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- rdf:value = " El señor SAAVEDRA.-
Gracias, Presidenta.
Nuestra tarea es contribuir con procesos legislativos, como el que estamos discutiendo, al fortalecimiento de la democracia, que debe ser nuestro principal norte en materias legislativas, en participación ciudadana, en el desarrollo político de los partidos: tres elementos que deben estar considerados.
Cuando se estableció en Chile el voto voluntario, se dijo: "Mire, queremos tomar distancia respecto de la injerencia del dinero y de los poderosos en las campañas y en la inducción en la elección de quienes nos representan en el Parlamento". Luego, también está el incentivo a que los partidos políticos promuevan la participación social.
¿Cuál se cumplió?
Los partidos se fueron debilitando en el tiempo y, por tanto, se debilitó el camino de la participación social y la democracia.
Los resultados están a la vista. Nuestras elecciones, la elección de los diferentes estamentos que componen la sociedad democrática, fueron bajando notoria y profundamente. Las elecciones se empezaron a llevar a cabo con menos de la mitad del padrón electoral del país. En consecuencia, la validación social de quienes representamos a la ciudadanía es cada día más escasa. Y con eso, evidentemente, todo lo que se desarrolle por parte de quienes asumimos el rol de representante popular posee una validación social menor.
Tenemos la tarea, entonces, de buscar un camino distinto, de ver cómo reencantamos a la ciudadanía con los partidos políticos desarrollando un rol diferente, modernizándose, adecuándose a los tiempos que vivimos. Sin partidos políticos no habrá democracia y sin ciudadanía participando no habrá democracia validada socialmente. Ambas cosas las necesitamos.
Los estudios nos dicen que, efectivamente, con el voto obligatorio en Chile estamos por sobre el 87 por ciento de participación, a diferencia de lo que pasa en Latinoamérica, donde se registra un 73 por ciento en ese rubro. Pero, si uno ve cuál es la mediana, el promedio del voto voluntario, se da cuenta de que estábamos llegando al 48 por ciento, una cifra escasa, menor, a un debilitamiento -reitero- de la democracia, del sistema de convivencia política que el país tiene, y un debilitamiento, además, de sus instituciones públicas.
Por lo tanto, se produce un debilitamiento de la confianza, la credibilidad y el apego que la ciudadanía debiera tener por una institución como el Congreso Nacional. No podemos olvidar que en una nación puede existir el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial , pero, si no está el Congreso, si no está el Poder Legislativo, no tenemos democracia.
El Congreso de la nación, el Poder Legislativo, es consustancial a la democracia. De ahí la importancia de la validación social de quienes somos elegidos para representar la ciudadanía.
Por lo tanto, el voto obligatorio es consustancial a ese fortalecimiento, a ese reencanto que debe tener la ciudadanía con la democracia, con su participación, con su adhesión, con este derecho humano que es el derecho a elegir y también a ser elegido.
En consecuencia, se requiere que nuestras convicciones se expresen en este minuto histórico, cuando tenemos que dar paso a nuestros compromisos, porque no solamente el voto obligatorio va a fortalecer la democracia; también cuando se compromete la palabra se tiene que desarrollar ese compromiso.
Si no somos capaces, por lo tanto, de luego dar curso a este proceso de construcción de una nueva democracia y lo seguimos dilatando para el momento en que más me convenga una elección, estaremos incumpliendo una premisa básica: nuestro compromiso, el compromiso de la palabra, que puede ser un intangible, que no va a estar en ningún voto obligatorio, sino en nuestra acción concreta como representantes de la ciudadanía.
Tenemos que tomar decisiones pronto.
En suma, esto se trata de aplicar un enfoque sistémico: democracia, sí; participación popular abierta, sí; voto obligatorio, sí, porque contribuye a la validación social. El rol de los partidos políticos es tremendamente importante.
Por lo tanto, tenemos que recuperar todos esos factores. No basta solo con el voto obligatorio. Debemos convencernos de que acá está en juego la democracia, que se tiene que ir construyendo todos los días, fortaleciendo y abriendo surcos y canales para la participación de la ciudadanía, para lo cual aquella debe estar organizada. De ahí que nuestra votación debe estar en pro del fortalecimiento de la democracia.
Por eso el voto obligatorio es tremendamente importante, porque se logra finalmente un camino irreversible de democratización sustantiva del país, consistente en los derechos y, al mismo tiempo, segura, para que Chile siga por el camino y la senda del progreso y el bienestar de todos los chilenos.
He dicho, Presidenta .
Muchas gracias.
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