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La señora MUÑOZ.-
Señor Presidente , con dolor estamos constatando día a día cómo el coronavirus cobra vidas de cada vez más chilenos. Vamos en una cifra cercana a los 12 mil hombres y mujeres que han muerto a causa de este virus y los contagios superan ya los 350 mil.
Sucede lo mismo a nivel económico, señor Presidente. La crisis ha provocado un desempleo que ya se empina por encima del 11 por ciento, y probablemente hoy día ya es mucho mayor.
También hay un número cercano a las 800 mil trabajadoras y trabajadores acogidos a la Ley de Protección al Empleo. Vale decir, cerca de 2 millones de trabajadores y sus familias se encuentran en casa con ingresos de subsistencia.
En realidad, esa es la magnitud de lo que sucede; esa es la magnitud del drama que está viviendo nuestro país.
Ante la falta de soluciones, han surgido diversas propuestas, una de las cuales es permitir, en forma excepcional, el retiro de hasta el 10 por ciento de los ahorros previsionales, exentos de tributos y comisiones.
Eso es lo que hoy día nos convoca en este debate.
Muchos se han preguntado por qué la Centroizquierda podría apoyar una fórmula que implica que los trabajadores paguen la crisis con sus ahorros.
Efectivamente, no resulta algo cómodo.
Sin embargo, aparece como la única opción posible ante la falta de respuestas del Gobierno para muchos hogares que ya llevan casi cuatro meses sin ingresos.
Ante una situación desesperada y extraordinaria solo caben soluciones del mismo carácter, como la que hoy día discutimos.
Señor Presidente , se han desarrollado muchos estudios en torno a los efectos que tendría esta iniciativa, una vez promulgada como ley, para las pensiones de los cotizantes. Y ha ido quedando cada vez más claro que en el caso de las mujeres esta posible merma representaría una disminución en la pensión final de entre 6 mil y 15 mil pesos, y en el caso de los hombres la disminución sería de entre 11 mil y 20.500 pesos.
En el plano de los principios tampoco hay contradicción.
Creemos y esperamos construir un sistema previsional solidario con un mayor componente colectivo, que reemplace el actual, basado exclusivamente en la capitalización individual, que fracasó rotundamente.
Pero el actual sistema parte de la premisa de la propiedad privada de los recursos. Y apelamos a esa misma lógica.
Los que tienen que explicar no somos nosotros, sino aquellos que defienden esta rara forma de dominio sin disposición.
Tampoco parece lógico que la principal preocupación provenga de las AFP, que en el pasado llegaron a cobrar comisiones de hasta 3 puntos porcentuales. El impacto de esos cargos abusivos en las actuales pensiones ha sido bastante mayor que lo que afectaría este retiro que hoy día discutimos. Si queremos hablar de situaciones que afectaron a las actuales pensiones, hablemos, entonces, de esas comisiones.
Lamentablemente, hemos llegado a esta situación. No es lo que quisiéramos, pero ante la carencia de otras iniciativas que no signifiquen aumentar el endeudamiento de la clase media, hemos llegado a esta propuesta, que es coherente con la lógica de un sistema absolutamente individualista, que queremos sustituir.
Muchos argumentan que se desconoce o desatiende la opinión de diversos expertos y políticos que han advertido acerca del daño que esto provocaría en las pensiones. Insisten majaderamente en que los autores e impulsores del proyecto estarían escondiendo este problema.
Asimismo, insinúan que los millones de chilenas y chilenos que apoyan esta medida estarían desinformados o no comprenderían el impacto del asunto.
En realidad, no son capaces de ver lo evidente. Ni los promotores de la iniciativa ocultan sus efectos, ni los cotizantes los desconocen. Se sabe que la medida puede afectar a las futuras pensiones. Lo que ocurre es que la ciudadanía ya asumió que el sistema solo otorga pensiones miserables, y por ello minimiza su impacto.
Este sistema otorga pensiones miserables, señor Presidente, con o sin el 10 por ciento. Esa es la pura verdad.
Hay acá dos problemas que se entrelazan.
Por una parte, las enormes necesidades de muchas familias, especialmente de clase media, ante la tardía e insuficiente respuesta del Gobierno, y que ven en el retiro de fondos de las AFP una alternativa posible y a mano para disponer de recursos urgentes.
Y, por otro lado, la gente percibe que la plata empozada en sus cuentas no conduce a buenas pensiones, y ese es el fondo de la discusión, señor Presidente . Ha quedado en evidencia la necesidad de avanzar en una reforma profunda, estructural del sistema previsional. Y esta no puede ser la modificación del Gobierno, que insiste en expandir la capitalización individual y llevar parte de las nuevas cotizaciones a las mismas AFP. Ello no redundará en buenas pensiones, pues mantiene y profundiza la desigualdad en el ingreso, en especial en perjuicio de las mujeres.
En definitiva, señor Presidente , esta reforma es una solución puntual, transitoria y desesperada a la situación angustiosa de millones de hogares. La tarea posterior, por cierto, será generar un nuevo sistema mixto, donde el ahorro personal se combine con el aporte estatal y el esfuerzo colectivo, de forma que se solidaricen los riesgos y que, cumpliéndose requisitos básicos que todos conozcamos, se pueda acceder a una pensión al menos equivalente al sueldo mínimo.
Ello es lo que dará al sistema confianza y credibilidad, señor Presidente: que los trabajadores y las trabajadoras sientan que sus imposiciones sirven, lo que hoy día no sucede.
Lo que está detrás de esta discusión del 10 por ciento es la evidencia del fracaso rotundo de las AFP y de un sistema que, como se ha sincerado en estos días, sirve más para fortalecer el mercado de capitales que para entregar pensiones dignas.
Por último, señor Presidente , le envío un mensaje al Presidente de la República , señor Sebastián Piñera : vetar este proyecto o hacer un requerimiento ante el Tribunal Constitucional es dar la espalda a las necesidades urgentes de millones de chilenas y chilenos.
Voto a favor, señor Presidente.
Gracias.
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