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El señor LETELIER.-
Señora Presidenta , estimados colegas, recuerdo que cuando se hizo la discusión para terminar con el voto obligatorio, se argumentó que era para mejorar el sistema democrático, para el bien de escuchar a los ciudadanos. Debo decir que hoy tengo la convicción de que fue uno de los mayores errores políticos que yo, en lo personal, he cometido, al concurrir con poca fuerza para oponerme a aquello.
Creo que tener hoy voto voluntario es un error y que reponer el voto obligatorio le haría muy bien a nuestra democracia, porque tiene que ver con una convicción de deberes y derechos.
Hoy estamos en una situación de crisis democrática que no es solamente de Chile. Es una crisis de representación, una crisis de eficiencia. Se habla de la democracia líquida, de cómo el poder se ha desplazado desde el Estado hacia el mercado, y de cómo los Estados, con sus diferentes órganos, no son capaces de resolver las demandas ciudadanas.
Bueno, esta crisis, que no es solamente chilena, que es de épocas de las cuales algo hablaba el Senador Girardi, nos tiene que ocupar, y ocupar en serio. Yo espero que el proceso constituyente que viviremos en los próximos meses y años sea una buena ocasión para profundizar una mirada crítica a lo que ha sido este desplazamiento del poder hacia el ámbito de lo privado y fuera del ámbito de lo público, porque hoy, efectivamente, aquel se encuentra desplazado.
Sí creo que, cuando hagamos esa discusión, consideremos que hay ciertas cuestiones de principios, de principios democráticos. Yo soy de aquellos que piensan que los principios deben guiar ciertas decisiones en nuestras vidas. Y la democracia, como sistema, tiene entre sus principios el elegir y ser elegido, la representación delegada de lo que es la voluntad o la soberanía popular, que viene a ser la democracia representativa: la entrega de la soberanía popular a representantes en diferentes espacios, tanto locales y regionales como nacionales; y a nivel nacional, por la división de los poderes, en el poder democrático legislativo y ejecutivo.
Es evidente que los cargos de elección popular, donde se ejerce esa delegación de facultades, son de naturaleza distinta. Las funciones ejecutivas no son lo mismo que las de los cuerpos colegiados. Me parece que el Senador Pizarro se detuvo en eso en forma acertada. Y es la razón de por qué se limita la elección o la reelección de los Presidentes, que administran el poder, más aún en un sistema presidencialista, considerando los recursos involucrados. Es muy distinto de los cuerpos colegiados, donde aquello no ocurre.
Yo, la verdad, si tuviera la convicción de que el límite a la reelección garantiza la renovación de la política, aprobaría con entusiasmo esta iniciativa. Pero tengo el convencimiento de que esa es una falsedad absoluta. No se puede entender que la renovación de rostros vaya a renovar las elites y la forma de funcionamiento de las instituciones. Hay datos objetivos de cuál ha sido, en este tiempo, la tasa de renovación de los Diputados, de los Senadores, de los consejos regionales, de los concejos municipales. Y es cierto que ha habido tasas de rotación altísimas, pero, ¿es suficiente? ¿Es eso lo que busca la gente?
Me pregunto si la renovación de rostros garantiza un cambio en las instituciones. Y yo por lo menos no veo que eso esté garantizado hoy.
Si uno dijera que los procesos electorales no son representativos, cabría preguntarse si el tránsito hacia el sistema proporcional fue correcto. Hoy tenemos parlamentarios electos con un alto porcentaje de votos y otros electos con un bajo porcentaje de votos, porque son parte de una lista. Y uno podría preguntarse, entonces, si eso está bien o está mal.
Yo estimo que en esa parte de nuestro sistema democrático aún tenemos tareas pendientes en cuanto al rol y fortaleza de los partidos. Quizás es uno de los grandes vacíos que se advierten.
Sí pienso, en cambio, que cualquier posibilidad de avanzar, de repensar la política y repensar las instituciones debe hacerse a partir del principio de que uno debe poder elegir y ser elegido.
No creo que el límite a la reelección...
La señora MUÑOZ ( Presidenta ).-
Dele un minuto más al Senador Letelier, por favor, Secretario .
El señor LETELIER.-
No creo que el límite a la reelección sea la solución que garantice la renovación. Aquí hay muchos que buscan una solución en medio de la crisis, pero a través de un camino que no resolverá, de por sí, el problema. Yo no veo por qué, a nivel local, un concejal no pueda ser reelecto; no veo por qué un consejero regional no pueda ser reelecto; no sé por qué un alcalde no pueda ser reelecto.
Es cierto que, en la coyuntura, todo este debate se ha concentrado en el Parlamento, probablemente porque la gente esperaría que tuviéramos más poder para resolver sus demandas, como terminar con un sistema de pensiones arcaico, abusivo; para acabar con los abusos en la participación en la creación de la riqueza y, por sobre todo, en el acceso a la riqueza. Si el Congreso tuviera la facultad para resolver de otra forma los problemas de desigualdad, probablemente la crisis de representación que hoy existe en nuestra sociedad sería distinta.
No soy de aquellos que creen que aquí solamente estamos llamados a dar señales. Me parece que debemos hacer un debate a fondo.
Yo voté a favor en general pensando que eso ayudaría. Hoy, cuando veo el texto que nos presentan, no tengo esa convicción: no tengo la convicción de que cuestionar el derecho a elegir y ser elegido en Chile, tal como se ha hecho solo en otros dos países, resolverá las causas de nuestra crisis. La crisis que vive nuestra sociedad es mucho más profunda.
Siendo de aquellos que han estado en esta actividad pública desde hace tiempo y que no tenemos la decisión de ir de nuevo a una reelección, en particular por el contexto en que vivimos, queremos abordar este debate desde una perspectiva de principios y de acuerdo a nuestras convicciones.
Y pienso que el mismo error que cometimos cuando cambiamos el voto obligatorio a voluntario lo estamos cometiendo nuevamente ahora, señora Presidenta.
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