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El señor INSULZA.-
¿Se escucha?
La señora MUÑOZ ( Presidenta ).-
Sí, señor Senador.
El señor INSULZA.-
Muchas gracias, señora Presidenta .
No voy a hablar mucho del proyecto. Creo que es una buena iniciativa, tal como lo han expresado todos los miembros de la Comisión y la mayor parte de las señoras Senadoras y los señores Senadores que me han antecedido.
Me parece que su texto resuelve muy bien el problema de que la dieta parlamentaria se mantiene como dieta, equivalente a la de un Ministro de Estado . Al mismo tiempo, establece que el monto lo decide una comisión que fundamentalmente operará con criterios técnicos, que conoce cómo funciona el Estado; y permite eliminar este debate absurdo de los guarismos, que estaba enredando bastante.
Se trata de que la remuneración se fije temporalmente, por un órgano también técnico, dentro de un mes.
Por lo tanto, no me voy a alargar mucho sobre esto, señora Presidenta . Me quiero referir, más bien, a una situación extraña que se produce.
A mí por lo menos siempre me ha parecido extraño que cada vez que se habla de rebaja de dietas nadie se refiera a las de los Ministros de Estado . ¡No! "¡Las dietas parlamentarias!, ¡las dietas parlamentarias!", repiten todos.
Si nos fijamos, el Presidente de la República en un día gana más de lo que cualquier parlamentario gana en un mes. Y, sin embargo, nadie pide que se rebaje su sueldo. Tampoco hay ninguna exigencia urgente de que les bajen el sueldo a los Ministros o a los Subsecretarios. ¡No! ¡A los parlamentarios!
Y eso tiene que ver, claro -lo ha dicho algún Senador por acá-, con el desprestigio de la política, porque nosotros, querámoslo o no, somos los políticos. Los Ministros son personas que actúan en una serie de cosas y producen resultados tangibles. El Presidente de la República ni hablar, los alcaldes también.
Nosotros somos los políticos, los "señores políticos", como los llamó algún general que no creía en absoluto en la democracia, por cierto. Y, como tales, ciertamente enfrentamos mucho más fuerte el desprestigio de la política. Fíjense ustedes que ni siquiera las señoras Senadoras son calificadas como políticas. Parece que no existe el género cuando se habla de los políticos. Nadie dice "los políticos y las políticas".
Ese es el nivel de desprestigio al que hemos llegado. ¿Y quiénes son los principales autores de eso? Yo creo que nosotros mismos. Bueno, por cierto en un clima malo que efectivamente está en contra de la política, todo lo que se quiera, pero nosotros mismos estuvimos discutiendo durante un buen rato esta mañana -supongo que alguien estaba mirando, ojalá que no- cuáles eran los próximos proyectos antipolíticos que íbamos a debatir: la reducción de las reelecciones; el problema de las dietas, que estamos analizando ahora; la rebaja, probablemente, del número de parlamentarios. ¡No, hay muchos Diputados, hay muchos Senadores! Me recuerda cuando alguien del Gobierno militar me sostenía que era más democrático ese régimen porque tenía más miembros en las Comisiones Legislativas que los parlamentarios que había.
Yo creo que nosotros hacemos un gran esfuerzo por desprestigiar la política, porque nos hemos convertido, como lo dijo muy bien un colega, que no voy a nombrar, en 43 empresas individuales de autopromoción. Trabajamos diariamente para que nos vean, para que nuestros electores digan: "Ay, qué bien lo que dijo el Senador"; "qué bueno lo que dijo la Senadora ", y no nos importa si sacamos cinco proyectos o uno en cada sesión.
Porque además no hemos podido llegar a aquello que es tan fundamental en la política de otros países que tienen políticos profesionales también: sentirnos representantes de las personas y no autoridades; considerar que debemos estar permanentemente en contacto con la gente, que necesitamos saber lo que la gente quiere, etcétera; y, sobre todo, llevar una vida sobria.
¿Queremos cambiar este tema? Modifiquemos nuestras prácticas. Hagámonos cargo de nuestras propias responsabilidades. Esto no es pura culpa del ambiente ni de la desigualdad; también es culpa o responsabilidad de quienes ejercemos la función política, sin preguntarnos nunca, a mi juicio, cómo la podemos ejercer mejor y más al servicio de la gente.
Voy a votar a favor, Presidenta, porque es lógico. Pero estoy muy de acuerdo con lo que dijo la Senadora Aravena: al día siguiente todos van a estar pensando lo mismo de los políticos.
Eso no va a cambiar mientras no mejore primero lo que estamos haciendo por la gente; mientras la economía del país no mejore; mientras no mejoren también los temas de la desigualdad. Pero también mientras nosotros no continuemos dando el espectáculo que a cada rato damos por las redes sociales y por la televisión acerca de lo que hacen los políticos, que es abrir hoyos en el aire con el dedo, sin entregarle a la gente lo que quiere recibir.
Muchas gracias.
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