-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/670576/seccion/akn670576-ds52
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1126
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/1
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- rdf:type = bcnres:Participacion
- bcnres:tieneMateria = http://datos.bcn.cl/recurso/tema/homenajes
- bcnres:tieneTerminoLibre = http://datos.bcn.cl/recurso/tema/celebracion-y-recuerdo-del-11-de-septiembre
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/670576/seccion/addressQ4EDKJKR
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/670576
- rdf:value = " CELEBRACION Y RECUERDO DEL 11 DE SEPTIEMBRE.
El señor VIERA-GALLO (Presidente).-
Tiene la palabra el Diputado señor Juan Concha.
El señor CONCHA.-
Señor Presidente, el 11 de septiembre fue celebrado por los partidarios del dictador y recordado por quienes no lo fuimos, en actos muy diferentes, en forma, sentido y naturaleza.
Los primeros, aprovechando la libertad de que hoy gozamos, muy distinta a la estrecha y vigilada que se permitía en el régimen pasado, celebraron con fanfarria y estruendo. Recorrieron calles principales y avenidas importantes en determinadas comunas afines a sus posiciones, en caravanas de vehículos, gritando su adhesión a Pinochet, sin ocultar que anhelan su regreso. Estas manifestaciones, si bien no me agradan, reconozco que corresponden al ejercicio de un derecho que respetamos en democracia.
Sin embargo, repruebo y censuro la manifestación de algunos insensatos irrespetuosos que enarbolaban las esvásticas, como si se tratara de la bandera nacional, exhibiendo convicciones que el mundo entero repudia. Ellos han vivido en el limbo; ignoran o no quieren recordar que el régimen nazi fue el causante inmediato de la guerra más grande ocurrida en el mundo, que dejó millones y millones de muertos y una tremenda devastación, cuyas atrocidades y crueldades alcanzaron límites abismantes que al exhibir sus campos de concentración horrorizaron a la humanidad.
De la misma manera que para ellos en Chile las villas Grimaldi, Tres Alamos, Cuatro Alamos, Tejas Verdes, dirigidos por el tristemente célebre "Mamo" Contreras, y otros campos de concentración, no existieron jamás o fueron solamente inocentes centros de detención o reclusión de delincuentes comunes o de osados opositores que se negaban a reconocer el nuevo orden instaurado en Chile, no supieron o no quisieron saber de torturados ni mucho menos de desaparecidos o asesinados; o se negaron a reconocer las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, los que con leve movimiento despectivo de hombros rechazaban.
La sangre y el dolor ajeno no los afectó.
Hoy, el hecho brutal del descubrimiento de cementerios clandestinos o de los lugares donde yacen sepultados ilegalmente víctimas desaparecidas, asesinadas por los esbirros del régimen, no provoca en ellos condena alguna; sólo absoluta indiferencia o tal vez alguna justificación.
Quizás si muchos de esos alegres celebrantes formaron parte de las pandillas de exterminio, muy conocidas en algunos lugares.
En cambio, quienes fuimos opuestos al dictador concurrimos a actos litúrgicos en recuerdo de los caídos; celebrados con recogimiento y solemnidad, unidos todas por un sentimiento de amor solidario con los familiares de tanta víctima; unidos también por un propósito común: hacer lo necesario para que nunca más hechos tan desgraciados vuelvan a ocurrir.
No hubo expresiones de odio. En la conciencia de todos no cabía un sentimiento negativo. Sólo se quería recordar al padre, al hijo, al marido o al amigo. Sentirlo cercano y derramar una lágrima que significara el amor de toda la vida.
Otros llegaron hasta La Moneda a depositar una ofrenda floral en recuerdo de Salvador Allende. Fue un acto triste, no exento de amargura.
Ambas manifestaciones se desarrollaron independientemente sin que se produjeran altercados. Ni unos ni otros trataron o intentaron de impedir los actos ajenos. No pudo ser de otro modo, porque el odio se adormece y se debilita con el curso del tiempo. El dolor y la angustia se apaciguan y un sentimiento de conformidad termina por superar todo afán de venganza.
En un ambiente de paz, sin agresividad, podrá hacerse justicia, y la verdad se impondrá, siendo aceptada y reconocida por todos, lo que será posible si los responsables de la muerte de tantos son llevados a los tribunales para que los juzguen y sancionen.
He dicho.
"