
-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/691594/seccion/akn691594-po1-ds6-ds45
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/691594
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/691594/seccion/akn691594-po1-ds2
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/2
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1961
- rdf:value = "
El señor GIRARDI.-
Gracias, Presidenta .
A mí me gustaría centrar este debate en un tema más sustantivo y de fondo, y tratar, por lo menos, de hacer una reflexión.
¿Qué es lo que estamos discutiendo? ¿O cuál es la dimensión de la punta del iceberg que uno puede visualizar de este debate que está viviendo la sociedad?
Estamos viviendo una catarsis, un proceso terapéutico. Y yo, por lo menos, tengo la convicción de que la pandemia ha develado aspectos que se habían hecho visibles, pero que hoy día se hacen más evidentes.
Aquí hay un fracaso total del ecosistema neoliberal para garantizar los derechos a las personas.
Aquí lo que se ha puesto en cuestión es que los seres humanos no pueden dejar aspectos centrales de su vida, como son la salud, la seguridad social, la educación en manos de mercados que van a ser tremendamente inciertos en el futuro.
Porque tal vez nosotros venimos del mundo de la certeza y vamos a tener que navegar en otro tiempo, en otra civilización, que es la incertidumbre, producto del cambio climático, producto de las pandemias, que se van a hacer cada vez más frecuentes -por las mismas razones que hubo esta va a haber otras-, producto de una tecnología que es cada vez más rápida y una política que es lenta, que no logra estar a la altura y que está desincronizada con los cambios que se están viviendo.
Y eso está generando una profunda transformación. Estos son sistemas complejos, son fenómenos que tienen otra magnitud.
Quiero recordar que la Primavera Árabe empezó cuando un joven que vendía frutas se incendió en una plaza de Túnez. Y generó una revolución en todo el norte de África y en muchos lugares del planeta.
En Chile, el estallido social empezó por 30 pesos en el metro.
Y yo quiero recordar que ese proceso sigue evolucionando; que los chilenos todavía están atentos a vivir en una sociedad tremendamente desigual, donde el 10 por ciento más rico captura el 65 por ciento de la riqueza, donde el 1 por ciento más rico captura el 26,5 por ciento de la riqueza y donde el 50 por ciento más pobre solo accede al 2,5 por ciento de la riqueza.
¡Eso es lo que está detrás de esta discusión!
Porque cuando vino la pandemia los chilenos quedaron en la absoluta orfandad y la estrategia del Gobierno ha sido totalmente errática no solamente en lo social, sino también en lo sanitario.
Vamos a terminar siendo uno de los países con la mayor cantidad de contagios a nivel mundial por millón de habitantes y entre los primeros en número de fallecidos por millón de habitantes. Y en vez de resolver esta crisis en diez semanas, como lo hicieron otros países, llevamos veinte semanas y todavía no logramos controlar la difusión del virus.
Pero lo más grave es que, por no tomar decisiones que se debieron haber aplicado en marzo -ya estamos en julio; han pasado cinco meses-, tenemos un 80 por ciento de chilenos que han disminuido sus ingresos, de los cuales por lo menos 2 millones han sufrido una rebaja de ingresos dramática. Y no me refiero solamente a los sectores vulnerables; también hay estratos medios que han quedado sin ingresos y que no han podido pagar sus cuentas de agua, de luz, sus créditos hipotecarios, sus aranceles universitarios.
Es más, las isapres los han echado y ni siquiera tienen salud para enfrentar enfermedades crónicas o cánceres.
Bueno, esos chilenos viven en una situación de angustia y desesperación. Y yo me pregunto: ¿cuál es la ayuda del Estado? ¿Dónde está la ayuda del Estado para que las personas puedan cumplir con las instrucciones sanitarias? ¡No ha habido ayuda del Estado! Ni siquiera ha sido eficiente para los sectores vulnerables y ha sido inexistente para la clase media.
Frente a esa realidad, entonces, ¿qué tenemos que hacer quienes representamos a la ciudadanía? ¿Tenemos que darle la espalda, como lo ha hecho el Gobierno? ¿Tenemos que ser un grupo de parlamentarios insensibles que no están conectados con la realidad?
Yo, por lo menos, que conozco esa realidad, porque he sido médico, me ha tocado verla, convivir con ella y tener conciencia de su existencia, creo que por una vez este Congreso debe hacerse cargo de eso.
Y nos acusan de populismo, en circunstancias de que en mi opinión lo que aquí existe es una insensibilidad brutal. Estoy seguro de que si muchos Ministros, muchos técnicos vivieran esa realidad, si la compartieran, si no formaran parte de una burbuja, de una elite que está totalmente desconectada, tendrían una visión distinta.
Porque de lo que se trata acá es de una situación de emergencia, de una situación excepcional. Nadie habría querido que esta hubiera sido la primera medida, pero frente al abandono, frente a la ausencia absoluta, frente al darle la espalda a la ciudadanía, creo que estamos haciendo lo correcto.
Eso me parece, por lo tanto, muy importante.
Queremos soluciones que sean universales, porque las catástrofes no distinguen entre vulnerables y no vulnerables. Las soluciones tienen que ser para todos, sin registros, porque los registros hacen que ciertas personas no califiquen. La ayuda tiene que ser sin burocracia y rápida.
Presidente , aquí no hay populismo, sino una sensibilidad social mínima. Y yo lo que digo es que, si se trata de resolver estos problemas, vamos al tema de fondo. Si la preocupación es que, como se ha señalado, los chilenos y las chilenas van a tener bajas o malas jubilaciones, entonces resolvamos el problema de fondo. A mí me parece que eso es lo esencial.
Por mi parte, anuncio que votaré en contra de la creación de un fondo solidario, porque no quiero parchar el sistema de las AFP. No quiero que aquí se tome una decisión y después las AFP digan: "No, es que como ustedes aprobaron el Fondo Solidario vamos a seguir funcionando".
Necesitamos un sistema previsional que sea un modelo de seguridad social, no un negocio, ¡no un negocio!, no un sistema que use los dineros de la gente, que son ajenos, sin ningún riesgo.
Las AFP obtienen utilidades millonarias: 25 por ciento de rentabilidad sobre capital. Su giro no es la seguridad social, sino la ganancia. Y para maximizar sus ganancias usan los dineros de la gente en desmedro de ella y con comisiones que son vergonzosas: un trabajador que cotizó 35 años en Chile 5 años y medio de su vida van a parar al bolsillo de las AFP.
No existen en ninguna parte del mundo estos sistemas, así como tampoco existe que la seguridad social quede en manos de la lotería del mercado.
Por eso, tenemos que avanzar hacia un sistema que sea más justo.
Y además persisten las contradicciones. Porque, para el mundo militar se mantiene el sistema de reparto. "¡No! El sistema de reparto es malo para la gente", se dice. Pero para el sistema militar es perfecto y ahí no hay que cambiarlo. ¡Ahí funciona!
¡Claro! El sistema militar, con 140 mil personas, se lleva el 1,1 por ciento del producto, en circunstancias de que el resto de los chilenos, que tienen pilar solidario o asistencia del Estado -cerca de un millón 400 mil personas-, reciben menos dinero que el que se destina al mundo militar a través del reparto.
¡Esas son las contradicciones!
Nosotros queremos que todos los chilenos tengan el mismo sistema y por eso debemos avanzar hacia un sistema mixto: de capitalización individual, pero con aporte fiscal y con aporte del empleador.
Claro, aquí no hay aporte del empleador. ¡Qué casualidad! En todos los países de la OCDE sí lo hay.
Entonces, necesitamos un sistema cuyo giro sea, de verdad, la seguridad social y no los negocios ni los intereses de las AFP, para que responda a los intereses de la gente.
Tenemos que avanzar en ese sentido.
Presidente , le pido un minuto más...
El señor BIANCHI ( Presidente accidental ).-
Senador, ya ocupó sus ocho minutos. Le damos uno más.
El señor GIRARDI.-
Gracias, señor Presidente.
Decía que tenemos que crear un ecosistema de seguridad social. Ni isapres ni AFP son un ecosistema de seguridad social; son industrias cuyo objetivo es su lucro y, secundariamente, la seguridad social.
Se ha hablado de que esto puede generar una crisis política, ingobernabilidad, violencia. Yo creo que lo único que puede generar crisis política, ingobernabilidad, violencia es tener un sector político, un Gobierno, una clase política que le dan la espalda a la gente, que vetan esta iniciativa y que desprecian la democracia, porque aquí en la Cámara de Diputados y en Senado ha habido una discusión democrática, apoyada por el 80 por ciento de los chilenos y las chilenas.
Yo me pregunto a quién defiende este Gobierno. ¡Parece que defiende ideológicamente al sistema de las isapres, al sistema de AFP, al sistema del negocio de la seguridad social y no a los ciudadanos!
Yo le digo al Gobierno: defienda a la gente y no al negocio.
"
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- rdf:type = bcnres:Participacion
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso