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El señor PIZARRO.-
Presidenta, entiendo que se puede fundamentar el voto, ¿cierto?
La señora MUÑOZ ( Presidenta ).-
Sí, se puede.
El señor GUZMÁN ( Secretario General ).-
Así es.
El señor PIZARRO.-
Muchas gracias.
Señora Presidenta , a pesar de lo que han dicho algunos colegas, quiero reiterar con mucha tranquilidad que me parece importante este debate. Y si no lo realizamos quienes estamos en política, no veo quién lo va a hacer.
Esto tiene relación con el funcionamiento de nuestra democracia, con el fortalecimiento de nuestras instituciones, con los cambios que seguramente van a venir a través del proceso constituyente que hemos acordado y que espero que la gran mayoría de los chilenos apruebe, a fin de iniciar una revisión del régimen político, por lo que seguramente estas materias van a volver a estar en el debate.
Lo más probable es que las cambien radicalmente, porque los tiempos son distintos y el futuro que viene es diverso. No lo imaginamos. Sin duda, lo que debe marcar cualquier régimen democrático, sea parlamentario, presidencialista o semipresidencial, es una mayor participación de la ciudadanía.
Dicho eso, Presidenta , con toda tranquilidad quiero dejar testimonio -por lo mismo, voy a votar en contra- de que siempre me he sentido con una legitimidad democrática al representar a la gente de la Cuarta Región, las ideas de la Democracia Cristiana y el proyecto social que encarnó la Concertación desde el Presidente Aylwin en adelante.
Desde muy joven, desde los tiempos en que estudiaba en el Internado Nacional Barros Arana, he hecho política, sin aspirar a nada, en las peores épocas. Y uno siempre va a seguir haciéndolo, porque tiene esa vocación política. Por eso, también siempre recibí con mucha humildad los grandes respaldos que obtuve en las votaciones en mi región, y a ella me debo, sin duda, y eso lo agradezco de por vida. Uno aprende mucho en esta actividad.
Quiero dejar constancia de que voto en contra con toda tranquilidad, porque no quiero repetir la experiencia de haber sido sometido al chantaje de Marco Enríquez-Ominani, candidato presidencial en 2009, quien nos obligó a establecer el voto obligatorio, como condición para apoyar en segunda vuelta al candidato de la Concertación en contra del entonces candidato Piñera .
¡De eso nadie se responsabiliza ahora, y la democracia chilena ha pagado un costo horrible!
Los argumentos eran muy parecidos a los de hoy: la renovación; la necesidad de que los jóvenes participen en política; que con el voto voluntario estos se iban a agolpar en las calles, participando en todas las instancias; que ahora sí que sí. Pero el resultado de la renovación, de la participación en política o de la generación de una nueva o distinta forma de tratar los temas del país no se vio coronado. Al revés, hemos pagado un costo gigantesco.
La renovación se construye sobre la base de liderazgos que se van legitimando, no sobre la base del voluntarismo, del individualismo, de creer que cada uno de nosotros posee la fórmula mágica o de salvación.
En la última elección presidencial tuvimos una diversidad de candidatos, quienes expresaban la renovación de todo tipo, dado sus proyectos personales. Algunos no llegaron ni al 1 por ciento de los votos; otros sacaron un poquito más; otros generaron la dispersión de sectores que podrían haberse sumado y haber obtenido una fuerza mayor en torno a un proyecto de sociedad. A la Derecha le pasó un poco lo mismo.
Esa forma de hacer política ha hecho pagar un alto costo a todos quienes están en la política, porque lo único que se percibe es individualismo, falta de proyectos colectivos, falta de trabajo en equipo, falta de ideas, falta de valores, falta de principio, falta de coherencia.
Por eso, señora Presidenta, prefiero derechamente decir que voy a votar en contra, pues estoy convencido de que no existe mejor fórmula que permitir que sean los propios ciudadanos quienes decidan.
A aquellos que quieren dar señales, yo les pediría una señal concreta, como han dicho ya varios colegas, y creo que sería buena: ¡no vaya ninguno a la reelección! Que los Senadores y Diputados que están actualmente en ejercicio, si quieren hacer gestos de desprendimiento, digan derechamente que no van a la reelección, y se renueva todo el Congreso. ¿Por qué no? Hay distintos espacios en los que uno puede seguir participando, como se ha dicho.
Mi decisión la tomé el año 2013, durante la última campaña, y siempre quedé muy conforme con ella.
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