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- rdf:value = " El señor GUZMÁN.-
Señor Presidente, en su encendida exposición, el señor Ministro de Hacienda pretendió poner en duda mi fidelidad al electorado que me eligió.
Deseo recordar que el candidato señor Büchi propició un vasto programa social, que fue tachado de demagógico por sus contendores; pero siempre lo planteó sobre la base de que no se haría una reforma tributaria que implicara elevar los impuestos, como aquí se ha sugerido.
Esa concordancia que estoy manteniendo hoy día con el programa del candidato presidencial a quien apoyé y al que apoyó mi partido es sustantiva y no queda para nada desfigurada por la circunstancia de que los Senadores que representamos a la UDI en esta Corporación consideremos que el paso de renta presunta a renta efectiva en la agricultura no sea oportuno por ahora.
También en su encendida exposición, el señor Ministro de Hacienda -y de alguna manera, en una velada insinuación, el Honorable señor Piñera - ha pretendido sostener que yo querría propiciar un tipo de desarrollo económico que no considera elementos sociales, en circunstancias de que afirmé expresamente en mi intervención la importancia que mi partido atribuye a la acción redistributiva del Estado para eliminar la extrema pobreza.
Lo que sí, a nuestro juicio, resulta fundamental es refutar las comparaciones que se hacen entre la realidad impositiva chilena y la de países modernos y desarrollados, porque Chile necesita crecer en forma mucho más acelerada y sostenida en el tiempo que naciones que ya han solucionado sus problemas más urgentes. Y precisamente para lograr ese crecimiento más acelerado y más sostenido, creemos necesario que el peso del Estado en la economía se reduzca y no se amplíe, conforme a nuestros principios. Y es por fidelidad a ellos que también rechazo esta reforma.
Quiero señalar, señor Presidente, que no tiene razón el señor Ministro de Hacienda cuando afirma que estoy poniendo en tela de juicio su palabra al dudar de que esta reforma tributaria vaya a ser la única que se impulse en este Gobierno.
No fueron hombres sin palabra los Presidentes que Chile tuvo a lo largo de su historia, ni sus Ministros de Hacienda. Pero son abundantes -por no decir presentes en todos los Gobiernos- los casos de impuestos que se aprobaron con el compromiso de que serían transitorios y respecto de los cuales, sin embargo, las fuerzas de la inercia o las circunstancias obligaron a esas mismas personas a solicitar después su prórroga o, muchas veces, que se mantuvieran en el tiempo en forma indefinida.
Eso no es faltar a la palabra: es reconocer la dinámica de los hechos. Y a eso he aludido al hablar de la gran importancia y peligrosidad que tienen las ideas-fuerzas.
Aquí se ha procurado convencer al país de que, para abordar los problemas de los más necesitados, es necesario subir impuestos. Lo que hoy se propone, como no va a conseguir el objetivo social en la medida en que todos lo anhelamos, traerá como lógica consecuencia la proposición de nuevas alzas de impuestos, siguiendo la misma idea-fuerza lanzada a lo largo de todo este debate.
Por eso, señor Presidente, quisiera terminar señalando que no me asustan en absoluto los cambios sociales. Muy por el contrario: he sido partícipe y partidario de un Gobierno que, bajo la conducción del general Pinochet, impulsó una de las transformaciones más profundas y más fecundas en la estrategia de desarrollo económico y social en Chile.
Mucho menos temo a los cambios sociales que puedan ir en la dirección de profundizar, perfeccionar y alcanzar las metas que aún no hemos logrado.
No he hablado tampoco de que este proyecto nos coloque al borde de la catástrofe. He dicho -y lo reitero- que ésta es una iniciativa tributaria que desalienta el ahorro y la inversión; que, como consecuencia de eso, daña el crecimiento, y que, por todo ello, perjudica las posibilidades de un mayor auge del país para contar con los recursos necesarios que permitan derrotar la pobreza.
Por esas razones, y no por otras, voto que no.
"
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