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El señor KAST.-
Señora Presidenta , hoy día, más que intentar convencer al resto de los colegas -honestamente, no lo veo posible-, muchos han visto en esto una oportunidad también para rendirse al aplauso fácil.
Quisiera realizar una reflexión sobre el momento que está viviendo nuestra democracia, y aprovechar además de despejar algunos elementos que se han dicho sobre este proyecto.
Sinceramente, lo que más me preocupa de lo que ha ocurrido con respecto a esta iniciativa es la fragilidad, la simpleza y -por qué no decirlo- la violencia del debate.
Fragilidad, porque incluso quienes semanas atrás manifestaban estar en contra no tuvieron el coraje de mantener sus convicciones; no aguantaron la presión de las redes sociales.
Esa es la verdad.
Simpleza, porque a pesar de que todos los expertos en pensiones, independientemente del color político, plantearon la necesidad de recurrir a la deuda pública y no a los fondos destinados a las pensiones, muchos de los colegas presentes bajaron los brazos y prefirieron seguir el camino fácil, subirse a la ola de las encuestas en lugar de explicar a quienes votaron por ellos que existen mejores alternativas para hacer frente a la brutal crisis que viven nuestro país y la clase media.
Violencia, porque cuando un Senador planteó una propuesta para evitar que los más ricos pudieran hacer un negocio con el retiro de sus fondos, no solamente recibió una funa masiva en las redes sociales, sino también una serie de publicaciones que incitaban a la violencia mostrando su domicilio.
Esa es la verdad.
Insisto: soy consciente de que este proyecto se va a aprobar el día de hoy. Pero es importante que miremos con un mínimo de objetividad lo que estamos viviendo y nos demos cuenta de la mala calidad de nuestro debate y de cómo la democracia se va erosionando cuando toleramos que los argumentos y la deliberación sean reemplazados por la violencia y la intolerancia.
Volviendo al contenido de la iniciativa que nos convoca, quisiera despejar algunos temas y aprovechar de hacer algunas propuestas, aunque estoy consciente de que es muy difícil que sean tomadas.
Lo primero. Se ha dicho que es un día simbólico, porque finalmente se les inflige una derrota a las AFP.
Quisiera detenerme en este argumento, porque me parece importante que seamos honestos con la ciudadanía que sigue con atención este debate.
Con este proyecto los dueños de las AFP salen beneficiados, pues sus ingresos provienen de las comisiones mensuales y no del monto administrado. Al disminuir el monto total, van a poder hacer retiros por 200 millones de dólares que hoy deben invertir, junto a quienes cotizan, por concepto de encaje.
Espero que todos los que hoy respaldan este proyecto con sus votos estén conscientes del favor que les hacen a los dueños de las AFP.
Lo segundo. Claramente, las pensiones son una de las urgencias más relevantes de nuestro país. Y me alegra de que el Senado, luego de haberse negado a tramitar el proyecto de ley, que fue aprobado en la Sala y que duerme desde marzo en la Comisión de Trabajo, ahora finalmente tenga disposición a retomar la discusión.
Lo más curioso es que muchos de los que hoy rasgan vestiduras por la mala calidad de las pensiones han gobernado nuestro país por veinticuatro años durante las últimas décadas, teniendo mayoría absoluta para priorizar las pensiones. Muchos de ellos sentados acá apuntan a las AFP, que, por cierto, tienen responsabilidad en no haber insistido desde hace años sobre la precariedad de las pensiones, pero no veo a ninguno de ellos haciendo mea culpa un por no haber enfrentado este tema en forma seria hace décadas, aumentando el ahorro en forma sustantiva.
En suma, somos nosotros, los políticos, los verdaderos responsables de que tengamos pensiones de pobreza. Y el gran pecado que hemos tenido, y lo saben todos quienes han estudiado en profundidad esta materia, es que no hemos ahorrado lo suficiente. Por eso resulta tan paradójico que hoy día algunos crean que la solución es dejar de ahorrar.
Solo tres de cada diez chilenos han ahorrado lo suficiente para obtener una pensión digna. Y las más discriminadas por este diseño, construido sobre un impuesto al trabajo, han sido las mujeres, que en nuestro país ganan un 30 por ciento menos que los hombres por el mismo trabajo.
Por eso, en materia de pensiones, los invito a hacernos cargo del tema de fondo. Implementemos una administradora de fondos estatal ahora, para que todo chileno pueda elegir libremente.
Y, adicionalmente, los invito a que reemplacemos el impuesto al trabajo por un porcentaje del IVA y que ese porcentaje del IVA vaya directamente a las cuentas de ahorro de las personas, para que, de esa forma, no solamente quienes tienen acceso al mercado formal del trabajo puedan acceder a pensiones dignas.
No culpo a la ciudadanía por que, frente a la burocracia del Estado y a la angustia de la crisis, quiera retirar sus fondos. Estoy seguro de que, si permitiéramos retirar el cien por ciento de los ahorros destinados a pensiones, la aprobación en las encuestas sería aún mayor.
Lo cierto es que todos los expertos, de todos los colores políticos, han sido claros al respecto. Lo que necesitamos para enfrentar la angustia, la crisis es que el Gobierno se endeude y realice una transferencia directa a la clase media, para que ningún niño tenga que cambiarse de colegio en medio de la crisis, para que ninguna familia pierda la casa por no pagar sus dividendos, para que ninguna familia pase hambre en nuestro país.
Algunos han dicho: "Es que el Gobierno no escucha". ¡Por favor! ¿Acaso no recuerdan que hace pocas semanas atrás, luego de la propuesta de los economistas convocados por el Colegio Médico, se construyó un acuerdo para inyectar 12 mil millones de dólares durante la crisis?
Lo curioso es que no vi a ninguno de los que hoy apoyan este proyecto decir entonces que debíamos recurrir a los fondos de las pensiones.
Más aún, ninguno de esos expertos, que fueron aplaudidos en ese momento, hoy día apoyan esta medida.
La simpleza y liviandad del debate ha sido lamentable. Y solo quiero citar a algunos de los que han dado su opinión en esta materia. En virtud del tiempo, voy a mencionar únicamente a quienes son parte de la oposición al Gobierno.
Nicolás Eyzaguirre -abro comillas-: "Desde el punto de vista del bolsillo de los hogares, retirar fondos de pensiones va a significar un costo mayor en el futuro que aceptar un crédito blando". Y agregó: "Lo que se discute en la Cámara de Diputados tiene un retiro mínimo de 35 UF. Eso significa que solo una de cada cinco mujeres podrá tener este beneficio".
Osvaldo Andrade, que no es economista: "Parece un contrasentido que la solución sea otra vez echar mano de los recursos de los trabajadores". Cierro comillas.
Ricardo Solari -abro comillas-: "Significa garantizar la pobreza de una enorme cantidad de gente". Cierro comillas.
La pregunta relevante, entonces, es si acaso no existía una forma mejor para hacer frente a esta brutal crisis que azota a la clase media. La respuesta es "sí", y consiste en invertir buena parte de esos 12 mil millones de dólares en transferencias directas a las familias más vulnerables y de clase media, sin generar mayor pobreza en las pensiones futuras.
Es cierto que el Estado es tremendamente burocrático y que debemos hacer que las transferencias directas lleguen a las familias con sentido de urgencia. Pero para eso debemos reformar el Estado y no tomar el atajo de meterles la mano a los fondos de los trabajadores. Pero lo más lamentable de este proyecto no es el simplismo del análisis, sino que existen dos verdades ocultas detrás.
La primera es que los sectores de mayores ingresos, en caso de aprobarse tal como está, van a recibir un beneficio tributario superior a los mil millones de dólares. Esto equivale a cuatro veces el "bono COVID", pero no destinado a la clase media, sino al decil más rico de nuestro país.
La segunda, más grave aún, tiene relación con las deudas de las personas. Se ha dicho con fuerza que la solución a la crisis no puede ser aumentar el endeudamiento de los chilenos. Lo triste de esta historia es que todos los que van a aprobar este proyecto saben perfectamente que pasado mañana, una vez que esto se apruebe, van a ir a donde esos mismos trabajadores...
La señora MUÑOZ ( Presidenta ).-
Senador Kast, le concedemos un minuto más.
El señor KAST.-
Gracias.
Lo triste de esta historia es que todos los que van a aprobar este proyecto saben perfectamente que pasado mañana, una vez que se apruebe, van a ir donde esos mismos trabajadores a decirles: "Lo siento. Pero como tus ahorros son muy bajos, vamos a tener que sacarte todos los meses, de por vida, 6 por ciento de tu sueldo, adicional al 10 que te saco hoy día. Y te vamos a cobrar un impuesto a tus salarios futuros".
Y no solo eso. Les van a decir a quienes hoy día celebran por retirar esto que efectivamente ese impuesto ni siquiera va a ir a su cuenta individual: va a ir al Estado.
En otras palabras, quienes celebran este retiro al menos deberían saber que están endeudándose, y no en forma transitoria, sino permanente.
Espero realmente que hoy día estemos a la altura, que cuidemos el debate. Y por eso, Presidenta, voto a favor de las transferencias y voto en contra de que tengamos que recurrir a los ahorros de los trabajadores para hacer frente a esta crisis.
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