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El señor PAULSEN (Presidente).-
En el Orden del Día, corresponde tratar el proyecto de ley, en primer trámite constitucional, iniciado en mociones refundidas, que modifica la Carta Fundamental para restablecer el voto obligatorio en las elecciones populares, correspondiente a los boletines Nos 13212-07 y 13213-07.
Para la discusión de este proyecto se otorgarán cinco minutos a cada diputado o diputada que se inscriba hasta las 11:00 horas. Lo votaremos al término del Orden del Día.
Diputada informante de la Comisión de Gobierno Interior, Nacionalidad, Ciudadanía y Regionalización es la señora Joanna Pérez .
Antecedentes:
Mociones.
-Boletín N° 13212-07, sesión 148ª de la legislatura 367ª, en jueves 23 de enero de 2020.
Documentos de la Cuenta N° 7, y
-Boletín N° 13213-07, sesión 148ª de la legislatura 367ª, en jueves 23 de enero de 2020.
Documentos de la Cuenta N° 8.
-Informe de la Comisión de Gobierno Interior, Nacionalidad, Ciudadanía y Regionalización , sesión 3ª de la legislatura 368ª, en martes 17 de marzo de 2020. Documentos de la Cuenta N° 9.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra la diputada informante.
La señora PÉREZ (doña Joanna) [vía telemática].-
Señor Presidente, en mi calidad de diputada informante de la Comisión de Gobierno Interior, Nacionalidad, Ciudadanía y Regionalización , paso a referirme a los proyectos de ley refundidos, que cumplen su primer trámite constitucional y primero reglamentario, originados en las siguientes mociones:
1) De la diputada señora Alejandra Sepúlveda y de los diputados señores René Alinco , Jaime Mulet y Esteban Velásquez (boletín N° 13212-07), y
2) De las diputadas señoras Natalia Castillo , Daniella Cicardini , Marcela Hernando , Carmen Hertz , Érika Olivera , Ximena Ossandón , Andrea Parra , Catalina Pérez y Joanna Pérez , y del diputado señor Pepe Auth (boletín N° 13213-07).
La idea matriz es reponer el voto obligatorio en las elecciones populares.
El proyecto implica reformar el artículo 15 de la Constitución Política y, conforme al inciso segundo del artículo 127 de la misma, requiere para su aprobación los tres quintos de los diputados en ejercicio.
La Comisión aprobó por simple mayoría la idea de legislar. Votaron a favor las diputadas señoras Daniella Cicardini , Marcela Hernando , Andrea Parra , Catalina Pérez y Joanna Pérez , y los diputados señores Andrés Longton , Raúl Saldívar y Pedro Velásquez . Votaron en contra los diputados señores Celso Morales y Renzo Trisotti , y se abstuvieron los diputados señores Bernardo Berger y Andrés Molina .
Antecedentes y fundamentos de los proyecto refundidos
Boletín N° 13212-06:
En 2009, se publicó en el Diario Oficial la ley N° 20.337, que modificó los artículos 15 y 18 de la Carta Fundamental, con el objeto de consagrar el sufragio como un derecho de los ciudadanos y su inscripción automática en los registros electorales. Su artículo único sustituyó el inciso primero del artículo 15 por el siguiente: “En las votaciones populares, el sufragio será personal, igualitario, secreto y voluntario.”.
A su vez, la ley N° 20.568, que regula la inscripción automática, modifica el Servicio Electoral y moderniza el sistema de votaciones, publicada en 2012, eliminó la sanción asociada al incumplimiento de la obligación de votar.
La primera elección con voto voluntario fue la municipal de octubre de 2012. Con posterioridad, se realizaron las siguientes elecciones: primarias, en 2013; presidencial, parlamentarias y de cores, también en 2013; segunda vuelta presidencial, en 2013; elección primaria de alcaldes, en 2016; elecciones municipales, en 2016; elecciones primarias, en 2017; elección presidencial, parlamentaria y de cores, en 2017; segunda vuelta presidencial, en 2017. En total, hubo 9 elecciones.
Quienes suscriben la moción destacan que desde la elección municipal de 2012, cuando ya regía el voto voluntario, se evidenció una fuerte baja en la participación electoral; en efecto, en dichas elecciones participó un total de 5.771.372 personas, existiendo un padrón definitivo de 13.404.084 personas, lo que quiere decir que hubo una participación efectiva de 43,05 por ciento de la población. Ello contrasta con los resultados de las elecciones de alcaldes anteriormente celebradas (2008), en las cuales votaron 6.362.130 personas; es decir, comparando ambas elecciones, votaron 590.758 personas menos en 2012.
Por lo tanto, es relevante fortalecer los medios por los cuales se fomenta la participación, de tal manera de no vaciar de contenido a nuestra democracia. La ausencia de una participación electoral robusta afecta las bases de la institucionalidad del Estado y una de las medidas que puede relevar la actividad política representativa es la reinstauración del voto obligatorio.
Boletín N° 13213-06:
Según exponen los autores del proyecto, la crisis política por la que atraviesa el país desde octubre de 2019 ha permitido comprobar que existe un fuerte impulso de participación ciudadana, cuya representatividad no necesariamente queda plasmada al haberse aprobado el voto voluntario a través de la ley N° 20.568, de 2012, promulgada por el Presidente Sebastián Piñera a mediados de su primera administración. La escasa participación electoral o la abstención en los asuntos de interés nacional que se ha constatado luego de la entrada en vigencia de dicha ley limita generar escenarios propicios para resolver los conflictos.
Agregan que la reforma constitucional que dio paso al establecimiento del voto voluntario, que fue promulgada durante el primer mandato de la Presidenta Michelle Bachelet , fue fruto de una moción del entonces senador Alberto Espina , con la adhesión de los entonces senadores José Antonio Viera-Gallo , Antonio Horvath y Sergio Romero . Se argumentó en ese entonces que “la obligatoriedad del sufragio contradice los fundamentos esenciales de un régimen auténticamente democrático y de una sociedad integralmente libre. En efecto, por naturaleza el sufragio es derecho, al igual que la opción a cargos públicos de elección popular”, añadiendo que el voto obligatorio “convierte a los ciudadanos en entes cautivos de un sistema que se agota en la mera formalidad electoral.”.
La decisión de implantar el voto voluntario, si bien tuvo un alto respaldo en las encuestas, constituyó un error de apreciación sobre el grado de evolución política de la sociedad, que, a su vez, demostraría un distanciamiento con los votantes y, en especial, con los no votantes que esperan otros métodos para sentirse atraídos para ir a las urnas; es decir, una renovación en la oferta política de las ideas.
Es pertinente recordar que se han presentado varios proyectos acerca del restablecimiento del voto obligatorio, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, suscritos tanto por parlamentarios oficialistas como de oposición, pero no han tenido mayor avance. Frente a ello, hay que dar un nuevo impulso a esta idea, en el entendido de que el proyecto se enmarca dentro de las demandas sociales por una mayor participación y que, si bien el voto obligatorio no es la solución definitiva, sí representa un avance.
Con todo, la obligatoriedad del sufragio no debiese abarcar a un número importante de personas que, por su avanzada edad, no pueden concurrir a los locales de votación asignados por el Servicio Electoral, ya sea por su delicado estado de salud o su detrimento en materia económica. La misma excepción debiese aplicarse a quienes, sin tener una edad avanzada, no puedan concurrir a los locales de votación asignados, por impedimentos físicos o psíquicos, o respecto de personas que dependen necesariamente del cuidado de otros para ejercer su sufragio.
En otro plano, es necesario plasmar en el texto constitucional que la obligatoriedad debería regir únicamente para las elecciones y plebiscitos contemplados en la Constitución, excluyendo, por consiguiente, las elecciones que realizan los partidos políticos en virtud de la ley N° 20.640, que establece el sistema de elecciones primarias.
Igualmente, y considerando lo que dispone la Carta Fundamental, el voto debe mantener el carácter voluntario respecto de los ciudadanos chilenos residentes en el extranjero y de los extranjeros avecindados en Chile que cumplan con los requisitos legales para sufragar.
Resumen del contenido de ambos proyectos
Las dos mociones son muy similares, por cuanto modifican el inciso primero del artículo 15 de la Carta Fundamental, restableciendo el carácter obligatorio del voto en las elecciones populares. La moción contenida en el boletín N° 13213-06 agrega al aludido artículo tres incisos que, en síntesis, establecen las excepciones a la obligatoriedad del sufragio; que la votación en elecciones primarias siempre será voluntaria, y, finalmente, que corresponderá al Estado informar, facilitar e incentivar el ejercicio del derecho a sufragio.
En la discusión particular, la comisión aprobó el texto propuesto, sin incorporar modificaciones.
Por las consideraciones expuestas, la Comisión de Gobierno Interior, Nacionalidad, Ciudadanía y Regionalización recomienda a la Sala aprobar el proyecto de reforma constitucional a que me he referido.
Es cuanto puedo informar.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
En discusión el proyecto.
Tiene la palabra el diputado Matías Walker .
El señor WALKER.-
Señor Presidente, agradezco a la diputada Joanna Pérez por su completo informe y porque ha sido una de las grandes impulsoras de este proyecto de reforma constitucional al interior de la Comisión de Gobierno Interior, Nacionalidad, Ciudadanía y Regionalización para reponer el voto obligatorio.
Señor Presidente, cuando hablamos de voto obligatorio o voto voluntario no puede pensarse en fines en sí mismos, sino en medios para alcanzar mayor participación electoral. Ese es el fin: obtener mayor participación electoral.
En 2008 o 2009, por circunstancias políticas de la elección presidencial de aquella época, se estimó que era deseable, con el objeto de aumentar la participación electoral, sobre todo de personas jóvenes que no estaban inscritas en los registros electorales, avanzar en la inscripción automática con voto voluntario. Claramente, no se logró el objetivo de mayor participación. Por eso estamos obligados a revisar la voluntariedad del voto.
También hay un argumento de fondo: somos comunitaristas, no creemos en el individualismo, no somos neoliberales y creemos en una sociedad de derechos y deberes, lo cual nos lleva a replantear el voto obligatorio.
Los adultos mayores son los que siempre, dando un ejemplo en cada evento electoral, se visten con su mejor traje y concurren a cumplir su deber cívico, independientemente de que la ley establezca que el voto es voluntario o que es obligatorio. Ese sentido del deber cívico, del deber ciudadano, es el que debemos reponer con este proyecto a través del voto obligatorio.
Así como hemos propiciado que vuelvan a dictarse clases de educación cívica en los establecimientos educacionales; así como hemos pedido que exista transporte gratuito el día de las elecciones, queremos que exista sufragio obligatorio, para que efectivamente la representatividad de quienes aspiran a cargos de representación popular finalmente sea mayor.
Me parecen bien los criterios adoptados en la comisión, en cuanto a que será obligatorio votar hasta los 75 años, aunque -insistoestoy seguro de que los mayores de 75 años nos van a seguir dando ejemplo de participación. También esperamos que las elecciones primarias, por excepción -la excepción confirma la regla-, tengan carácter voluntario, porque, obviamente, dicen relación con primarias de partidos políticos para designar algunas candidaturas en específico.
En el proyecto también se hace mención a que el Estado debe realizar las labores necesarias para informar, facilitar e incentivar el ejercicio del sufragio. ¡Qué poca promoción hizo el gobierno de las pasadas elecciones! Me parece muy bien que esto se establezca en la reforma constitucional y que la obligatoriedad entre a regir al momento de publicada esta nueva normativa, que espero que aprobemos.
Hoy veremos quién es quién. Hoy veremos quién está por mayor participación electoral y quién prefiere tener un electorado cautivo, acotado, más dúctil a sus intereses. Nosotros queremos sufragio universal, queremos sufragio obligatorio, porque de esa manera vamos a relegitimar la democracia en nuestro país.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra la diputada Marcela Hernando .
La señora HERNANDO (doña Marcela).-
Señor Presidente, la discusión sobre el voto obligatorio no es nueva. En 2018 presenté una moción sobre este tema (boletín N° 12346-07) para reponer el voto obligatorio y para disminuir el número de diputados y senadores, pero en 2020 fue rechazado en la Sala por falta de quorum. Hoy patrocino uno de los proyectos refundidos, de autoría de la diputada Joanna Pérez .
Siempre he sentido responsabilidad por este tema, porque la participación ciudadana es de vital importancia para la democracia en nuestro país.
Extrañamente, luego de las elecciones del 15 y 16 de mayo recién pasados, no han existido voces que aleguen sobre la ilegitimidad de los elegidos, en circunstancias de que en elecciones anteriores esto era catalogado como un escándalo, por el escaso número de votos de respaldo con que algunas autoridades habían resultado elegidas.
A mayor abundamiento, debo señalar que el 15 y 16 de mayo en la Región de Antofagasta solo votó el 34 por ciento de la población habilitada para votar en la última elección.
En los últimos dos años nuestro país ha atravesado por profundos cambios institucionales y en su sistema político. Desde el plebiscito por una nueva Constitución hasta la elección de los constituyentes, los ciudadanos se han manifestado masivamente en las calles y han tenido la posibilidad de decidir qué país quieren para el futuro.
Sin embargo, nos deja con un sabor amargo la baja participación en uno de los procesos electorales más importantes de nuestra historia. A nivel nacional, apenas un 41 por ciento de la población habilitada para sufragar lo hizo, cifra no muy diferente de la participación que hubo en la elección del Parlamento en ejercicio, que varias veces ha sido tildado de ilegítimo.
Grandes cambios necesitan una participación plena; necesitamos oír a Chile en su conjunto para que tengan sentido las grandes mayorías. Por ello, hoy más que nunca necesitamos volver al voto obligatorio, porque es un complemento a las distintas formas de participación válidas, ya sea desde la organización civil, los movimientos sociales y las acciones colectivas.
La participación política en las elecciones es un aspecto fundamental para nuestra democracia, porque es una de las formas de participación más efectiva y de mayor alcance.
En la historia, el hecho de concurrir a las urnas a votar se ha transformado en condición manifiesta de ser parte de lo que nos constituye como ciudadanos e individuos en comunidad.
En especial, voy a referirme a las desigualdades que ocurren con el voto voluntario. En este tipo de sistemas se favorece la expresión de los grupos socioeconómicos más altos, perdiéndose la representación de los grupos m��s vulnerables. Por ello, también es un asunto de justicia social volver al sistema de voto obligatorio.
Finalmente, debemos reencontrar a la ciudadanía con la institucionalidad. La gran deuda que tiene nuestra democracia es hacer participar a la gente en la vida pública; una mayor participación en los movimientos y organizaciones sociales debe traducirse en la decisión de quienes ostentan los cargos de elección popular.
Como mencioné, esta es una oportunidad para nuestra democracia, la cual debemos cuidar y ampliar para que participen todos y todas. Debemos dejar los discursos que buscan desfondar nuestra democracia y aislar a quienes no creen en ella. Las personas quieren tranquilidad y seguridad para realizar sus sueños y anhelos. Como país, necesitamos que todos y todas expresen su decisión y se sientan parte de este nuevo Chile, del cual estamos siendo testigos y protagonistas.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Pepe Auth .
El señor AUTH.-
Señor Presidente, el sistema antiguo obligaba a votar, pero establecía la voluntariedad para inscribirse, lo que era una situación completamente excepcional en el mundo.
El problema que tuvo ese sistema es que, con el correr de los años, desde 1988 hasta su fin, fue disminuyendo la participación, tanto de los más jóvenes como también de los sectores sociales más desfavorecidos. Mientras en cada elección Las Condes aumentó su padrón, Cerro Navia lo disminuyó. Por supuesto, la gravitación de los menores de treinta años disminuyó en la misma dirección, al punto de que en la última elección regida por el sistema antiguo -el primer triunfo de Sebastián Piñera en la segunda vuelta de la elección presidencial menos de quinientos mil votantes tenían entre dieciocho y treinta años, los que solo gravitaron 7 por ciento, es decir, muchísimo menos de lo que representaban en la sociedad.
Nosotros buscamos reincorporar a los jóvenes y a la sociedad entera al padrón electoral para reducir el sesgo social, pero después de varias elecciones ¿qué hemos visto? Que efectivamente aumentó, de manera muy sensible, la participación de los jóvenes, pero que disminuyó, también de manera muy sensible, la participación global, porque bajó significativamente la participación de los adultos. Asimismo, el sesgo social no desapareció, sino que más bien se acentuó. En efecto, la participación de los sectores más desfavorecidos es sensiblemente menor que la participación de los sectores más favorecidos.
En 2012, el segmento de menor edad, es decir, menores de treinta años, subió inmediatamente y gravitó 13,7 por ciento, y en la segunda vuelta de la elección presidencial de 2017 la que también ganó Sebastián Piñera -, el segmento joven llegó a gravitar 17 por ciento, es decir, dos veces y media más de lo que había gravitado bajo el sistema antiguo. Se estima que, en el plebiscito de octubre, los jóvenes menores de treinta años que participaron llegaron a ser cerca de dos millones.
Entonces, lo que debemos resolver es la participación general, porque la democracia se debilita cuando hay sesgos. Nosotros buscamos eliminar el sesgo de la edad, y lo logramos, pero se mantiene y profundiza el sesgo social. Hemos generado un sesgo contrario en materia de edades, porque ha disminuido la participación de adultos y, en particular, de adultos mayores, y, al mismo tiempo, ha aumentado la participación de jóvenes.
Evidentemente, la democracia se debilita cuando hay sesgos como la edad o los sectores sociales. El objetivo de este Congreso Nacional y de la democracia debe ser que los votantes se parezcan todo lo posible a la población general, para que los gobiernos y los parlamentos representen al conjunto de la población. Es evidente que la señal de obligatoriedad va a incrementar la participación electoral, sin reducir aquello que ya conseguimos, que es la incorporación de los jóvenes a los procesos de decisión política, lo que fue posible gracias a la inscripción automática. Porque los jóvenes no se inscribían; uno de cada diez jóvenes que cumplía dieciocho años se inscribía.
Entonces, el 40 por ciento de la población general de los mayores de dieciocho años estaba fuera del padrón, ni siquiera podía pensar en la posibilidad de votar; ahora todos pueden pensar en la posibilidad de votar, pero la voluntariedad aleja del proceso electoral a segmentos importantes de la sociedad y el objetivo de todos en este Congreso Nacional. No entiendo por qué ha habido tanta resistencia en el pasado. Convengamos en que la voluntariedad se nos impuso, porque nosotros queríamos la inscripción de todos.
Después de tantas elecciones y de tanta disminución de la participación, la votación debería ser unánime para fortalecer la democracia chilena.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Leonidas Romero .
El señor ROMERO.-
Señor Presidente, en nuestro país debemos tener derechos y deberes. Estamos llenos de derechos, pero tenemos muy pocos deberes.
Yo invito a mis colegas y a las personas que nos están viendo a que, por favor, consideren lo que voy a plantear.
Hace aproximadamente tres años, desde que asumí como diputado, vengo planteando que el voto debe ser obligatorio y que debemos volver a los 120 diputados, de manera que lleguen a este hemiciclo los mejores. Si alguno de nosotros no llega a ser elegido porque la gente no creyó y no votó por nosotros, que se vaya para la casa. Reitero: el voto obligatorio y los 120 diputados son temas que vengo planteando desde que asumí el cargo; incluso lo hice en una de mis primeras intervenciones.
Asimismo, creo que se debe mantener la inscripción automática, porque no es posible que hoy tengamos autoridades elegidas con el 40 por ciento del 40 por ciento que fue a votar, o sea, con muy poca representatividad; incluso, algunos han resultado elegidos con menos porcentaje.
Cuando hace algo más de dos años se discutió y votó en la Sala la iniciativa para reponer el voto obligatorio, voté a favor.
He conversado con algunos colegas sobre esta idea, quienes me dijeron: “No, la comunidad, los vecinos se van a molestar”. “No, es que nos van a pasar la cuenta en las próximas elecciones”. La verdad es que no me preocupa mucho si la gente vota o no por mí, porque estoy planteando lo que creo. Pienso que debemos tener la obligación de ir a votar. Debemos tener esa obligación, pues cuando se cumplen 18 años, automáticamente las personas quedan inscritas y habilitadas para votar.
Quiero comentar que en mi región -creo que no es la excepción algunos aprovecharon los dos días de elecciones para descansar; los que podían se fueron a su segunda vivienda. En el distrito que represento me preguntaron: “ Don Leonidas , si no voy a votar, ¿tendré alguna sanción?”. Contesté: “Usted tiene la obligación moral de ir a votar. ¿Por quién? Por quien usted decida, para que mañana tenga derecho a reclamar si lo hace mal la persona que usted eligió. Pero como el voto desgraciadamente es voluntario, no va a tener sanción”. La persona me respondió: “Ah, entonces no voy a ir a votar”.
Mucha gente no fue a votar. En algunas comunas más del 60 por ciento de los habilitados para sufragar no lo hicieron. ¿Por qué? Porque están decepcionados de nosotros, los políticos, porque están molestos con el gobierno, porque no creen en los candidatos a alcaldes, porque no tenían idea de los constituyentes, porque tenían muy poca noción de los gobernadores. Por lo tanto, simplemente se quedaron en sus casas.
Hoy tenemos la oportunidad de cambiar aquello, de forma seria, responsable y valiente; porque si algunos tienen la cobardía de pensar que la gente nos va a castigar mañana porque estamos volviendo al voto obligatorio, pues bien, esos no van a votar de ninguna manera.
Repito y termino: lo ideal sería tener inscripción automática y voto obligatorio, y que decidamos, de una vez por todas, volver a 120 diputados, porque no se justifican 155, ya que desde mi punto de vista la política y las leyes no han mejorado. Por el contrario, hemos legislado algunos proyectos de ley bastante absurdos.
Espero que se apruebe por una gran mayoría, ojalá por unanimidad, este proyecto que restablece el voto obligatorio, para que no tengamos autoridades elegidas con muy poca votación.
En la elección anterior obtuve cerca de 12.000 votos. Lo planteo, porque algunos me han dicho: “A ti te arrastraron; sacaste la nada misma”. Si para alguien 12.000 votos es la nada misma, lo entendería.
No podemos seguir eligiendo autoridades con el 30 o el 40 por ciento del 40 por ciento que votó en sus comunas.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra la diputada Alejandra Sepúlveda .
La señora SEPÚLVEDA (doña Alejandra).-
Señor Presidente, cuando entre 2008 y 2009 llevamos a cabo la discusión para cambiar el voto obligatorio por el voto voluntario, una de las reflexiones más importantes fue si votar era un derecho o un deber. Creo que esa fue una de las complicaciones que cada uno tuvo que asumir al minuto de votar.
Pero, al mismo tiempo, estaba el desafío de cómo cada partido político, cada conglomerado político entusiasmaba a sus electores. Ese era el deber que nos planteamos: cómo entusiasmar a nuestros electores a participar y a escuchar las propuestas. La idea era activar un proceso democrático desde lo local y que las personas pudieran ir a votar.
Muchos planteamos que si bien esto se transformó en un derecho, sobre todo para las mujeres, al mismo tiempo se transformó en un deber en términos de constituirnos y expresar, por lo menos una vez cada cuatro años o cada dos años, lo que pensábamos respecto de las personas que nos iban a representar a nivel local y a nivel nacional. Pero nos fuimos dando cuenta de que en la primera elección llevada a cabo después de esa modificación -las municipales de 2012-, solo votó el 43,05 por ciento y de que no fuimos capaces de entusiasmar a la ciudadanía desde los partidos políticos. Había un estado de indiferencia en cuanto a lo que estaba ocurriendo.
Un tercer elemento que para nosotros era muy importante tenía que ver con los medios que era necesario incorporar para fortalecer la democracia. Por eso pensamos, por ejemplo, en que se dispusiera de movilización para todos y todas, pensando en los sectores rurales más alejados, cuyos habitantes tienen más complicaciones para asistir a votar, entre otras cosas por el costo que significa. También se planteó incorporar el voto a distancia o el voto a través de correo electrónico. La idea era adoptar distintas medidas o acciones que permitieran que las personas participaran con relativa tranquilidad y facilidad en los procesos eleccionarios. Nada de eso se ha concretado.
Un grupo que trabajamos en este tema planteamos que debíamos dejar madurar ese proceso de voto voluntario y chequear qué pasaba en cada una de las elecciones. La muestra está -uno lo puede revisar muy bien en el informe que nos presenta la secretaría de la comisión-: tenemos un padrón electoral cada vez más grande -qué bueno que sea así-; sin embargo, la participación disminuye cada vez.
Frente a eso presentamos por segunda vez la posibilidad de que se establezca el voto obligatorio, con todas las complicaciones que ello pueda tener, pero, además, con todas las cosas positivas que trae el hecho de que las personas tengan que ir a votar.
En terreno las personas me señalan que les gustaría que vuelva el voto obligatorio. No estoy de acuerdo con muchos de los argumentos de diputados que dicen que esto puede ser contraproducente desde el punto de vista de lo que piensa o le gustaría a la ciudadanía. Me ha tocado estar presente en reuniones en distintos sectores y, a partir de la pandemia, a través de Zoom, en las que las personas dicen que ojalá vuelva el voto obligatorio. Pienso lo mismo.
Vamos a votar favorablemente este proyecto. Espero que el Congreso Nacional siga avanzando en esto tan importante como es el fortalecimiento de la democracia.
He dicho.
El señor UNDURRAGA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado Amaro Labra .
El señor LABRA.-
Señor Presidente, la idea de la inscripción automática y el voto voluntario se instauró en Chile hace casi una década con el objetivo de fomentar la participación política y fortalecer la democracia.
Si pudiéramos hacer un símil con lo económico, con la libertad económica, o con las libertades, que fue materia de la discusión que tuvimos sobre el voto obligatorio cuando hablamos de la Convención Constitucional, podríamos decir que no existan impuestos y establecer que cada uno juzgue si en realidad el Estado merece que le paguen o no impuestos. Si el Estado funciona bien, si tiene la capacidad de entregar buena vida a todos, entonces se pagan impuestos; si no, no se pagan.
Lo mismo sucede en este caso. Están todas las posibilidades de expresarse a través del voto: votar en blanco, rayar el voto, votar a favor y votar en contra. No existe limitación.
¿Cuál es el problema de ir a participar?
Votar es una obligación, es una manera de tener opinión, de participar. Los que dicen que es un problema de libertad, de elegir o no ir a votar, deberían pensar lo mismo respecto de lo económico.
Nosotros creemos -por eso vamos a aprobar este proyecto que la inscripción debe ser automática y el voto obligatorio; obligatorio en el sentido de que cada uno y cada una tienen la posibilidad de expresarse. Y podemos contarnos y decir si estamos a favor de esto o de esto otro. Según cifras de países que tienen sistema de voto obligatorio, la participación aumenta en 7,3 por ciento. Es muy importante que nuestros legisladores y legisladoras, o lo que inventemos en el futuro, tengan capacidad de respaldo, aspecto que considero muy necesario, de manera que debemos aprobar este proyecto. Incluso los patrocinadores del voto voluntario ahora se arrepienten.
Además, he captado en la calle que si existiera el voto obligatorio, la gente participaría definitivamente más en los procesos eleccionarios, aunque no podría arriesgar el porcentaje de aumento de dicha participación. En todo caso, quienes no quieran participar podrían hacer servicio comunitario, porque de alguna manera debemos convencer de que es mejor votar que no hacerlo.
En consecuencia, el restablecimiento del voto obligatorio en las elecciones populares es necesario hoy más que nunca.
He dicho.
El señor UNDURRAGA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra la diputada Andrea Parra .
La señora PARRA (doña Andrea).-
Señor Presidente, distintas lecturas han traído las últimas elecciones, muchas construidas desde la soberbia y el triunfalismo: algunos dan partidos por terminados, mientras que otros señalan que asumirán la batuta de este nuevo Chile y que hay coaliciones que ya no tendrían ninguna posibilidad. Esas son algunas de las consignas que escuchamos.
Me alegra de que tengamos una Convención Constitucional diversa y proclive a los cambios, pero hago un llamado a la calma. No podemos sacar conclusiones apresuradas cuando seis de cada diez personas decidieron no participar en el último proceso eleccionario, salvo en comunas ricas como Vitacura o Lo Barnechea, en las que esa cifra se invierte. El nivel de participación es casi idéntico al de las municipales del 2012, que fueron las primeras elecciones con voto voluntario.
Creo sinceramente que debemos actuar con humildad, porque es la Convención Constitucional la que soberanamente decidirá, plebiscito de salida mediante, el sistema político de las próximas décadas, y las reglas electorales tienen mucho que ver con eso.
Hasta ahora he visto en las y los convencionales una opción predominante por avanzar hacia algún tipo de parlamentarismo o semiparlamentarismo.
Entonces, me pregunto: ¿cómo podría sobrevivir un modelo parlamentario sin partidos fuertes o con un Congreso Nacional con mayoría de independientes? Pareciera que algunos tienen la receta mágica.
Me parece irresponsable que los candidatos presidenciales de la primaria de la exclusión se anticipen a la deliberación de la Convención Constitucional y propongan un cambio copernicano a las reglas de elección del próximo Congreso Nacional, que es un órgano permanente de la democracia y con funciones distintas a las de una asamblea única y temporal.
Si quieren los votos de la Lista del Pueblo, ¡gánenselos con un programa, y no con iniciativas oportunistas! Lo que sí debemos hacer es enmendar uno de los peores errores de cálculo de la política chilena: el voto voluntario, para retomar la tradición del voto obligatorio. Una década de esta innovación nos ha traído los peores índices de participación, con una disminución del 40 por ciento respecto de la situación anterior y con uno de los más bajos niveles de participación del mundo.
He sido siempre una promotora del ensanchamiento de la democracia. Cuando perdimos la primera moción referida a esta materia, en particular, por cuatro votos, insistimos de inmediato con un nuevo proyecto. También nos hemos jugado por el voto anticipado, por los escaños reservados para los pueblos indígenas y por la paridad de género.
Chile comienza un nuevo ciclo histórico, y necesitamos que todas y todos sean parte. Aprobemos el voto obligatorio, que es una demanda que logró el 86 por ciento de adhesión en la consulta ciudadana de la Asociación Chilena de Municipalidades, sin olvidar, tal como lo ha señalado Marcela Ríos , de que se trata de un paso necesario, pero insuficiente. El transporte público gratuito, el reordenamiento de locales de votación y mecanismos alternativos de sufragios son otros de los aspectos que no podemos desatender.
Reivindiquemos la buena política, entendamos la democracia como un derecho y un deber, abriéndola a la ciudadanía, sin provocar su desfonde ni el sueño de los dictadores que desdeñaban a los partidos. En ese equilibrio nos jugaremos buena parte del futuro de Chile.
He dicho.
El señor UNDURRAGA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra, vía telemática, el diputado Javier Macaya .
El señor MACAYA (vía telemática).-
Señor Presidente, nos encontramos en una discusión respecto de la cual -lo digo con la máxima sinceridad no tengo opinión formada en cuanto a lo que es mejor o peor para un sector político. Parto desde esa base, porque muchos plantean y comienzan a hacer los cálculos de qué es más conveniente para proyectar los resultados futuros de las elecciones.
El cambio al voto voluntario desde el voto obligatorio se hizo pensando fundamentalmente en la libertad, en incentivar la responsabilidad y en que fueran los candidatos los que tuvieran la capacidad de convocar a los electores. Eso es parte de lo que se ha demostrado en el último tiempo, en el sentido de que son las causas las que movilizan y cuando el electorado está descontento con el desempeño de su clase política, no participa de los procesos eleccionarios.
El voto voluntario vino a sincerar una situación de abstencionismo que estaba muy encubierta y que imperaba en el anterior sistema de inscripción voluntaria y voto obligatorio, porque todos sabemos que las sanciones que se aplicaban no eran relevantes.
Por eso, no podemos hacer un cálculo de cómo variará en la siguiente elección el resultado para cualquier sector político, en caso de que tomemos la decisión de impulsar este proyecto.
Quizás la reflexión más importante es que estamos a muy pocos meses de muchos procesos electorales. En diciembre comenzaría a regir el cambio que propone este proyecto de reforma constitucional, de modo que abrir esta discusión a pocos meses de un proceso electoral tan relevante creo que cambia la reglas del juego de un proceso que está en curso. Es por eso que nos hemos negado a que se abra la posibilidad de incorporar reglas distintas en materia de independientes, habida consideración de que hay, además, un proceso constituyente en curso, mediante el que se fijarán las reglas sobre esa materia.
Recordemos que fue la Presidenta Bachelet la que incorporó una reforma constitucional en su primer gobierno, que después fue implementado por la modificación de la ley electoral en el primer gobierno del Presidente Piñera. Pero con una nueva Constitución, estás reglas debieran ser fijadas por la futura Convención Constitucional.
Hay mucha discusión respecto de qué pasará con el electorado, en el sentido de si el voto de los mayores será más propenso a votar por posiciones más conservadoras o si el electorado más joven será quizás más propenso a votar por las posiciones que hoy representan políticas más progresistas. Creo que la mirada que debemos tener sobre esta materia, más allá de la conveniencia de un sector u otro, debe estar centrada en el momento constituyente en el que estamos.
La Convención Constitucional comenzará a trabajar en pocos días más, de manera que ahí estará la clave. Además, la situación del voto obligatorio tiene que ver fundamentalmente con las sanciones que estarán aparejadas al incumplimiento de la obligación de votar. Antiguamente, regían como excusas para no votar un caso de enfermedad, el encontrarse ausente del país el día de la elección o estar a más de 200 kilómetros del lugar donde le correspondiera sufragar.
Entonces, me parece que si queremos tener la capacidad de incentivar la participación en los procesos electorales, mirándola también en términos comparativos numéricos, se debe tener presente que esta no ha variado significativamente desde que tenemos voto voluntario. De hecho, las elecciones más masivas, con millones de personas participando, fueron las elecciones del mes de octubre del 2020, en medio de una pandemia y con un sistema de voto voluntario. Es un dato que se debiera tener en cuenta.
Por lo tanto, creo que no es conveniente lo que propone este proyecto de reforma constitucional, en especial a pocos meses de un proceso en curso, a pocos meses de que se inicie el trabajo de la Convención Constitucional, que fijará las reglas del juego en esta materia, aunque no me cierro a la posibilidad de que se establezca en el futuro, con reglas diferentes, con incentivos a la participación electoral, eventualmente con la posibilidad de que las personas que vayan a votar tengan algún beneficio y que las sanciones que se apliquen sean exigibles, lo que en el sistema anterior no ocurría, porque si establecemos el voto obligatorio sin sanciones, creo que una ley en ese sentido puede terminar siendo letra muerta.
Desde esa perspectiva, creo que a nivel político y electoral…
El señor UNDURRAGA (Vicepresidente).-
Ha concluido su tiempo, señor diputado.
Tiene la palabra, vía telemática, el diputado Alejandro Bernales .
El señor BERNALES (vía telemática).-
Señor Presidente, quiero partir mencionando que hace pocos meses votamos este proyecto; yo lo voté a favor, y hoy día lo volveré a hacer en esa dirección. Sin embargo, me parece que lo que estamos tratando de hacer aquí con una serie de proyectos que se están ingresando respecto a las votaciones es buscar una justificación a los malos resultados del fin de semana e intentar encontrar algo a que agarrarnos para ver si nos va mejor o si salvamos situaciones tan complejas como la que vivimos ese fin de semana, con este tremendo tirón de orejas que nos dio la ciudadanía.
Si uno ve los análisis, por ejemplo, respecto del distrito N° 26, se dará cuenta de que son bastante contradictorios -uno siempre esperaría que la participación fuese mejor-, porque si bien en la elección a alcalde en Puerto Montt votaron 40.000 personas, en nuestra ciudad la cifra aumentó a 70.000 personas. Eso tuvo mucho que ver con la campaña que hicieron los candidatos, porque fue muy mediática, se generaron diversos espacios en la ciudadanía. Esa campaña llamó la atención y, por tanto, fue mucha gente a votar. Y en relación con la votación anterior el número de votantes aumentó, y aumentó muchísimo.
En cambio, en la elección de constituyentes efectivamente tenemos una votación que, incluso, si uno viera los resultados y quién ganó la lista de constituyentes en nuestro distrito, la persona más votada habría sido el voto en blanco. Hubo 17.450 votos en blanco, y el candidato que ganó, que salió primero en la elección de constituyentes obtuvo 13.000 votos. Es más, si uno sumara los votos en blanco y los nulos en nuestro distrito, vendría siendo la quinta lista más votada, incluso más votada que la lista de Independientes No Neutrales y la del Frente Amplio.
Entonces, hay una señal de la ciudadanía fuerte y clara, y a pesar de eso, estamos buscando algunas alternativas para poder revertir esta situación y hacer guiños a aquella.
Aquí no basta solo con obligar; lo que tenemos que hacer es buscar formas y mecanismos para facilitar la vida a las vecinas y a los vecinos para que vayan a votar, como, por ejemplo, que puedan sufragar en los locales de votación más cercanos a sus barrios. Todas las veces que voy a votar me encuentro con vecinos que me dicen: “ Don Alejandro , yo vivo en la Pichi Pelluco y me mandan a votar a la Mirasol”. Hay gente en Castro que tiene que tomar un bote, un bus, y la mandan a votar a otra dirección. Entonces, este tipo de propuestas simplifican el proceso.
Ahora no alcanzamos a discutir y ver, porque estamos muy cerca de muchas elecciones, el voto electrónico, para facilitar y encontrar caminos más sencillos a fin de que la gente pueda participar.
También -con esto voy terminando mi intervencióntenemos que poner sobre esta mesa el tema del gasto electoral.
En esta misma Sala rasgamos vestiduras respecto a cómo vamos con bonos, financiamientos y subsidios en apoyo a las personas que hoy día la están pasando mal, que tienen hambre en nuestra región. Sin embargo, y de manera muy contradictoria, vimos campañas millonarias en las calles: más de 100 millones de pesos en las candidaturas de algunos constituyentes y de candidatos a alcalde, cuando hay gente pasándolo mal. Y eso lo ve la gente, y le molesta, le genera ruido, porque mientras nosotros -de nuevo pedimos ayuda para ellos, los partidos políticos gastan millones de pesos en las calles.
Entonces, también hago un llamado a que en esta Sala rebajemos el gasto electoral.
Finalmente, como dije al principio, voy a aprobar este proyecto, porque fue lo mismo que hice la vez anterior. No obstante, creo que debemos dar más facilidades a los vecinos para que puedan asistir a las votaciones y no buscar en este tipo de iniciativas una justificación a los muy malos resultados que tuvimos el fin de semana.
He dicho.
El señor UNDURRAGA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra la diputada Claudia Mix .
La señorita MIX (doña Claudia ) [vía telemática].-
Señor Presidente, el 18 de octubre de 2019, comenzó el ciclo político más trascendente de los últimos 30 años en nuestro país. Ese día, miles de chilenas y chilenos salieron a las calles para expresar su descontento y disconformidad con un gobierno que le estaba dando la espalda a la ciudadanía, pero también contra un modelo que durante tres décadas se encargó de profundizar las desigualdades y acumular privilegios en las manos y bolsillos de unos pocos. Ese día, miles, más bien millones de chilenas y chilenos, se dieron cuenta de que eran sujetos políticos activos, de que podían manifestar sus inquietudes, expresar sus opiniones, hacerse escuchar e incidir en la discusión política. Ese día quedó claro que nunca más se podría gobernar y legislar sin preocuparse de la gente.
Lo que ha venido después -qué duda cabeha sido histórico: el plebiscito del 25 de octubre del año pasado, con el contundente respaldo a la opción del “Apruebo”, y, recientemente, las elecciones del 15 y 16 de mayo, en que, sin duda, lo más significativo fue la pluralidad con que quedó configurada la Convención Constitucional, la cual estará conformada por distintos ciudadanos y ciudadanas que representan el Chile real, no ese Chile elitista que habita solo en las tres comunas y que durante tanto tiempo se apropió de todos los espacios de poder.
Hoy estamos viviendo un período muy importante, en el que mucha gente se ha sentido convocada a participar activamente en la política en distintos ámbitos, pero en el que aún hay obstáculos que juegan en contra de la participación electoral. Y uno de ellos es la existencia del voto voluntario, el que terminó distanciando a la ciudadanía de las elecciones.
Tal como se menciona en este proyecto, la participación electoral en Chile pasó de estar por sobre 87,5 por ciento, cuando el voto era obligatorio, a caer a un promedio de 47,94 por ciento, registrándose una disminución de la participación del 39,56 por ciento.
La razón de la baja de la participación no recae exclusivamente en la existencia del voto voluntario -eso está muy claro-; hoy existe una gran responsabilidad de los partidos políticos tradicionales, que se olvidaron de la ciudadanía y empezaron a gobernar y legislar respondiendo a intereses particulares, en desmedro del bien común. Aquello, sin duda, aumentó aún más el distanciamiento de la gente con la clase política y con los mecanismos para elegir a sus representantes.
Pero, tal como señalé anteriormente, tras el 18 de octubre comenzamos un nuevo ciclo político. La ciudadanía quiere participar y ser escuchada; por eso es importante restablecer el voto obligatorio: para que todas las chilenas y todos los chilenos puedan participar a través del sufragio en decisiones que determinarán el futuro de este país.
Aprovecho esta ocasión para señalar que, además del voto obligatorio, debemos hacer que el Chile real pueda tener opciones concretas de llegar al Congreso, tal como sucederá en la Convención Constitucional. Si no queremos seguir siendo una de las instituciones menos valoradas por la ciudadanía, debemos adaptarnos a los tiempos que estamos viviendo, y eso pasa por permitir que los independientes no tengan tantas dificultades para ser elegidos como parlamentarios y por asegurar, obviamente, la paridad y escaños reservados para el mundo trans, los discapacitados y los pueblos originarios. Además, debemos apuntar a que se permita la participación electoral a partir de los 16 años de edad y generar mecanismos para que las personas privadas de libertad también puedan votar.
Tenemos que lograr que la política no sea vista como una actividad que solo realiza una élite en beneficio propio.
Por eso, voy a votar a favor del proyecto de hoy, y me comprometo a trabajar para que la democracia tenga un protagonismo popular y ciudadano, como siempre debió haber sido.
He dicho.
El señor UNDURRAGA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra la diputada Ximena Ossandón .
La señora OSSANDÓN (doña Ximena).-
Señor Presidente, quiero dar una mirada distinta a lo que estamos discutiendo y que votaremos hoy, y que no hace ninguna referencia a los resultados de las últimas elecciones.
Quiero partir recalcando que me impacta mucho cuando personas que son parte de este hemiciclo hablan contra los políticos, como si ellos o ellas no fueran políticos y estuvieran aquí sentados por obra y gracia del Espíritu Santo. Yo asumo mi rol de política con los pros, los contras y todo lo que corresponde, pero jamás podría decir que no lo soy y hablar en contra de los demás compañeros.
Pero hoy quiero referirme al voto obligatorio.
Nadie duda de que hoy día estamos sumidos en una sociedad bastante individualista, en la que todos nos preocupamos de nuestro metro cuadrado, de cómo vivimos, y todas las preguntas y respuestas van dirigidas solo hacia uno mismo. Obviamente, una sociedad que vive de este modo tiene muy poco de ser una auténtica sociedad. La sociedad se concibe y se piensa como un grupo de personas que están interrelacionadas.
Entonces, ante ello, creo que debemos incorporar lógicas distintas en nuestra sociedad. Tal vez parece un poco absurdo, pero la verdad es que tiene mucha relación con la solidaridad.
Ahora bien, ¿qué nos dice la solidaridad? Fundamentalmente, que todos somos responsables de todos, y eso quiere decir que mi destino, nuestro destino, nuestro bien común están en manos de todos -en nuestro caso, de todos los chilenos y chilenasy que cada uno debe colaborar, desde sus posiciones, para alcanzar ese bien común. Es una cosa colectiva.
En consecuencia, el concepto de la solidaridad nos convoca a poner la atención siempre y primordialmente en los más pobres, en los más desvalidos, para que ellos también se sientan parte de esta comunidad y tengan la posibilidad -ahí está nuestra gran tareade disfrutar del bien común.
Por ello, considero que un primer deber de solidaridad -claramente no es el más importante, pero sí fundamentales participar en las votaciones. Esto, básicamente, por dos motivos que paso a explicar.
El primero es que debemos erradicar la lógica mercantil de la política, esto es, ir a votar como si fuera a comprar un producto, de modo que, si me gusta, lo consumo, y si no me gusta, no. Creo que tenemos que terminar con esa lógica en la política, porque no nos hace bien. La lógica política es de bien común, no de oferta y demanda.
El segundo motivo es que votar es un deber, no solo un derecho. Me parece que esto es ampliamente compartido por todos los políticos que estamos acá, y se funda en el hecho de que participar en la definición de los destinos del país no puede quedar a la opción circunstancial de cada uno de nosotros: si me motiva, si no me motiva o si me convoca; si quiero, lo hago, o si no quiero, no lo hago.
Entonces, ante la desidia de muchos, la respuesta a la que debemos propender es la de construir un sistema en que haya mayor compromiso. El voto obligatorio, para mi gusto, es una muestra de compromiso hacia la sociedad que queremos construir.
He dicho.
El señor FLORES, don Iván (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el diputado Marcos Ilabaca .
El señor ILABACA.-
Señor Presidente, Chile vive un proceso inédito: por primera vez en nuestra historia podremos construir una Constitución generada por representantes elegidos, reunidos en una asamblea constituyente, en una convención constituyente, que muestra un Chile diverso, heterogéneo.
Claramente, sería interesante que cada uno de estos temas sea abordado por la Convención Constitucional. Es allí donde tenemos la oportunidad de construir un Chile diferente, a través de los 155 constituyentes elegidos.
Soy partidario de que no solo esta discusión, sino cualquiera otra que diga relación con el sistema político, sea abordada a través del debate en la Convención Constitucional. Sin embargo, como hoy se nos ha planteado este proyecto, que se viene discutiendo desde hace mucho tiempo en este Parlamento, no podemos sino manifestar nuestra opinión sobre un asunto muy de fondo.
Esta no es una discusión o un debate nuevo, y, claramente, el centro del proceso de discusión de este tema está relacionado con qué concepto tenemos respecto del sufragio. ¿Es un derecho? Como derecho, ¿puedo ejercerlo libremente? Entonces, ¿debe ser voluntario? ¿O es un deber? ¿Es una carga que tiene la ciudadanía y, por lo tanto, es obligación del Estado exigir su cumplimiento?
Creo que ese es el meollo del asunto, tal cual muchos estudiosos de este tema han planteado durante largo tiempo.
Al respecto, generalmente se debate entre la derecha y la izquierda, o entre la izquierda y la centroderecha. El debate se debe a que para la derecha este es considerado un derecho, por lo cual establecer la obligatoriedad del sufragio correspondería a un atentado contra la libertad. Sin embargo, creo que a estas alturas ya existe un consenso interesante, al menos en este Congreso, en el sentido de entender que el sufragio escapa a esa libertad individual, porque dice relación con el bien común y el interés colectivo, por lo cual debe ser entendido como un deber que mira el interés del país, y que se establece pensando en el bienestar de la democracia. Ahora, como ocurre con todo deber, necesariamente debe ser establecido como una obligación.
Tal como dijo el diputado Macaya , considero que ninguno de los parlamentarios presentes puede asegurar a quién va a beneficiar el establecimiento de la obligatoriedad del voto. Los procesos eleccionarios recientes han demostrado con creces esta aseveración.
No obstante, tenemos que apuntar además a fortalecer y profundizar los procesos educativos de nuestra comunidad. Es necesario abordar con fuerza la educación cívica para todos nuestros ciudadanos desde la más temprana edad, entendiendo la importancia que tiene la participación.
Asimismo, debemos terminar con las oligarquías que desde hace mucho tiempo vienen gobernando el país, así como con el sesgo de clase que tiene el ejercicio de la política, cuestión que, por suerte, se ha visto detenida con la elección de los constituyentes.
Además, es necesario establecer mayores niveles de legitimidad y generar el término de la desafección ciudadana respecto de la política. Sin embargo, tal como señalé, para eso no solo se requiere establecer el voto obligatorio, sino también generar mejor calidad de la política, establecer mayores niveles de confianza con la ciudadanía y, sobre todo, representar correctamente a quienes nos eligieron.
He dicho.
El señor FLORES, don Iván (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el diputado Marcelo Díaz .
El señor DÍAZ.-
Señor Presidente, la discusión acerca de la voluntariedad u obligatoriedad del voto nos acompaña desde hace una década. Recuerdo que en mis tiempos de dirigente juvenil impulsábamos el voto voluntario, pues nos parecía que era una transformación necesaria e indispensable para -diría liberar a la población de una carga y reafirmar la dimensión de derecho del voto.
Valorábamos algunos de los efectos que se alcanzaron con esa modificación, como que el “peso de la prueba”, la carga de la responsabilidad de encantar, de motivar, de estimular la votación recayera en los candidatos y candidatas, en las propuestas políticas, porque ello genera que, en un contexto de voto voluntario, si un candidato o candidata, y si un determinado programa es capaz de movilizar, de entusiasmar, de convocar, logrará que la gente vaya a votar.
En la historia reciente de Chile, desde la recuperación de la democracia, hemos tenido momentos en que aquello ha ocurrido, en que ha habido liderazgos o propuestas políticas o programáticas que han generado una movilización significativa, que han representado una votación relevante. Pero también es cierto que se ha venido gestando una constante, y es que nuestra participación electoral absoluta es inferior o cercana al 50 por ciento.
En muchos países, como Estados Unidos, sin ir más lejos, esto suele ocurrir. En general, la participación en las votaciones es bastante cercana al 50 por ciento del padrón electoral o bajo ese porcentaje, y para nadie representa un problema. Incluso, algunos han teorizado y señalado que los momentos de alta abstención o de baja participación electoral dan cuenta de tiempos de normalidad de la vida política, social y económica de un país, que hace que la gente sienta que en la elección no hay nada relevante en juego, nada determinante ni significativo como para hacer el esfuerzo de concurrir a votar, siendo el voto una acción voluntaria, es decir, prevaleciendo la dimensión de derecho del ejercicio de sufragio. Sin embargo, eso, que puede ser válido en otras latitudes, en Chile simplemente no tiene asidero. Nuestro país vive una larga crisis de legitimidad institucional, que todavía no ha sido resuelta y que esperamos encuentre su cauce en el proceso constituyente que se ha puesto en marcha. Recordemos que al poner en marcha el proceso constituyente durante el gobierno anterior dijimos que había que encontrar un cauce institucional, participativo y democrático que pusiera fin a la controversia respecto de la Constitución, pero que también renovara nuestra Constitución para tener una Carta Fundamental acorde con los desafíos y con la realidad del siglo XXI.
Por eso, en su momento voté a favor de la instauración del voto voluntario. Hoy he decidido cambiar de posición y apoyar el proyecto en discusión para restablecer el voto obligatorio, de manera de hacer prevalecer la faz de deber público, de carga pública, que tiene el voto.
Efectivamente, el voto tiene una dimensión dual: es un deber y también un derecho. Nadie puede ser privado del derecho a voto; por lo tanto, se le reconoce esa dimensión de derecho. Sin embargo, cuando el voto es obligatorio también es un deber; un deber ciudadano indispensable para fortalecer la democracia, para acrecentar los niveles de penetración y conocimiento de los asuntos públicos en la ciudadanía.
No obstante, eso no será efectivo si no lo acompañamos de mecanismos de democracia directa que hagan que la participación ciudadana en la vida democrática del país no se reduzca al ejercicio del derecho a sufragio o al deber de votar en elecciones periódicas cada cuatro años, sino que vaya acompañado de iniciativa ciudadana en materia de ley, de revocatorio de leyes, de consulta ciudadana, de más plebiscitos y de mecanismos de diálogo interactivo entre las instituciones públicas y los ciudadanos y las ciudadanas. Eso es lo que debe acompañar al voto obligatorio, y espero que sea resuelto positivamente y de buena forma en la Convención Constitucional.
En consecuencia, apoyaré la iniciativa, pero no para que sea solo la restitución del deber de votar, sino que esto debe ir acompañado de un conjunto de medidas que permitan fortalecer la democracia, pero, especialmente, fortalecer la participación de los y las ciudadanos en la toma de decisiones públicas en todos los niveles: territorial, regional y, también, a nivel nacional.
Por eso, reitero, respaldaré el proyecto que restablece el voto obligatorio.
He dicho.
El señor FLORES, don Iván (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el diputado Francisco Undurraga Gacitúa .
El señor UNDURRAGA.-
Señor Presidente, creo que lo que estamos votando hoy es el fracaso de los partidos políticos, de los candidatos, de las autoridades y de la democracia, porque no hemos sido capaces de conquistar los corazones de la ciudadanía en favor de la democracia.
No tengo una bola mágica ni los números del loto del sorteo del próximo jueves, por lo que no sé si esto le va a convenir a la derecha, le va a convenir al centro o le va a convenir a la izquierda, pero lo que sí sé es que le va a convenir a Chile.
Honestamente, creo que ahora es cuando tenemos que recuperar nuestra historia, esa historia que nos hizo hacer cola para inscribirnos en los registros electorales e ir a votar en el plebiscito de 1988 y, con el valor de un lápiz, transformar a Chile.
No es posible que después de todo el esfuerzo realizado, hayamos estado a favor del rechazo o del apruebo, la ciudadanía no haya premiado a la democracia con una asistencia masiva para concurrir a votar por quienes van a construir la nueva Constitución.
No es posible que el actual Presidente de la República, la anterior Presidenta o el futuro Presidente, en la práctica, asuman su cargo con un 25 por ciento de los votos reales. Si tanto nos costó recuperar la democracia a todos los que creemos en ella, me parece que ha llegado el momento de dar pie atrás y reconocer el grave error que hemos cometido al no ser capaces de entusiasmar a la ciudadanía en favor no de nuestros partidos políticos ni de nuestros pensamientos, sino de la democracia, de manera que concurriera a votar, aunque fuera por la lista de los blancos o de los nulos, como dijo un diputado, pero finalmente pronunciándose.
Es un fracaso para Chile que estemos discutiendo este proyecto de ley y sacando cuentas mezquinas de cuál va a ser su resultado electoral.
Llegó el momento de defender no el partido que representamos ni su corriente ideológica, sino la democracia. Sin democracia no hay una sociedad sana, y sin ella no podemos construir una relación a largo plazo entre las personas que hoy formamos parte de esta patria.
Por eso, con mucha pena y vergüenza, digo que lo correcto es votar a favor del voto obligatorio.
Invito a la ciudadanía a que, finalmente, en una sociedad de muchos deberes, pero también de derechos, seamos capaces de recuperar el derecho a la participación, aunque sea por la vía obligatoria, porque el mayor anhelo de convivencia ciudadana se llama democracia. Si no la hacemos participativa por la vía del voto obligatorio, vamos a hacer de la democracia un recuerdo histórico. No podemos quedar en manos de las minorías; tenemos que ser capaces de gobernar para la ciudadanía, pero con las mayorías.
En consecuencia, mi invitación es a no sacar cuentas alegres sobre esta situación. Sería faltar el respeto a la ciudadanía pensar que, dependiendo del carácter voluntario u obligatorio del voto, van a votar a favor mío o de otro candidato del mismo distrito, van a votar a favor de un determinado candidato a la Presidencia o al Senado. Lo importante es que entre todos seamos capaces de reconstruir la democracia, pues la democracia no es tal sin la participación ciudadana, aunque sea para que nos digan que no les gusta la gente que está hoy en el Parlamento.
Invito a todos los diputados a votar a favor del restablecimiento del voto obligatorio, y al Senado le pido que no se haga el leso y le dé agilidad a la tramitación de este proyecto.
He dicho.
El señor FLORES, don Iván (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el diputado Rodrigo González Torres .
El señor GONZÁLEZ (don Rodrigo) [vía telemática].-
Señor Presidente, felicito a la Comisión de Gobierno Interior, Nacionalidad, Ciudadanía y Regionalización por haber repuesto en tabla este proyecto.
Estamos ante una iniciativa absolutamente trascendente dados los tiempos que estamos viviendo. Si toda la sociedad ha pedido que avancemos hacia un Estado social de derechos, donde el derecho a la educación, el derecho a pensiones dignas, el derecho a la salud, el derecho a la vivienda y, en general, los derechos sociales fundamentales sean respetados y garantizados por el Estado, es indispensable que los ciudadanos que participamos mayoritariamente en la elección de gobernadores, alcaldes y concejales y en el plebiscito para aprobar o rechazar la redacción de una nueva Constitución Política, la que contendrá modificaciones estructurales, estemos también mayoritariamente de acuerdo en que es necesario dejar establecida la obligación de votar como una forma de apoyar y de sostener el Estado al cual le pedimos que garantice nuestros derechos.
Los ciudadanos debemos estar dispuestos a soportar, a aceptar y a asumir obligaciones con ganas, con buena disposición. Una obligación de quien le exige derechos al Estado es justamente votar, elegir a sus autoridades, no quedarse fuera de las decisiones, sino optar y participar.
Los ciudadanos tienen hoy más consciencia, como fue demostrado en las dos grandes etapas del plebiscito, primero apoyando con una inmensa mayoría la opción “Apruebo”, y, posteriormente, respaldando mayoritariamente que el órgano que redacte la nueva Constitución sea una asamblea constituyente. Por eso, estoy convencido de que existirá consenso en que la obligatoriedad del sufragio debe ser consagrada en nuestro sistema como una mínima autoimposición para exigir nuestros derechos. Creo que aquello debe estar fuera de todo cálculo, como bien dijeron varios diputados, en particular Francisco Undurraga , persona que sostiene un pensamiento distinto del mío. Sin cálculo alguno debemos votar por aquella forma que permita mayor participación y mayor democracia. No solo debemos salvar, sino, además, ampliar la democracia en todas sus formas, y una manera de hacerlo es creando las condiciones para que exista mayor participación en las elecciones.
No argumentemos que no se deben cambiar las reglas del juego para no votar a favor de la obligatoriedad del voto. Si es necesario cambiar las reglas del juego para tener mayor democracia, considero muy bienvenido que tengamos mayor democracia y voto obligatorio.
Justifica la alta abstención el hecho de que los sectores populares y muchos sectores de la juventud hayan tenido menor participación en los procesos electorales, así como el hecho de que existan mayores posibilidades de participación en las comunas más ricas. Eso habla de un país desigual. Por eso, debemos dar mayores facilidades para que la gente concurra a votar, como, por ejemplo, disponer de transporte gratuito en los días de elecciones, situación que siempre se plantea cuando discutimos este tema.
Si la obligatoriedad del voto no se aplica con la estrictez necesaria y no existen sanciones en los casos en que no se cumpla con esa obligación, establezcamos medidas concordes con la democracia, como, por ejemplo, que aquellos que no voten deban cumplir obligaciones comunitarias.
Debemos avanzar hacia formas más democráticas, como el establecimiento, en el futuro, de un padrón electrónico; busquemos…
El señor FLORES, don Iván (Presidente accidental).-
Señor diputado, ha concluido el tiempo destinado a su intervención.
Tiene la palabra el diputado Jorge Sabag .
El señor SABAG.-
Señor Presidente, los antiguos romanos hablaban del ius suffragii, que era el derecho a votar en las asambleas, pero solo era ejercido por los ciudadanos, que eran algunos habitantes del imperio. No tenían ese derecho quienes no habían comprado su libertad, ni tampoco una gran cantidad de personas que, por diversas circunstancias sociales y económicas, estaban excluidas del voto.
En Chile, pueden votar, potencialmente, todos los ciudadanos; sin embargo, menos de la mitad de ellos decide el futuro de nuestro país en cada proceso electoral. Lo vimos en la última elección, en que se eligieron a los convencionales constituyentes que integrarán la Convención Constitucional que definirá el futuro de nuestro país por los próximos 50 o 100 años. En esa elección votó cerca del 42 por ciento del padrón electoral. Es decir, menos de la mitad de los chilenos y chilenas están decidiendo el futuro de nuestro país.
Todos estamos en un mismo barco y a todos nos debe preocupar su futuro; todos debemos ser arquitectos o artífices de nuestro futuro como país. Por ello, vamos a respaldar que el voto sea obligatorio, que se convierta en un deber cívico para mejorar la participación electoral, que ha sido muy baja, y también para terminar con los sesgos y las influencias de ciertos sectores que, en definitiva, deciden o inclinan la conducción de este barco en un sentido o en otro.
Valoro, por cierto, que las personas mayores en situación de discapacidad, aquellas mayores de 75 años o con dependencia severa, no estén sujetas a la obligatoriedad del voto, como tampoco los chilenos que residen en el extranjero. Con todo, espero que la gran mayoría de los ciudadanos participe de manera informada.
A diferencia de la primera vez que se legisló el voto obligatorio, el proyecto de reforma constitucional en discusión no considera sanciones. De hecho, no se prevén multas, como ocurría en los procesos electorales previos a 2009, cuando el voto era obligatorio y muchas personas eran sancionadas pecuniariamente si por diversas razones no podían viajar para acudir a su local de votación o no podían emitir su voto. Para evitar aquello, debían acudir a las comisarías más cercanas a dejar constancia de la situación que les impedía emitir su sufragio. Posteriormente, se dictaba una ley que los indultaba, es decir, que los eximía del pago de tales multas.
Este proyecto -repitono establece ningún tipo de sanción, ello como señal de que lo que queremos y lo que nos interesa no es multar a las personas, sino que todos puedan participar en los procesos electorales, de manera de fortalecer nuestra democracia.
Se dice que la nueva Constitución Política partirá de una hoja en blanco. Yo creo que debe partir del principio de que la democracia es inderogable, de que debe estar integrada a esta nueva Constitución a través de un acuerdo fundante y como consecuencia de un gran pacto social. No podemos establecer otros sistemas. Se podrá perfeccionar con voto electrónico o con distintas otras modalidades, pero la voluntad popular, la voluntad de los ciudadanos es la que debe conducir el destino del país, no un grupo, no una comunidad pequeña ni una minoría, ni mucho menos un caudillo o ciertos sectores que tienen intereses particulares para conducir el país. Es el pueblo, es la ciudadanía la que conduce, y eso debe ser inderogable, debe estar en el ADN de nuestra comunidad, de nuestra institucionalidad.
La obligatoriedad del voto que hoy discutimos va en el sentido de fortalecer la democracia, para tener un sistema de gobierno que nos permita avanzar como sociedad, a fin de que todos y todas podamos ser partícipes de los beneficios y de la prosperidad de nuestro país, y no como ocurre hoy, en que solo algunos pueden usufructuar de los bienes. Este es un paso muy importante para asegurar que Chile sea una democracia muy estable.
He dicho.
El señor FLORES (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el diputado Gonzalo Fuenzalida .
El señor FUENZALIDA (don Gonzalo).-
Señor Presidente, Winston Churchill decía que la democracia es el sistema político menos malo. Aquí estamos en una democracia, en un sistema que nos hemos autoimpuesto, que permite el desarrollo de nuestros sueños y nuestras aspiraciones, que garantiza los derechos y la igualdad ante la ley, que protege nuestra dignidad, que permite expresarnos y resolver los conflictos humanos que existen y que siempre van a existir en una sociedad.
La democracia está frágil, porque para que funcione requiere un requisito básico, cual es que la voluntad colectiva, que se construye por mayorías, sea construida sobre la base de la concurrencia de todas las voluntades individuales de una sociedad.
La voluntad colectiva conformada mayoritariamente es la que da legitimidad a las instituciones y a las autoridades que se eligen. Es un deber de todos los miembros que tienen esa voluntad individual concurrir y participar con su voto, para formar esa voluntad colectiva.
Por eso, más que hablar de obligatoriedad en este proyecto, diría que es un imperativo categórico y moral el hecho de que cada ciudadano, cuando vive en comunidad, se haga cargo de concurrir con su voluntad individual para conformar esa voluntad colectiva.
El 15 y 16 de mayo votaron 6.468.000 personas, de un padrón de 14.900.000 electores; o sea, de esos casi quince millones de ciudadanos que podían votar, solo participó el 43 por ciento.
En ese sentido, uno podría cuestionar la legitimidad democrática, por ejemplo, de la Convención Constitucional, de los alcaldes y de los concejales, porque, finalmente, la voluntad colectiva no fue tal. Es decir, hoy tenemos una democracia de algunos y no de todos.
Si en nuestro país no garantizamos que esa voluntad colectiva se forme con una participación universal, donde todas esas voluntades individuales concurren y votan, siempre van a ser cuestionables las instituciones y las autoridades, y va a existir la posibilidad de decir que no son legítimas.
Por eso, muchas de esas autoridades terminan tomando decisiones no por el bien común, que es a lo que están llamadas, sino por el bien particular de sus electores, de sus nichos, porque son a quienes finalmente movilizan para que vayan a votar.
Estoy seguro de que hoy muchos toman la calculadora y piensan si les conviene o no este proyecto, pero creo que hay que tomar la calculadora de Chile. ¿Qué le conviene más a nuestro país? Tener una democracia sana y legítima, donde la voluntad mayoritaria y colectiva de nuestro país se construya, sea cual sea la decisión, con la mayor participación de todas esas voluntades, de todos los ciudadanos que forman parte de la comunidad.
Por esta razón, debemos aprobar este proyecto por unanimidad. Ojalá que en el Senado avance rápido su tramitación, porque estoy seguro de que si en noviembre tenemos un voto obligatorio, vamos a tener una gran participación, y sean cuales sean las autoridades elegidas van a tener legitimidad, de manera que tendremos una democracia mucho más robusta y sana, donde todos los ciudadanos deberemos hacernos cargo de las decisiones que tomemos con nuestro voto.
He dicho.
El señor FLORES (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el diputado Esteban Velásquez .
El señor VELÁSQUEZ (don Esteban) [vía telemática].-
Señor Presidente, como Federación Regionalista Verde Social, estamos muy contentos, porque la Mesa y los Comités Parlamentarios accedieron a colocar en tabla este proyecto para restablecer el voto obligatorio
somos autores de una de las mociones refundidas y porque, además, durante estos minutos todos hemos sido testigos de cómo se ha producido una reflexión que, incluso, va más allá del mismo sentido y objetivo del voto obligatorio.
Sin duda, hoy los ciudadanos debemos cultivar compromisos y obligaciones que permitan hacer y desarrollar sociedades sanas, fuertes y democráticas -aquello casi es un principio-, así como también derechos sociales, organización y participación -procesos que no surgen de la espontaneidad-, para establecer, como aquí se ha dicho, sociedades fuertes. A nuestro juicio, esos procesos también se deben intencionar, pues dicen relación con conductas ciudadanas.
La voluntariedad no siempre es virtuosa. Por ejemplo, ¿por qué no se nos ha ocurrido que el pago de impuestos debe también ser voluntario? ¿Por qué no dejar que, en aras de las libertades, quien quiera pagar los respectivos tributos los pague? Porque todos hemos entendido que hay necesidades, obligaciones y conductas que, sin duda, deben estar sujetas a normativas.
A nuestros ciudadanos también debemos hacerles un llamado de atención -a veces no queremos hacerlo, para no tocar al llamado electorado para que se comprometan con el país y los cambios que se necesitan, y para que nadie mire desde la vereda de la indiferencia.
También entendemos que el actual sistema político, económico e, incluso, educacional alimentó la indiferencia y, en ocasiones, la desidia.
Por lo tanto, a este Parlamento le corresponde, hasta el último día, promover y perfeccionar el sistema democrático, y fortalecer la responsabilidad cívica de los ciudadanos.
Ahora bien, han aparecido interesantes reflexiones. Comparto lo que señaló hidalgamente el diputado Francisco Undurraga respecto del fracaso del sistema democrático y de los partidos, pero también el fracaso del poder económico que tuvo, por largo tiempo, capturado al sistema político, a ciertos sectores políticos y a ciertos políticos, en particular. Hoy eso podría borrarse de un plumazo en este nuevo proceso constituyente, al cual pretendemos atribuirle las futuras responsabilidades. El proceso constituyente va a revisar si mañana habrá un Parlamento bicameral o unicameral; si vamos a estar o no. No lo sabemos. Los constituyentes tienen el derecho y la legitimidad de revisarlo todo, y en buena hora que así sea.
No obstante, no podemos dejar de legislar, sobre todo, en algunas tareas en las cuales el Parlamento, dado el contexto, en algún momento se equivocó al haber legislado a favor del voto voluntario. Quizás en ese momento correspondía -no lo sabemos-; la historia va a ir construyendo esa situación.
Sin embargo, me parece que hoy debemos tener presente que esta democracia estuvo capturada por quienes escribieron, en tiempos de una dictadura muy brutal, lo que iba a ser la democracia: los senadores designados, el sistema electoral que establecía dos grandes colectivos que iban a gobernar nuestro país, los altos quorums y el centralismo que prácticamente ofendió a muchas regiones -a unas más que a otras y denigró a los ciudadanos.
Por consiguiente, hoy el hecho de restablecer el voto obligatorio es relevante. Por eso, saludo las intervenciones de los diputados Gonzalo Fuenzalida y Francisco Undurraga , quienes han sido muy gráficos al manifestar que, ojalá, haya un respaldo unánime a este proyecto y al hacer un llamado al Senado para que también lo tramite rápidamente, porque me parece que estos momentos nos invitan a todos a reflexionar y a reconocer en qué nos hemos comprometido y en qué no, y también en qué fuimos virtuosos para respaldar el sistema democrático y en qué fuimos más bien cómplices de socavarlo.
Espero que mañana el poder económico o del dinero no sea el poder de estar un día prestando servicios al mundo público y al otro día, al mundo privado; mañana en un gobierno y pasado mañana en un directorio.
Todo ese conjunto de temas hace que, finalmente, los sistemas políticos nos transformemos en títeres, en marionetas de estos señores, dueños de un poder económico, que escriben constituciones, sacan gobiernos y piensan que las Fuerzas Armadas les pertenecen. Es un conjunto de temas sobre los que hoy este proyecto de restablecimiento del voto obligatorio nos ha invitado, yo diría que con la cabeza más fría, a reflexionar a cada uno de nosotros.
La Federación Regionalista, como autora de uno de los proyectos refundidos sobre voto obligatorio, votará a favor.
He dicho.
El señor UNDURRAGA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra la diputada Camila Vallejo .
La señorita VALLEJO (doña Camila) .-
Señor Presidente, desde que yo al menos puedo votar, lo he hecho y he participado en todas las elecciones en que he podido.
Recuerdo que en 2013, cuando me preguntaban, en el contexto -si mal no recuerdo de una primaria municipal, si estaba de acuerdo con volver al voto obligatorio, dije que por supuesto.
Estoy convencida de que Chile debe tener inscripción automática y voto obligatorio. Y me alegra que hoy, al parecer, seamos mayoría los que creemos en el voto obligatorio, porque la última vez, lamentablemente, se rechazó el proyecto que intentó reponerlo.
Más allá del argumento sobre la legitimidad o no de las instituciones, esto tiene que ver con un principio. Creo en el voto obligatorio por razones de principios, porque tengo la convicción de que la democracia no es un juego, no es una opción; la democracia es un deber y una responsabilidad, sobre todo una responsabilidad de todos los ciudadanos y ciudadanas y no solamente de las autoridades elegidas.
Me parece que es una responsabilidad, porque cuando uno dice que cree en la democracia, que hay que fortalecerla, que cree en una democracia participativa, en una democracia ciudadana y popular que realmente involucre a todos y todas, entonces finalmente tiene, al igual que cada ciudadano y ciudadana, la responsabilidad de levantar, construir y consolidar esa democracia. Y la democracia no depende, evidentemente, solo del sufragio, aunque el sufragio es un derecho que costó conquistar -es cosa de pensar en el movimiento sufragista, por ejemplo, para las mujeres; muchas de ellas lucharon y murieron por el derecho al sufragio-, sino también de la participación, en el amplio sentido de la palabra, y de la organización.
Es decir, la democracia también implica, además de votar, organizarse, opinar de manera informada y, muchas veces, dedicar tiempo a leer y estudiar para saber sobre las distintas opciones y posiciones políticas que existen en una democracia.
Me parece que, por principio, el voto tiene que ser obligatorio, por una cuestión de responsabilidad. Es como cuando uno piensa en el derecho a la educación. La educación escolar es un derecho, pero también es un deber, es una obligación, porque una sociedad y una democracia no se pueden pensar sin educación. Va de la mano ese derecho con ese deber. De lo contrario, es muy difícil construir democracia, sobre todo cuando uno piensa que el derecho a la educación -así está establecido es un derecho habilitante para otros derechos. Porque si no tienes educación, difícilmente puedes exigir otros derechos, pero, además, hacer uso de otros derechos. Es un derecho habilitante. Lo mismo ocurre con la participación en la democracia, pues habilita también para otros derechos. No digo que sea un requisito, pero sí facilita el ejercicio de otros derechos.
Por eso me parece que es importante -insisto por principio. No sé si estaremos haciéndole un guiño a la ciudadanía con la aprobación de este proyecto y si es una cuestión de popularidad. Más bien creo que puede ser que no y que algunos saldrán reclamando: “¡Cómo van a volver al voto obligatorio!”. No sé si es popular esto, pero tiene que ver -insisto con principios. Siempre he creído que tiene que ser así: con voto obligatorio. Y no es obligar a nadie a votar por una opción u otra. Probablemente, lo que empiece a pasar es que aumenten los votos nulos y blancos; pero es importante conocer esa radiografía, porque uno tiene la duda de por qué no votaron los que no lo hicieron, y se empieza a especular. Al parecer en la última elección la mayoría no lo hizo por miedo a la pandemia.
Que el voto sea obligatorio nos permite decir: aquí había opciones políticas claras, pero también otra opción política, como es la de anular, la de poner mensajes o la de dejar el voto en blanco. Ello también demuestra algo: una posición política, lo que permite que, a mediano y largo plazo, vayamos haciendo las correcciones que necesita nuestra democracia para involucrar a muchas más personas.
Estoy de acuerdo con lo que dice el diputado Bernales en términos de que el voto obligatorio implica dar otras facilidades, como disponer de transporte público, de lugares de votación, etcétera. O sea, también tenemos que avanzar en mejores condiciones para que se pueda ejercer ese voto.
Y sobre el proceso constituyente, creo que no estamos sustituyendo a la Convención Constitucional. Al final, esta puede determinar que volvamos al voto voluntario, y, si es así, tendremos que respetarlo, porque ahí está el poder constituyente originario; el Congreso es solo derivado. Si aprobamos este proyecto y la Convención Constitucional determina lo contrario, tendremos que adecuarnos a esa determinación soberana. Pero por ahora, si nuestro principio y convicción es el voto obligatorio, creo que hay que aprobarlo.
Por eso, nuestra bancada va a aprobar este proyecto.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Gabriel Boric .
El señor BORIC.-
Señor Presidente, el 21 de enero de 2020, mientras estábamos en pleno desarrollo del movimiento social más grande desde el retorno a la democracia, la Cámara de Diputados rechazaba restablecer la obligatoriedad del voto en nuestro sistema democrático. Creo que en ese momento no se entendía el mensaje de octubre: compartir el poder y devolverlo al poder originario, es decir, ciudadanos y ciudadanas. Hubo terror en ese momento de que si la ciudadanía acudía a las urnas, algunos perdieran sus privilegios y en especial el poder que tenían de vetar las discusiones que la mayoría democrática del país pide.
Afortunadamente, lo perdieron igual. Con voto voluntario triunfó la democracia y triunfó Chile en las elecciones de la Convención Constitucional.
Hoy tenemos una nueva oportunidad. Vivimos un proceso constituyente que va a definir las bases de la convivencia y podrá establecer los grandes acuerdos para tener un Estado social y democrático de derecho, terminando por fin con el Estado subsidiario y la lógica de la ultrafocalización.
Pero la tarea de tener una democracia que sea responsable es de todas y todos, y el voto obligatorio es un mínimo exigible en un largo camino de tareas: combatir la corrupción -no más Penta, SQM, Corpesca -, que los partidos políticos se reformen -nos reformemosy dejen de ser cáscaras vacías que no representan la diversidad de la sociedad ni sus intereses.
Incluir mecanismos de democracia directa y participativa, paridad e inclusión en las instituciones de las diversidades sexuales, de las personas en situación de discapacidad, educación cívica en serio, hacernos cargo de la educación cívica, en fin. La tarea es amplia para que la política vuelva a responder al soberano y vuelva a adquirir la legitimidad que nunca debió haber perdido.
Por lo mismo, esta medida de reponer el voto obligatorio es, desde nuestra perspectiva como Frente Amplio, un mínimo y no la solución mágica a los problemas que tiene la democracia. No podemos permitir que los incentivos institucionales, como el voto voluntario, sigan excluyendo a la ciudadanía con sesgos de clase, como está ampliamente demostrado en la literatura. Porque el voto voluntario ha contribuido a excluir a los ciudadanos de comunas con mayor índice de pobreza y, por cierto, también a quienes no pueden desplazarse en zonas extremas.
En definitiva, el voto voluntario ha contribuido a que la democracia se elitice y segregue. Ello, porque no ha existido voluntad suficiente ni de este gobierno ni de los anteriores para adoptar las medidas complementarias, porque, insisto, esto no es suficiente para posibilitar en serio el voto voluntario. Reitero: educación cívica, educación cívica, más educación cívica.
Insistimos en que aprobar esta reforma no puede leerse en clave de salvavidas a los partidos políticos. Soy un militante orgulloso de Convergencia Social, que es parte del Frente Amplio, pero tenemos que hacernos cargo también de la crisis de representatividad.
Si revisamos la literatura comparada, veremos en ella que la participación aumenta con el voto obligatorio, pero eso no necesariamente implica una mayor identificación con los partidos. Debemos abrirnos, más allá de las caricaturas que en el Congreso se han expresado en los últimos días, a nuevas formas de organización para fortalecer los partidos, pero sin cerrar la puerta a quienes hoy no se sienten identificados por ellos.
Como bien han señalado los expertos y las expertas, desde la presidencial de 2013 en adelante el sesgo de clase que ha profundizado el voto voluntario se ha manifestado con fuerza, frente a lo cual no nos podemos mantener al margen: a participación desigual, representación desigual. No podemos mantener esa forma de representación, porque es un sistema poco representativo, que, sin lugar, a dudas daña la democracia.
Hoy, tal como en el proceso constituyente, tenemos la oportunidad de enmendar el rumbo. Por eso, votaré, junto con el Frente Amplio, a favor el proyecto de reforma constitucional que restablece el voto obligatorio en las elecciones populares.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra, vía telemática, el diputado Mario Venegas Cárdenas .
El señor VENEGAS (vía telemática).-
Señor Presidente, distinguidos colegas, pocas veces había tenido un mayor interés en participar en la discusión de un proyecto, porque, por esas cosas de la vida, cuando recién ingresé al Parlamento, en mi primer período como diputado, se puso en tabla el proyecto del establecimiento de la inscripción obligatoria y el voto voluntario. No obstante, en ese entonces, como diputado primerizo, no tenía mucha claridad acerca de la conveniencia o inconveniencia de lo que se planteaba.
Por lo tanto, hice la tarea y me dediqué a revisar la experiencia comparada. Con todos los estudios que pude revisar, que fueron más de uno, llegué a la conclusión de que las premisas sobre las que se fundamentó ese proyecto que establecía el voto voluntario eran equívocas o que, por lo menos, no se daban en la realidad de aquellos países que habían adoptado el voto voluntario. Lo que se planteó como premisa fundamental fue aumentar la participación con el propósito de legitimar a las autoridades y fortalecer la democracia, pero los documentos que leí decían lo contrario, ya que señalaban que en todos los países donde se había adoptado el voto voluntario la participación había caído. Eso lo expresé en la Sala.
No obstante, debo reconocer, no sin un poco de humor, que no tuve la fuerza ni la valentía para defender esas ideas que se expresan en la Sala en el voto, ya que finalmente voté a favor de aquel proyecto. Las tendencias del momento, es decir, lo que estaba de moda y era popular en ese momento, hacían casi imposible no votar a favor ese proyecto que los teóricos apoyaban, sin perjuicio de que la evidencia que encontré decía una cosa distinta.
Entonces, a partir de esa experiencia creo que es sabio reconocer cuando nos equivocamos y enmendar el error.
Por otro lado, creo que este proyecto de reforma constitucional, iniciado en mociones refundidas, tampoco es un acto oportunista, porque antes de la pandemia y en todas las últimas elecciones lo veníamos conversando de distintas maneras, tanto formal como informalmente. De allí que no se diga que este es un acto oportunista, porque esas mociones fueron presentadas con muchísima antelación a la última elección, la cual arrojó datos lamentables, especialmente para los partidos tradicionales.
A propósito, hay una reflexión que quiero hacer, debido a que nos interpelan en nuestras funciones. ¿Hasta dónde es conveniente, pensando en Chile y en su institucionalidad, más allá de las cuotas y los cálculos particulares, votar en función de lo que está de moda o de lo que dicen las redes sociales? Lo planteo, porque es una conducta permanente en el último tiempo, que no necesariamente implica hacer lo mejor y más adecuado para el país.
Nos equivocamos al aprobar el proyecto de reforma constitucional que estableció el votó voluntario. El tiempo demostró que los antecedentes que busqué y estudié eran efectivos, porque no aumentó la participación; es más, esta bajó en aproximadamente 43 por ciento en la última elección de alcaldes y concejales.
Lo que hace que tenga absoluta fuerza la idea de reponer el voto obligatorio es la aceptación del discurso más en boga de este último tiempo, mediante el cual pedimos una sociedad de derechos garantizados en la Constitución Política. No obstante, también se deben establecer deberes, y creo que el mínimo deber de un ciudadano es colaborar con resolver los grandes problemas y elegir a las autoridades de su país. Eso es lo mínimo.
Por las razones señaladas, votaré a favor el proyecto de reforma constitucional que propone el restablecimiento del voto obligatorio.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra, vía telemática, el diputado Félix González .
El señor GONZÁLEZ (don Félix) [vía telemática].-
Señor Presidente, en la ocasión en que se votó el proyecto de reforma constitucional que estableció la reposición del voto obligatorio me pronuncié en contra. No obstante, muchas personas con las que hemos coincidido y marchado en contra de las termoeléctricas para defender los humedales, con las que coincidimos también en que no había que firmar el acuerdo por la paz, manifestaron su diferencia con el voto que emití ese día.
Entonces, ya que había una diferencia con la gente con que hemos compartido en muchas otras batallas, hicimos un ejercicio, una invitación abierta a debatir con mayor profundidad qué significa el voto obligatorio y el voto voluntario. También hicimos un compromiso de que esas personas que asistirían a debatir iban a poder marcar un voto como este que les muestro y que, dependiendo de ese resultado, iba a votar a favor cuando se repusiera este proyecto, que plantea la reposición del voto obligatorio en las elecciones populares.
Después de mucho debate, en distintas plazas y parques, ejercicio que la pandemia nos impidió continuar, se hizo la votación y ganó el voto obligatorio.
Entonces, voy a respetar la palabra empeñada a todas las personas que participaron. Por eso, hoy votaré a favor este proyecto de reforma constitucional, que restablece el voto obligatorio. Pero eso no implica que no pueda manifestar mi posición, ya que creo que una democracia real es con harta gente participando, pero harta gente que sepa por quién vota y que tenga interés en que su candidato sea elegido.
Nosotros ya conocemos cómo se llevaban a cabo los procesos eleccionarios cuando el voto era obligatorio: mucha gente no concurría a votar. El 15 y el 16 de mayo más de la mitad de las personas tampoco fueron a votar.
Entonces, hay que preguntarse por qué no fueron a votar. Creo que esos argumentos son un poco extrapolados. Alguien por ahí dice que el voto voluntario excluye gente. Eso no es cierto; el voto voluntario no excluye gente; la gente se autoexcluye, por dos motivos fundamentales:
Por una parte, porque les queda muy lejos ir a votar. Debe haber mucho interés para que la gente se desplace a lugares lejanos con el objeto de concurrir a votar, porque el traslado es caro.
Por otra parte, a algunas personas no les interesa ir a votar.
Entonces, ¿es la solución obligar a las personas a votar bajo coerción? Es decir, ¿si no vas a votar hay una multa? Y si es así, ¿cuál es la calidad del voto?
¿Qué ocurre en la realidad y qué ocurría? Esas personas desinteresadas iban a votar a veces acarreadas en micros, porque, ya que estaban obligadas a votar, cuando venía un candidato y les ponía una micro a su disposición, se subían a ese medio de transporte. Bueno, eso ocurría con el voto obligatorio.
Por otro lado, esas personas terminaban marcando por el candidato que más les sonaba. Es decir, la candidatura que tiene más carteles, más despliegue y más dinero es finalmente la que se ve beneficiada cuando esas personas desinteresadas están obligadas a votar.
Entonces, espero que la Convención Constitucional cambie ciertas cosas, como la incidencia del dinero en la política, y también que la oferta política sea interesante, de manera que la gente se motive para ir a votar y sepa por quién votará.
También quisiera que la Comisión de Gobierno Interior pusiese en tabla el proyecto que presentamos para reducir los aportes privados a campañas. No pueden ser 4 millones; o sea, es como el 10 por ciento del retiro de las AFP, pero donado. ¿Quién hace eso? Los empresarios. Por eso había campañas millonarias con aportes de personas, pero de personas dueñas de empresas.
Asimismo, se debe permitir que la gente pueda cambiar su domicilio electoral y votar cerca de su casa, y facilitar la participación de los independientes. Entonces, también es sintomático que las mismas coaliciones y los mismos grupos y partidos políticos que están en contra de que los independientes sumen sus votos se apuren ahora con respecto al voto obligatorio, para que los electores que perdieron sean obligados a ir a votar.
Finalmente, me preocupa la siguiente situación, y voy a presentar una indicación al respecto: Me parece que en pandemia no podemos obligar a la gente de 70 años de edad a que concurra a votar; hay una contradicción en este punto. El derecho a la vida está por sobre todo, así que presentaré dicha indicación, pues creo que debemos cuidar también a las personas.
Por último, quiero señalar que, de seguro, la Convención Constitucional generará un sistema político que será bastante distinto al que tenemos hoy día. Espero con mucha fe que con ese sistema político la gente se interese en ir a votar y que no sea necesario obligarla a hacerlo. Creo en el voto voluntario, y que en el futuro se van a dar discusiones interesantes en Chile, por lo que terminará existiendo una verdadera democracia en nuestro país, con plebiscitos, con participación ciudadana y con voto voluntario, y la gente sí se interesará en ir a votar.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra la diputada Karol Cariola .
La señorita CARIOLA (doña Karol) .-
Señor Presidente, estoy muy contenta de que estemos dando este debate, y más contenta aún de ver que se suman voluntades de personas que en algún momento votaron distinto, que se pronunciaron en contra de esta iniciativa en una discusión anterior, pero que hoy, sin embargo, reflexionan. Esa es la gracia de parlamentar; esa es la gracia también de ser capaces de convencernos y de generar síntesis distintas respecto de los debates que se están dando en el Congreso Nacional, y no realizar discusiones estancas que no tienen posibilidad de modificarse en el tiempo, también tomando en consideración, sin lugar a dudas, los contextos, las realidades.
Acabamos de terminar un proceso electoral muy relevante para Chile, que es haber elegido a quienes van a escribir la nueva Constitución, de manera histórica; elegir a los alcaldes y a las alcaldesas, que finalmente van a conducir las realidades locales, territoriales y comunales de nuestro país, y, por supuesto, elegir por primera vez a los gobernadores regionales, que ya no serán una autoridad designada por el Presidente de la República, sino que elegida por la ciudadanía.
Todo esto es maravilloso cuando se plantea como parte de un proceso de definición, un proceso dirimente, un proceso de definición social y política. Es maravilloso cuando se dice que el poder del pueblo se ejerce por la vía de la decisión real y concreta.
Es evidente que nuestra democracia participativa tiene defectos y problemas, que debemos mejorar, porque no es casualidad que las y los militantes de partidos políticos no seamos más del 2 por ciento de la población; no es casualidad que todavía los partidos políticos no tengamos la capacidad de convocar a todos y todas quienes se quedaron en la casa en esta última elección. Más allá de aquellos que puedan cantar victoria o de quienes se sientan más fracasados en este proceso electoral, lo importante aquí es decir que el proceso democrático se debilita cuando la participación es baja.
Personalmente, cuando tuve la posibilidad de votar, cuando la inscripción era voluntaria, apenas cumplí los 18 años de edad me fui a inscribir. Y lo digo con orgullo, porque creo que tener la voluntad cívica de participar en un proceso electoral también es creer en la responsabilidad colectiva de cuidar la democracia. Pero también es cierto que desde hace varios años que en nuestro país la responsabilidad colectiva de formar cívicamente a las y los ciudadanos no es real, y que a muchos, incluso, les interesa que el pueblo no esté educado y que la educación cívica no exista.
Al respecto, quiero recordar que ha habido gobiernos, especialmente de derecha, que han buscado eliminar las asignaturas de Historia, de Filosofía y, sin ir más lejos, de Educación Cívica, ramo que suprimió la dictadura militar y que hoy día tanto echamos de menos. ¿Por qué? Porque la formación es fundamental para que las y los ciudadanos entiendan la responsabilidad que significa elegir un Presidente de la República con la votación que obtuvo el actual Primer Mandatario, que, en términos reales, fue elegido con el 26,4 por ciento de nuestro padrón electoral. Es un Presidente que hoy no tiene legitimidad y del cual nos quejamos, pero, sin embargo, muchos de los que hoy se quejan no fueron a votar y no participaron en ese proceso. Por esa razón es relevante sufragar. Estoy convencida de que la votación obligatoria es una responsabilidad ética, moral con la democracia de Chile.
Por eso aprobaremos este proyecto, y por eso nos parece tan necesario que nuestro país avance en fortalecer de distintas formas la democracia que queremos y la que tenemos.
Por tanto, espero que esta Cámara de Diputados y diputadas tome conciencia de que la responsabilidad que tenemos en cuanto a la participación social y política no puede ser una opción, no puede quedar a la voluntad de personas que, además, lamentablemente, hoy día no tienen todas las herramientas. Por algo los sectores más acomodados y con mayor formación académica son los que más participan. Ese es un elemento que también ha elitizado la electividad de nuestros representantes.
Por lo expuesto, votaré a favor de este proyecto de ley; creo que es muy importante. Ojalá hoy día podamos decir que hemos dado un paso más en el fortalecimiento de nuestra democracia.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Raúl Saldívar .
El señor SALDÍVAR (vía telemática).-
Señor Presidente, los días 15 y 16 tuvimos una votación que para muchos fue histórica, la más importante desde la recuperación de la democracia, la megaelección; sin embargo, debemos admitir que hubo una baja participación, porque, como se ha venido expresando, el voto voluntario no está contribuyendo eficazmente a construir el tipo de democracia que necesitamos para Chile, puesto que la baja votación genera una brecha entre la ciudadanía y sus representantes, y, a su vez, la democracia se ve realmente vulnerada. Además, como parlamentarios, tenemos el mandato de nutrir nuestra democracia.
Al respecto, tengo la convicción de que debemos profundizarla y extender sus límites para avanzar hacia una sociedad plenamente democrática en que se expresen las mayorías, por supuesto, con el debido respeto a las minorías. Considero que reponer el voto obligatorio no tiene la intención de obligar a las personas a votar por los mismos de siempre, como se suele decir en una suerte de lugar común, ni tampoco van a ser cooptadas por los partidos. Los resultados que vimos el 16 de mayo pasado dieron muestras de que eso no es así, de que tampoco el poder del dinero pudo imponerse y de que un porcentaje importante del electorado creyó en candidaturas independientes. Además, recordemos que para el plebiscito convocado por las municipalidades en 2019 la reposición del voto obligatorio tuvo un gran respaldo.
Reponer el voto obligatorio, por un lado, persigue que los ciudadanos se comprometan a conocer a sus candidatos, y, por el otro, obliga a los candidatos a persuadir a la ciudadanía, pues con el voto voluntario muchas veces se termina tomando en consideración solo a quienes sufragan, y estos se convierten en grupos de presión, poderosos en numerosas ocasiones.
Por el contrario, soy un convencido de que especialmente en el proceso que vivimos necesitamos amplias mayorías, que sean millones quienes breguen por los cambios. De esto nos dio muestra la multitudinaria manifestación en pos de cambiar la Constitución.
No era suficiente que un grupo de intelectuales propusiera cambios ni que un partido político con una visión parcial de la realidad impulsara un cambio de esta magnitud; tenían que ser millones los que exigieran, y que no quedara duda de que era el pueblo en su conjunto quien los respaldaba. Señor Presidente, tenían que ser millones, y lo fueron.
Hoy esperamos alcanzar el quorum necesario para aprobar este proyecto, y no tengo dudas de que hay voluntad para ello. Asimismo, hoy es la ocasión para que aquellos que se arrogan la representación del pueblo se pronuncien en esa senda y voten por no mantener esa voluntariedad basándose en la libertad de los votantes, porque, dada nuestra escasa educación cívica, esa libertad repercute en los menos interesados en participar electoralmente.
Señor Presidente, en una sociedad tan desigual como la nuestra, donde la elite económica, hoy representada en el actual gobierno, se encuentra totalmente disociada de la comunidad, el único instrumento de cambio que tenemos es precisamente el voto, por lo cual debemos defenderlo, promoverlo y utilizarlo, en el buen sentido de la palabra.
Por las razones expresadas, anuncio mi respaldo absoluto a este proyecto de reforma constitucional, porque es un cambio necesario, indispensable y fundamental para fortalecer la democracia, para proyectar el futuro de Chile sobre bases sólidas, decididas multitudinariamente por las grandes mayorías, con respeto a las minorías. Además, es fundamental para establecer una convivencia distinta, menos polarizada y más orientada hacia el sentido colectivo de lo que significa construir nación, construir país, construir futuro, construir calidad de vida y mejores condiciones para que esta sociedad participe de manera decidida en la construcción de su propia realidad.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra la diputada Joanna Pérez .
La señora PÉREZ (doña Joanna) [vía telemática].-
Señor Presidente, agradezco que estemos tratando este proyecto, que habíamos presentado hace casi dos años, el cual fue debidamente discutido, pero, lamentablemente, no contó con los votos del oficialismo para su aprobación.
Sin duda, esta iniciativa viene a reforzar nuestra democracia.
Como diputada y cientista política, considero que, en un momento complejo como el que estamos viviendo, no podemos estar sacando cuentas pequeñas. He promovido diversas iniciativas legislativas en este sentido y, por cierto, he fomentado ideas que propendan a mejorar nuestra democracia, a fortalecerla, a darle espacio a la ciudadanía. También he apoyado la descentralización, razón por la cual pronto tendremos la segunda vuelta de las elecciones de gobernadores regionales.
En las democracias modernas, el voto es una de las declaraciones más importantes de la ciudadanía, mediante la cual la gente manifiesta su voluntad absoluta respecto de la forma en que se deberá conducir la nación y quiénes deberán hacerlo.
Alcaldes, concejales, cores, parlamentarios, Presidentes de la República, gobernadores regionales y convencionales constituyentes han sido electos a través del este mecanismo. Sin embargo, debo expresar mi preocupación por la baja cantidad de votantes que han concurrido a las urnas durante los últimos comicios.
Lo que ocurrió hace algunas semanas lo veníamos augurando desde hace más de un año; sin embargo, en enero de 2020, fue el oficialismo, a través de sus parlamentarios y del propio gobierno, el que truncó la opción de tener el sistema de voto obligatorio en las elecciones pasadas. Fue el cálculo político lo que los llevó a eso, por cierto, pero qué mal nos hizo como país y qué mal nos está haciendo.
Afortunadamente, fuimos y somos insistentes en la idea de reinstaurar el voto obligatorio, por lo cual, al día siguiente de ser rechazado en particular ese proyecto, presentamos uno nuevo, que fue discutido y despachado por la comisión técnica y que hoy debemos votar en esta Sala, a favor, por cierto.
El establecimiento del voto voluntario venía con una serie de medidas, que hasta el día de hoy el Ejecutivo no ha implementado. Cuando la señora Marcela Cubillos estuvo a cargo de la cartera de Educación, se negó a hacerlo. Hablo de la ley No 20.911, que crea el plan de formación ciudadana para los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado, que es un ejemplo a seguir. Habla de derechos humanos y de ciudadanía, pero, lamentablemente reitero-, aún no ha sido implementado, no obstante que la ley fue promulgada en 2016.
Señor Presidente, este no es un capricho por los resultados obtenidos hace un par de semanas, sino una necesidad que tiene nuestro país, que todas y todos los presentes en este hemiciclo debemos reconocer. Sería positivo tener una ciudadanía informada y formada que concurra a votar sin que sea una obligación, pero las políticas públicas no han hecho más que crear un abismo entre la información y el ciudadano.
El voto obligatorio es la forma que tenemos para reconducir nuestro país entre todos y todas, pues nos permitirá escuchar todas las voces.
Este es solo el primer paso, porque aún estamos en deuda respecto de la conformación de mesas de acuerdo al domicilio de la persona y del establecimiento de incentivos al voto.
Como Comisión de Gobierno Interior, Nacionalidad, Ciudadanía y Regionalización , hemos propuesto medidas tendientes a facilitar el acceso a los locales de votación, como el fomento del uso de transporte público, y el Ejecutivo tuvo todos los espacios necesarios para pronunciarse al respecto: lo invitamos a la comisión, en especial a los ministros de las carteras con competencia en esta materia, a fin de que apoyaran esta y otras iniciativas tendientes a fortalecer nuestra democracia, pero, lamentablemente, estuvo ausente, tal como ha ocurrido en tantas otras materias.
Insistimos en que tenemos transversalidad en el apoyo a este proyecto. Quien asuma este trabajo de fortalecer nuestra democracia, mirando lo que está pasando en el país, se nutrirá con todas nuestras voces. La idea es que todos participen y se escuche a todos, a cada uno de los habitantes de nuestro país.
Por eso, debemos dar luz verde a esta iniciativa, para que cada ciudadano tenga el deber de manifestar su voz y así, entre todos y todas, construir un Chile mejor.
Debo reconocer el trabajo de muchos parlamentarios que han sido consecuentes desde el principio y hasta el día de hoy, entre ellos el diputado Longton , que pese a que su sector no tenía el convencimiento, estuvo siempre detrás de este objetivo. También agradezco a la diputada Marcela Hernando , quien con generosidad ha presentado distintos proyectos y también se puso a disposición de esta iniciativa. También debo agradecer, por cierto, a la actual Presidenta de la Comisión de Gobierno Interior, Nacionalidad, Ciudadanía y Regionalización , Andrea Parra , con quien comparto una visión de Chile.
Es necesario fortalecer nuestra democracia, más allá del momento que vive nuestro país. Agradezco tener la posibilidad de ser parte de la definición de este proyecto. Desde ya, anuncio mi voto a favor de la iniciativa e insto a esta honorable Sala a aprobarlo sin mayor dilación.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Jaime Mulet .
El señor MULET.-
Señor Presidente, no puedo dejar de mencionar que yo era diputado de la república cuando se aprobó la reforma constitucional que revirtió el voto obligatorio y lo transformó en voluntario. Eso ocurrió hace más de diez años, cuando había otros actores políticos, durante el primer gobierno de Michelle Bachelet.
Posteriormente, durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, dicha ley se implementó y en 2013 se desarrolló el primer proceso de elecciones con voto voluntario, si mal no recuerdo.
Me alegro de que hoy tengamos la posibilidad de revertir una muy mala decisión. En esa oportunidad, fuimos pocos los parlamentarios y parlamentarias, entre ellos Alejandra Sepúlveda y otros, que nos opusimos a cambiar el voto de obligatorio a voluntario.
La verdad es que fruto quizá de una corriente de opinión, de una moda -no sé cómo expresarlo-, el Congreso se cargó mayoritariamente hacia el voto voluntario. Se dieron allí los argumentos, pero no hubo suficiente preocupación por estudiar la historia electoral de Chile.
Algunos lo hicimos ver, especialmente aquellos a los que nos gusta que la democracia se profundice y que participe el mayor número de personas posible en los procesos electorales, porque, a juicio nuestro, eso fortalece la democracia. Se nos fustigó y se nos señaló que nos oponíamos a las libertades, pero la historia electoral de Chile es muy clara. Bastaba haber hecho un buen estudio. Tuve la oportunidad de acceder a uno que exponía con claridad cómo fueron evolucionando el padrón electoral y la participación ciudadana desde la época del voto censitario, durante los primeros años de instauración de la república, en que la participación parece más aparente que real, ya que la oposición de los grupos que administran el poder, particularmente entre principios de la república y 1891, más bien está dirigida a controlar el padrón electoral para mantener un sistema legalizado, sin una oposición efectiva. Por ello, mantenían el padrón con el voto censitario. Eran grupos de personas acomodadas, algunos miles, los que en definitiva tomaban las decisiones del país.
Poco a poco se fue avanzando desde que la reforma de 1874 amplió el sufragio y eliminó el voto censitario. Así, se avanzó posteriormente para que pudieran votar las personas analfabetas. Después vino la participación de las mujeres, como todos hoy día sabemos.
Por eso, considero que fue un gran error hacer la reforma constitucional que estableció la voluntariedad del voto. Los hechos, o más bien las votaciones, nos han dado la razón a quienes nos interesa que la gente participe. A algunos no les interesa aquello.
Existe claridad respecto de que hay que volver al voto obligatorio, al menos en Chile. Debemos revisar nuestra historia si queremos que participe la mayoría de los chilenos y las chilenas que están en disposición y en edad de votar.
Muchas veces se siguen modas y nos despreocupamos de instituciones que pueden tener un rol permanente de carácter importante.
Hay que analizar la historia. Lo digo, a propósito de la importancia de los partidos políticos, que hoy no están de moda, pero son necesarios para la democracia, para la estabilidad del país, para el ordenamiento de posiciones políticas comunes, de visiones de sociedad. Aunque estén muy devaluados, son necesarios.
Los independientes son muy importantes, pero los partidos políticos también lo son. No nos vaya a pasar lo mismo que con el voto voluntario: ¡era la moda, todos estaban felices!
¡Las encuestas lo decían! Sin embargo, miren cómo profundizó el desastre de la participación que estamos viviendo en los últimos años.
Por las razones expuestas, votaré a favor el proyecto.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Andrés Longton .
El señor LONGTON.-
Señor Presidente, hace algún tiempo votamos la idea de restablecer el voto obligatorio. Suscribí ese proyecto, pero lo perdimos por unos pocos votos.
Espero que la genuina declaración de muchos diputados y diputadas que señalan que no saben si esto les convendrá o no desde el punto de vista electoral nos acompañe en este proyecto y en lo sucesivo. Espero que exista una profunda convicción respecto de los proyectos que aprobemos en el Congreso y no estemos pensando en si benefician o no a un determinado sector político, sobre todo en temas tan relevantes como el que aborda la iniciativa en estudio, que busca volver al voto obligatorio.
Estamos delegando la soberanía popular en una minoría, lo que le hace un profundo daño a la legitimidad de nuestras instituciones y de nuestra democracia liberal y representativa.
En 2009, en la segunda vuelta presidencial, tuvimos una participación cercana al 60 por ciento del padrón electoral. Sin embargo, ese porcentaje cayó drásticamente, a cerca del 42 por ciento, en la segunda vuelta del año 2013, cuando se implementó por primera vez el voto voluntario. Ello, pese a que el padrón era infinitamente superior, ya que la inscripción fue automática.
Tenemos que fortalecer el deber de elegir a nuestras autoridades. No puede ser que hoy día, con el afán de imponer sus ideas a través del simplismo o la poca racionalidad, algunos empiecen a hablarle a un nicho electoral determinado para producir fidelidad, pues saben que solamente unos pocos se movilizan para elegir a las autoridades.
En las elecciones más importantes de nuestra historia, las del pasado 15 y 16 de mayo, votó el 43 por ciento del padrón electoral. De no haber sido por la elección de los convencionales constituyentes, seguramente habríamos vuelto al pobre porcentaje del 34 por ciento que votó en las elecciones municipales de 2016. Recalco esto, porque ese año tuvimos autoridades elegidas con menos del 8 por ciento del padrón electoral, es decir, la mayoría no eligió a sus autoridades.
Para avanzar en esta materia es importante no solo el restablecimiento del voto obligatorio, sino además la entrega de incentivos para corregir las desigualdades sociales que existen respecto del voto. Obviamente, para una persona vulnerable o de clase media el costo que significa ir a votar es mucho mayor que para alguien de un sector más acomodado. En ese sentido, es importante, fundamental, el transporte público gratuito o lo que establece el proyecto de ley de mi autoría, que ya se está tramitando en el Senado, que busca acercar los locales de votación al domicilio de los electores.
Reitero: para una persona de pocos recursos el costo que significa ir a votar es mucho mayor y, por ende, la motivación es menor. A esto se suma el hecho de que hay una profunda falta de legitimidad de nuestro sistema político y de nuestras instituciones, a lo que claramente hemos contribuido.
La mayor parte de Latinoamérica tiene voto obligatorio. Algunos hablan de países de la OCDE que tienen voto voluntario, pero sus realidades son muy distintas a la nuestra. La afección al sistema democrático, a las instituciones, a la clase política es mucho menor en los países latinoamericanos. Colombia tiene voto voluntario y no sobrepasa el 50 por ciento de participación, a pesar de que tiene muchos incentivos para que la gente vaya a votar.
¡Ni hablemos del clientelismo! Muchos saben cómo movilizar a un pequeño nicho para que vaya a votar por ellos. Si gran parte del país se movilizara, no solo aquellos sectores ideologizados, puedo asegurar que tendríamos una democracia representativa mucho más fuerte que la que tenemos hoy día.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra la diputada Catalina Pérez .
La señorita PÉREZ (doña Catalina ) [vía telemática].-
Señor Presidente, la discusión que tenemos hoy es sobre quién elige a los representantes populares y a quiénes representan estos. El debate sobre el voto obligatorio es acerca de la libertad individual, pero también acerca de la legitimidad de las autoridades y de los representantes, acerca de la salud de nuestra democracia y, fundamentalmente, acerca de la desigualdad en la representación política territorial.
En la última elección presidencial, en la comuna de Vitacura votó el 45 por ciento del padrón electoral, mientras que en la comuna de La Pintana solo votó el 20 por ciento del padrón. Entonces, debemos preguntarnos a qué intereses responde ese representante elegido: ¿a los intereses de quienes viven en Vitacura o a los intereses de quienes viven en La Pintana? Los estratos socioeconómicos más altos son los que votan y los estratos socioeconómicos más altos son los que nos gobiernan.
En un Chile que no es igual para todos, en un Chile con tanta desigualdad, esto tiene una tremenda gravedad. Chile no se ve igual si se mira desde Tocopilla o desde Vitacura . Por lo mismo, no pueden elegir ni gobernar solo los que miran desde un lugar.
Ha quedado clara la posición de esta Sala; me alegra que se haya llegado a un acuerdo transversal. A estas alturas es un hecho que el voto voluntario fracasó. No dudo de la buena voluntad de quienes aprobaron esa iniciativa en su momento, pero la realidad es que, a nueve años de su implementación, la evidencia de su fracaso es palpable. No es sostenible que menos de un cuarto del padrón elija al Presidente de la República. No podemos hacernos los tontos ante esta crisis de representatividad, que ha producido que solo unos pocos elijan y que solo unos pocos se sientan representados.
¡Ojo!, no pienso que el voto voluntario sea el único factor que detonó esta crisis de representación: también la detonaron nuestra Constitución Política, que, con los amarres que tiene, ha negado que la política esté al servicio de la gente; el sistema binominal, que impidió durante mucho tiempo que una tercera fuerza se expresara, y los intereses económicos de unos pocos que se imponen frente a los derechos de muchos. La desafección política es real, la crisis de representación es real, y si uno de sus factores es este, nos debemos hacer cargo.
Esto es responsabilidad de la propia política institucional que constantemente envía mensajes de desprecio hacia el elector, hacia la gente, hacia sus necesidades. El mensaje es que da igual que voten; pero esa es una política que no sirve, que no está al servicio de las mayorías.
Esa visión ha comenzado a cambiar, pero insisto en que no podemos pasar por alto la crisis de representación en la que nos encontramos. Tampoco podemos obviar las condiciones materiales que hacen que para algunos el ir a votar sea un trámite, mientras que para otros sea realmente un sacrificio. Es imprescindible avanzar y es impresentable que no lo hagamos.
Cada fecha electoral debería ser feriado irrenunciable; el transporte urbano debería ser gratuito en todo el país, no solo el metro de Santiago, y los locales de votación se deberían asignar por cercanía con el domicilio del elector.
Todos esos temas se relacionan con proyectos que hemos trabajado en la Comisión de Gobierno Interior, Nacionalidad, Ciudadanía y Regionalización , y espero que sigan su curso; todas estas medidas se enmarcan en las obligaciones de informar, facilitar e incentivar el voto, y las contempla esta reforma constitucional.
También me parece importante señalar que el proyecto establece la obligatoriedad del voto, pero deja la discusión sobre las consecuencias del incumplimiento ligada a la modificación de la ley orgánica constitucional respectiva. Consideramos que se trata de una discusión de largo aliento que no se soluciona simplemente estableciendo una multa y penalizando a la gente. Debe haber otras maneras, otros incentivos, otros desincentivos.
Vamos a apoyar este proyecto. Espero que sea aprobado transversalmente, no solo desde nuestra bancada. Lo vamos a aprobar no porque creamos en un Estado castigador o porque no creamos en la libertad de las personas, como se ha querido instalar, sino porque es esencial que las decisiones democráticas de nuestro país representen a las grandes mayorías, y una de las condiciones necesarias, pero no suficiente, para que ello ocurra es el voto obligatorio.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Leonardo Soto .
El señor SOTO (don Leonardo).-
Señor Presidente, me declaro a favor de este proyecto de reforma constitucional que busca reponer el voto obligatorio en las elecciones populares.
El debate que se ha abierto en este hemiciclo ha sido muy pertinente, ya que se ha hecho un balance de cómo ha sido esta época con voto voluntario e inscripción automática respecto del período anterior a 2012, cuando el voto era obligatorio, pero con inscripción facultativa.
Hemos ido transitando a lo largo de la historia de nuestro país en distintas etapas. En la primera etapa se estimaba que el derecho a voto era un privilegio restringido a las personas con más educación, con más dinero, a las que vivían en comunas o en sectores acomodados, excluyendo a las personas analfabetas, a las mujeres, etcétera. Esa es una etapa que dejamos atrás. Desde la vuelta a la democracia avanzamos hacia el voto obligatorio, pero con inscripción voluntaria, lo cual fue un verdadero absurdo, porque terminó instalándose una abstención gigantesca en nuestros procesos electorales. Finalmente, en 2012 por primera vez el voto fue voluntario y con padrón obligatorio.
Ahora, después de nueve años, estamos en condiciones de llevar a cabo un debate sensato y racional acerca de qué vamos a hacer con el derecho a voto. El derecho a voto es un pilar de nuestra democracia, pues permite la participación y fortalece nuestra comunidad. Hoy estamos enfrentando un verdadero quiebre en nuestra convivencia, que nos ha obligado e impulsado a hacer varias reformas para solucionar tal situación.
La verdad es que el voto voluntario ha fracasado porque se ha ido consolidando la desigualdad en la participación electoral. El mapa de las comunas del rechazo versus las comunas del apruebo es la mejor demostración de que en Chile volvimos a establecer el voto como un privilegio, porque se vota en mayor medida, en mayor cantidad, casi el doble, en aquellas comunas en las que viven personas ricas, con más educación y que tienen la voluntad de asegurar que nada cambie.
Para solucionar este problema debemos dar este paso trascendental, pero también debemos remover otras barreras, pues olvidamos que para votar muchas personas deben hacer grandes recorridos en transportes que no están en condiciones de pagar. El principio que siempre hemos sostenido es que la persona debería votar en la escuela más cercana a su domicilio y que debería poder ir votar caminando.
En la comuna de San Bernardo hay un sector que está al oriente de la localidad de Los Morros, entre las calles Lo Blanco y El Mariscal, en el que viven 70.000 habitantes. Ellos podrían sufragar, pero no cuentan con ningún local de votación. Lo mismo ocurre en el sector de Nos, que tiene muy pocos locales de votación; en el sector El Recurso, en Buin, y en el sector de Laguna de Aculeo, en Paine.
Es muy difícil que nuestra democracia llegue a todos lados si las urnas están lejanas de las personas. Eso no es casual; se lo hemos dicho al Servel en muchas ocasiones. Llegó el momento de rayar la cancha al Servicio Electoral de Chile, para que dé este paso de una vez por todas.
La crisis que atravesamos es mucho mayor. Evidentemente, afecta la participación electoral y el sistema de votos, pero la brecha entre los que mandan y la gente es un verdadero abismo. Hay que reconocer que la gente se alejó de las urnas por nosotros, por las instituciones democráticas, por el Congreso Nacional, por los partidos políticos, por el Presidente de la República, por el Tribunal Constitucional.
Lo que repudia la gente es la manera en que se ha llevado adelante nuestra institucionalidad. Ante eso debemos ser humildes y hacer una autocrítica, que no he visto en esta Sala.
Hay una distancia gigantesca entre el país oficial y el país real. Cuando hagamos esa reconversión democrática volveremos a encantar a la gente en las urnas, pero mientras tanto tenemos que hacer reformas.
No basta la crítica ni la indignación; debemos regenerar y renovar nuestra democracia. Junto con discutir esta reposición del voto obligatorio, debemos legislar un conjunto de otras reformas para instalar un referéndum revocatorio de autoridades, fortalecer los plebiscitos nacionales, aumentar la fiscalización de la falta de probidad, eliminar la “pitutocracia”, es decir, la falta de probidad en el acceso a cargos públicos, establecer penas de cárcel efectivas a los que se corrompen, etcétera.
Como diputados y como bancada hemos impulsado numerosos temas, pero mientras tanto, como bancada del Partido Socialista, daremos paso a la reposición del voto obligatorio con el objeto de profundizar la democracia.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Raúl Leiva .
El señor LEIVA.-
Señor Presidente, no hay ninguna duda de que es necesario fortalecer el sistema democrático, pero la democracia se fortalece y se acrecienta con más democracia.
Soy partidario del voto obligatorio, porque la realidad de los hechos da cuenta de que la participación luego de la aprobación del voto voluntario ha ido en franco descenso.
Hace un año muchos se opusieron a aprobar el voto obligatorio, los mismos que pretendían eliminar las asignaturas de historia y filosofía y que no quieren volver a incorporar el ramo de educación cívica.
Nos parece importante que la nueva Constitución, que se empezará a escribir a partir del próximo mes, establezca y consagre derechos sociales, garantizándolos de una manera adecuada.
Los derechos deben tener una obligación correlativa. ¿Qué mejor obligación, como imperativo ético, que el elegir a las autoridades? No solo estoy a favor del voto obligatorio porque profundiza la democracia y genera mayor participación, sino también porque representa un mecanismo de democracia directa, donde la ciudadanía puede participar de una manera más sintonizada con lo que sucede en la realidad.
Estoy de acuerdo con los plebiscitos, pero no solo a nivel nacional, porque también es fundamental facilitar a nivel de los gobiernos locales que se fomente la participación ciudadana a través del voto. Para eso, el Estado debe entregar a los ciudadanos garantías de que exista transporte gratuito y de avanzar en modificaciones, por ejemplo, con un padrón electrónico que permita a las personas votar en distintos lugares y no solo en una mesa específica. Esos son los desafíos que se deben enfrentar.
Claramente, el hecho de contar con un voto obligatorio que legitime nuestro alicaído sistema es fundamental. Por eso, vamos a votar a favor del voto obligatorio, porque se requiere fortalecer nuestra democracia.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Fidel Espinoza .
El señor ESPINOZA (vía telemática).-
Señor Presidente, me sumo a las palabras de los colegas que han destacado la importancia de que en Chile tengamos mayor legitimidad en los procesos eleccionarios.
No es posible que en algunas comunas de Chile los alcaldes sean elegidos con el 30 o 40 por ciento de la votación ciudadana.
También asumo, como autocrítica, la responsabilidad. Yo fui uno de los que votó a favor del voto voluntario. Creo que fue un error político de quienes creíamos que íbamos a tener un nivel de participación regular en todo Chile. De hecho, eso no ocurrió.
Por ejemplo, los colegas han dado testimonios claros de que en Providencia y Las Condes hay una participación de 70 por ciento, y que en las comunas más populares, en donde hay más necesidades, la gente muchas veces se queda en su casa.
Es necesario decir que se debe modificar el sistema del Servicio Electoral (Servel) para que la gente quede habilitada en el lugar de votación más asequible desde su hogar. Hoy muchas veces el Servel manda a la gente a votar a lugares a los que para acceder debe tomar dos o tres movilizaciones. Eso también desmotiva la participación ciudadana, la que, desde todo punto de vista, tenemos que mejorar.
Como señaló el colega Raúl Leiva , para fortalecer la democracia se requiere mayor participación. Los ciudadanos deben entender, desde todo punto de vista, que tienen deberes y responsabilidades que asumir ante el país, y que votar es una de ellas. Elegir a un alcalde o a un parlamentario es una responsabilidad que todo ciudadano debe asumir. Después es fácil criticar en las redes sociales, pero muchos de los que critican o destrozan a una autoridad en la redes sociales ni siquiera fueron a votar. Las votaciones son para premiar al que lo hace bien y para castigar al que lo hace mal.
Por lo tanto, estoy absolutamente de acuerdo con que vuelva el voto obligatorio en Chile, porque se va a fortalecer, desde todo punto de vista, la democracia y vamos a tener a millones de chilenos eligiendo a sus autoridades. Eso hará que las autoridades sean aún más responsables ante los ciudadanos que les dieron el respaldo para asumir los diferentes cargos de elección popular.
Por lo expuesto, voy a votar a favor de que vuelva el voto obligatorio.
He dicho.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Cerrado el debate.
-Con posterioridad, la Sala se pronunció sobre este proyecto de reforma constitucional en los siguientes términos:
El señor PAULSEN (Presidente).-
Corresponde votar en general el proyecto de reforma constitucional, en primer trámite constitucional, iniciado en mociones refundidas, que modifica la Carta Fundamental para restablecer el voto obligatorio en las elecciones populares.
Para su aprobación se requiere el voto favorable de 92 diputadas y diputados en ejercicio. En votación.
-Efectuada la votación en forma económica, por el sistema electrónico, dio el siguiente resultado: por la afirmativa, 107 votos; por la negativa, 16 votos. Hubo 23 abstenciones.
El señor PAULSEN (Presidente).-
Aprobado.
-Votaron por la afirmativa los siguientes señores diputados:
Alarcón Rojas , Florcita , Flores García, Iván , Mirosevic Verdugo , Vlado , Sabag Villalobos , Jorge , Alinco Bustos , René , Fuenzalida Figueroa , Gonzalo , Mix Jiménez , Claudia , Saffirio Espinoza , René , Alvarez Ramírez , Sebastián , García García, René Manuel , Molina Magofke , Andrés , Saldívar Auger, Raúl , Alvarez Vera , Jenny , Girardi Lavín , Cristina , Monsalve Benavides , Manuel , Sandoval Osorio , Marcela , Ascencio Mansilla , Gabriel , González Gatica , Félix , Moraga Mamani , Rubén , Santana Castillo, Juan , Auth Stewart , Pepe , González Torres , Rodrigo , Morán Bahamondes , Camilo , Santibáñez Novoa , Marisela , Barrera Moreno , Boris , Hernando Pérez , Marcela , Mulet Martínez , Jaime , Sauerbaum Muñoz , Frank , Bernales Maldonado , Alejandro , Hertz Cádiz , Carmen , Muñoz González , Francesca , Schilling Rodríguez , Marcelo , Bianchi Retamales , Karim , Hirsch Goldschmidt , Tomás , Naranjo Ortiz , Jaime , Sepúlveda Orbenes , Alejandra , Boric Font , Gabriel , Ibáñez Cotroneo , Diego , Núñez Arancibia , Daniel , Sepúlveda Soto , Alexis , Brito Hasbún , Jorge , Ilabaca Cerda , Marcos, Núñez Urrutia , Paulina , Silber Romo , Gabriel , Calisto Águila , Miguel Ángel , Jackson Drago , Giorgio , Nuyado Ancapichún , Emilia , Soto Ferrada , Leonardo , Cariola Oliva , Karol , Jarpa Wevar , Carlos Abel , Olivera De La Fuente , Erika , Soto Mardones, Raúl , Castillo Muñoz , Natalia , Jiles Moreno , Pamela , Orsini Pascal , Maite , Teillier Del Valle, Guillermo , Castro Bascuñán , José Miguel , Jiménez Fuentes , Tucapel , Ossandón Irarrázabal , Ximena , Tohá González , Jaime , Castro González, Juan Luis , Kast Sommerhoff , Pablo , Parra Sauterel , Andrea , Torres Jeldes , Víctor , Celis Araya , Ricardo , Keitel Bianchi , Sebastián , Pérez Arriagada , José , Troncoso Hellman , Virginia , Celis Montt , Andrés , Kuschel Silva , Carlos , Pérez Olea , Joanna , Undurraga Gazitúa , Francisco , Cicardini Milla , Daniella , Labra Sepúlveda , Amaro , Pérez Salinas , Catalina , Vallejo Dowling , Camila , Crispi Serrano , Miguel , Leiva Carvajal, Raúl , Prieto Lorca , Pablo , Velásquez Núñez , Esteban , Cruz-Coke Carvallo , Luciano , Longton Herrera , Andrés , Rey Martínez, Hugo , Venegas Cárdenas , Mario , Díaz Díaz , Marcelo , Lorenzini Basso , Pablo , Rocafull López , Luis , Verdessi Belemmi , Daniel , Durán Espinoza , Jorge , Luck Urban , Karin , Rojas Valderrama , Camila , Vidal Rojas , Pablo , Durán Salinas , Eduardo , Marzán Pinto , Carolina , Romero Sáez , Leonidas , Walker Prieto , Matías , Eguiguren Correa , Francisco , Matta Aragay , Manuel , Rosas Barrientos , Patricio , Winter Etcheberry , Gonzalo , Espinoza Sandoval , Fidel , Mellado Pino , Cosme , Rubio Escobar , Patricia , Yeomans Araya , Gael , Fernández Allende, Maya , Meza Moncada , Fernando , Saavedra Chandía, Gastón
-Votaron por la negativa los siguientes señores diputados:
Alvarez-Salamanca Ramírez , Pedro Pablo , Fuentes Barros, Tomás Andrés , Kort Garriga , Issa , Rathgeb Schifferli , Jorge , Bobadilla Muñoz , Sergio , Fuenzalida Cobo , Juan , Labbé Martínez , Cristian , Rentería Moller , Rolando , Coloma Álamos, Juan Antonio , Gahona Salazar , Sergio , Macaya Danús , Javier , Sanhueza Dueñas , Gustavo , Flores Oporto , Camila , Galleguillos Castillo , Ramón , Paulsen Kehr , Diego , Trisotti Martínez, Renzo
-Se abstuvieron los diputados señores:
Baltolu Rasera, Nino , Hernández Hernández , Javier , Moreira Barros , Cristhian , Urrutia Bonilla , Ignacio , , Barros Montero , Ramón , Hoffmann Opazo , María José , Pardo Sáinz , Luis , Urrutia Soto , Osvaldo , , Berger Fett , Bernardo , Jürgensen Rundshagen , Harry , Pérez Lahsen , Leopoldo , Urruticoechea Ríos , Cristóbal , , Carter Fernández , Álvaro , Lavín León , Joaquín , Ramírez Diez , Guillermo , Van Rysselberghe Herrera , Enrique , , Cuevas Contreras, Nora , Mellado Suazo , Miguel , Schalper Sepúlveda , Diego , Von Mühlenbrock Zamora , Gastón , , Del Real Mihovilovic , Catalina , Morales Muñoz , Celso , Torrealba Alvarado, Sebastián
El señor PAULSEN (Presidente).-
Por haber sido objeto de indicaciones, el proyecto vuelve a la Comisión de Gobierno Interior, Nacionalidad, Ciudadanía y Regionalización para su discusión particular.
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