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- rdf:value = " El señor VIERA-GALLO (Presidente).-
Tiene la palabra el Diputado señor Longton .
El señor LONGTON. -
Señor Presidente, ¿cuánto tiempo nos resta?
El señor VIERA-GALLO (Presidente);- Le quedan diez minutos a su Comité, señor Diputado.
El señor LONGTON.-
Gracias.
Señor Presidente, señores Diputados, ante la proposición planteada por la bancada de Gobierno, me corresponde asumir la defensa de un legítimo derecho que tenemos, en especial, los habitantes de la Quinta Región y de todas las Regiones de Chile: el de rebelamos contra la asfixia en que la ciudad de Santiago tiene sumido a Chile entero.
Pese a los problemas que se han generado en el interior de la ciudad de Santiago, como producto del desmesurado crecimiento de su población y por la falta de políticas de planificación urbana, no se ha impedido que la gran urbe mantenga el predominio y la supremacía en nivel nacional, desde los puntos de vista político, económico y cultural.
El excesivo centralismo ha convertido a la aglomeración santiaguina en un grave problema para el país. El enorme peso que representa la concentración demográfica, económica y cultural del Gran Santiago, se ha convertido en uno de los obstáculos más serios del desarrollo regional chileno. Es novicia la marcada dependencia de las economías provinciales de la actividad santiaguina. Es absurda la concentración de industrias que sólo transforman las materias primas que son enviadas a la capital desde todo el territorio nacional.
Frecuentemente, son los ahorros y los impuestos regionales los que financian los adelantos santiaguinos. Desde hace largo tiempo, las provincias viven un proceso de despoblamiento de su gente más capacitada, que emigra con sus ingresos y sus capitales a Santiago. No cabe duda de que la capital crece a expensas de las Regiones.
El crecimiento del Gran Santiago se nutre de esa apropiación de ingresos y de recursos naturales que se transfieren desde las Regiones hasta allí.
El proceso de desconcentración administrativa y de regionalización requirió, en un momento, de férrea decisión. Es así como, desde hace algunos años, éste avanza, aunque no con la prisa que quisiéramos; pero es una realidad.
La instalación del Congreso Nacional en Valparaíso se inserta en estas políticas, las afianza, les da el impulso necesario.
La regionalización y la desconcentración están simbolizadas en este edificio que hoy habitamos. Esta sí que es una manifestación efectiva, cierta, verídica de querer descentralizar, y los regionalistas nos aferramos a ella, con todo nuestro orgullo de porteños, recogiendo página a página nuestro glorioso pasado. O'Higgins oró junto a su madre en la iglesia La Matriz antes de partir al exilio; muy cerca de aquí, en el cerro Los Placeres, aún resuenan los disparos que segaron la vida de Portales; por las calles porteñas se le rindió el último homenaje a Prat, antes de ser sepultado en la Plaza Sotomayor.
Tenemos un pasado y un presente. Del primero, la experiencia; del presente, la férrea voluntad de defender algo que nos pertenece, no sólo porque nos favorece a nosotros, sino a todo Chile.
Si los gobiernistas quieren volver al vetusto y ruinoso edificio del Congreso en Santiago, deberán enfrentar el juicio de Chile, pero antes deben responder:
1)Si el Gobierno tiene real voluntad de progresar en la regionalización.
2)Si está dispuesto a asumir el alto costo político que ésto significa.
3)Si está dispuesto a seguir favoreciendo al centralismo.
4)Si no fuera así, cómo se compatibilizan las opiniones del señor Ministro de Obras Públicas de este Gobierno, en el sentido de terminar completamente las obras del Congreso en Valparaíso, con el criterio de los parlamentarios de Gobierno de trasladarse a Santiago.
5)Si los señores Diputados de Regiones están dispuestos a asumir su responsabilidad ante sus electores votando por el traslado del Congreso.
Señor Presidente, cincuenta millones de dólares se han invertido en este edificio. Difícil me resulta pensar que se tirarán a la basura y que quedará en definitiva como un monumento a la estupidez, a la incomprensión y a la tozudez; y que, además, se truncarán esperanzas de progreso y de desarrollo y se sumirá en una depresión a toda la Región.
Solicito, si procede votación ante la moción presentada, que ésta sea nominal, para que los señores Diputados, de cara al país, manifiesten su opinión, para así saber quiénes están con las Regiones o a favor del centralismo santiaguino.
Señor Presidente, si casi hemos suplicado que el Congreso permanezca en Valparaíso por múltiples razones que se han dado, se equivocan quienes piensan que nos pondremos de rodillas; si ayer martes nos esperaron claveles, sólo nos resta esperar, si el Congreso vuelve a Santiago, rosas, muchas rosas, pero sin pétalos y, a cambio, muchas espinas.
He dicho.
-Aplausos en la Sala.
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