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El señor COLOMA.-
Presidenta, voy a hablar en contra de lo que ha planteado el Senador Navarro, porque me parece que no produce efecto.
Lo que he entendido de este farragoso debate -no sé cómo definirlo- es que se prohibió el gasto electoral. Si no se puede gastar mientras está suspendida la campaña, no veo cuál es el sentido de ir desmenuzando cada acción de propaganda. Si no, tendríamos que ir prohibiendo cada una de las etapas que supone el gasto electoral.
Dicho eso, quiero ir al tema de fondo.
Me parece, Senador -por su intermedio, Presidenta -, que aquí se instala la máxima de las injusticias. Usted lo dijo, honestamente: si uno tiene muchos seguidores en redes sociales, podrá seguir haciendo las cosas exactamente igual. Quien tenga pocos seguidores las hará igual, pero con muy poco efecto.
Lo que pretendía la lógica de permitir que se pudiera pagar en este ámbito era generar una cierta igualdad. Pero aquí se consagra la desigualdad completa.
Un ejemplo: si usted, Senador, fuera candidato, con los 180 mil seguidores que dijo tener -¡una cantidad impresionante!-, podría decir todos los días lo que quiera, sabiendo que lo oirán esos 180 mil; pero el que lo quiera enfrentar a usted -no sé quién sería-, si tuviera 2 mil seguidores, estaría hasta las masas -dicho en castellano-, porque no podría competir al lado suyo. La ventaja se mantendría para siempre. En la hora de los cómputos, algunos dirían: "¡Oh, ganó el Senador Navarro!" -por poner un ejemplo-, y otros responderían: "Es que el otro no pudo hacer campaña y el Senador sí".
Al final, insisto en que lo planteado es irrelevante.
Me quiero detener en la lógica de por qué se limita ese espacio. La Senadora Ebensperger planteaba que había razón en terminar con la campaña física por los peligros sanitarios; léase poner pancartas, poner palomas, entregar folletería. Eso me parece razonable, porque es parte de la prohibición sanitaria. Pero de ahí pasamos a otra cosa. Se dijo: "Ya no importa si el tema es sanitario; hay que tratar de que nada pueda instar a generar una decisión".
Pero, ¡ojo!, el que tiene harto apoyo en redes sociales podrá seguir haciendo campaña con ese apoyo.
Ahí, reflexivamente, uno plantea que eso no está bien hecho, pues no permite que el menos conocido pueda tener alguna opción de ser más conocido.
Entonces, no nos quejemos después, cuando probablemente saquen las mayorías más grandes las personas que tenían de antes una gran capacidad comunicacional.
Este es un gran subsidio implícito, probablemente indeseado, para aquellos que eran más conocidos, que han estado más en la palestra pública y que son más de los mismos. ¡Ese es el drama!
Yo he visto campañas ingeniosas, que han logrado viralizarse con pocos recursos. Pero lo que nos queda como corolario final es que quienes estaban bien -entre comillas-, porque habían logrado por años ser conocidos, estarán mejor.
Y todos aquellos que estaban emergiendo -la señora Juanita , la señora María ; no sé qué otros nombres poner- ¡se acabaron! Ni siquiera van a llegar a los pocos seguidores que tenían, porque el Senado les dice: "No, señores; no pueden aumentar sus seguidores ni invertir lo que otros hicieron durante décadas". O sea, al que fue poniendo lucas de a poquito -si se suma lo que gastó en diez años, debe ser una cantidad importante-, a ese asegúrele la capacidad de ser elegido.
El otro, el que quiere emerger, el nuevo, el que trae nuevos aires de lado a lado, no puede hacer nada.
¡O el independiente! Hagámoslo más fácil. Yo soy miembro de un partido y me gustan más las coaliciones, pero el independiente, por este efecto -no es culpa suya, Senador Navarro, insisto, sino del conjunto de...
La señora PROVOSTE (Presidenta).-
Diríjase a la Mesa.
El señor COLOMA.-
Por su intermedio.
Decía que el efecto no es culpa suya, señora Presidenta , ni del Senador Navarro, sino de cómo se fueron dando las normas. La radiografía -ya que estamos habituados a hablar de medicina-, lamentablemente, es la que he descrito.
Gracias, Presidenta .
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