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La señora CARVAJAL, doña M.a Loreto (Vicepresidenta).-
Tiene la palabra el diputado Giorgio Jackson Drago .
El señor JACKSON.-
Señora Presidenta, como se ha comentado, hace casi seis años que esta discusión tuvo lugar en este hemiciclo, aunque, lamentablemente, durante mucho tiempo hubo silencio al respecto.
Quiero hacerme cargo de algunas cosas que se han dicho en este debate.
En primer lugar, me referiré a cómo nace la idea de la dieta. Mucha gente me pregunta a través de las redes sociales qué pasa con los sueldos. Les explico que la dieta es como una remuneración. La dieta que recibimos los parlamentarios es lo mismo que un sueldo, y la forma de calcularla está regulada en la Constitución Política de la República, lo que me parece una anomalía.
Antiguamente, los parlamentarios trabajaban ad honorem, por lo cual solo los terratenientes, quienes obtenían ingresos por otras vías, estaban en posibilidades de dirigir el país. Era algo sumamente oligárquico, pues los trabajadores y trabajadoras no podían destinar su tiempo a labores de representación.
Por lo tanto, nunca hemos puesto en duda la idea de que debe existir una remuneración para quienes se dedican a esta labor. Siempre dijimos que las dietas eran exorbitantes, que no tienen nada que ver con los estándares internacionales y que son totalmente ajenas a la realidad de nuestros compatriotas.
También establecimos, desde el comienzo, una diferencia importante entre representantes y funcionarios de carrera. No es lo mismo hacer una carrera funcionaria que representar al pueblo.
Me pregunto cómo podríamos ir a un club de adultos mayores y quedarnos tranquilos, sabiendo que las pensiones que les entrega el Estado son ochenta veces menores que nuestras dietas; cómo vamos a ir a un sindicato sabiendo que nuestra remuneración es más de treinta veces mayor que el sueldo de los trabajadores que representamos. En algún momento llegó a ser treinta y nueve veces mayor. ¿Acaso trabajamos treinta veces más duro que ellas y ellos? ¡Por supuesto que no! Hay gente que se pela el lomo trabajando.
Me avergonzaron, en su momento, las palabras de algunos colegas que dijeron que la dieta parlamentaria es justa porque nos sacamos la cresta trabajando, como si quienes ganan el sueldo mínimo no se sacaran la cresta, como si quienes reciben remuneraciones menores al sueldo mínimo, trabajando informalmente, no se sacaran también la cresta.
Enhorabuena que la movilización social, el estallido puso de relevancia una materia que estuvo en silencio durante mucho tiempo. Sin esas movilizaciones sería imposible que estuviéramos discutiendo este proyecto de reforma constitucional en esta Sala.
Está bien que haya una revisión de los sueldos de todas las altas autoridades del Estado, porque, efectivamente, hay lugares en los que estos no se condicen con la realidad del país; sin embargo, como dijo el propio presidente del Banco Central y como dice la experiencia comparada, eso no se puede hacer de un paraguazo para los funcionarios de carrera, porque podría traer enormes costos para el funcionamiento mismo de los servicios públicos, y no queremos que eso pase.
Estamos proponiendo un proyecto responsable que fija transitoriamente las dietas de los parlamentarios y de los ministros de Estado en menos de 50 por ciento de su monto actual. No creemos que se tenga que hacer extensivo, como se pretendió, para los jueces y para alcaldes en ejercicio, quienes pueden llegar a ganar hasta dos millones doscientos mil pesos en algunos municipios.
Recojo la analogía del boxeador que al ir cayendo noqueado se abraza al rival para que caigan juntos. Esos manotazos de ahogado no le hacen bien a nuestra democracia, porque en el fondo intentan trabar la tramitación de un proyecto que es del todo sensato.
La gente se pregunta cuánto significa la rebaja en la práctica. Hoy, la dieta parlamentaria bruta asciende, aproximadamente, a 9.400.000 pesos, y con esta reforma, con la reducción del 50 por ciento que estamos planteando, bajará a 4.7 millones de pesos. ¿Es harta plata? ¡Por supuesto que es harta plata! Mucho más que lo que la ciudadanía puede alcanzar; pero es un gesto mínimo e inmediato que hará que se retome la confianza en instituciones que están completamente desprestigiadas.
Respecto de las asignaciones, ¡otro manotazo de ahogados! Quien pretenda que se haga necesario despedir a la mitad del personal que trabaja en las oficinas parlamentarias o que se les tenga que reducir el sueldo a la mitad, tratándose de trabajadores que ganan entre 600.000 y 1.500.000 de pesos, no está entendiendo nada, o está entendiendo todo y está tratando de confundir.
Solicitamos votación separada porque estamos plenamente disponibles para discutir el tema de las asignaciones, pero no para hacerlo de un paraguazo, a costa de trabajadoras y trabajadores que se sacan la cresta todos los días en el Congreso Nacional y afuera, en los distritos.
Esperamos que el proyecto se apruebe hoy y se tramite con prontitud en el Senado, para que pronto sea ley de la república.
He dicho.
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