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- rdf:value = " La señorita PÉREZ , doña Catalina (Vicepresidenta).-
En discusión el proyecto. Tiene la palabra el diputado Cristhian Moreira .
El señor MOREIRA.-
Señora Presidenta, los horrores evidenciados por la humanidad durante las dos guerras mundiales del siglo XX llevaron a reforzar algunas convicciones en materia de derechos humanos, que en la actualidad se traducen en que debe existir un respeto irrestricto de los mismos por parte de todos los Estados, aun en los contextos más complejos, como es el caso de la guerra. Hoy eso se está viviendo en Ucrania con la masacre que está haciendo Rusia sobre todo el pueblo de ese país.
Dentro de los crímenes de guerra más comunes se encuentra la tortura, la deportación o el traslado ilegal de personas, el confinamiento ilegal de personas, los ataques intencionados contra la población civil, el ataque intencionado contra bienes civiles que no constituyen objetivos militares o el asesinato de prisioneros de guerra. El factor común de este tipo de conductas es que soslayan los meros fines y contextos militares, ocasionando un perjuicio irreparable o injustificado en una persona, comunidad o, incluso, en el patrimonio cultural de un país.
Los nuevos tipos penales que se incorporan al Estatuto de Roma buscan cautelar que no se ocasione un daño alevoso, ni aun en el contexto de una guerra, como lo puede ser la inutilización permanente de la vista producto de la aplicación de la tecnología láser, así como exponer a los combatientes a armas biológicas o micronucleares, que pueden ocasionar secuelas que degraden la calidad de vida de las personas hasta un punto irreparable. Este tipo de riesgos no deben ser tolerados por la humanidad, ni siquiera en un contexto de guerra, en el que la integridad física y la vida, bienes jurídicos fundamentales, ya son arriesgados en función de los intereses políticos de un determinado Estado.
Tanto el Estatuto de Roma como la Corte Penal Internacional son espacios reconocidos oficialmente por nuestro país, los cuales han sido el resultado de una larga tradición de desarrollo de las leyes de guerra, las que se remiten hasta finales del siglo XIX con la celebración de las convenciones de La Haya. Si bien nuestro país cuenta con una tradición de paz externa de prácticamente un siglo y medio, ello no debe ser motivo para abstenernos de profundizar nuestro compromiso con el respeto por la dignidad humana en todos los contextos.
Por eso, llamo a apoyar este proyecto.
He dicho.
"
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