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El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante).-
En primer lugar, Presidenta , corresponde reanudar la discusión general del proyecto de reforma constitucional, en segundo trámite constitucional, que modifica la Carta Fundamental para restablecer el voto obligatorio, iniciativa correspondiente a los boletines números 13.212-07 y 13.213-07, refundidos.
--A la tramitación legislativa de este proyecto (boletines 13.212-07 y 13.213-07, refundidos) se puede acceder a través del vínculo ubicado en la parte superior de su título.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
La Sala del Senado analizó esta iniciativa en sus sesiones del 26 de agosto y 1 de septiembre del año en curso, oportunidad esta última en que nuevamente quedó pendiente su tratamiento, junto con las siguientes solicitudes para el uso de la palabra, en el orden de inscripción: de los Honorables Senadores señores Chahuán, García-Huidobro, Navarro, Galilea, Montes, señoras Provoste y Órdenes, y señores Girardi y Letelier.
Es importante reiterar que el artículo único de la iniciativa requiere para su aprobación el voto favorable de las tres quintas partes de los Senadores en ejercicio, esto es, 25 votos a favor, con arreglo a lo dispuesto en la primera oración del inciso segundo del artículo 127 de nuestra Carta Fundamental.
El texto que se propone aprobar en general se transcribe en la página 23 del primer informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento y en el boletín comparado que Sus Señorías tienen a su disposición.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Gracias, señor Secretario .
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La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Me ha pedido la palabra el Senador Rabindranath Quinteros.
El señor QUINTEROS.-
Perdón, Presidenta.
Quiero solicitar un nuevo plazo para formular indicaciones, hasta el 20 de septiembre, a las 12 horas, para el proyecto antimicrobiano.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Si le parece a la Sala, se accederá a lo solicitado.
--Se fija plazo para presentar indicaciones hasta la fecha y hora indicadas.
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La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Según el orden de inscripción, le corresponde hacer uso de la palabra al Senador Chahuán.
A continuación aparecen inscritos los Senadores García-Huidobro, Navarro y Galilea.
No es necesario que intervengan, colegas. Solamente les estoy ofreciendo la palabra.
¡Yo sé que usted hizo una muy buena paya, Senador, así que tiene el don de la improvisación...!
Tiene la palabra el Senador Rodrigo Galilea.
El señor GALILEA.-
Gracias, Presidenta .
En este tema del voto obligatorio o voto voluntario creo que al menos hay que intentar hacerse tres preguntas.
La primera es: ¿el voto obligatorio es sinónimo de más y mejor democracia en el mundo? Porque, si hubiera alguna evidencia en torno a que es mejor o peor para la profundidad de la democracia, uno tendría que rendirse ante esa evidencia, pero la verdad de las cosas es que para esta primera pregunta no tenemos una respuesta clara.
De todos los países desarrollados del mundo -y vamos a llamar "países desarrollados del mundo" a aquellos a los que teóricamente Chile debiera aspirar a parecerse en calidad de democracia, calidad de instituciones, estabilidad, desarrollo humano, desarrollo económico, social, etcétera-, solo dos tienen voto obligatorio: Bélgica y Australia. Todos los demás (Francia, Suecia, Noruega , Inglaterra, Estados Unidos, Italia, en fin) tienen voto voluntario.
Por lo tanto, si uno tuviera que buscar o intentar buscar una evidencia de qué es lo que le hace mejor a la democracia de un país, pareciera ser que el voto obligatorio o el voto voluntario no es la gran llave con que los países cuentan para mejorar la calidad de su democracia.
La segunda pregunta que también me parece necesario hacerse es si el ausentismo electoral, la abstención de ir a votar, puede llegar a considerarse un acto ilegítimo. Fíjense que esta es una pregunta no tan trivial: ¿se puede considerar razonablemente, o llegar a considerar no ir a votar un acto ilegítimo? ¿Puede estimarse una omisión un acto ilegítimo, sancionable por el Estado?
Por supuesto que algunos pueden pensar que sí. Yo, por el contrario, tiendo a pensar que no. Y creo que en la mayoría de los países puede considerarse una decisión personal irresponsable, poco comprometida -puede ponérsele el adjetivo calificativo que se quiera-, pero me parece que de ahí a estimarla ilegítima hay un salto muy muy grande.
En tercer lugar, me parece que también es necesario responder la siguiente pregunta: ¿el voto voluntario o el voto obligatorio le conviene estrictamente a alguien, a algún sector político? Y ahí, nuevamente, vamos a la experiencia comparada. Y la verdad de las cosas es que en los países democráticos, haya voto voluntario o voto obligatorio, la alternancia en el poder es un dato, es un hecho: ganan distintas coaliciones; nadie se queda pegado, por así decirlo, antidemocráticamente, durante mucho tiempo. O sea, el vaivén de la política y las elecciones se da en ambos sistemas electorales.
Dicho lo anterior, y no habiendo evidencia alguna en favor de uno u otro mecanismo, yo creo que los esfuerzos que debe hacer Chile para mejorar la calidad de su democracia no van tan orientados al tema de hacer obligatorio el voto, sino que tienen bastante más que ver con otros mecanismos que, de alguna manera, hagan mucho más sustantiva la participación civil en todo orden de cosas: en las juntas de vecinos, en las agrupaciones sociales de diverso tipo, en el ámbito municipal, en las organizaciones regionales, deportivas, etcétera, etcétera, etcétera.
Lo que a uno siempre le llama la atención en las democracias más desarrolladas del mundo es cómo el ciudadano común y corriente, hombre o mujer, se involucra activamente, sin necesidad de voto obligatorio, en la marcha de distintas organizaciones, desde su junta de vecinos en el tema de la seguridad hasta los diferentes niveles de agrupación y participación para la toma de decisiones comunitarias.
Ojalá la próxima Constitución de Chile aborde estos puntos y deje muchas más decisiones y consultas populares a nivel municipal y regional. Creo que esa activa política de participación ciudadana puede ser, claramente, una mucho mejor medida que imponer un voto obligatorio que además, tal como está en este proyecto de ley, sin sanciones, genera una especie de (entre comillas) falsedad social en esta materia.
Así que, Presidenta , visto todo lo anterior, pienso que en Chile no debiéramos seguir improvisando. No hay ninguna evidencia de que el voto obligatorio nos convenga; más bien, la experiencia internacional indica que, si los partidos y los líderes políticos logran motivar, la participación se da y el ciudadano concurre a votar.
Ese es el camino que tenemos que promover: que los liderazgos políticos motiven, a través de propuestas interesantes, responsables, de futuro, la participación de los ciudadanos.
He dicho, Presidenta .
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Gracias, Senador Galilea.
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La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
El Senador Quintana ha solicitado intervenir por una cuestión de reglamento.
El señor QUINTANA.-
Sí, gracias, Presidenta .
La verdad es que se trata de un tema que quedó pendiente de la parte anterior, de la poscuenta. Y es lo siguiente.
Es una petición unánime de la Comisión de Educación, ya que esta mañana, hace poco rato, sus integrantes acordamos solicitar a la Sala que la autorice para discutir en general y en particular, en el trámite del primer informe, el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que modifica los requisitos de ingreso a carreras de pedagogía, establecidos en el artículo 27 bis de la ley N° 20.129 y en el artículo trigésimo sexto transitorio de la ley N° 20.903 (boletín N° 14.151-04).
Es una petición unánime con la que también concordó el Subsecretario de Educación Superior , Juan Eduardo Vargas.
La señora RINCÓN (Presidenta).-
Si le parece a la Sala, se accederá a lo solicitado por el Senador Quintana.
--Se autoriza a la Comisión de Educación y Cultura para discutir el proyecto en general y en particular a la vez en el trámite reglamentario del primer informe.
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La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Está pidiendo la palabra el Senador Montes, también para efectos reglamentarios.
El señor MONTES.-
Presidenta , en nombre de la Presidencia de la Comisión de Hacienda , solicito nuevo plazo para presentar indicaciones al proyecto sobre información bancaria al Servicio de Impuestos Internos (boletín N° 14.111-05) hasta el 23 de septiembre.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Si le parece a la Sala, se accederá a lo solicitado.
Así se acuerda.
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La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Senador Montes, le toca intervenir.
El señor MONTES.-
Gracias, Presidenta.
Yo, con mucha duda, voté a favor de terminar con el voto obligatorio. No fue la decisión apropiada -estoy convencido de eso- para la sociedad chilena, dado el momento histórico que vivimos. Estoy convencido de que es necesario restablecer la obligatoriedad. Vivir en sociedad exige tener obligaciones para construir el vivir juntos. Participar en la toma de decisiones sobre la vida en sociedad debe ser una obligación legal, moral, cualquiera que sea la posición. Cada uno toma la decisión con libertad; opta por la posición que le parece mejor. Se afectaría la libertad si se le impone una determinada posición.
Toda la discusión, que cada vez adquiere más fuerza entre nosotros, sobre libertades individuales y bien común, sobre persona y sociedad, sobre sociedad y libertad, es una reflexión permanente y muy necesaria, especialmente en el tiempo de la individuación, en que cada uno se asume a sí mismo como un factor muy central.
Yo comparto el marco que le han puesto a la discusión algunos Senadores: el Senador Coloma , la Senadora Allende, el Senador Lagos. ¿Cuál es el marco? El marco no sería otro que la propia democracia. Quizás no la democracia como utopía, sino una forma de ser y hacer democracia. La democracia que vivimos está en crisis de representación, de confianza, de todo, y eso se les olvida a algunos Senadores como el que me antecedió.
El abstencionismo, el no votar es una de las manifestaciones de esta crisis. Una parte importante de los ciudadanos sienten que su participación electoral no tiene significado para la vida individual y colectiva. Así de grave es el contenido.
No es la única manifestación de esta crisis de la democracia. El problema es muy serio: el descrédito del Parlamento, de los parlamentarios es también algo profundo que tenemos que ponderar, valorar y entender lo grave que es para la democracia.
La situación de los partidos políticos es crítica, pues pierden relevancia en las opciones de la sociedad, no logran vincularse con las corrientes de fondo de la ciudadanía y les cuesta comprender la realidad y levantar proyectos apropiados. Y hoy día se empieza levantar con mucha fuerza también la crisis de los municipios.
Esto no necesariamente significa que las personas no están preocupadas de la vida en común. Lo que ocurre es que la democracia que vivimos, el tipo de democracia no logra involucrar a los ciudadanos suficientemente.
Tenemos que reconocer que el estallido social es expresión de ciudadanía también, de soberanía popular. Reconocer, asimismo, que el feminismo es crítica a la sociedad, demanda; y es también expresión de ciudadanía, de construcción de soberanía popular.
¿Por qué está en crisis la democracia como la vivimos? Hay mucha reflexión y literatura al respecto. Definitivamente, no podemos caer en el simplismo de algunos de reducir todo al tema de determinadas características de los representantes y los dirigentes. Algunos dicen: por falta de honorabilidad, de seriedad, de responsabilidad, de eficacia. Es un tema mundial, con expresión y características diversas.
A mí me parece muy sugerente la aproximación de Bauman, que dice que la política y el poder no son lo mismo y que la política ha perdido poder. Él afirma que la democracia no tiene la suficiente influencia en los procesos y decisiones de la sociedad, que los ciudadanos sienten que el tipo de democracia no logra replantear la forma de convivir y de vivir juntos en sociedad. En definitiva, el debilitamiento de los Estados nacionales ha afectado profundamente a la democracia representativa. Parte muy significativa de los problemas y de las decisiones vienen del mundo globalizado, mundo globalizado donde la democracia está subordinada a lo económico.
Otra aproximación complementaria, de Innerarity, sostiene que la democracia está muy afectada por las crecientes complejidades de las sociedades actuales: la complejidad y la pluralidad de los actores, organizaciones sociales, centros de pensamiento, grupos empresariales, agrupaciones voluntarias, todos ellos participan en la conversación pública y ejercen influencia; la complejidad también de las tecnologías de la información, de las redes sociales, de la comunicación, de la inteligencia artificial; la complejidad de la destrucción del planeta, del cambio climático, de la pandemia; la complejidad de los nuevos seres humanos que se van construyendo y desarrollando en estas nuevas realidades, su forma de sentir, de convivir, de sentirse parte de algo. O si no, miremos a los niños y entendamos más profundamente a los migrantes.
La democracia no logra asumir y responder a estas nuevas realidades y desafíos.
Comparto lo que algunos Senadores y Senadoras han dicho: volver al voto obligatorio por sí solo no supera el abstencionismo y la distancia de la ciudadanía con las instituciones democráticas. El proceso es más complejo y desafiante: incentivar la intervención de la ciudadanía en el espacio público. O sea, asumir una democracia participativa, democracia deliberativa, o como dice Rosanvallon, democracia basada en procesos de imbricación social en los asuntos comunes; y una ciudadanía que muestre interés, disposición y capacidad de intervenir en la esfera pública, una ciudadanía con responsabilidad democrática. La democracia presupone una ciudadanía que comprende y observa críticamente la política -dice el filósofo-, que se involucra en las decisiones que pueden tener que ver con la vida individual y colectiva.
Insisto: ciudadanía con responsabilidad democrática. Sin una sociedad capaz de comprender y entender lo que se decide en el espacio público no se puede hablar de calidad de la democracia.
Para esto no basta la educación. No basta que los ciudadanos se sientan solamente "clientes" de un proceso democrático, es también una manera de desenvolverse de las propias instituciones y de los propios procesos democráticos que constituyen y procesan ciudadanía; se requiere distribuir el poder en regiones, en comunas, en partidos, en las organizaciones sociales. Es también, en definitiva, una cuestión de valores, de forma de entender la responsabilidad sobre la sociedad, de cultura democrática, y esto supone valorar lo público, lo colectivo, lo común.
No hay que olvidarse del profundo daño que ha hecho la ideología neoliberal. "Cada uno se las arregla por su cuenta", afirma esa ideología. "La sociedad no existe -decía Margaret Thatcher -; aquí solo hay Estado e individuos". Esa visión de la vida en común obviamente que afecta mucho a la democracia, afecta mucho a la participación, afecta mucho el construir el destino común.
Es claro que el voto obligatorio no va a cambiar la sociedad, pero es una señal contundente del valor de la responsabilidad democrática, de todas las sensibilidades, corrientes, pensamientos y posiciones.
Ante la crisis de la democracia: más y mejor democracia. La democracia necesita calidad democrática.
Y, en esta perspectiva, espero que en algún momento nos detengamos a repensar el Congreso, a repensar el Senado, a repensar qué es lo que no está funcionando adecuadamente, qué es lo que tenemos que cambiar, porque el Parlamento es una institución central de la democracia representativa y de la democracia. La forma de ser del Congreso tiene alguna distancia muy profunda con la sociedad en lo que se refiere a las grandes opciones, en lo que se refiere al vínculo directo con la vida.
Espero que la Convención Constituyente, que el proceso constitucional dibuje una nueva democracia, desde distintas dimensiones. Ojalá que el debate del Senado contribuya también a proponer una nueva forma de entender esta institución y estas instituciones, o que por lo menos aporte a ello, ayude a ello.
El voto obligatorio puede contribuir a una democracia con mayor densidad y calidad.
Estoy de acuerdo con el voto obligatorio.
Muchas gracias, señora Presidenta .
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Gracias, Senador Montes .
Siguiendo el orden de los inscritos, le corresponde intervenir a la Senadora Provoste.
La señora PROVOSTE.-
Muchísimas gracias, Presidenta .
Desde hace años asistimos a un cuestionamiento profundo a nuestro sistema democrático.
Por una parte, están quienes nunca han creído en él y que buscan un modelo tutelado, que añoran la dictadura y que buscan excusas permanentemente para reducir libertades. Bajo una reducida interpretación de la libertad han buscado instalar un discurso único, individualista, que fundamenta las relaciones humanas en esta competencia entre unos y otros. Así, la democracia no es más que un acuerdo relacional que administra las supuestas libertades, una suma de partes. Se cuenta una historia parcial de la vida: el éxito es fruto de un esfuerzo individual al que llegarías a pesar de tus condiciones. En esta mirada no hay colectivo, y si lo hay lo debes superar porque atenta contra tus propios intereses: lo colectivo es contrario a lo individual.
Por otra parte, vemos un discurso que ha intentado convencernos de que la vida en sociedad es un conjunto de derechos, que es la sociedad y el colectivo el que tiene que jugar por ti, pero que tus obligaciones hacia el colectivo no existen. Esta mirada, en apariencia colectiva, esconde un profundo individualismo. Señora Presidenta, la vida no es así, la vida se compone de derechos pero también de obligaciones.
Para quienes tenemos una visión humanista de la vida y de la sociedad, centrada en las personas, vistas ellas integralmente y mucho más allá del mero individuo, lo colectivo no es una cortapisa al desarrollo personal. Por el contrario, no hay desarrollo personal sin desarrollo colectivo. Y tampoco hay desarrollo colectivo sin desarrollo personal.
Por lo mismo, el debate levantado en torno al voto obligatorio, en que se aduce que este atentaría contra la libertad de las personas, me parece por lo menos falaz. Más aún el argumento de que hay que "conquistar el voto", "mejorar la oferta", en contraposición al voto obligatorio, como si la democracia no fuera también un ejercicio de aprendizaje, desde la más tierna infancia, y votar es una parte fundamental de ello.
La excusa de una parte de la elite, que con la desesperanza aprendida de los marginados mantiene a grandes mayorías fuera de la democracia, ya no es aceptable.
Yo votaré a favor de este proyecto porque quiero más democracia y no seguir excluyendo a las grandes mayorías; porque quiero a las grandes mayorías decidiendo los destinos de nuestro país y no a las minor��as; porque estoy convencida de que para profundizar la democracia se requiere más participación, no menos participación. Y porque estoy convencida de que en este momento se abre una ventana maravillosa en la discusión respecto del tipo de sociedad en que queremos vivir, pues en paralelo a este debate existe una Convención Constituyente que no me cabe duda de que va a escribir una mejor relación, en la que los chilenos y las chilenas nos volvamos a reencontrar, a fin de que nuestra democracia sea aún más profunda y de que seamos capaces de valorar la colaboración por sobre la competencia.
Nos han dicho durante cuarenta años que el motor de desarrollo en nuestro país es la competencia, el individualismo, pero hay quienes hemos resistido durante todo este tiempo y hoy vemos una luz de esperanza, una luz que ha cautivado a muchos más corazones y más conciencias. Debemos ser capaces de pensar en la colaboración, en lo solidario, en lo colectivo. Y esto pasa también por garantizar que en nuestro país hoy día aprendamos que estas obligaciones hacia lo colectivo también nos imponen derechos, en los cuales todos y todas tenemos que participar activamente.
Votaré a favor de esta iniciativa de reponer el voto obligatorio, porque nos parece que es un camino adecuado para garantizar la profundización de nuestra democracia, con más participación de todos y todas.
He dicho.
Muchas gracias.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Gracias, Senadora Provoste.
Tiene la palabra la Senadora Órdenes.
La señora ÓRDENES.-
Muchas gracias.
Presidenta, es impreciso afirmar que en nuestro país no existe el voto obligatorio. De hecho, el artículo 142 de la actual Constitución establece que para el plebiscito ratificatorio de la nueva Carta Fundamental que proponga la Convención Constituyente el sufragio será un deber.
¿Por qué se adoptó esa posición si en Chile rige el voto voluntario como regla general? Evidentemente, porque decisiones de tal trascendencia requieren de una incuestionable legitimidad.
Por tanto, la pregunta es: ¿tenemos tan claro en la convulsionada democracia del siglo XXI cuáles decisiones son más importantes que otras?
Por colocar un ejemplo, hace unas semanas conocimos el informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, que compromete a toda la humanidad en la compleja tarea de revertir una emergencia que amenaza a nuestra propia supervivencia. En las próximas décadas todas las elecciones (presidenciales, legislativas y territoriales) serán inevitablemente elecciones sobre cómo combatir la emergencia climática. ¿Acaso eso es una decisión de rango menor que pueda tomarse con bajos porcentajes de participación, sin que pase nada? Yo creo que no. Vivimos momentos desafiantes e inciertos, en que todo parece ser trascendente.
Algunas voces lo alertaron antes de aprobar el voto voluntario, pero no fueron escuchadas. El año 2009 el constitucionalista Pablo Marshall señalaba que si todos los ciudadanos son iguales en términos políticos, la elección de las autoridades del Estado debe ser realizada por todos ellos. Cuando la mayoría no es la que decide parece ser que la opinión de unos vale más que la de otros, y que no todos los ciudadanos son iguales en términos políticos.
Es exactamente lo que ha ocurrido en Chile. Nuestro país ostenta el récord se ser, entre los países que han transitado del voto obligatorio al voto voluntario, aquel que presentó la diferencia más marcada entre la última elección con un sistema el 2009 y la primera con el otro, el 2012: la participación cayó un 38 por ciento.
Los efectos, especialmente en materia de desigualdad en función del ingreso y de la ubicación geográfica de las comunas, se siguen vivenciando hasta hoy. En la última elección municipal y de convencionales constituyentes, mientras Lo Barnechea tuvo una participación de un 60 por ciento, en Coyhaique solamente alcanzó a 36 por ciento.
Señalo esto, aun cuando no comparto el argumento, porque algunos han preguntado si esto le conviene a alguien. Yo no creo que sea un tema de conveniencia, pero efectivamente existen diferencias y hay una explicación para eso.
Creo que es momento de reponer el voto obligatorio. Por eso participé de una de las mociones que se ingresaron a través del Senado. En momentos en que toda la institucionalidad está cambiando, necesitamos que todas las voces formen parte de la democracia. De lo contrario, el país que vamos a construir solo va a representar a algunas miradas y las crisis políticas continuarán repitiéndose.
Pero tampoco nos engañemos. Tal como lo ha dicho la representante del PNUD Marcela Ríos , la obligatoriedad del voto es un paso necesario, pero insuficiente. Ninguna democracia se ensancha por establecer puras obligaciones, en este caso, del voto. Es más, si este cambio no viene acompañado de otras medidas para emparejar la cancha y fomentar la participación, puede que termine produciendo el efecto contrario y alejando aún más a la ciudadanía de la política.
Lo que sí necesitamos son instituciones más descentralizadas y cercanas, partidos más transparentes, reformar la lógica de los locales de votación para acercarlos a los hogares de las familias, no tenerle miedo a la discusión sobre mecanismos alternativos de votación como el voto anticipado o urnas móviles para personas imposibilitadas de moverse, además de garantizar el transporte público gratuito y dejar de excluir a aquellos privados de libertad que no han perdido su derecho a voto, pero que el Estado condena doblemente al hacerles imposible el sufragio, incluso incumpliendo sentencias de la Corte Suprema.
A mi juicio, Presidenta , aprobar esta reforma constitucional es un primer paso. No le podemos pedir a la restitución del voto obligatorio que sane todos los déficits de nuestra actual democracia. Luego vendrá el debate sobre los mecanismos, sanciones, incentivos o la posibilidad de desinscripción, pero la señal que demos hoy debe ser clara. Chile necesita más democracia y no menos; más participación y no menos. Y para ello debemos transitar hacia el voto como un deber ciudadano.
Por eso, Presidenta , voto a favor.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Gracias, Senadora Órdenes.
Tiene la palabra el Senador Girardi.
Tiene la palabra el Senador Letelier.
El señor LETELIER.-
Señora Presidenta , estimados colegas, la democracia liberal, que surgió hace más de doscientos años con la Revolución americana y la Revolución francesa, tenía como objeto ampliar las bases de la representación. Pero la democracia no es solo un sistema de representación; también es un sistema de gobierno, en que la alternancia está presente. Y además es un mecanismo de resolución de conflictos. Es decir, la democracia tiene su esencia basada en una participación que le dé legitimidad al sistema; tiene que ver con la legitimidad de los pactos sociales, políticos, económicos y culturales.
Con la evolución en estos doscientos años es evidente que la democracia liberal ha cambiado. Ha habido tres ejes fundamentales de ese cambio que han tensionado la legitimidad de los sistemas democráticos: la irrupción de la participación de las mujeres, que estaban excluidas del sistema de representación en su inicio; la irrupción de los temas que amenazan la sobrevivencia de la humanidad, como los ambientales, que no estaban incluidos y que el sistema de representación de gobierno y de resolución de conflictos debe tener en cuenta. Y también hay que considerar la irrupción de un "nosotros" distinto, dado que en nuestra sociedad, al igual que en otras comunidades, a los pueblos originarios se los ha negado y tratado de marginar. Dichos fundamentos están presentes en el cuestionamiento de la legitimidad del pacto social, cultural, económico y político que tenemos.
Y ahora, a estos fenómenos sociales, señora Presidenta, se han agregado otros dos.
Los estados nacionales no son capaces de resolver los problemas de la sociedad al margen del mundo en que vivimos y se encuentran condicionados por los procesos de globalización. El "nosotros" dentro del mundo no se resuelve con autarquía. Es evidente que el desarrollo de las fuerzas de organización de la sociedad hace que los estados, la política, la cosa pública de por sí no logre resolver los problemas de la gente.
El Senador Montes apuntaba bien al recordar las reflexiones de ciertos sociólogos destacados que hablaban de cómo objetivamente la política no es capaz de solucionar por sí misma todos los problemas de la gente, porque en la actualidad existen otras fuerzas que poseen más poder que los mismos estados nacionales, que se regulan a través de la participación.
Frente a este diagnóstico, que refleja un problema grave de legitimidad de las democracias que no ocurre únicamente en Chile, sino también en el resto del mundo, hay que preguntarse si el voto es solo un derecho o si también es un deber.
Hoy me sorprende mucho ver las bancas del frente que, en su mayoría, reniegan de un concepto histórico que ellos han defendido con tanta fuerza, que es el deber y el derecho de los ciudadanos en una sociedad. La importancia de cumplir deberes y derechos para darle legitimidad al sistema democrático.
Yo soy de los que tuvieron dudas, y recuerdo como si fuera hoy los planteamientos de Senadores de la UDI de ese tiempo, como Pablo Longueira , que cuestionaban profundamente eliminar el voto obligatorio. En aquel tiempo había un debate más transversal en esta materia, que extraño en esta ocasión, porque en lo que se debe pensar es en el bien común.
El hecho de que el 50 por ciento de los chilenos no participen de la toma de decisiones es la semilla de la crisis de legitimidad que va a perdurar en nuestro pacto social a futuro si no logramos cambiar el estado de cosas.
Soy un convencido de que fue un error eliminar el voto obligatorio; que es un error entregar la decisión al mercado, como lo indicaba el lenguaje de un colega de las bancas del frente que me antecedió en el uso de la palabra, quien señalaba que "hay que mejorar la oferta", como si las elecciones fueran un producto de mercado solamente.
¡Es un tremendo error!
Si ellos estuvieran en Venezuela hoy -y son los mismos que cuestionan profundamente lo que pasa en dicho país- sabrían que el principal problema de la sociedad venezolana es que primó el criterio de que el voto es un producto del mercado. Porque lo que ha pasado allí es que ha triunfado el discurso del abstencionismo y que sus habitantes se restaron en forma reiterada durante las últimas dos décadas de participar de la resolución de los conflictos y de crear legitimidad para un pacto social.
Permitir que la gente se reste es también una antesala, a mi juicio, de un potencial modelo que oprime la vocación de las mayorías silenciosas que no están concurriendo a decidir hoy en día.
Algunos no participan porque es caro, porque no hay un Estado responsable que acerque la votación a la gente. Otros no participan -y todos hemos escuchado esta frase- porque dicen: "Mire, igual tengo que trabajar". Pero en el fondo lo que nos están diciendo es que el Estado y el mecanismo democrático de por sí no están resolviendo sus problemas. Y tienen razón: el Estado no es capaz de resolver todos los problemas de la gente, pero sí puede ser más activo y más rápido para solucionarlos si la instancia de la delegación de la soberanía popular es más representativa.
Hoy, sin duda, parte de la crisis de legitimidad que vivimos es la falta de representatividad en las instancias de toma de decisiones, en las instancias de poder en nuestra sociedad.
Señora Presidenta, voy a votar a favor del voto obligatorio, no porque creo que hay que andar con la calculadora en el bolsillo, sino porque estoy convencido de que en la era en que vivimos resulta fundamental que un país como el nuestro genere una cultura de deberes y derechos, y no que impere el individualismo por sobre los intereses de lo colectivo.
Nos hace falta reencontrar los propósitos colectivos. No puede ser que lo único colectivo existente en nuestra sociedad sea que se paguen impuestos, porque a eso nos estamos reduciendo. Es una obligación para todos pagar impuestos, pero al parecer no se considera una obligación ser ciudadano, porque eso implica también ser parte responsable de lo que pasa en nuestra sociedad.
Deberes y derechos.
Muchas veces yo he escuchado en esta Sala a gente que dice: "Los que no votan no deben opinar". Pero el derecho a expresarse es un derecho humano básico. Lo que necesitamos es que eso vaya acompañado con la obligación de participar. Podrán anular el voto, podrán abstenerse y dejarlo en blanco, pero no participar, no ser ciudadano está dañando el tejido profundo de nuestra sociedad.
Presidenta, porque creo que es lo mejor para Chile, que es lo mejor para una democracia representativa y legítima, voto a favor del voto obligatorio.
He dicho.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Gracias, Senador Letelier.
Tiene la palabra el Senador Quintana.
El señor QUINTANA.-
Muchas gracias.
Presidenta, el año 2011, al argumentar sobre la ley que materializaba el voto voluntario, puse dos ejemplos que graficaban la brecha existente entre comunas de altos y bajos ingresos al momento de inscribirse en los registros electorales y participar en las elecciones.
En Vitacura -el año 2011: reitero-, el 98 por ciento de la población en edad de votar estaba inscrita en los registros electorales; y en La Pintana, solamente el 43 por ciento.
Transcurridos diez años, es oportuno hacer una evaluación.
Si nos vamos a esas mismas dos comunas, podemos constatar que en las elecciones de mayo pasado en Vitacura participó el 64 por ciento del padrón, mientras que en La Pintana lo hizo el 36 por ciento. La conclusión es obvia: el actual sistema de sufragio no vino a corregir la brecha de clase al momento de votar.
Creo que es algo que todos debiéramos concluir y lamentar lo que ha pasado en estos diez años.
Otro motivo por el cual muchos apoyamos en su oportunidad este nuevo sistema fue facilitar la participación a las y los jóvenes que gradualmente, desde el plebiscito del año 1988, se habían ido marginando cada vez más del padrón.
De acuerdo a cifras del Servel relacionadas con el último plebiscito constitucional, en ese acto eleccionario la participación de los jóvenes aumentó cerca de un 20 por ciento, pero fue inversamente proporcional a la participación de los adultos mayores.
Por supuesto que no es lo ideal que un grupo etario comience a participar y otro se vaya restando.
¡Tampoco es ideal que el mismo Senador que ayer reclamaba por el ruido esté hablando por teléfono acá al lado...!
Lo ideal es tener una participación robusta y equilibrada entre distintas comunas, edades y realidades, lo que no se está logrando; más bien -insisto-, diversos estudios dan cuenta de una creciente insatisfacción con la democracia.
Ahora bien, hay que refutar una idea mal instalada en el debate público: que el año 2012 pasamos del voto obligatorio al voto voluntario. Pero en Chile no había un verdadero voto obligatorio; lo que teníamos era una inscripción voluntaria en los registros electorales y una obligatoriedad del voto solo para quienes estuvieran inscritos, obligatoriedad que además estaba en entredicho, pues todos sabíamos que las sanciones no se aplicaban. Entonces, lo que en verdad teníamos era una pésima modalidad de voto voluntario, y lo que hicimos fue cambiarlo hacia un verdadero voto voluntario, en que el padrón comenzó a incluir a todas y a todos los mayores de edad.
Es momento de asumir que ninguno de estos sistemas logró conseguir los objetivos esperados en términos de participación electoral, que hoy sitúan a Chile con uno de los porcentajes de participación más bajos en el mundo. Y por eso creo que hay que abrirse al voto obligatorio, buscando un equilibrio adecuado, eso sí, entre castigos e incentivos para ir a sufragar.
Los detractores del voto obligatorio insisten en que esta fórmula es minoritaria en el mundo desarrollado y que solo predomina en América Latina. Pues a ellos les tengo una mala noticia: no somos un país desarrollado y sí formamos parte de América Latina y compartimos muchas características y contamos con entidades comunes con nuestros vecinos. Precisamente Uruguay pasó del voto voluntario a tener voto obligatorio hace varias décadas. Repito: Uruguay pasó del voto voluntario al voto obligatorio. En las elecciones del 2019, donde se eligió a Lacalle Pou, alcanzaron un 95 por ciento de participación, y son una de las democracias más estables del continente.
Ese es un camino perfectamente posible de seguir.
Por eso, Presidenta, al igual que el 86 por ciento de quienes participaron en la consulta ciudadana municipal, realizada pocos días después del estallido social -dos millones y medio de personas participaron ahí-, estoy a favor y me pronuncio a favor del voto obligatorio.
He dicho, Presidenta .
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Gracias, Senador Quintana.
Tiene la palabra el Senador Chahuán.
El señor CHAHUÁN.-
Señora Presidenta , Honorable Sala, en el mes de julio del año 2015, junto a los Senadores Jorge Pizarro, Juan Antonio Coloma , Felipe Harboe , Alfonso de Urresti y Antonio Horvath , presentamos una moción de reforma constitucional cuyo objeto era sustituir el voto voluntario por el voto obligatorio (boletín N° 10.172-06), la que lamentablemente no ha sido tramitada hasta ahora por la Comisión de Constitución del Senado.
En mayo del presente año suscribí otro proyecto de reforma constitucional, de autoría de la Senadora y Presidenta actual de la Corporación, Ximena Rincón (boletín N° 14.273-07), el que tampoco ha sido debatido hasta la fecha.
La iniciativa que en esta oportunidad se somete a nuestra consideración es una moción originada en la Cámara de Diputados, ingresada el año 2020, cuya tramitación ha sido mucho más rápida que la de las presentadas por nosotros.
En el proyecto que ingresamos el año 2015 transcribimos en su exposición de motivos lo que manifestó en su época el Presidente de la Comisión de Estudios Constitucionales, señor Enrique Ortúzar , en la sesión del 2 de septiembre del año 1974, en cuya acta consta lo siguiente -comillas-: "Agrega que no le merece duda alguna que el voto, en caso de los nacionales, debe ser obligatorio. Y todavía más: consideraría extraordinariamente grave que la Constitución estableciera la norma de que el sufragio implique una facultad, porque ello sería reconocer, en principio, que a los chilenos puede serles indiferente la suerte de su país. Cree que dentro de los preceptos que conformarán la Carta Fundamental debe necesariamente encontrarse presente la obligación que asiste a todo chileno de interesarse por el destino de su patria y de las autoridades que ejercerán el gobierno, pues lo contrario significaría aceptar algo que atenta no solo contra la lógica y las razones de orden práctico, sino contra un principio -para él lo es-, cual es el deber de todo chileno a interesarse por la suerte de su país.", cierre de comillas.
Estando en plena vigencia esta norma constitucional, con fecha 8 de junio del 2004 ingresó a esta Corporación una moción suscrita por los Senadores Alberto Espina , Antonio Horvath , Sergio Romero y José Antonio Viera-Gallo (boletín N° 3.544-07), en virtud de la cual pretendían establecer el sufragio como un derecho de los ciudadanos y, por ende, de carácter voluntario. Durante los correspondientes trámites constitucionales que debió cumplir dicha moción, en las sesiones de Comisión se advirtió por parte de los diversos académicos que el voto voluntario no solo debilitaría la participación, dañando la democracia, sino que además tendría consecuencias negativas para el sistema político y para el país en general.
Indudablemente que dicha advertencia tuvo un carácter premonitorio de nefastas consecuencias, como lo ha podido comprobar la ciudadanía en varias elecciones celebradas en los últimos años. Si a esto le agregamos que salió del currículum de educación básica y de educación media la formación cívica, durante el Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, y frente a la precarización de las horas de Historia que hemos visto en las últimas modificaciones curriculares, por supuesto que hay un tema: los países que no conocen su historia están condenados a repetirla. Además, cuando no hay formación cívica respecto de sus futuros miembros, también tenemos una dificultad.
Por otra parte, se sostuvo en dicha instancia legislativa que el voto obligatorio era un deber cívico de igual entidad que pagar impuestos, contribuir a la defensa del país o tener educación obligatoria. Resulta indudable -se indicó ahí- que el voto voluntario, no obstante que exista inscripción automática, debilita la representación ciudadana al haber menos personas que concurran a sufragar.
Sin perjuicio de tales aprensiones, finalmente aquella moción fue aprobada, siendo publicada el 4 de abril del 2009 como ley N° 20.337, que modificó el artículo 15 de la Carta Fundamental estableciendo el voto voluntario, con las consecuencias de baja participación que ya hemos descrito. Esa reforma constitucional tuvo que prever una modificación al artículo 18 de la Carta Fundamental con el objeto de determinar la inscripción automática, lo que se materializó mediante la ley N° 20.568, publicada el 31 de enero del 2012, la cual introdujo diversas enmiendas con tal finalidad a la ley N° 18.556, Orgánica Constitucional sobre Sistema de Inscripciones Electorales y Servicio Electoral.
Ahora bien, pese a estar plenamente de acuerdo con el sistema de inscripción electoral automático que actualmente nos rige, estimamos que debe restablecerse el voto obligatorio, por cuanto resulta indudable que el sistema electoral será más democrático en la medida que sea más elevado el número de personas que participen en las votaciones, lo que garantiza una base electoral aceptable.
En lo que respecta a la moción de la Senadora Ximena Rincón, la cual yo también suscribí y que es posterior a la que presentamos el 2015 y que firmamos transversalmente -vuelvo a repetir- con los Senadores Jorge Pizarro, Juan Antonio Coloma , Felipe Harboe y Alfonso de Urresti, discurre sobre fundamentos similares, agregando que tal reforma regirá cuando se publique la ley adecuatoria respectiva sobre voto obligatorio. Y, además, contempla excepciones relacionadas con esta obligación: por razones de edad, de enfermedad o por causas debidamente justificadas.
En síntesis, estoy plenamente de acuerdo con la restitución del voto obligatorio.
Un tema que debemos discutir y que tiene que ser parte de una adecuación -por eso sostengo que el que se encuentra actualmente en tramitación no es el mejor de los proyectos para restablecer el voto obligatorio- se refiere a la posibilidad de poner el foco o no en la desinscripción voluntaria. Yo diría que este es un aspecto de fondo y del cual debemos hacernos cargo, porque hemos de entender que las autoridades precisan ser legitimadas por el mayor número de ciudadanos, lo que es absolutamente necesario, y darle legitimidad al sistema democrático.
Por eso, algo en lo que necesitamos reflexionar y que me llena de preocupación es que en la Cámara de Diputados se haya votado en contra de la desinscripción voluntaria hace unos pocos días.
Por tanto, en ese sentido se requiere urgentemente una conversación más amplia, un acuerdo más extendido, más allá de la Sala, para buscar un proyecto de ley que restablezca el voto obligatorio y la posibilidad de la desinscripción voluntaria. A mi juicio, este es un elemento esencial para poder avanzar.
En síntesis, estamos plenamente de acuerdo con la restitución del voto obligatorio, pues garantiza una mayor participación de las personas en los comicios electorales. Pero creemos, sin lugar a dudas, que esto amerita una discusión más amplia respecto a la posibilidad de la desinscripción voluntaria, y espero que se dé la instancia durante la tramitación legislativa para que ello ocurra.
De igual manera, pensamos que este cambio legislativo no debiera aplicarse a las elecciones actualmente en curso, de consejeros regionales, parlamentarias y presidenciales. En ese contexto, es muy importante sostener que es necesario que exista una ley adecuatoria para asumir aquello.
Por eso, señora Presidenta , agradezco esta oportunidad, ya que he estado coherentemente empujando el voto obligatorio. Pero se requiere una conversación más amplia, por una parte, para permitir la desinscripción voluntaria, y por otro lado, para efectivamente entender que esta ley no puede aplicarse para el ciclo electoral que ya se encuentra en curso, para el cual ya están inscritos los candidatos, pues cambiar las reglas del juego no sería pertinente para aquello.
He dicho, señora Presidenta.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Gracias, Senador Francisco Chahuán.
Colegas, hemos llamado a todos quienes se encontraban inscritos. Nos faltan dos intervenciones, de los Senadores García-Huidobro y Girardi, que no estaban cuando los llamamos.
Si les parece, manteniendo los tiempos, podríamos abrir la votación.
El señor ALVARADO.-
¡Menos Navarro!
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Si vamos a mantener los tiempos.
El señor ALVARADO.-
¡Es que yo quiero hablar!
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Bueno, se anota.
Tiene la palabra el Senador García-Huidobro.
El señor GARCÍA-HUIDOBRO.-
Después, Presidenta .
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Okay.
Tiene la palabra el Senador Girardi, y luego abrimos la votación.
El señor BIANCHI.-
Pedí la palabra.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
¡Perdón!
Perdón, Senador Girardi.
Lo que hice, colegas, fue respetar a todos los que estaban inscritos, y no les dimos la palabra a quienes ya habían intervenido.
Senador Bianchi, revisaré de inmediato su situación. Perdóneme, pero no lo alcancé a ver, pues usted se acaba de inscribir.
Tiene la palabra el Senador Girardi, y revisamos la situación del Senador Bianchi para que hable.
El señor GIRARDI.-
Gracias, Presidenta .
Yo creo que el voto obligatorio uno debiera ponerlo en perspectiva respecto de qué tipo de sociedad quiere.
Lo que tenemos hoy día me parece que es un error del mundo nuestro, porque la propuesta del voto voluntario, lamentablemente, fue una condición que puso Marco Enríquez-Ominami y que la Presidenta Bachelet aceptó en su momento. Pero, en cierta manera, da cuenta de problemas de convicciones y de entender cuáles son los desafíos que tienen la humanidad y la sociedad chilena, porque el voto voluntario, en cierto sentido, es una expresión de la visión neoliberal. Y quiero hacer historia, porque no estoy hablando del humanismo liberal, sino que estoy hablando de la dimensión extrema del individualismo y de la visión más neoliberal.
Nosotros habíamos venido siendo parte de la historia de un mundo que se gestó a lo largo del siglo XX, que desarrolló o que permitió avances muy importantes en términos del fortalecimiento de la democracia; de la participación de los ciudadanos y las ciudadanas, y de la generación y construcción de un Estado de bienestar como consecuencia de las demandas ciudadanas para garantizar derechos y mínimos de igualdad y de equidad.
Pero en los años ochenta vino una discusión muy importante, lamentablemente, producto de las omisiones; del término de la Unión Soviética; de los errores que cometió la Izquierda autoritaria; del descrédito de la Izquierda y del socialismo real; cuando Margaret Thatcher junto con Reagan en el año 80 dijeron: "No society", "No debe haber sociedad", y en vez de la democracia tienen que estar los mercados y en vez de ciudadanos tiene que haber consumidores. Así, se inició un mundo donde se les traspasó y se les dio un estatus a los mercados casi superior al de los seres humanos, en que se hablaba de la "salud de los mercados", como si fueran seres humanos, ¡y mucho más importantes que los seres humanos!
Yo creo que nuestro mundo en cierta manera capituló, porque el gran error estratégico, histórico que nosotros cometimos es que no fuimos capaces de expresar una visión alternativa, de un mundo distinto.
¡Y adscribimos a la visión neoliberal! Y adscribimos, justamente, a la lógica de que el mercado era mucho mejor resolvedor y que podía reemplazar el rol de los seres humanos. Y nos transformamos en una sociedad de consumidores. ¡Y construimos una democracia de consumidores!
Por eso es muy interesante lo que plantea Varian , uno de los jefes más importantes de Google: en la sociedad de esta democracia de los consumidores, la clase media va a tener lo que poseen los ricos en diez años más, y los pobres, en veinte años más.
Hay un modelo de democracia que tiene que ver con las cosas, con el consumo, no con las decisiones, sino con lo que se llama la "novedad". El modelo neoliberal funciona con la novedad primero, y luego con la distinción. Aparece un teléfono nuevo que solo lo tiene la elite, los populares, los superricos. Después, todos quieren acceder a ese estatus, todos quieren tener, ser parte de ese estatus. En Chile, incluso, ¡había personas que utilizaban celulares de palo...!
Y luego, después de la emulación, donde todos quieren ser como la elite, bueno, la democracia les permite a todos ser como la elite, y todos tienen el teléfono celular, el refrigerador, la televisión, y así se construye la democracia.
Pero la democracia no tiene que ver con la participación y con la responsabilidad de los ciudadanos y las ciudadanas, sino con un mundo de consumidores. Y, justamente, lo que construye el voto voluntario es un mundo de consumidores.
La política se consume o no se consume en función del estatus que da. Los parlamentarios y las parlamentarias muchas veces son más marca que contenido; ni siquiera tienen identidad política ni usan los signos de sus partidos.
Si nosotros queremos recuperar y dignificar el rol de la política, lo primero que debemos hacer es no renunciar a la política. Y el voto voluntario es una renuncia a la política, es una renuncia a transformar a los seres humanos y de tratarlos, en vez de como consumidores, como ciudadanos y ciudadanas, otorgándoles un rol y una responsabilidad.
Pero se nos ha metido el mundo neoliberal por las venas y lo hemos casi normalizado. Y yo por lo menos creo que tenemos que revelarnos y volver a darles el protagonismo a los ciudadanos, no a los consumidores, transformando los cambios de la sociedad en decisiones colectivas. ¡Tiene que haber sociedad! Pero hoy día no la hay, ¡es falso que haya sociedad!
El mundo de la globalización, además, transformó a las clases medias en un mundo periférico, marginado.
Piensen que nosotros no representamos a los mundos populares. Ni siquiera el Partido Comunista cuenta con un representante de lo que se llamaba la "clase obrera" o el "mundo popular". Eso llega a tal punto de que los mundos populares se tienen que representar solos, y terminan muchas veces sin participación en la política, sintiéndose representados por los populismos.
Los que votaron por Trump no fueron las clases ganadoras, no fueron las elites. Los que votaron por Trump en Estados Unidos fueron, justamente, estos mundos periféricos.
Pero ¿por qué digo que es importante volver a la ciudadanía? Porque hoy día enfrentamos un nuevo cambio al capitalismo global. En el 80, el capitalismo global, la visión extrema del neoliberalismo le traspasó a los mercados la responsabilidad, la toma de decisiones y la suplantación de la política y de los ciudadanos.
Lo que está pasando hoy día es mucho más complejo. Ya no son los mercados: viene una democracia algorítmica, donde los algoritmos van a suplantar al humano. Ya son los algoritmos los que con Cambridge Analytica empiezan a votar por nosotros; los algoritmos nos empiezan a decir qué comprar; los algoritmos empiezan a decidir qué pareja tener (40 por ciento de los americanos elige sus parejas por Tinder). ¡Hasta el amor se transforma en una optimización matemática!
Entonces, tenemos que entender que la inteligencia artificial nos va a llevar a una sociedad sin humanos; a una sociedad optimizada donde el amor, a futuro las parejas, a futuro la fecundación in vitro, a futuro la economía serán un mundo optimizado. Dos tercios de las decisiones de bolsa ya son tomadas toman por los algoritmos.
Si queremos recuperar la dimensión del humano, si queremos mantener y preservar su participación no podemos abdicar, no podemos hacerle juego a un modelo donde los seres humanos, la comunidad humana es una comunidad sin sociedad. Hoy día estamos viendo la balcanización total de la sociedad, que está personalizada en grupos de iguales, en grupos que no dialogan. Podemos seguir avanzando ese mundo o reconstruimos y regeneramos sociedad con valores compartidos, con visiones valóricas comunes. Y eso significa devolverles la tuición de la sociedad a los ciudadanos y restársela a los mercados, restársela a las máquinas.
Por lo tanto, Presidenta , a mí me parece que esta es una discusión mucho más profunda que la sola calculadora o el solo pragmatismo de ver a quién le puede ir mejor o peor con determinada decisión.
Las democracias están en crisis; las democracias están siendo pulverizadas por la era digital. Y están pulverizadas porque hay una simplificación de lo humano y cada vez más una complejización de la inteligencia artificial y una sustitución de lo humano en todos los ámbitos de la sociedad. Podemos tomar la decisión de que ya no sean los humanos los que gobiernen ni los que decidan y que lo hagan las máquinas, pero lo que decidamos hoy día nosotros va a ir, de cierta manera, cimentando el tipo de humanidad que queremos construir.
¿Es posible en el mundo de la inteligencia artificial la compatibilidad con los seres humanos? ¿Podemos ser parte de decisiones compartidas? ¿O vamos a ser totalmente suplantados?
Lo que estamos haciendo hoy día acá, de cierta manera, es un anticipo.
La inteligencia artificial progresa cien veces más, de un año a otro. La capacidad de memoria se duplica cada dieciocho meses, y en la era cuántica en la que vamos a entrar se va a duplicar cada segundo. En cambio, la inteligencia humana es la misma hace, por lo menos, sesenta mil años.
Vienen brechas gigantescas, y la posibilidad de reemplazo de los seres humanos va a ser cada vez mayor.
Entonces, hay que poner atención en decisiones como las de abdicar, de renunciar hoy día al protagonismo de los humanos, a construir sociedad y no un mundo sin sociedad, porque lo que tenemos hoy es un mundo sin sociedad. La clase media, que era el espacio de quilla, de articulación, de apaciguamiento, de integración de la diversidad, está destruida. La globalización destruyó las clases medias, que se transformaron en mundos periféricos. Y, por lo tanto, entramos a un proceso de convulsión democrática y de emergencia de los populismos.
Para mí, el voto obligatorio ayuda -si bien no es lo único- al protagonismo de la sociedad, a generar sociedad y a tratar de evitar los populismos.
He dicho.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Gracias, Senador Girardi.
Tiene la palabra el Senador García-Huidobro.
El señor GARCÍA-HUIDOBRO.-
Muchas gracias, señora Presidenta .
Le deseo el mayor de los éxitos en su misión, y estoy seguro de que así va a ser.
En primer lugar, creo que estamos recordando una discusión que tuvimos años atrás, en que muchos -y lo han manifestado varios señores Senadores y varias señoras Senadoras- tenían dudas respecto de la posibilidad real de que fuera exitoso el voto voluntario.
Pero hay que hacer recuerdo de lo que ocurría.
Cuando teníamos voto obligatorio, la inscripción era voluntaria, y lo que sucedió fue que los jóvenes no se querían inscribir. Nosotros hicimos en ese momento una propuesta que era de libertad absoluta, en el sentido de que era voto voluntario, inscripción voluntaria y desinscripción voluntaria. Desgraciadamente, se llegó al voto voluntario, pero no a las otras formas voluntarias, y quedó automático. Por lo tanto, quedó la inscripción obligatoria con voto voluntario.
¿Qué estaba ocurriendo en esa época?
En esa época la gente iba a votar. Pero ¿qué sucedía? La abstención seguía creciendo. Y otra cosa que pasaba era que, entre quienes iban a votar, los votos nulos y blancos, y especialmente los nulos, seguían aumentando. Era de alguna manera un rechazo a que se les obligara ir a votar.
¿Y qué sucedió?
Cambiamos nuestra legislación y nos fuimos al voto voluntario.
No todos, pero una gran parte teníamos dudas. Y, definitivamente, acordamos que era algo que nos podía traer mayor ansia de libertad y llevar a entender que la gente es la que debe tomar las decisiones en este sentido.
¿Qué ocurrió?
Sin duda, la situación no mejoró.
¿Y que pasó?
El descredito y la situación de quienes votaban, que a la larga tenían malas experiencias en cuanto a sus ilusiones, no solo respecto de los Gobiernos, sino también de los parlamentarios, de los alcaldes, de los concejales, de todos los cargos de elección, fue creando una situación compleja. Y nosotros debemos entender eso.
Por mucha obligatoriedad que le exijamos a la gente, es importante señalar que en este proyecto a los mayores de setenta y cinco años no se les va a obligar a votar, como tampoco a las personas en situación de discapacidad, a los residentes en el extranjero, a los ciudadanos extranjeros avecindados en Chile. En el fondo, también habrá un porcentaje de personas para las que no habrá obligación. Y, además, sanciones no existirían.
Entonces, yo entiendo que hay señales que son importantes. Pero creo que, en definitiva, la mayoría de nuestro país tampoco comparte la obligatoriedad.
Yo pienso que lo que debemos tener, señora Presidenta , son incentivos para participar. Y eso es lo que a nosotros nos ha faltado: incentivos para que las personas se sientan, de alguna manera, dueñas de su destino y vean que aquellos a quienes eligen realmente cumplen con las expectativas y con las ofertas que hicieron. Hay un ejemplo reciente, con el pase de movilidad: muchas personas no se querían vacunar y el incentivo fue el pase de movilidad, y ustedes se dieron cuenta de cómo aumentó la vacunación. No es el mismo ejemplo, pero creo que nosotros debemos tener mayores grados de participación de la ciudadanía, en cuanto a la información y también a lo que la gente espera de aquellos a quienes va a elegir en las próximas elecciones.
Pienso, señora Presidenta, que este proyecto no avanza para nada en lo que el país quiere como maduración.
Me parece que tenemos que modernizar pensando también en un voto electrónico. Hoy día, inclusive, hay países desarrollados que tienen hasta voto por carta. Ustedes vieron la situación que ocurrió en los Estados Unidos y todos los escándalos que se produjeron con la votación.
Yo no estoy diciendo cuál va a ser el sistema. Pero también tenemos que darles otras facilidades a las personas para que participen. Y una de ellas es la posibilidad de que el voto no siga siendo el mismo que tenemos hasta el día de hoy.
En tal sentido, señora Presidenta , yo pienso que este proyecto no va en el camino correcto. Creo en la libertad de las personas, pero también con incentivos, con el fin de que nuestra sociedad se sienta integrada a lo que el país espera. Porque hoy día, de alguna forma, lo que nos están diciendo es que con voto obligatorio o con voto voluntario, en el fondo, el sistema político y la representación los defrauda.
Entonces, pienso que lo nuestro es mucho más profundo que creer que con esto vamos a solucionar los problemas.
Por ello, señora Presidenta , entendiendo que tuve dudas en su momento, en esto no quiero estar dándome vueltas de carnero -en el sentido positivo-, estar cambiando una posición sobre la que tenía dudas y que hasta el día de hoy no me convence, no me convence volver al voto obligatorio.
Por eso, mantengo el voto voluntario.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Muchas gracias, Senador García-Huidobro.
)---------(
La señora RINCÓN (Presidenta).-
Tiene la palabra el Senador Durana.
El señor DURANA.-
Pido que se recabe autorización para el ingreso del Subsecretario Pavez, si hay unanimidad.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
No hay problema.
Adelante, Subsecretario. Es siempre bienvenido.
Gracias, Senador Durana.
)----------(
La señora RINCÓN (Presidenta).-
Se ha otorgado la palabra a todos los inscritos.
Por lo tanto, y agradezco a los colegas que van a hacer uso de su derecho a fundamentar, vamos a iniciar la votación.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senadora Allende?
El señor OSSANDÓN.-
¿Puede abrir la votación?
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
¿Perdón, Senador?
El señor OSSANDÓN.-
Si puede abrir la votación, Presidenta .
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Sí, por cierto.
Ahora abrimos la votación en general.
--(Durante la votación).
La señora ALLENDE.-
¡No se había abierto!
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
¡Perdón, Senadora!
Tiene la palabra.
La señora ALLENDE.-
Voto a favor del voto voluntario.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
¿Voluntario u obligatorio?
Senadora Allende, no se escucha ahora. Está con el micrófono apagado.
La señora ALLENDE.-
Perdón.
A favor del voto obligatorio, por supuesto.
La señora VON BAER.-
¡Si quería voluntario...!
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
¡Es que voluntariamente quiere el voto obligatorio...!
Entonces, la Senadora Allende está a favor del voto obligatorio, como indica el proyecto de ley.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senador Alvarado?
El señor ALVARADO.-
Voto en contra.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senadora Aravena?
¿Senadora Aravena?
¿Senador Araya?
El señor ARAYA.-
A favor, Secretario .
El señor BIANCHI.-
Secretario.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senador Bianchi?
El señor BIANCHI.-
Perdón, ¿se va a tomar a todos el voto a viva voz?
Porque yo quiero fundamentar...
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Quienes quieran pueden fundamentar su voto, Senador.
El señor BIANCHI.-
Ah, bueno.
La señora RINCÓN ( Presidenta ).-
Le había explicado antes que no le dimos la palabra porque usted ya había intervenido en la discusión en general.
El señor BIANCHI.-
Sí. Gracias, Presidenta .
Voy a fundamentar por qué votaré para mantener el voto voluntario y no obligatorio.
He escuchado cada una de las intervenciones, Presidenta, y he notado que aquí incluso se quiere confundir lo relativo a la participación con la obligación del voto.
En lo personal, este debate me retrotrae al tiempo en que discutimos esta materia y yo voté favorablemente para que el voto fuera voluntario. Y lo hice desde la perspectiva de entender las libertades de las personas.
No es un problema de la ciudadanía que exista una baja participación en las elecciones; es un problema nuestro, porque hemos perdido credibilidad, y no solo nosotros como Congreso, sino todas las instituciones y en todos los lugares del mundo.
Por tanto, me quiero hacer cargo de lo nuestro, de nuestra participación en la política. Siento que aquí no hay un mea culpa en torno a cómo hemos llevado los propios procesos políticos y la participación. Cuando ha existido interés de parte de la gente, efectivamente se ha registrado una mayor votación porque algo hace que las personas participen entusiastamente y con libertad con su voto.
Presidenta , yo hoy día soy incumbente pues participaré en el próximo proceso eleccionario. A todo esto, a quienes voten a favor en esta oportunidad, les señalo que esta ley no aplicará para las próximas elecciones, sino para las subsiguientes. Ello está explicado en la norma transitoria quincuagésima primera que se propone. Reitero: esta ley no entrará en vigencia para el próximo proceso.
Decía que, al ser un actor político incumbente, creo que somos los que primero tenemos la obligación de generar credibilidad, de entusiasmar a la ciudadanía y de cumplir nuestras propuestas. Por eso, siento que falta que seamos capaces de asumir nuestra propia responsabilidad en cuanto a la baja participación que ha habido en las elecciones.
Y los hechos se reflejan en los números. Hemos visto en los últimos días y meses lo que ha ocurrido con nuevos actores políticos, a partir de lo cual se pierde la credibilidad y, como consecuencia de ello, baja el entusiasmo por participar. Entonces, creo que es extraordinariamente necesario que asumamos nuestras responsabilidades en cuanto a la baja participación ciudadana que se registra al momento de ir a sufragar.
Quiero mantener la libertad que las personas tienen para ir a votar y apelo a que los proyectos, las propuestas, la candidata, el candidato entusiasmen efectivamente a la gente para que exista una mayor participación.
No creo que con la obligación del voto se pueda mejorar o lograr una mayor estabilidad democrática. La democracia se mantiene con responsabilidades públicas, con credibilidad, con saber leer las situaciones que ocurren con nuestra ciudadanía.
Una de las razones por las cuales la gente nos castiga es por haber llegado tarde a muchas de las demandas ciudadanas. Las personas no ven en nosotros una verdadera representación, y ahí es necesario asumir las responsabilidades y mejorar la participación ciudadana por la vía de tener candidatas y candidatos que efectivamente respondan con credibilidad.
Si bien no milito en un partido político, creo en la necesidad de ellos y en la estabilidad de la democracia. Pero no creo que la baja participación pueda revertirse estableciendo una obligación.
Voto por mantener el voto voluntario y no obligatorio.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senador Castro?
El señor CASTRO.-
A favor, Secretario .
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senador De Urresti?
El señor DE URRESTI.-
Gracias, Secretario .
Voy a fundamentar brevemente mi voto.
Solo como muestra, hicimos una consulta a través de Instagram en la que preguntamos: "¿Voto obligatorio?" . Un 86 por ciento de quienes respondieron en nuestras redes sugería el voto obligatorio, frente a un 14 por ciento.
(el Senador muestra resultados de encuesta en un celular)
Como Diputado , en su minuto estuve a favor del voto voluntario, porque de esa manera ampliábamos el padrón electoral. Recordemos que otro aspecto que la ley incorporaba, además del tipo de voto, era precisamente la posibilidad de contar con un padrón universal. Tenemos que reconocer que cometimos un error porque, en definitiva, el nivel de participación ha sido bajo.
Algunos argumentan, para no apoyar esta iniciativa, que el voto es un acto voluntario, un acto deliberativo, y que es obligación de quienes se someten a las elecciones populares convencer a su electorado. Sí, una parte de eso es verdad, pero también es imprescindible que en nuestra democracia -ya que hemos avanzado en elecciones de constituyentes, Presidente de la República , parlamentarios, consejeros regionales, alcaldes, gobernadores- incorporemos a un alto porcentaje de la ciudadanía en esas decisiones.
No puede ser que en muchas comunas el alcalde sea electo con un porcentaje dentro de un total de no más del 35 por ciento del padrón electoral. El número de personas que optan por esa autoridad local es muy limitado.
La democracia se defiende otorgando derechos y garantías, pero también comprometiendo a los ciudadanos con el deber cívico del voto obligatorio.
Desde temprana edad debemos reforzar, a través de la educación cívica, de la formación en las distintas instituciones públicas, privadas, universitarias, incluso desde la primera infancia, lo que significa participar, involucrarse, expresarse democráticamente a través del sufragio, poder decidir y comprometerse.
Por eso, Presidenta , voto a favor de reponer el voto obligatorio en nuestro país.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senador García-Huidobro?
El señor GARCÍA-HUIDOBRO.-
Voto en contra.
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La señora RINCÓN (Presidenta).- Solicito autorización a la Sala para que me reemplace en la testera la Senadora Carvajal, para poder fundar mi voto.
¿Le parece a la Sala?
Acordado.
--Pasa a presidir la sesión la Senadora señora Loreto Carvajal, en calidad de Presidenta accidental.
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El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senadora Ebensperger?
La señora EBENSPERGER.-
Gracias, Secretario .
Señora Presidenta, voy a fundamentar brevemente.
Votaré en contra de esta reforma constitucional, porque soy partidaria de mantener el voto voluntario.
Creo que a los únicos que beneficia volver al voto obligatorio es a los partidos políticos y a los candidatos. Recordemos que hoy día hay financiamiento público de la política. Una mayor participación va a significar que los partidos políticos van a recibir más financiamiento público. En efecto, los candidatos van a obtener mayor número de votos, que es dinero que se les devuelve.
Una mayor participación, que es lo que todos queremos, no se logra obligando a la gente a ejercer su derecho a sufragio. Uno de los derechos de la democracia es el de votar. Eso lo ejerce la gente voluntariamente, cuando quiere participar, cuando los políticos hacemos bien nuestra labor. No se consigue obligando a la gente. Lo único que se logrará con esta reforma es que las personas sientan un mayor repudio hacia la hermosa labor que es la política.
Hay que hacer buena política y no obligar a la gente. En la medida que nosotros hagamos bien las cosas, va a ir aumentando la participación. Alguien, en su fundamentación hace un rato, se refirió a un plebiscito municipal en el que se logró un 86 por ciento de participación. No hubo voto obligatorio; ahí simplemente la gente mostró que esa consulta era algo que le interesaba. En la medida que se le ofrezcan buenas cosas a la ciudadanía, esta va a participar. No necesita que la obliguen.
Voto en contra.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senador Huenchumilla?
El señor HUENCHUMILLA.-
A favor.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senador Insulza?
El señor INSULZA.-
Yo comparto la idea, Presidenta, de que negarse al voto obligatorio es parte de un síndrome de individualismo tremendo que estamos viviendo en nuestra sociedad, y ello se expresa en muchas otras cosas, como en la previsión, en las opiniones sobre las ideas de otros ciudadanos o en la falta absoluta de responsabilidad para las cosas del Estado.
No creo que todo esto sea culpa de la política nomás. Es un clima al cual, probablemente, todos hemos contribuido.
Pero debemos tratar de corregirlo. Y para ello, lo primero, a mi juicio, es tener claro que la participación de la ciudadanía en la sociedad civil significa asumir responsabilidades, y una de ellas es contribuir a la elección de los que van a gobernar el país, quienes van a ser representantes y no autoridades.
Por esa razón desde el principio he estado diciendo lo mismo, y voto a favor de este proyecto de ley.
Muchas gracias, Presidenta .
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
El Senador Kast ya votó favorablemente.
¿Senador Lagos?
El señor LAGOS.-
Gracias, Secretario .
Me imagino que se puede fundamentar. ¿Cuánto tiempo hay para eso: cinco minutos, tres minutos, un minuto?
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
Cinco minutos.
El señor LAGOS.-
Bien.
Ya hice uso de la palabra en sesiones anteriores, pero, cuando escucho las argumentaciones de quienes votan que no, siento que tengo que volver a intervenir para que quede claro en el debate por qué estamos en esta discusión.
Que sea voto obligatorio o voluntario no está escrito en piedra en ninguna parte. Es una decisión que toma una sociedad, un país, una nación, con relación a cómo se organiza. Hay países donde es voluntario; en otros es obligatorio.
Compararse con los países desarrollados me parece fantástico, pero, como dijo el Senador Quintana -y se cae de maduro, por lo demás-, ¡hagámoslo cuando seamos desarrollados!
En esos países algunos no van a votar porque perciben que las cosas más estructurales están resueltas hace mucho tiempo, ¡hace mucho tiempo! En consecuencia, la alternancia en el poder no genera las fracturas o tensiones propias de una nación emergente como la nuestra.
Esa es una diferencia fundamental que no hay que olvidar.
Las cosas no son en el vacío, sino en función de las realidades propias. Eso explica por qué en muchos de esos países, donde el voto es voluntario, mucha gente no va a sufragar. No siempre es la mayoría, porque no perciben la necesidad de un cambio y sienten que el sistema les está respondiendo.
Lo que ocurre en Chile, en varios países de América Latina y en otras latitudes es que se está debilitando la democracia, en la medida que los ciudadanos comienzan a convencerse de que esta no les resuelve sus problemas.
Por eso creo que el voto obligatorio y otras medidas, ¡otras medidas y tres veces otras medidas!, son necesarios.
Y, claro, aquellos que dicen "No podemos obligar a nadie a hacer nada" se quedan callados cuando se plantea tener iniciativa popular de ley o plebiscitos vinculantes, como lo hacen los países desarrollados que tanto envidian y en los cuales el voto es voluntario.
Por ejemplo, en la última elección presidencial en Estados Unidos, en cuatro Estados preguntaron además cosas bien neurálgicas. No consultaron por dónde pasar un puente o una carretera, sino qué se hace con el aborto, con el consumo recreacional de marihuana, etcétera. Les hacen preguntas concretas a los ciudadanos. Junto con ir a votar por fulano o mengano, o por fulana o mengana, les consultan: "¿Usted, qué piensa de esto?". Y eso es vinculante para los Estados.
¡Esa es libertad, pues!
Pero aquí la libertad es a la medida: "¡No vayan a obligar a alguien a votar!".
Las cifras de participación en función del nivel de ingreso por comuna en Chile son elocuentes.
No basta con hacer el voto obligatorio. Estoy de acuerdo en eso con quienes van a votar en contra. No faltaba más que esa fuera la única explicación. Hay otras. Y espero que en el debate de la Convención Constitucional eso se pueda resolver.
Junto con lo anterior, la percepción que uno tiene es que la democracia se cuida sola. ¡Pero no es así! La democracia a que uno aspira, como escuché decir a uno de los Senadores que va a votar que no, tiene muchas cosas que me gustan. Pero esas democracias hoy día comienzan a ser minoría en el mundo, ¡minoría! Las potencias más grandes del mundo hoy ya no son todas democráticas; muchas de ellas son autoritarias, ¡autocráticas!
En Europa Central, como señalábamos en intervenciones anteriores, hay países que pervierten la democracia a través del voto: jubilan a los jueces anticipadamente, cierran medios de comunicación. No tengo para qué irme a Europa Central o a Europa del Este, con sus democracias complejas, como Polonia o Hungría. Podemos mirar en América Latina, donde a través del voto se cierran asambleas constituyentes, se persigue a la gente. ¡Vayamos a Nicaragua! ¡Vayamos a Venezuela!
Entonces, debemos tratar de ver cómo hacemos para cuidar nuestra democracia.
Hay que ir a votar. Y si no me gusta nadie, votaré en blanco o anularé, pero les doy legitimidad a aquellos que van a tomar decisiones. ¡Ese es todo el tema! Puede que no obtengan la gran mayoría de todos los votos, pero sí la de los válidamente emitidos.
Eso es muy fundamental a la hora de sustentar lo que se hace, ¡muy fundamental!
¿Y todo eso complementado con qué? Con democracia participativa directa, porque ahí los ciudadanos comienzan a entender que sus decisiones sí tienen un impacto más directo.
La democracia ha sido buena para elegir a todos los que estamos aquí hoy día. ¡A todos nos eligieron por voto! Creo que la inteligencia de los ciudadanos dio para elegirnos a todos nosotros, y también les daría para pronunciarse sobre el derecho al aborto o no; sobre el uso de determinado tipo de políticas públicas, etcétera. Se puede consultar; no todo, pero sí temas medulares.
Y termino, señora Presidenta , señalando que en Reino Unido, un país bien avanzado, con una historia larga, donde el voto es voluntario, se consultó a la gente si seguir siendo parte de la Unión Europea o no. Y la ciudadanía dijo que no.
El valor de ese sistema es que les preguntaron directamente a los ciudadanos. Entonces, se puede tener voto voluntario, pero, al mismo tiempo, la opción de consultar otros temas.
No puede ser que nuestro sistema esté sesgado solo en favor de la elección directa de las autoridades a través de voto voluntario y deje fuera toda otra participación. Lo único que se consulta en Chile son los pavimentos participativos.
Afortunadamente, vamos a tener el plebiscito de salida de la Constitución, que va a ser obligatorio.
Muchas gracias.
Voto...
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
Senador, ¿cómo vota?
No se escuchó.
El señor LAGOS.-
A favor del voto obligatorio, Secretario .
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
Muchas gracias, Senador.
¿Senador Carlos Montes?
El señor MONTES.-
Gracias, señor Secretario .
Antes de opinar, quiero decirles a la Presidenta y a la Secretaría que el canal del Senado no está funcionando. ¡Cuánto gasta la Corporación en este medio y no está funcionando! Y ello no ocurre solo hoy día, sino que está muy discontinuo, y en este momento sale la imagen, pero no en la voz.
Bueno, sobre este tema, yo voto a favor del voto obligatorio.
Aquí una Senadora dijo: "Hay que ofrecerles buenas cosas a los ciudadanos; ahí se votará".
Creo que esto es propio de una visión filosófica, de una visión de la sociedad en que al menos hay que llamar a reflexionar. Porque la verdad es que en la historia esto ya habría quedado atrás desde hace bastante tiempo.
Otro Senador señaló: "¡No es problema de la ciudadanía, sino nuestro! Yo le diría a ese Senador que es más global este asunto: el problema es ni más ni menos que de la democracia, del tipo de democracia con la cual estamos viviendo, de lo público, de lo colectivo, de la sociedad. ¡Y eso es lo grave!
Si esta no es una discusión de un aspecto, de un punto: está en el marco de una situación más de conjunto.
Creo que debemos asumir que hay un problema muy serio con la democracia: asumir que los partidos están viviendo una crisis; asumir que el Parlamento está viviendo algo que hay que admitir, que hay que conversar, que hay que ver.
Podemos seguir eludiendo eso y actuando como si no ocurriera. Pero la verdad es que, tarde o temprano, esperamos que en la Convención toda esta situación de las instituciones se globalice y se enfrente en su conjunto.
Restablecer el voto obligatorio no resuelve por sí solo el problema que vive la democracia.
No basta con eso, sin lugar a dudas; pero aporta. ¿En qué sentido? En darle un valor, un relieve, una importancia a la responsabilidad democrática de los ciudadanos, en el sentido de que estos sean parte de la sociedad y ejerzan su responsabilidad respecto de ella.
Me parece que este tema no solo deberíamos discutirlo entre nosotros. A lo mejor la forma de ser del Parlamento debiera llevar a que en temas como estos se abra a debatir con la sociedad y genere nuevas maneras para discutir con ella. Pero bueno, estamos en esta modalidad de departamento.
Yo voto a favor de restablecer el voto obligatorio.
Gracias, Presidenta .
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senador Moreira, don Iván?
El señor MOREIRA.-
Gracias Presidenta.
Me sumo al tema del canal del Senado.
Hemos recibido muchas quejas, y a la Presidenta le mandé por escrito que no estaba funcionando el canal. Precisamente por los recursos que se invierten ahí y lo que ellos significan, no es bueno que una cosa de esa naturaleza no se esté reparando en forma rápida.
La verdad, Presidenta , esto es muy simple.
Pongamos los pies sobre la tierra: no podemos depositar el futuro político de Chile y el de nuestro país en una Convención Constitucional que hoy día no tiene nada que ofrecer.
Porque lo que nos ofrece permanentemente es ¡deslegitimarlo todo!, ¡refundarlo todo!, ¡destruirlo todo! Entonces, no veo ni invocaría a la Convención Constitucional, ¡porque de frutos no ha dado absolutamente nada...!
Ahora bien, con respecto al voto obligatorio, solamente quiero decir que para mí es una cuestión de principios. Y actúo en consecuencia.
El año 97 presenté un proyecto sobre voto voluntario, un proyecto de inscripción obligatoria y voto voluntario, o viceversa; pero la verdad es que todo esto no ha dado resultado. Porque lo que tenemos que esperar es muy simple: debemos tener la capacidad de convocar a la gente a votar con ideas, con personas, con partidos políticos, con una institucionalidad, y no por una ley que la obligue.
La ley en proyecto es la mejor demostración de la incapacidad de las instituciones políticas, de nosotros mismos, de querer obligar a la gente a votar.
Por último, quiero decir que los mismos que hoy día hablan de la obligatoriedad del voto son los mismos que hacían gárgaras con la democracia y con la voluntariedad del voto. ¡Pero hoy día debe ser obligatorio...! Un traje a la medida, porque las cosas no salen bien.
Yo insisto en que es bueno para Chile el voto voluntario.
Por eso rechazo este proyecto de ley.
Voto en contra de que me obliguen a mí y a todos los chilenos a tener que ir a votar.
¡Voto en contra del voto obligatorio!
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senador Navarro?
¿Senador Navarro?
El señor NAVARRO.-
Sí, brevemente, señor Secretario .
Cuando discutimos el voto voluntario lo hicimos bajo el sistema binominal, bajo la Constitución de Pinochet, bajo condiciones que cautelaban la democracia.
No existía ningún derecho.
Hoy tenemos una Convención Constitucional en que, más allá de sus propios errores y de la campaña brutal, cuyo eje principal está en el propio Gobierno, a mi juicio esos derechos van a estar establecidos: el derecho a elegir y ser elegido.
Los independientes podrán optar a ello al igual que cualquier ciudadano, milite o no en un partido político.
Además, se halla el derecho al referéndum revocatorio, que le haría muy bien a Chile, que le va a hacer muy bien; es decir, que si la autoridad que yo elijo no cumple, también la puedo sacar. ¡El referéndum revocatorio va a estar en la Constitución!
Igualmente estará la gratuidad del transporte público.
Es un deber del ciudadano votar y es un derecho que tiene cada ciudadano; por tanto, tiene que haber transporte público.
Queremos que las votaciones no sean un domingo, sino un día laboral, respetando el domingo de descanso de los trabajadores.
Queremos que en la Constitución se contemple la restitución del aporte para los candidatos, para los partidos y también para la ciudadanía. ¡Cómo se va a financiar solo a los candidatos! Se ha de financiar al candidato y también al ciudadano para que pueda ejercer su poder de fiscalización antes, durante y después de la elección, para ver si los candidatos cumplen o no lo prometido en su campaña.
Queremos, además, establecer el voto a los dieciséis años.
Los jóvenes hicieron posible la Revolución pingüina; cuando nadie hablaba de la calidad de la educación posibilitaron aquello.
Los jóvenes pueden y deben votar, y ahí es factible establecer la voluntariedad, como existe en muchos países del mundo, del voto a los dieciséis años.
Podemos tener, entonces, un conjunto de derechos que hoy día no existen, pero que van a estar incorporados en la Constitución; y habrá un conjunto grande de derechos y un deber: el de votar, para cautelar que esos derechos sigan vigentes.
Por lo tanto, estamos hablando de un escenario completamente distinto.
¡Moreira no tiene memoria! ¡Tiene memoria solo para la dictadura y su General Pinochet!
Pero quiero decirle que la Constitución que vamos a aprobar el próximo año va a ser una que va a cautelar derechos, que va a proteger derechos de los ciudadanos, y el mínimo deber de los ciudadanos en una Constitucion ciudadana es votar para establecer una opción de mayorías y de minorías.
Se podrá abstener, se podrá votar en blanco, pero en verdad es un deber de la patria, del Estado, de la Constitución elaborada por los propios ciudadanos, votada por la ciudadanía.
Creo que cuando aprobamos el voto voluntario fue por la necesidad de señalarle aquello a una oligarquía que, por cierto, decía que todo estaba bien, que la nueva Constitución era fumar opio, que había loquitos que decíamos que queríamos una asamblea constituyente.
Pero hoy día eso ha cambiado de mano del pueblo en la calle.
Me parece que el voto obligatorio hoy día viene a proteger la democracia, pero no cautelada por las Fuerzas Armadas, no cautelada por los grupos económicos: ¡cautelada por el pueblo!
¿Con qué? Con la herramienta de la participación.
Esa es la gran diferencia a cuando se aprobó el voto voluntario, en que muchos partidos políticos, o todos los partidos políticos, decían que no había necesidad de establecerlo, porque la gente en Chile votaba igual.
¿Votaba igual? ¡No! Votaba igual porque había penalización y porque efectivamente existía una obligación.
Quiero decir hoy día que si existen todos aquellos derechos y otros dispuestos en la Constitución, yo estoy por establecer un deber ciudadano: el deber de votar en las elecciones, elegir a sus autoridades y determinar su fiscalización y destituirlas cuando ello proceda conforme a las normas fijadas en el referéndum revocatorio.
Voto a favor del voto obligatorio, señor Secretario , señora Presidenta .
La señora CARVAJAL (Presidenta accidental).-
Gracias Senador.
Ante las consultas y observaciones que han hecho los distinguidos Senadores Montes y Moreira, debemos señalar que habría un problema con la plataforma que tiene que ver con los operadores. Pero se está revisando aquello.
Al parecer, en la Región Metropolitana habría algún problema.
Así que cualquier información al respecto se las daremos en el transcurso de esta sesión.
Le agradeceré continuar con la votación, señor Secretario .
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senadora Ximena Órdenes?
¿Senadora Ximena Órdenes?
El Senador Pugh ya votó.
El Senador Sandoval ya votó.
¿Senador Soria?
El señor SORIA.-
Voto a favor, señor Secretario .
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senadora Van Rysselberghe?
La señora ÓRDENES.-
¿Secretario?
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senadora Van Rysselberghe?
La señora ÓRDENES.-
Soy la Senadora Órdenes.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Senadora Órdenes?
La señora ÓRDENES.-
Voto a favor.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
Sí, Senadora.
¿Senadora Rincón?
La señora RINCÓN.-
Gracias, señora Presidenta .
La verdad es que no hice uso de la palabra en la discusión en general y quiero fundar mi voto.
Considero tremendamente importante debatir esta iniciativa de reforma constitucional.
Nuestro país vive profundos cambios políticos, sociales y culturales. La ciudadanía exige mayor participación, exige mayor atención, y, por tanto, no debemos perder el foco en aquello.
Cuando revisamos cuál es la realidad en el mundo, en Latinoamérica, respecto del voto obligatorio o voluntario, nos damos cuenta de que Argentina, Bolivia , Brasil , Ecuador , Paraguay , Perú y Uruguay tienen voto obligatorio. Y la votación en esos países supera con creces la realidad del nuestro, incluso en aquellas naciones que tienen voto voluntario.
En Chile en la última elección (la reciente votación que tuvimos), del padrón habilitado para votar participó menos del 20 por ciento.
¿Esa es la realidad que deseamos mantener? Yo creo que no.
Las profundas desigualdades ya vistas por todas y todos, como resultado de una sociedad donde los excesivos privilegios se han concentrado en sectores reducidos de la población; donde la concentración no es solo económica, sino también política y social, y donde hay millones de hombres y mujeres que han tenido que enfrentar de manera precaria y poco digna los últimos acontecimientos, nos exigen dar paso a la participación. Pero una participación informada, en que el voto no solo es un derecho, sino un deber; en que tenemos que corregir aquellas cosas que producen falta de interés en la política, señora Presidenta ; en estos días, en que los propios constituyentes, que son parte de esa historia que queremos recordar como épica en nuestro país, están viendo cómo los focos y las luces se dirigen a sus actos.
Hoy día no se trata de darse vuelta la chaqueta y cambiar de opinión acerca de algo que este Congreso legisló. Yo no estaba en el Parlamento cuando se legisló sobre el voto voluntario, pero me acuerdo de esa discusión. Recuerdo que era partidaria del voto obligatorio y que me convencieron del voto voluntario; pero creo que tenían razón quienes persistieron en la necesidad de entender aquello como un derecho y un deber.
Esta iniciativa, que obviamente puede ser corregida, ya que solo estamos en la discusión en general, nos invita a abrir un debate sincero sobre el sistema político, su composición y sus reglas.
Por ello en mayo de este año presentamos, junto con otros colegas, entre ellos el Senador Chahuán, un proyecto de ley que otorga al sufragio el carácter de obligatorio con la intención de que desde el Senado se liderara esta discusión. Lamento que una vez más la Cámara nos alcance; lamento que una vez más la Cámara tenga un ritmo más rápido que el nuestro.
Claramente, en la medida que las y los actores políticos se distancian de la gente y demuestran incapacidad para resolver aquellas cuestiones más esenciales de su vida, la ciudadanía comienza a desconfiar de las herramientas, muy reducidas aún por cierto, que tiene hoy a disposición para intentar cambiar el actual orden de las cosas.
Para qué mencionar el permanente escenario de descrédito en que cae la política, o las y los políticos, lamentablemente por el actuar de unos pocos, en que los estrechos carriles de los negocios y de la vida pública se mezclan.
En este Parlamento no tan solo se deben generar las condiciones para reconducir y reconquistar la confianza y la participación de la ciudadanía en el ámbito de la institucionalidad del sufragio propiamente tal: también debemos ser capaces de promover la profundidad de todos aquellos mecanismos de deliberación que permitan que ciudadanas y ciudadanos de nuestra patria puedan colocar sobre el tapete temas de interés, así como fiscalizar aquellas actuaciones del Estado y de los organismos colaboradores que afecten directamente a la comunidad.
Hoy nos corresponde mantener el impulso de este esfuerzo; y por eso, porque soy una convencida de que al voto hay que darle el doble carácter, voto por esta modificación de la Constitución, y restituimos así la obligatoriedad al derecho de sufragio.
Gracias, Presidenta .
La señora CARVAJAL ( Presidenta accidental ).-
Muchas gracias, Senadora Ximena Rincón.
De inmediato le ofreceremos la palabra para fundamentar su voto al Senador Rabindranath Quinteros.
Puede intervenir, señor Senador.
El señor QUINTEROS.-
Presidenta , yo ya intervine. Voté a favor del voto obligatorio, y mi intervención era para otra instancia.
La señora CARVAJAL (Presidenta accidental).-
Muy bien, Senador.
Muchas gracias.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor ELIZALDE.-
¿ Presidenta ?
La Presidenta no ha votado.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
Sí; ya votó.
Sí votó.
¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
Terminada la votación.
--Se aprueba en general el proyecto (25 votos a favor, 14 votos en contra y 1 abstención).
Votaron por la afirmativa las señoras Allende, Aravena, Carvajal, Goic, Muñoz, Órdenes, Provoste y Rincón y los señores Araya, Castro, De Urresti, Elizalde, Girardi, Guillier, Huenchumilla, Insulza, Kast, Lagos, Latorre, Letelier, Montes, Navarro, Quintana, Quinteros y Soria.
Votaron por la negativa las señoras Ebensperger y Von Baer y los señores Alvarado, Bianchi, Coloma, Durana, Galilea, García, García-Huidobro, Moreira, Ossandón, Prohens, Pugh y Sandoval.
Se abstuvo el señor Chahuán.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
Plazo de indicaciones, señora Presidenta .
La señora CARVAJAL (Presidenta accidental).-
Tiene la palabra el Senador Araya, Presidente de la Comisión de Constitución.
El señor ARAYA.-
El 7 de octubre, Presidenta.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿El 7 de octubre, Senador Araya?
La señora CARVAJAL ( Presidenta accidental ).-
Su Señoría nos señala el 7 de octubre como plazo para presentar indicaciones.
El señor CÁMARA ( Secretario General subrogante ).-
¿Don Pedro?
La señora CARVAJAL ( Presidenta accidental ).-
¿Senador Araya?
El señor ARAYA.-
Sí, señora Presidenta .
La señora CARVAJAL ( Presidenta accidental ).-
¿Habría acuerdo para establecer como plazo para la presentación de indicaciones el 7 de octubre, hasta las 12 horas?
Acordado.
Queda despachado, entonces, el proyecto.
"
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