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El señor LAGOS .-
Señora Presidenta , son escasos los cinco minutos de que dispongo. Voy a votar favorablemente el proyecto. Y también votaré favorablemente cuando se logre poner en tabla el proyecto de la no reelección con efecto retroactivo.
Respecto a esta iniciativa, con otros Senadores que nos acompañaron, el Senador Quintana, la Senadora Carolina Goic, presentamos un proyecto de reforma constitucional para estos efectos.
¿Qué puedo agregar a lo que han señalado muchos señores Senadores?
La dieta parlamentaria tiene un origen. Antiguamente, el Parlamento no tenía dieta en Chile, y participaban aquellos que tenían recursos propios. De hecho, las personas más antiguas recordarán que hasta hace poco se hablaba de legislatura ordinaria y de legislatura extraordinaria. Y estas legislaturas estaban vinculadas a los períodos de siembra o cosecha de la agricultura chilena, por cuanto los parlamentarios eran dueños de las haciendas. Entonces, cuando debían ir a cosechar o a sembrar, se iban para allá y no legislaban. Eso cambió. Y al establecerse la dieta se dio la posibilidad de que personas de otro extracto socioeconómico pudieran participar del debate legislativo en nuestro país.
En consecuencia, no está en discusión la existencia de una dieta; lo que está en debate es su monto, con relación a la sociedad chilena y por qué no, tal vez, respecto de las realidades de otros países con un grado similar de desarrollo relativo.
Para esos efectos nos parece relevante aprobar el sistema que está proponiendo la Comisión de Constitución.
Primero, saca del Parlamento la determinación directa del monto de la dieta y le pide a un organismo distinto y autónomo que la fije. Se establece una medida transitoria que da un plazo perentorio de treinta días para que sea definido por la Alta Dirección Pública.
No me cabe ninguna duda de que lo que hará la Alta Dirección Pública, a ojos de buen cubero, es rebajar la dieta parlamentaria. Y muy probablemente lo que ocurrirá cuando se constituya la comisión permanente, si así se aprueba por el Congreso, es que la redefina nuevamente. Y considero sano que saquemos la determinación de este Hemiciclo, de este Parlamento.
No escapa a mi persona, y me parece que a ninguno de los que están acá, que nosotros no somos bien valorados por la ciudadanía, como cuerpo colegiado. Tal vez individualmente tenemos adhesión, adeptos y ciudadanos que valoran nuestro trabajo. Pero en lo grueso, existe un manto de dudas sobre la forma en que opera básicamente el Estado de Chile.
El desprestigio de las instituciones no está radicado solamente en el Parlamento: está en los empresarios, en las Fuerzas Armadas, en la Iglesia, en las corporaciones. Usted nómbrelos; no se escapa nadie.
Entonces, lo que estamos haciendo es una ligera contribución, ¿a qué? A ir ordenando este debate.
Deseo terminar diciendo, porque seré muy breve, que no cambiará nuestra imagen porque se reduzca la dieta o porque aprobemos este proyecto. Pero podremos evitar que este sea el punto al cual apunten con el dedo.
Me parece muy relevante tener esta revisión de la dieta parlamentaria y de la duración de los períodos de reelección.
En lo personal, históricamente no me ha gustado la idea de limitar las reelecciones, porque considero que la ciudadanía es la que define quién desea que participe. Pero, dada la crisis que vivimos hoy, es necesario establecer esta modificación constitucional.
Si al cabo de una década, o en dos años a futuro, se decide que la reelección por más de dos períodos para los Senadores y Diputados es correcta y sana para la democracia chilena, que así sea. Pero pienso que hoy es cuando todos deben hacer un esfuerzo y este se debe hacer donde duele. Y duele en una dieta parlamentaria y en la reelección. Y la ciudadanía así lo entiende.
Por último, con relación a lo que señalaba el Senador Ossandón, efectivamente existen sectores que han expresado históricamente, desde hace bastante tiempo, que desean rebajar la dieta a los parlamentarios. Imagino que muchos de ellos lo han hecho de forma voluntaria.
Algunos señalaron que han donado parte de sus dietas. Imagino que así lo han hecho, incluso aquellos que desde el año 2014 vienen planteando esta propuesta. Y que lo han hecho anónimamente, como corresponde.
Muchos de nosotros hacemos donaciones de manera anónima. Yo solo espero que dichas donaciones, en tanto no aprobemos esto, hayan sido destinadas a instituciones de beneficencia, que estén muy lejos de la esfera de influencias y atribuciones que pueda tener la política sobre aquellos que fueron los felices donatarios de esos recursos.
Muchas gracias.
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