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El señor PÉREZ.-
Señor Presidente, Honorables Senadores:
En distintos discursos pronunciados en esta Corporación por quienes representan al Gobierno se han escuchado duras críticas a la pasada Administración en materias sociales.
En lo social, no existen indicadores únicos que puedan dar cuenta de la situación real de un país como lo hace el producto geográfico bruto en materia económica; más aún, en algunos temas de pobreza, antes de 1973, no había índices que pudieran servir comparativamente para destacar el avance de estos últimos años. No obstante, si nos atenemos a la medición y comparación de resultados en aquellas áreas o subáreas sociales donde hay antecedentes fidedignos, nos encontramos con que el desarrollo social existente durante el Gobierno militar es francamente auspicioso.
Señalaré, a continuación, algunas cifras que parecen esclarecedoras en los temas propios de la pobreza, tales como salud, educación, vivienda y nutrición.
Atención preventiva de salud
La cobertura de la atención profesional durante el parto aumentó, desde 81,1 por ciento en 1970, a 97,8 por ciento en 1987.
La mortalidad materna se redujo, desde 1,68 por mil nacidos vivos en 1970, a 0,46 por mil en 1987.
Las consultas médicas totales crecen entre 1974 y 1987 en 60,4 por ciento, frente a un incremento de la población de 24,5 por ciento.
Nutrición
Antes de 1975 no existía información sistemática y completa acerca del estado nutricional de la población infantil. El sistema que se implemento cubre en la actualidad a 85 por ciento de los menores de 6 años.
La desnutrición infantil se redujo, desde 15,5 por ciento en 1975, a 8,6 por ciento en 1988.
La mortalidad infantil, de 67 por mil nacidos vivos en 1973, pasó a 18 por mil en 1988.
La desnutrición grave prácticamente desaparece, bajando, desde 0,7 por ciento en 1975, a 0,07 por ciento en 1988.
Educación
El promedio de escolaridad de los chilenos sube, desde 4,5 años en 1970, a 8,7 años en 1987.
En 1987, el promedio de años de educación en el 20 por ciento de familias más pobres era de 5,8 años para el jefe de hogar, 6 años para la dueña de casa y 8,5 años para los niños. Este hecho demuestra el avance logrado en los últimos años en materia educacional en los sectores más pobres.
En el mismo año, el porcentaje de analfabetismo de las personas del 20 por ciento de familias de menores ingresos, de edades entre 15 y 19 años, era de 1,6 por ciento; entre 20 y 39 años, de 2,7 por ciento, y entre 40 y 59 años, de 8,2 por ciento.
Vivienda y saneamiento básico
El porcentaje del subsidio otorgado por el Gobierno anterior fue efectivamente recibido por el 30 por ciento más pobre de la población, y subió, de 21,6 por ciento en 1969, a 46,7 por ciento en 1986.
La cobertura de agua potable urbana creció, desde 66,5 por ciento en 1970, a 98,5 por ciento en 1988. En síntesis, más de 5 millones de personas tuvieron acceso por primera vez al agua potable durante la Administración de las Fuerzas Armadas. La cobertura de agua potable en sectores rurales también subió, desde 34,2 por ciento en 1970, a 74 por ciento en 1988.
Para finalizar este recuento -que podría extenderse mucho más-, quiero referirme a un índice utilizado internacionalmente por los expertos como indicador resumen de los progresos alcanzados por los países en materia de desarrollo social: la esperanza de vida al nacer, que subió, desde 61,5 años en 1970, a 71,5 años en 1990. Es decir, Chile se encuentra en esta materia a la cabeza de las naciones de América del Sur, con 10,5 años más de esperanza de vida que el Perú, 6,5años más que Brasil y Colombia, y 2 años más que Argentina.
Asimismo, es conveniente destacar que estos avances se producen en un contexto marcado por dos profundas crisis económicas internacionales, con una significativa reducción de los términos de intercambio para Chile. La crisis de los precios del petróleo en 1974 y 1975, y la crisis de la deuda, a principios de la década de los 80, son las responsables de que a aquélla se la llame la "década perdida para los países en desarrollo", los que, en el caso de nuestra América Latina, vieron cómo se deterioraba la situación de sus pobres y de qué manera éstos aumentaban en forma alarmante, produciéndose en todos ellos un marcado retroceso de sus indicadores sociales.
Reconocer progresos innegables en el campo social no significa desconocer la existencia de muchísimos problemas pendientes y avances insuficientes en determinadas áreas. La lucha por el desarrollo social está lejos de haber concluido y, por ello, debe constituir el centro de mayor gravedad de nuestras preocupaciones.
Pero hay una consideración, más de forma que de fondo, que los Senadores debemos tener presente para realizar una guerra eficaz contra la pobreza.
No podemos tratar este tema con slogans y consignas, ni para exagerar ni para soslayar el tema de la pobreza, persiguiendo dividendos políticos con nuestros discursos. Los pobres, así como no pueden esperar, tampoco pueden ser manoseados. Las palabras fáciles para la galería, la demagogia, no son armas eficaces para generar riqueza y erradicar la marginalidad crónica de un porcentaje importante de chilenos. Así quedó demostrado en el pasado.
En la Conferencia Regional sobre la Pobreza en América Latina y el Caribe realizada en Cartagena de Indias, Colombia, en agosto de 1988, hubo acuerdo unánime en que sólo tres países de la región -entre ellos Chile- podían exhibir resultados promisorios y de progreso efectivo en materia social.
El desafío que tenemos por delante es grande, y en él nos parece prioritario emprender algunas tareas; éstas han sido descritas por el Departamento de Desarrollo Social de Renovación Nacional y señaladas en la Cámara de Diputados por la parlamentaria señora María Angélica Cristi . Mencionaré algunas de ellas.
Fortalecimiento de políticas de inversión en capital humano de los pobres.
--Aumentar significativamente la cobertura de la enseñanza prebásica.
--Crear programas de capacitación para los jóvenes pobres, los que aún observan una cesantía mayor que el promedio nacional, deforma que puedan integrarse con una mejor calificación a la fuerza de trabajo y aspirar a mejores salarios.
--Mantener las prioridades en el financiamiento de la educación básica y media, que son las verdaderamente relevantes para las personas de menores ingresos.
--Estudiar un sistema de becas para los alumnos pobres con buenas calificaciones, para que puedan ingresar a la educación superior.
--En materia de salud, mejorar y dar fluidez a los mecanismos de referencia entre los niveles primario, secundario y terciario.
Transferencia de activos físicos.
--En vivienda, dar prioridad a la solución del problema de los allegados.
--Mantener la prioridad de los programas de vivienda en los sectores mas desposeídos y estudiar mecanismos innovadores que permitan a aquellos que ya han obtenido una solución básica, como las casetas sanitarias, y que han mejorado su situación producto del crecimiento económico aspirar a soluciones de una mayor calidad, reciclando las primeras.
Políticas asistenciales.
--Elevar el nivel de las pensiones más bajas.
--Perfeccionar el sistema de asignaciones familiares, destinando este subsidio a los sectores de menores recursos, incentivando que los de mayores ingresos renuncien a ellas, permitiendo de este modo un mejoramiento del beneficio.
Pero en la superación de la pobreza no basta con mostrar dos fotografías de un hombre, o de un grupo de hombres, o de parte de un pueblo, donde en una se exhiba la pobreza, y en otra, mejores condiciones momentáneas de vida. Las políticas sociales y económicas no pueden dividirse. La verdadera superación de la pobreza consiste en dar oportunidades de trabajo, con remuneración adecuada, con seguridad en el tiempo para los trabajadores y sus familias, que les permitan tener por delante nuevos horizontes con nuevas esperanzas. El crecimiento económico y el desarrollo de nuevas oportunidades es lo que soluciona, en su fase terminal, el problema de la pobreza en las naciones. El simple traspaso de recursos a los sectores de menores ingresos a través de mecanismos redistributivos no basta para erradicar la condición de marginalidad. Más aún, cuando este intento de transferencia es exagerado, termina por ahogar a los pobres en la propia pobreza del país que un sistema orientado a la igualdad genera.
Si pretendemos hacer un juicio justo sobre el tema del desarrollo social durante el Gobierno militar, considerando las crisis internacionales que debió enfrentar, por un lado, y la indisoluble relación que el desarrollo económico tiene con el desarrollo social, por otro, debemos efectuar al menos dos alcances.
Primero, se incursionó acertadamente en la búsqueda de las herramientas más eficientes para apagar los focos de miseria. Se estableció una estructura de subsidios racional focalizada, técnica y eficientemente, hacia los más pobres. Tal es así, que el nuevo Gobierno no pretende alterar en lo sustantivo esta red de servicio social, propiciando, en cambio, una vuelta atrás, al esquema existente con anterioridad a 1973.
Segundo, hoy en el país se puede hablar de un programa social adicional a los existentes, de quinientos millones de dólares, gracias a que hay estabilidad y crecimiento económico, y orden en las cuentas internas y externas de la economía. Ni en el pasado en Chile y quizás en ningún otro país de la región hoy día se pudo o se pueden emprender programas de esta envergadura.
Señor Presidente, la obra que en materia económica y social se desarrolló en Chile durante el Gobierno anterior fue exitosa. Y no sólo por los resultados efectivos, que diferentes organismos o instituciones internacionales han reconocido, sino también por el cambio profundo de estructuras económicas y sociales llevados adelante y por las modernizaciones que el país ha asumido.
En cambio, en los foros políticos del país se oye a los sectores que representan al actual Gobierno formular una crítica no justa, a nuestro modo de ver, al pasado Régimen.
Yo me pregunto -y con esto finalizo-: ¿a cuál de los Gobiernos anteriores, en materias económica y social, pretende parecerse más la Administración del Presidente Aylwin? No son las palabras, sino los hechos y las políticas los que importan.
¿Pretende el actual Gobierno una economía centralmente planificada o una economía de mercado? ¿Quiere la fijación de precios o la libertad de ellos?
¿Propicia una economía abierta al exterior o un desarrollo hacia adentro de sus fronteras?
¿Participa de aranceles altos y diferenciados o bajos y parejos?
¿Es el actual Gobierno partidario de un mercado de capitales competitivo o. de la asignación de créditos por parte del Estado?
En materia previsional, ¿busca continuar con el sistema de capitalización individual o el antiguo esquema de las cajas de previsión?
En fin, son muchas las preguntas que en materias económica y social se podrían hacer sobre los lineamientos del actual Gobierno.
Las respuestas, prácticamente todas, se diferencian de manera sustancial de las políticas aplicadas por los Gobiernos de los Presidentes Allende, Frei , Alessandri y los anteriores. Y las respuestas -digamos la verdad- continúan en lo esencial, o pretenden continuar, con las políticas y estructuras creadas por la Administración anterior. Entonces..., éste no fue tan malo, como se habla muchas veces para la galería.
George Orwell expresaba: "Si la libertad significa algo, es el derecho de decir a los demás lo que no quieren oír".
Muchas gracias.
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