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El señor PAULSEN (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Leonardo Soto .
El señor SOTO (don Leonardo).-
Señor Presidente, me declaro a favor de este proyecto de reforma constitucional que busca reponer el voto obligatorio en las elecciones populares.
El debate que se ha abierto en este hemiciclo ha sido muy pertinente, ya que se ha hecho un balance de cómo ha sido esta época con voto voluntario e inscripción automática respecto del período anterior a 2012, cuando el voto era obligatorio, pero con inscripción facultativa.
Hemos ido transitando a lo largo de la historia de nuestro país en distintas etapas. En la primera etapa se estimaba que el derecho a voto era un privilegio restringido a las personas con más educación, con más dinero, a las que vivían en comunas o en sectores acomodados, excluyendo a las personas analfabetas, a las mujeres, etcétera. Esa es una etapa que dejamos atrás. Desde la vuelta a la democracia avanzamos hacia el voto obligatorio, pero con inscripción voluntaria, lo cual fue un verdadero absurdo, porque terminó instalándose una abstención gigantesca en nuestros procesos electorales. Finalmente, en 2012 por primera vez el voto fue voluntario y con padrón obligatorio.
Ahora, después de nueve años, estamos en condiciones de llevar a cabo un debate sensato y racional acerca de qué vamos a hacer con el derecho a voto. El derecho a voto es un pilar de nuestra democracia, pues permite la participación y fortalece nuestra comunidad. Hoy estamos enfrentando un verdadero quiebre en nuestra convivencia, que nos ha obligado e impulsado a hacer varias reformas para solucionar tal situación.
La verdad es que el voto voluntario ha fracasado porque se ha ido consolidando la desigualdad en la participación electoral. El mapa de las comunas del rechazo versus las comunas del apruebo es la mejor demostración de que en Chile volvimos a establecer el voto como un privilegio, porque se vota en mayor medida, en mayor cantidad, casi el doble, en aquellas comunas en las que viven personas ricas, con más educación y que tienen la voluntad de asegurar que nada cambie.
Para solucionar este problema debemos dar este paso trascendental, pero también debemos remover otras barreras, pues olvidamos que para votar muchas personas deben hacer grandes recorridos en transportes que no están en condiciones de pagar. El principio que siempre hemos sostenido es que la persona debería votar en la escuela más cercana a su domicilio y que debería poder ir votar caminando.
En la comuna de San Bernardo hay un sector que está al oriente de la localidad de Los Morros, entre las calles Lo Blanco y El Mariscal, en el que viven 70.000 habitantes. Ellos podrían sufragar, pero no cuentan con ningún local de votación. Lo mismo ocurre en el sector de Nos, que tiene muy pocos locales de votación; en el sector El Recurso, en Buin, y en el sector de Laguna de Aculeo, en Paine.
Es muy difícil que nuestra democracia llegue a todos lados si las urnas están lejanas de las personas. Eso no es casual; se lo hemos dicho al Servel en muchas ocasiones. Llegó el momento de rayar la cancha al Servicio Electoral de Chile, para que dé este paso de una vez por todas.
La crisis que atravesamos es mucho mayor. Evidentemente, afecta la participación electoral y el sistema de votos, pero la brecha entre los que mandan y la gente es un verdadero abismo. Hay que reconocer que la gente se alejó de las urnas por nosotros, por las instituciones democráticas, por el Congreso Nacional, por los partidos políticos, por el Presidente de la República, por el Tribunal Constitucional.
Lo que repudia la gente es la manera en que se ha llevado adelante nuestra institucionalidad. Ante eso debemos ser humildes y hacer una autocrítica, que no he visto en esta Sala.
Hay una distancia gigantesca entre el país oficial y el país real. Cuando hagamos esa reconversión democrática volveremos a encantar a la gente en las urnas, pero mientras tanto tenemos que hacer reformas.
No basta la crítica ni la indignación; debemos regenerar y renovar nuestra democracia. Junto con discutir esta reposición del voto obligatorio, debemos legislar un conjunto de otras reformas para instalar un referéndum revocatorio de autoridades, fortalecer los plebiscitos nacionales, aumentar la fiscalización de la falta de probidad, eliminar la “pitutocracia”, es decir, la falta de probidad en el acceso a cargos públicos, establecer penas de cárcel efectivas a los que se corrompen, etcétera.
Como diputados y como bancada hemos impulsado numerosos temas, pero mientras tanto, como bancada del Partido Socialista, daremos paso a la reposición del voto obligatorio con el objeto de profundizar la democracia.
He dicho.
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