�or VALD�S (Presidente).- Quedan a�n seis minutos al Comit� Independiente. Ofrezco la palabra. Ofrezco la palabra. Se levanta la sesi�n. -Se levant� a las 18:47. Manuel Oca�a Vergara, Jefe de la Redacci�n